7 de octubre de 2014

Tiempo urbano, movilidad y vida cotidiana: desafíos para las políticas de bienestar.

genero y uso del tiempo


La búsqueda de alternativas de política para un desarrollo humano sostenible y equitativo en la región supone la consideración de múltiples dimensiones que hacen precisamente al bienestar de las personas. Sin embargo, alguna de ellas relevantes para la vida cotidiana, han sido ignoradas en la conceptualización y en la práctica. Estamos hablando del tiempo. Un recurso universal, pero un bien escaso a través del cual se satisfacen las necesidades humanas. Esto hace que las personas y los hogares tengan que tomar decisiones acerca de su distribución entre las actividades que tienen y quieren realizar.

Como respuesta a estos constreñimientos se trataría de promover el reparto de las cargas entre mujeres y varones, pero también valorizar aquello que supone la privación de tiempo, como dimensión menos conocida de la «pobreza», ya que las trasformaciones de la vida urbana y la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral, han hecho más evidente  las carencias de tiempo que afectan el bienestar de los hogares, y reducen las oportunidades para mujeres y varones, así como la realización de sus derechos.
Ante estos desafíos, las políticas del tiempo pretenden promover la autogestión de la vida cotidiana, para que todas las personas puedan tener control sobre su propio tiempo y, de esta forma, impulsar una distribución equitativa e igualitaria del tiempo diario. Éstas parten de una concepción del tiempo más compleja que la mera gestión de horarios. Se trata pues, de una definición amplia, que recoge desde los aspectos micro (dimensión temporal que se relaciona con la edad y el ciclo vital) hasta los aspectos macro (que hace referencia, entre otros, a la planificación y organización de los ritmos colectivos, es decir, del tiempo social). El uso social del tiempo, entendido como un conjunto de actividades que consumen tiempo, se da en un marco de las 24 horas del día, y está relacionado con la estructura social, y con las personas que se mueven.
En este sentido, uno de los pilares fundamentales, para avanzar hacia políticas de tiempo y movilidad que reduzcan las inequidades sociales y favorezcan mejores niveles de bienestar de las personas, se basa en la adopción de un paradigma centrado en las personas y no en sus desplazamientos.Desde esta óptica, los desplazamientos son considerados como los medios para llevar a cabo actividades cuyo fin es satisfacer necesidades propias de la persona, de algún miembro dependiente del hogar o del hogar en su conjunto. La  respuesta de políticas de tiempo y movilidad, requiere comprender las dinámicas que existen detrás de los desplazamientos cotidianos de las personas: el trabajo remunerado, el no-remunerado, el acceso a servicios, el cuidado de personas dependientes, etc. de acuerdo al ciclo de vida.
El tiempo urbano y la movilidad pueden ser ejes de desigualdad y obstáculos para el acceso a oportunidades. Esto significa que la capacidad y los obstáculos para superar las distancias geográficas no son iguales para todas las personas, y no se distribuyen de igual manera entre grupos sociales. Esta distribución desigual, como en otras áreas, tiene dos ejes bien identificables: el estrato socio-económico y el género. Es por esto que las políticas de transporte público, movilidad y tiempo deberían ser consideradas como pertenecientes al área de políticas sociales ya que afectan el desarrollo humano de las sociedades y pueden ayudar –o no- a aumentar los niveles de equidad.
Esto nos remite a un segundo pilar importante, la accesibilidad, es decir, la capacidad que tienen las personas para poder llegar a ciertos lugares, a una hora determinada con un esfuerzo razonable. La accesibilidad aparece además como forma de operativizar las desigualdades en el transporte urbano, conduciendo la inaccesibilidad a una exclusión social.
En muchos casos, las mujeres están confinadas porque no tienen recursos para acceder al medio de transporte. Esto nos lleva a ir más allá del acceso al trabajo remunerado, reconociendo el trabajo doméstico y de cuidados, como es el caso de los patrones de viajes de las mujeres con relación al de los hombres. Sólo en materia de gasto en tiempo y dinero esto conlleva diferencias fundamentales. Por lo tanto, es necesario incluir indicativos de la valoración de otros atributos de los sistemas de transporte en la estimación de acceso. Seguridad, modularidad y flexibilidad pueden resultar fundamentales en patrones de viaje diferenciados por género. El Programa viajemos seguras en el transporte público adoptado en la Ciudad de México responde a esta necesidad, garantizando que las mujeres de la capital mexicana tengan acceso y puedan trasladarse a su destino de forma segura y libre de violencia.
Resulta por lo tanto necesario medir la accesibilidad para: a) Identificar el efecto de diferentes atributos de los sistemas de transporte sobre diferentes grupos socioeconómicos, como por ejemplo, la integralidad física y la seguridad de las mujeres en el tránsito o las necesidades de cuidado, o la economía informal; b) Determinar prioridades de diferentes actores a los que la política de transporte urbano debe responder, reconociendo desde el diseño que existen multiplicidad de actores y necesidades jugando un rol activo en la movilidad de la ciudad, así como la necesidad de la articulación interinstitucional; c) Cuantificar el efecto en materia de acceso de intervenciones específicas de transporte urbano, d) Generar herramientas para el diseño de políticas e intervenciones de transporte más inclusivo.
Dadas estas especificidades, es deseable que exista y se promueva un diálogo fluido entre los estudios sistemáticos en la materia y la revisión de prácticas existentes con el conjunto de actores departamentales y nacionales encargados de la planificación y diseño de las distintas esferas relativas a las políticas de movilidad y tiempo en las ciudades. Este es el caso de la experiencia iniciada por la Intendencia de Montevideo, con el apoyo del PNUD de Uruguay, la cual definió una hoja de ruta en materia de movilidad y género, incorporando consideraciones sobre movilidad a su Tercer plan de igualdad de género.  
 
Por Carmen de la Cruz yBárbara Auricchio
http://www.revistahumanum.org/blog/tiempo-urbano-movilidad-y-vida-cotidiana/
 
Este es un extracto de algunas de las valiosas reflexiones y recomendaciones  resultantes del primer “Laboratorio Regional de Ideas: Tiempo Urbano, Movilidad y Transporte Público. Construyendo Propuestas para avanzar hacia una mayor equidad social y de género” que tuvo lugar en Uruguay, organizado por la Intendencia de Montevideo, y el Centro Regional y la Oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).