27 de agosto de 2014

Soledad y Desolación, por Marcela Lagarde.


La soledad es la emancipación necesaria.
 
Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida se nos ha formado en el sentimiento de orfandad; porque se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y se nos ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos.
Esta construcción se refuerza con expresiones como las siguientes ¿te vas a quedar solita?, ¿ Por qué tan solitas muchachas?- hasta cuando vamos muchas mujeres juntas-.  La construcción de la relación entre los géneros tiene muchas implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aún cuando sea como recuerdo.
Esa capacidad construida en las mujeres de crearnos fetiches, guardando recuerdos materiales de los hombres para no sentirnos solas, es parte de lo que tiene que desmontarse. Una clave para hacer este proceso es diferenciar entre soledad y desolación. Estar desoladas es el resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante.
Otro componente de la desolación y que es parte de la cultura de género de las mujeres es la educación fantástica par la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: la esperanza de encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación. La soledad puede definirse como el tiempo, el espacio, el estado donde no hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas. La soledad es un espacio necesario para ejercer los derechos autónomos de la persona y para tener experiencias en las que no participan de manera directa otras personas.
Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona. Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas.
La necesidad de contacto personal en estado de dependencia vital es una necesidad de apego. En el caso de las mujeres, para establecer una conexión de fusión con los otros, necesitamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo.  La autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales y para lograrlo se requiere desarrollar la disciplina de no levantar el teléfono cuando se tiene angustia, miedo o una gran alegría porque no se sabe qué hacer con esos sentimientos, porque nos han enseñado que vivir la alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. Para las mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no existe.
Es por todo esto que necesitamos hacer un conjunto de cambios prácticos en la vida cotidiana. Construimos autonomía cuando dejamos de mantener vínculos de fusión con los otros; cuando la soledad es ese espacio donde pueden pasarnos cosas tan interesantes que nos ponen a pensar. Pensar en soledad es una actividad intelectual distinta que pensar frente a otros.
Uno de los procesos más interesantes del pensamiento es hacer conexiones; conectar lo fragmentario y esto no es posible hacerlo si no es en soledad. Otra cosa que se hace en soledad y que funda la modernidad, es dudar. Cuando pensamos frente a los otros el pensamiento está comprometido con la defensa de nuestras ideas, cuando lo hacemos en soledad, podemos dudar. Si no dudamos no podemos ser autónomas porque lo que tenemos es pensamiento dogmático.
Para ser autónomas necesitamos desarrollar pensamiento crítico, abierto, flexible, en movimiento, que no aspira a construir verdades y esto significa hacer una revolución intelectual en las mujeres.  No hay autonomía sin revolucionar la manera de pensar y el contenido de los pensamientos. Si nos quedamos solas únicamente para pensar en los otros, haremos lo que sabemos hacer muy bien: evocar, rememorar, entrar en estados de nostalgia.
El gran cineasta soviético Andrei Tarkovski, en su película “Nostalgia” habla del dolor de lo perdido, de lo pasado, aquello que ya no se tiene. Las mujeres somos expertas en nostalgia y como parte de la cultura romántica se vuelve un atributo del género de las mujeres. El recordar es una experiencia de la vida, el problema es cuando en soledad usamos ese espacio para traer a los otros a nuestro presente, a nuestro centro, nostálgicamente. Se trata entonces de hacer de la soledad un espacio de desarrollo del pensamiento propio, de la afectividad, del erotismo y sexualidad propias.
En la subjetividad de las mujeres, la omnipotencia, la impotencia y el miedo actúan como diques que impiden desarrollar la autonomía, subjetiva y prácticamente. La autonomía requiere convertir la soledad en un estado placentero, de goce, de creatividad, con posiblidad de pensamiento, de duda, de meditación, de reflexión. Se trata de hacer de la soledad un espacio donde es posible romper el diálogo subjetivo interior con los otros y en el que realizamos fantasías de autonomía, de protagonismo pero de una gran dependencia y donde se dice todo lo que no se hace en la realidad, porque es un diálogo discursivo.
Necesitamos romper ese diálogo interior porque se vuelve sustitutivo de la acción ; porque es una fuga donde no hay realización vicaria de la persona porque lo que hace en la fantasía no lo hace en la práctica, y la persona queda contenta pensando que ya resolvió todo, pero no tiene los recursos reales, ni los desarrolla para salir de la vida subjetiva intrapsíquica al mundo de las relaciones sociales, que es donde se vive la autonomía.  Tenemos que deshacer el monólogo interior.
Tenemos que dejar de funcionar con fantasías del tipo: “le digo, me dice, le hago”. Se trata más bien de pensar “aquí estoy, qué pienso, qué quiero, hacia dónde, cómo, cuándo y por qué” que son preguntas vitales de la existencia. La soledad es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad no sólo nos quedaremos en la precocidad sino que no desarrollamos las habilidades del yo. La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida.
Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental. y se requiere disciplina para aislarse sistemáticamente en un proceso de búsqueda del estado de soledad.  Mirada como un estado del ser – la soledad ontológica – la soledad es un hecho presente en nuestra vida desde que nacemos. En el hecho de nacer hay un proceso de autonomía que al mismo tiempo, de inmediato se constituye en un proceso de dependencia.
Es posible comprender entonces, que la construcción de género en la mujeres anula algo que al nacer es parte del proceso de vivir. Al crecer en dependencia, por ese proceso de orfandad que se construye en las mujeres, se nos crea una necesidad irremediable de apego a los otros. El trato social en la vida cotidiana de las mujeres está construido para impedir la soledad. El trato que ideológicamente se da a la soledad y la construcción de género anulan la experiencia positiva de la soledad como parte de la experiencia humana de las mujeres.
Convertirnos en sujetas significa asumir que de veras estamos solas: Solas en la vida, solas en la existencia. Y asumir esto significa dejar de exigir a los demás que sean nuestros acompañantes en la existencia; dejar de conminar a los demás para que estén y vivan con nosotras.
Una demanda típicamente femenina es que nos “acompañen” pero es un pedido de acompañamiento de alguien que es débil, infantil, carenciada, incapaz de asumir su soledad. En la construcción de la autonomía se trata de reconocer que estamos solas y de construir la separación y distancia entre el yo y los otros.
 

