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Avanzar hacia la plena igualdad de género
en el medio laboral requiere cambios, modificaciones
y ajustes en ámbitos diversos,
para contribuir al necesario cambio de mentalidades:
en legislación, en educación, en los medios
de comunicación, en el lenguaje…
En el contexto legislativo actual, tras la aprobación
de la Ley Orgánica de Igualdad, se faculta extraordinariamente
al ámbito de la negociación colectiva
como el idóneo para luchar contra las discriminaciones
de oportunidades y trato entre mujeres y hombres
que puedan producirse en el escenario laboral.
Igualmente, nuestro trabajo sindical reclama incorporar
una perspectiva de género, lo que significa integrar
en cada intervención el objetivo de la igualdad
de género y la consecución de formas de participación
y representación igualitarias para mujeres y
hombres. Tenemos presente que el lenguaje no es
neutral ni secundario en ningún caso, tampoco en
estos ámbitos; el lenguaje utilizado para redactar el
convenio colectivo es susceptible también de generar
discriminación de oportunidades y de trato entre
mujeres y hombres; por su parte, el de los espacios
comunicativos sindicales, con su variedad de textos
y documentos, debe reflejar necesariamente el protagonismo
compartido de hombres y mujeres en estas
tareas, así como hacerse eco de mensajes y contenidos
que permitan avanzar en igualdad.
En las alternativas que se proponen para un uso no
sexista del lenguaje, todas permitidas por la estructura
y las leyes de funcionamiento del castellano, hay
algunas más afianzadas y asumidas ya por una mayoría
de hablantes, mientras en otros casos se oscila
entre diversas variantes, en espera de ver qué solución
lingüística se impone. Sin duda, la opción elegida
será la que visibilice más nítidamente la diferenciación
de hombres y mujeres, por ser una exigencia
de la comunicación y de la representación en nuestro
tiempo.
Una primera versión de esta Guía se publicó por primera
vez en 2008, dedicada a identificar buenas
prácticas para el uso del lenguaje no sexista en la
Negociación Colectiva. La presente edición, actualizada
y ampliada, abarca tanto los textos de los convenios
colectivos como otros espacios comunicativos,
documentos y textos habituales en los ámbitos
laboral y sindical. Con esta publicación, buscamos
favorecer el uso de términos y expresiones libres de
sexismo, superando el lenguaje tradicional que invisibiliza
y discrimina a las mujeres. Es preferible el esfuerzo
consciente por buscar una opción libre de sexismo,
mientras sea lingüísticamente aceptable, que
quedarse en el terreno de lo tradicionalmente aceptado,
pero con un efecto discriminatorio, consecuencia
de hábitos que masculinizan el lenguaje y por
tanto la representación escrita de la vida y la realidad,
lo que expulsa a las mujeres del universo simbólico.
Al lenguaje de la negociación colectiva todavía
no ha llegado la plena igualdad de
oportunidades y trato entre mujeres y hombres.
Si persiste una desigualdad en el lenguaje del
convenio, si el lenguaje no es neutral porque no representa
de manera igualitaria a mujeres y hombres,
esto puede tener efectos perjudiciales sobre
las condiciones laborales de mujeres y hombres.
De igual manera, debemos prestar una atención
especial a la utilización de un lenguaje no discriminatorio
tanto en los documentos propios del ámbito
laboral como en los documentos, escritos y formularios
de nuestras organizaciones sindicales.
La cuestión del lenguaje no es secundaria, ni en el
conjunto de las relaciones laborales, ni en el proceso
de la negociación colectiva. Como saben bien
quienes intervienen en ella, incorporar o no una
cláusula, o una palabra en una cláusula, puede
modificar sustancialmente el resultado
La cuestión del lenguaje no es secundaria, ni en el
conjunto de las relaciones laborales, ni en el proceso
de la negociación colectiva. Como saben bien
quienes intervienen en ella, incorporar o no una
cláusula, o una palabra en una cláusula, puede
modificar sustancialmente el resultado.
Tampoco lo es en los documentos y escritos que
utilizamos sindicalmente. A este respecto hay que
hacer referencia al avance producido en los últimos
años, no obstante, aún con cierta frecuencia
observamos que pervive una redacción masculinizante.
Tenemos que saber que cuando se redacta
uno de estos textos con lenguaje masculinizante
no sólo estamos incumpliendo los objetivos igualitarios
aprobados en nuestros congresos confederales,
también estamos dejando fuera de la escena
sindical a las trabajadoras, a las afiliadas, a las mujeres
El tipo de lenguaje que usamos no es inocente. El
lenguaje "ordena" simbólicamente el mundo. Puede,
pues, "ordenar" la jerarquía entre los sexos, reproduciendo
acríticamente el sistema de sexo-género,
lo que quiere decir en otras palabras que con
nuestra forma de hablar o de escribir estamos contribuyendo,
sin saberlo y sin que probablemente sea nuestra intención, a mantener diversas formas
de discriminación hacia las mujeres.
Si utilizamos un lenguaje que oculta a las mujeres
favorecemos su subordinación social. Si usamos
un lenguaje que toma como norma y medida de lo
humano al hombre, a lo masculino, sin cuestionar
que una de las dos partes de la especie humana
pueda representar al todo mientras la otra parte
queda excluida, ayudamos a que persista en el
imaginario colectivo la percepción de que las mujeres
son subsidiarias, secundarias, prescindibles.
Como hablantes también nos posicionamos con el
uso que hacemos del lenguaje. ¿Estamos a favor
de la igualdad, a favor del avance social, a favor de
los derechos? ¿O creemos que podemos ser progresistas
en lo social e inmovilistas en el lenguaje?
Por mas informacion leer el siguiente vinculo:
http://www.ccoo.es/comunes/temp/recursos/1/643228.pdf
Carmen Bravo Sueskun
Secretaria Confederal
de la Mujer de CCOO