7 de agosto de 2012

Mujeres, migración y flujo de capitales.

Antiguamente las transferencias económicas o remesas eran conocidas como hawalas, ya que el hawala era un viejo sistema árabe de envío de dinero -hoy día denominado Transferencia Informal de Fondos (TIF)- basado en el esquema de la confianza. Históricamente surgió como necesidad del comercio exterior dado los peligros que existían con el transporte de oro. Funcionaba en una doble vía y ha existido por mucho tiempo. Pero las enormes corrientes migratorias actuales y los nuevos controles sobre el flujo del dinero están cambiando esas prácticas.
Mujeres y remesas

Durante la década que transcurrió de 1990 al 2000, el número de migrantes internacionales aumentó un 14%. En 2002 unos 175 millones de personas, es decir aproximadamente el 3% de la población mundial, vivía fuera de sus países de nacimiento. Para el 2050, la United Nations Population Fund (UNFPA) proyecta que la cifra alcanzará los 230 millones de individuos.
Dentro de las características de esta población que se desplaza, resalta el rápido crecimiento de la participación femenina. América Latina fue la primera región del mundo en alcanzar una paridad entre el número de hombres y mujeres migrantes. En 1990, de los seis millones de migrantes latinoamericanos, la mitad eran mujeres. Este cambio implica un importante papel de las mujeres en la migración y desencadena fuertes consecuencias dentro de las sociedades nacionales. Cada vez es mayor el número de mujeres que emigra de manera autónoma y que se convierte en la principal proveedora del hogar.
La perspectiva femenina ha revelado cómo la división sexual del trabajo modela la experiencia migratoria, las condiciones de permanencia en los países destinatarios y la relación que las mujeres mantienen con sus países de origen. Entre las principales responsabilidades de la mujer migrante se encuentra el mantenimiento de los lazos familiares que preservan el circuito afectivo de la familia. Surgen como consecuencia de estas realidades migratorias nuevos conceptos que debemos considerar: las familias transnacionales, la industria y el comercio nostálgicos.
Familias transnacionales

La mayor parte de los inmigrantes realizan grandes esfuerzos para integrarse y formar parte de la sociedad de acogida. Pero eso no significa que rompan los vínculos, valores y tradiciones de su comunidad originaria. Por el contrario, continúan participando de manera activa en la vida política, social y económica de sus comunidades y muchas veces incluso con un reposicionamiento que mientras estaban en la propia colectividad no era posible. Por lo tanto se crean "familias transnacionales" con diferentes integrantes en distintos países.
La conformación de estas familias transnacionales se ha convertido en un factor clave en la constitución de una industria y comercio "nostálgico". Dentro del intercambio económico, el migrante y la migrante envían bienes de consumo a su país de origen, lo que determina el ingreso de capitales que movilizan estas economías. En el caso de las visitas también gastan dinero allí; y compran diversos productos locales, lo que da lugar a lo que algunos llaman industria nostálgica: productos de contenido étnico, que pueden incluir bebidas locales, quesos, especias, chiles, prendas de vestir, y un sin fin de productos. Este último factor genera movimiento para los propios inmigrantes en el país de destino (restaurantes, tiendas con productos típicos, etc.) como en los países de origen que procesan o fabrican los distintos elementos.
Remesas sociales

En estos intercambios hay mucho más que un flujo de dinero. También se intercambian visiones, ideas, discursos y tradiciones, donde las distintas concepciones sociales –de un lado y del otro- pueden verse modificadas. Algunos analistas califican esto como "remesas sociales", y podrían implicar el cambio en estructuras de poder, dentro de las que encontramos el relacionamiento de género (en general, menos equitativas en los países en desarrollo). Pero también podría provocar cambios en el concepto de consumo y relacionamiento en los países desarrollados, buscando romper la visión eurocentrista de desarrollo que no reconoce la riqueza que conlleva el inmigrante.
Las dinámicas de género se establecen a partir de un marco social, cultural, económico y político que determina los posibles patrones de conducta que hacen a las transacciones de las remesas, hablamos tanto de quienes envían el dinero, como de quienes lo reciben.
Los cambios en los roles de las mujeres migrantes son importantes y diversificados. Por ejemplo, por un lado hay que reconocer que la persona que emigra muchas veces tiene serios problemas iniciales relacionados con la inserción en la nueva sociedad que la acoge. En el caso de las mujeres es una situación de por sí difícil, que puede verse agravada por el intento de mantener "usos y costumbres" que provienen de otro contexto sociocultural. Pero por otro lado, la migrante que comienza a mandar dinero hacia su familia adquiere una nueva importancia. Esto podría implicar un cambio de rol que desemboque en un nuevo relacionamiento social, cultural y político de las mujeres con sus respectivas sociedades (tanto las de origen como las de destino).
¿Potencian el desarrollo?