Mujeres nicaragüenses desaparecen en la ruta migrante.


Cansada de las dificultades para sostener a su familia y pagar el alquiler de una pequeña habitación, Diana Maribel Rivera, de 38 años y originaria de la zona rural de este municipio nicaragüense, al occidente de la capital, Managua, decidió pactar con su hermana Suyapa del Socorro Muñoz el cuidado de sus dos niñas y un niño para emigrar a Estados Unidos en 2003.
El poco dinero y la falta de conocimiento de la ruta le permitió llegar sólo hasta Guatemala, donde se quedó trabajando por tres años para ayudar a su familia y reunir el dinero suficiente para lograr su objetivo.
En 2006, Diana regresó a visitar a su familia acompañada de un amigo guatemalteco identificado como Margoteo; con ellos celebró el Día de las Madres el 30 de mayo.
Al día siguiente, luego de recibir llamadas insistentes de un hombre no identificado, Diana regresó a Guatemala con la idea de ahora sí emprender el viaje hacia EU, pero desde esa fecha se perdió todo contacto con ella.
Este año, Suyapa (hermana de Diana) busca un lugar en la próxima caravana de madres de familiares migrantes desaparecidos o no localizados en su ruta hacia EU, en lo que será su segundo intento por encontrar a su familiar.
Se desconoce un dato exacto de mujeres nicaragüenses no localizadas en su ruta hacia EU, pero se estima que son cientos de migrantes que han tenido que salir de Nicaragua el tercer país más pobre del continente, expulsadas por la falta de empleo y la miseria, según reportes del Banco Mundial.
Aunque la mayor migración se da hacia el sur de Centroamérica (Costa Rica y Panamá), hay casos de personas que emigran a EU de forma irregular, explicó Pablo Cala, consejero de Proyectos para Refugiados del organismo Project Counselling Service (PCS), con sedes en Guatemala, para la región de Mesoamérica, y en Colombia, para Sudamérica.
Aunque en Nicaragua la principal causa de migración es la pobreza, en el resto de CA las razones son variadas, desde sociopolíticas (como en Honduras tras el golpe de Estado), la violencia, la omisión de los Estados de reconocer el problema del crimen organizado, y la falta de reconocimiento de México y EU a la crisis humanitaria en estos países provocada por la violencia, dijo Cala.
A PCS le preocupa que tanto los Estados expulsores como los que reciben a las personas migrantes no busquen alternativas para atender las causas de la migración irregular.
Cala aseguró que los reportes actuales indican que la migración va en aumento y preocupa que ahora viajen niñas, niños, adolescentes y mujeres exponiéndose a todo tipo de abusos en esa ruta peligrosa hacia EU.
En El Salvador, Guatemala y Honduras, las y los jóvenes huyen de las "maras" (pandillas) para evitar ser reclutadas y explotadas sexualmente o integrarse de forma obligada al crimen organizado.
Anita Zelaya, coordinadora del Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos (Cofamide), explicó que en el caso de El Salvador al menos hay unos 350 casos de personas no localizadas.
Cofamide, con el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y otras organizaciones de Derechos Humanos, desde 2010 ha repatriado 24 restos de migrantes salvadoreños que estaban desaparecidos, y hasta ahora tiene 32 notificaciones de otros restos que no han podido ser llevados al país centroamericano, explicó Zelaya.
En Honduras, el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos (Cofamipro) de la norteña ciudad de El Progreso, registra al menos 400 personas migrantes no localizadas.
Pero también desde 2010 a la fecha ha apoyado en la localización de al menos 200 personas, algunas fallecidas, pero las madres ya tienen a dónde llevarles flores, dijo Rosa Nelly Santos, coordinadora de ese comité.
Agregó que actualmente la migración hondureña está aumentando y en su mayoría son mujeres jóvenes que quedaron desempleadas de las maquilas, por lo que muchas madres solteras invierten su liquidación para emigrar a EU pese al peligro.
