28 de enero de 2016

La Islamofobia es Violencia de Género y un Problema Feminista.




Laricya Hawkins, una cristiana afroestadounidense, profesora asociada de ciencias políticas de la Universidad de Wheaton, en los Estados Unidos, publicó en Navidad una foto en Facebook usando un hiyab morado: “Esta es mi práctica de Adviento” explicó, instando a otras a seguir su ejemplo: Ponerse el hiyab en solidaridad con las mujeres musulmanas que enfrentan la violencia islamófoba por llevar velo, diciendo:
Me declaro en solidaridad religiosa con las y los musulmanes, ya que, como yo que soy cristiana, ellos son gente del libro” – escribió- “Como el Papa Francisco declaró la semana pasada, adoramos al mismo Dios.
La casa de estudios “disciplinó” a la profesora Hawkins, con una suspensión administrativa debido a “cuestiones significativas en relación a las implicaciones teológicas” de las declaraciones que hizo sobre la relación entre el cristianismo y el Islam.
La Islamofobia es un Problema de Género
Si el uso del Hiyab por parte de las no musulmanas contribuye o no a combatir la Islamofobia o es un mero acto de apropiación cultural, no es el tema aquí. Hawkins encarna un punto que no se oye con bastante frecuencia: La violencia islamófoba contra las mujeres musulmanas es un problema de género cuyo abordaje corresponde al Feminismo Islámico en particular, pero también a los feminismos decoloniales en su conjunto.
De acuerdo a Itzea Goycolea Amiano, en su trabajo “Feminismo y Piedad”:
La Islamofobia de género es un término que hace referencia a las actitudes xenófobas e islamófobas que también se mezclan con discursos sexistas y misóginos que oprimen, discriminan y se ceban doblemente con las musulmanas que con los musulmanes…
Pocas horas después de los ataques del 13 de noviembre de 2015 en París, la violencia islamófoba estalló en Europa y América del Norte. Pero en contraste con la persecución de los musulmanes después del 9/11, la violencia reciente parece apuntar de manera desproporcionada a las mujeres. En Nueva York, una niña de sexto grado fue atacada en la escuela por chicos que intentaron quitarle el hijab y vociferaban ISIS mientras la golpeaban. En Toronto, Canadá, una madre musulmana fue golpeada y robada después de dejar a sus hijos en la escuela, y más tarde esa semana dos mujeres fueron agredidas en el metro por hombres llamándolas terroristas.
En Londres, Yoshiyuki Shinohara arrojó a una mujer musulmana frente a un tren subterráneo. Según Tell Mama UK , los crímenes de odio contra los musulmanes casi se han duplicado en los últimos dos años. Hay una mayor sensación de miedo entre la comunidad islámica, dicen los activistas. Son las mujeres musulmanas las que están, especialmente, preocupadas por su seguridad y “muy conscientes de mantener la cabeza abajo”. Las cifras de la Policía Metropolitana, mostraron que hubo 557 crímenes de odio islamófobos en 2013; 624 en 2014; y hasta el 24 de noviembre del 2015, 878. Los incidentes pueden implicar un ataque físico, daños a la propiedad, la intimidación, el acoso, el abuso verbal, insultos o mensajes de odio.
La violencia contra las mujeres musulmanas se disparó de nuevo en Estados Unidos, luego del tiroteo masivo en San Bernardino, California, seguido por la difusión generalizada de fotos en las que el tirador Tashfeen Malik llevaba un hiyab. Las mujeres en hiyab quedaron marcadas como la nueva cara del terrorismo, a través de los variados titulares de noticias preguntando: “¿Es Tashfeen Malik un nuevo tipo de mujer terrorista?”
La Islamofobia se ha convertido en un problema de género por, al menos, dos razones: Por un lado, el discurso islamófobo explota la imagen de las mujeres musulmanas a través de representaciones que la ponen en el lugar de “eterna victima”. Con esto, nos objetiviza, nos roba particularidad y agencia. Por otro, porque esta narrativa de animadversión contra el Islam y sus seguidores tiene su raíz en el colonialismo; por ende, una fuerte carga patriarcal. Ya sabemos que el Patriarcado siempre atacará, de preferencia, a las mujeres. La identidad religiosa expresada a través del Hiyab y la percepción que existe de este, como sinónimo de opresión y extremismo, hace de las mujeres un target reconocible y de fácil acceso para la violencia.
El Islam y las Mujeres “Otras”
El Islam es una Fe en crecimiento en occidente y el número de creyentes aumenta entre la población Latina en Estados Unidos. La tendencia de los conversos hispanos al Islam ha sido censada por la Sociedad Islámica de América del Norte (ISNA), que en 2006 estimó que había aproximadamente 40,000 musulmanes latinos en los EE.UU.