Uno de los aspectos más llamativos de las remesas es que son un ingreso estable y constante que no responde a las fluctuaciones del mercado, ni a los cambios políticos, como sí sucede con las exportaciones de bienes primarios, la inversión directa extranjera, etc. Tampoco están sometidas a los intereses y menos aún a las directivas de las agencias internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Estos envíos de inmigrantes son la fuente de ayuda externa más abundante y menos condicionada que reciben los países en vías de desarrollo, pero también la más desorganizada.
En la controvertida discusión que existe alrededor de este tema, dentro de las consecuencias positivas que le atribuyen varios autores, encontramos que aumentan el ingreso nacional, alimentan la reserva de divisas, contribuyen a equilibrar la balanza de pagos, apoyan actividades empresariales, podrían contribuir al ahorro y crean demanda de bienes y servicios. De forma indirecta también influyen financieramente en el turismo local, los servicios de comunicación y lo anteriormente denominado como "industria nostálgica". En otro ámbito también generan cambios sociales y apertura cultural (remesas sociales).
Dentro de las consecuencias negativas del fenómeno, las remesas aumentan la demanda y el consumo de bienes importados, causan inflación, ahondan las desigualdades y aumentan el costo de la canasta básica (si bien las remesas incrementan el nivel de ingresos y por tanto de consumo de los receptores, dentro de sus efectos secundarios la inflación que generan disminuye las posibilidades de consumo de los no receptores, los cuales son el sector más empobrecido de sus respectivas sociedades). La necesidad de invertir ese dinero hace que en algunos sitios se eleva el valor de la tierra y de la vivienda, provocan dependencia, no contribuyen a la búsqueda de nuevas actividades generadoras de ingresos, drenan la fuerza de trabajo (lo cual podría desanimar aún más a la inversión extranjera por la inestabilidad de mano de obra). También contribuyen a la construcción del "imaginario de otra vida" donde para lograrla no es necesario educarse y todas las alternativas de vida laboral locales son despreciadas. Paradójicamente, algunos analistas consideran que una de las principales consecuencias de las remesas ha sido la paralización de los aparatos productivos nacionales particularmente en Centroamérica. Los salarios en las zonas agrícolas son extremadamente bajos, la extensión de la jornada agrícola inhumana y las remesas que reciben cubren las necesidades básicas, lo que ha producido que la población joven no se incorpore al trabajo en esas labores y espere "su turno" para emigrar a Estados Unidos.
Por otro lado, existe un sin fin de factores que condicionan el aprovechamiento de las remesas: como las características socio culturales de la persona que migra y de su familia, sus motivaciones y expectativas, la forma en que los ingresos son distribuidos en el hogar, el entorno socioeconómico, el acceso al crédito, la infraestructura con la que se cuenta, el acceso a los servicios de comunicación, etc. La mayor parte de las remesas, se gastan en bienes de consumo (comida, vivienda, vestimenta, salud y educación) que muchos ven como una inversión en capital humano.
Para muchas de las mujeres involucradas en este proceso las remesas significan independencia económica, ya sea porque ganan el dinero en el país de destino o porque pueden decidir sobre el dinero que le envían. De todas formas eso no significa el rompimiento con formas de sujeción, pero la mayoría de las veces es un inicio. La relevancia de esto se debe a que no existe capacidad de desarrollo sin construcción de principios de equidad.

Patricia Gainza
http://globalizacion.org/analisis/GainzaFeminizacionRemesas.htm