Las representantes de estos comités participaron en Managua los días 4 y 5 de agosto en un encuentro regional para compartir experiencias, unificar esfuerzos, establecer alianzas, y planear la seguridad de la próxima caravana de madres centroamericanas, prevista a recorrer México en la ruta hacia EU en noviembre próximo.
Previo a la partida de la caravana en octubre se planea otro encuentro en El Salvador, a fin de crear un Protocolo Especial de Protección a las madres de las y los migrantes desaparecidos, apuntó el coordinador de Proyectos de PCS, Pablo Cala.

Por: Nelson Rodríguez
http://www.cimacnoticias.com.mx/node/67298

26 de agosto de 2014

Voz y voto de las mujeres.



El primer derecho al voto de la mujer de la historia (sufragio femenino) se autorizó "accidentalmente" en Nueva Jersey en 1776, pero no era una ley que permitía a las mujeres votar, sino a las "personas" por lo que, en cuanto se dieron cuenta del "error", abolieron dicha ley en 1807. En Estados Unidos no se permitió el sufragio femenino total hasta 1965 (aunque desde 1920 sí podían ejercer su derecho al voto únicamente las mujeres de piel blanca).
A parte de esa accidentada anécdota de Nueva Jersey, el primer país del mundo que autorizó el sufragio femenino en igual derecho que los hombres fue Nueva Zelanda que lo hizo en 1893. Le siguió Australia en 1902.
En Europa el país pionero fue Finlandia, que autorizó el derecho al voto tanto para hombres como para mujeres a la misma vez, esto fue hace 104 años, en 1906.
En España el sufragio femenino en igualdad de condiciones que los hombres llegó con la Segunda República, en 1931 (aunque la primera ocasión para hacerlo no llegó hasta un referéndum celebrado en 1933).
Previamente, en 1924 bajo el mandato de Primo de Rivera, se autorizó un "voto femenino con restricciones", en el que solo podía votar en elecciones municipales aquellas mujeres mayores de 23 años que estuvieran "emancipadas". Quedaban excluidas al derecho al voto las mujeres "casadas" y las "prostitutas".
El primer país Latinoamericano fue Ecuador, que lo aprobó en 1929. Anecdóticamente hay que reseñar el caso de Vélez (en la provincia de Santander, Colombia) que en su constitución, que aprobó en 1853, dió el derecho al sufragio femenino, pero esta constitución fue reformada dos años más tarde (1855) sin que se pudiese hacer uso de tal derecho.
El último país del que se tiene constancia en aprobar el derecho al voto femenino fue Kuwait, que lo concedió en el año 2005.
Aun quedan bastantes países en los que no se permite el voto a las mujeres (incluso algunos que ni a los hombres) estos países se encuentran mayoritariamente en los continentes de Asia y África.
Como curiosidad, añadir que uno de los países que se considera como más avanzado en las libertades y la democracia como es Suiza no permitió el voto a las mujeres hasta 1971. Incluso, hay escritos en los que dicen que, cuando se discutía si se debía dejar votar a las mujeres, hubo algún que otro político de la época que expuso los siguientes argumentos para que no se concediera el sufragio femenino:
¿Conceder el derecho de voto a las mujeres? ¡Qué idea más ridícula! El cerebro de la mujer es más pequeño que el de los hombres lo que demuestra que las mujeres son menos inteligentes. Son propensas a actitudes extremistas y se asocian a campañas sin consultar antes a sus maridos. Además, eso no fomentaría la igualdad de derechos porque su natural modestia les impide ir a votar cuando están embarazadas, y como las mujeres del campo suelen tener más hijos, tendrían una desventaja injusta con respecto a las mujeres que viven en las ciudades. Y si las mujeres son elegidas al parlamento, ¡qué deshonra supondría esto para sus maridos! Éstos estarían obligados a cocinar en casa…