En el cono sur de América, la situación es similar: Si bien no existen cifras oficiales, es posible constatar el incremento de los adherentes al Islam, con una presencia importante de mujeres, a través de los diversos grupos de Facebook como Islam en Mexico, Islam en Chile, Musulmanas Latinas, Sociedad Khadiya de Mujeres Mexicanas, etc. Incluso, existen conversas de pueblos originarios, como aquellas que forman parte de la comunidad islámica de Chiapas
Las mujeres negras son una parte importante del Islam y su presencia no es nueva. África es el primer continente, fuera de Arabia, en el que la Fe se extendió a principios del siglo séptimo. Casi un tercio de la población musulmana del mundo reside allí. En los países de occidente con población Afro-descendiente, las mujeres están entre los musulmanes afectados por la violencia islamófoba. Este fue el caso de la artista Kameelah Rashid, una musulmana afroamericana en hiyab que fue bajada de un vuelo a Estambul e interrogada durante horas por el FBI. Traumatizada por el evento, Rashid señaló:
No hay un resurgimiento de la Islamofobia tras los atentados de París. Creo que nunca se fue. Sólo se está volviendo más legitima
Más de 250.000 mujeres musulmanas negras viven en los Estados Unidos. En el mundo, la población musulmana femenina de origen negro llega a decenas de millones. Solo en Nigeria hay 60 millones de mujeres musulmanas. Guinea, Níger y la República Democrática del Congo se encuentran entre las naciones africanas con población de mayoría musulmana. Sin duda, muchas musulmanas negras no llevan hiyab. Pero como Rashid, cualquier mujer negra identificable como musulmana es vulnerable a la violencia estatal e interpersonal.
Ser musulmana es estar en la “Otredad” , gracias al orientalismo y sus representaciones estereotipadas del Mundo Islámico vinculadas al exotismo y la barbarie. Hasta hace poco, esto sólo había afectado a las mujeres árabes, medio orientales, a las “nacidas” en el Islam o musulmanas culturales. Con la visibilización del Islam Africano y el crecimiento de la Fe Islámica en occidente y habla hispana, la otredad se amplia para las mujeres que ya estaban en esa categoría por cuestiones de raza, construcción de género, geografía o corporalidad como las latinas, las negras y las indígenas.
Islamofobia y Feminismos Decoloniales
La Islamofobia es un tipo de violencia de género que a su enorme carga sexista, racista y misógina, suma una fuerte raíz colonial basada en paradigmas de subalteridad y deshumanización.
Los Feminismos Decoloniales y sus perspectivas desarrolladas en América Latina y el sur del mundo, centradas en los conflictos derivados de las intersecciones entre sexo/género, clase y raza, con las instituciones y colonialidad arraigadas en la cultura han mantenido, hasta ahora, al Feminismo Islámico al margen de su quehacer. A veces, haciendo eco del dogma heredado del feminismo tradicional de que “Las religiones son patriarcales” y que no es posible hacer feminismo en dichos espacios; otras veces, dejando de lado el factor religioso para privilegiar la raza, o fusionando ambos.
Se esté de acuerdo o no con el feminismo islámico o la posibilidad del feminismo en la religión, es evidente que la identidad religiosa se ha convertido en un factor que predispone a la violencia contra las mujeres, especialmente a mujeres en el “espectro decolonial”. La mayoría de las mujeres víctimas de la islamofobia de género forman parte de grupos cuyas voces y acciones el feminismo descolonial busca visibilizar.
Oponerse a la Islamofobia no quiere decir estar de acuerdo con el Islam o con el Hiyab, sino en desacuerdo con la violencia contra las mujeres. Las mujeres tienen derecho a sus opciones, aunque no nos gusten. Y si nos llamamos feministas, tenemos que estar dispuestas a defender el derecho de TODAS las mujeres a vivir una vida libre de violencia, dejando de lado nuestros sesgos y prejuicios culturales, aún si eso implica lidiar con la propia Islamofobia internalizada, sino seriamos hipócritas.
Cuando se trata de violencia, no se pueden defender sólo a las mujeres que aprobamos. Si sólo vemos Derechos Humanos cuando las mujeres viven como nos gusta, entonces no somos feministas, sino colonizadoras.
La causa de las mujeres musulmanas contra la Islamofobia es una causa común de todas las mujeres del sur: Es un tipo de violencia de género con raíces coloniales. La violencia religiosa feminizada debe incorporarse al debate, especialmente en el contexto de tensión política internacional que vivimos, debido al Estado Islámico, la alerta terrorista en Europa, la crisis migratoria y el incremento del miedo en la población civil, que han evidenciado que los cuerpos de las mujeres musulmanas son un territorio de batalla específico. Con Hiyab o no, los problemas de las mujeres musulmanas son problemas de todas.