http://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/el-derecho-al-voto-de-las-mujeres/

11 de agosto de 2014

Mujeres en defensa del ambiente.



Aleta Baun, es una ambientalista de Indonesia a la que le gusta usar un pañuelo colorido sobre su cabeza porque representa a la selva, que es el alma del pueblo mollo, que ocupa Timor Occidental, parte de la provincia de Nusatengara Oriental. Pero Mama Aleta, como la conocen en su comunidad, no es la única.
“La selva es la vida de mi pueblo, los árboles son como los poros de nuestra piel, el agua es como la sangre que nos corre por dentro y la selva es la madre de esta tribu”, dijo Aleta a IPS.
Esta ganadora del Premio Ambiental Goldman 2013, es parte de un movimiento internacional creciente que se opone a la destrucción del ambiente y que está encabezado por mujeres indígenas pobres del medio rural.
Durante años, Aleta encabezó la lucha de su pueblo para evitar que las compañías mineras destruyeran la selva que rodea el monte Mutis, en Timor Occidental.
Desde hace tiempo, el pueblo mollo vive en armonía con la selva, depende de su suelo fértil y usan colorantes naturales de plantas que cosecha especialmente para tejer, un arte que las mujeres de este grupo étnico cultivan desde hace siglos.
En la década de los años 80, las corporaciones que buscaban mármol consiguieron permisos de autoridades locales y comenzaron a extraer y deforestar vastas extensiones de tierra, lo que generó deslaves y una enorme contaminación de los ríos de Timor Occidental, que nacen en el monte Mutis.
La población que vivía río abajo sufrió las consecuencias de esas operaciones y las consideraron un atentado contra su modo de vida.
Mama Aleta y otras tres indígenas mollos comenzaron a trasladarse a pie de una aldea a la otra generando conciencia sobre las consecuencias ambientales de la minería. En uno de esos viajes, en 2006, fue acuchillada por unos hombres que la habían estado esperando. Pero eso no la desanimó.
La iniciativa terminó con una movilización pacífica en la montaña, en la que Aleta encabezó un grupo de 150 mujeres que se sentaron en silencio en la mina y sus alrededores agitando su vestimenta tradicional en protesta por la destrucción.
“Queríamos explicarles que lo que hacían era como desnudarnos; dejaban desnuda a la selva al cortar los árboles”, indicó.
año después, las compañías mineras debieron cancelar las operaciones en cuatro sitios dentro del territorio mollo y, luego, abandonar definitivamente el proyecto.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) estima que las mujeres representan uno de los grupos más vulnerables a las consecuencias de eventos climáticos extremos.
Además, las agricultoras de pequeña escala (unas 560 millones de personas en el mundo) producen entre 45 y 80 por ciento del alimento que se consume a escala global, mientras las campesinas pobres, en especial en Asia y África subsahariana, destinan unas 200 millones de horas al día a buscar agua, según ONU Mujeres. Cualquier cambio en su ambiente, lo sienten mucho, remarcaron especialistas.
Mujeres ordinarias logran hazañas extraordinarias
En el oriental estado indio de Jharkhand, Suryamani Bhagat, fundadora del centro cultura y derechos indígenas Torang, trabaja con otras mujeres en Kotari, su aldea, para proteger la selva.
En el marco del Movimiento Jharkhand para Salvar la Selva (conocido como Jharkhand Jangal Bachao Andolan), Bhagat reunió a unas 15 mujeres adivasis para protestar contra un funcionario del estado que quería plantar árboles con fines comerciales y que no conservaban la biodiversidad ni servían para el consumo de la población local.
Las mujeres fueron a la comisaría, junto con sus hijos, maridos y ancianos, y comenzaron a comer guayabas, tras lo cual anunciaron a los oficiales de turno que solo querían árboles que beneficiaran a la comunidad.
En otro incidente, cuando la policía quiso detener a varias lideresas, entre las que estaba Bhagat, las mujeres anunciaron que irían voluntariamente, pero solo si las arrestaban con sus hijos y animales, pues las necesitaban para cuidarlos, con lo que desbarataron las intenciones de los agentes.
Ahora las mujeres patrullan la selva y se aseguran de que nadie corte más madera que la necesaria. Bhagat cree que ser mujer la benefició en la situación que vivió en el distrito de Ranchi, en Jharkhand.
“Si fuera un hombre, ya me hubieran detenido y encarcelado”, explicó a IPS. “Pero como las mujeres nos mantenemos juntas, los policías no quieren actuar así”, añadió.
A unos 7.000 kilómetros de distancia, en Papúa Nueva Guinea, Ursula Rakova encabeza un movimiento que lucha por proteger al atolón de Carteret de los efectos devastadores del cambio climático.
En esa diminuta isla de 0,6 kilómetros cuadrados, con una elevación máxima de 1,5 metros, desde hace casi 20 años, la población local sufre el aumento del nivel del mar, que penetró en el suelo, arrastró sus casas e imposibilitó la agricultura.
Con pronósticos que indican que el atolón podría quedar totalmente sumergido tan pronto como en 2015, Rakova dejó un empleo pago en la vecina isla de Bougainville y regresó a Carteret, donde ayudó a fundar Tulele Peisa, una organización dedicada a planificar e implementar la reubicación voluntaria de sus residentes ante la inacción de las autoridades.
“Es mi isla, mi pueblo, no los voy a abandonar”, explicó a IPS. “Es nuestro estilo de vida que se hunde en el mar”, añadió.
Michael Mazgaonkar, coordinador y asesor del Global Greengrants Fund (GGF), dijo a IPS que eso no es nuevo, las mujeres siempre han desempeñado un papel integral en la protección del ambiente. La novedad es su creciente y fuerte presencia en el ámbito global como intrépidas defensoras y protectoras del ambiente.
“La expansión del papel de las mujeres como lideresas climáticas ha sido gradual”, explicó Mazgaonkar. “En algunos casos han sido impulsoras porque no les quedó más remedio que pasar a la acción, y en otros, voluntarias para desempeñar un papel de liderazgo”, añadió.
El resultado concreto de cada iniciativa es incierto, pero lo seguro es que el mundo “seguirá viendo cómo asumen un papel más prominente”, remarcó.
La directora ejecutiva del GGF, Terry Odendahl, cree que los “hombres hacen un trabajo igualmente importante”, pero “históricamente las mujeres fueron subestimadas, igual que el papel que desempeñaban. Debemos crear un espacio para escuchar sus voces”, subrayó.
“Si ampliamos las opciones para las mujeres, podemos mejorar el nefasto problema ambiental que afrontamos”, concluyó.

Por Amantha Perera
http://www.ipsnoticias.net/2014/08/mujeres-saltan-a-primer-plano-en-defensa-del-ambiente/