https://vrdelafuente.wordpress.com/2016/01/07/islamofobia-de-genero/

22 de enero de 2016

La Violencia Sexual como Arma de Guerra contra las Mujeres.



La violencia sexual es un arma específica de guerra contra las mujeres
Yifat Susskind, directora de MADRE, organización de derechos humanos, resumió la situación actual de las mujeres en Irak en el diario británico The Guardian, en Julio de 2014: “A medida que Irak se hunde en la guerra, las mujeres no sólo están en la primera línea: Son el campo de batalla”.
Esta violencia no es al azar. La violación es un arma terriblemente común que se utiliza para aterrorizar y controlar a las comunidades durante la guerra. Sin embargo, sólo recientemente ha sido tratado el tema con la seriedad que merece. El día en que Isis conquistó Mosul, los líderes mundiales estaban en Londres para una cumbre para abordar el flagelo de la violación en tiempo de guerra. Ahora, el compromiso de los gobiernos para proteger a las mujeres en zonas de guerra de violencia sexual está nuevamente siendo probado.
La violencia contra la mujer, especialmente la de naturaleza sexual, ha añadido su propio índice de vergüenza a las guerras recientes. De los conflictos en Bosnia y Herzegovina, pasando a Perú y hasta Ruanda, niñas y mujeres han sido víctimas de violación, encarcelamiento, tortura y ejecución.
La violación, identificada por los especialistas como la más intrusiva de los eventos traumáticos, se ha documentado en muchos conflictos armados, incluyendo los de Bangladesh, Camboya, Chipre, Haití, Liberia, Somalia y Uganda. La violación oportunista, el rapto de las cautivas y el saqueo de siglos anteriores, han sido sustituidos en los conflictos modernos por la violación como una herramienta de combate planificada.
La Violencia Sexual se define en el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud de la Organización Panamericana de la Salud como
“Todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.
De acuerdo a datos de las Naciones Unidas, un 70% de las mujeres sufre algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida.
La violencia sexual contra las mujeres en escenarios de conflicto, ha tratado de justificarse en base a la percepción de que es inevitable en situaciones de máxima tensión y caos social, como es un estado de guerra, en las cuales los hombres están sometidos a la privación de compañía femenina por largo tiempo.
No obstante, este argumento es dudoso: Durante la dictadura militar en Chile, 3.399 mujeres fueron víctimas de violencia y tortura sexual. Este tipo de violencia fue organizada por el Estado, como una manera de aterrorizar a la población y a los “enemigos internos” fue llevada a cabo por miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden, muchos de ellos esposos y padres de familia, quienes conducían sus autos, tranquilamente, a sus hogares luego de “prestar servicio” en los campos de concentración de prisioneras políticas.
Lo mismo puede decirse en el caso de las mujeres indigenas de Guatemala, quienes narraron ante tribunales, la violencia sexual a la que fueron sometidas durante la dictadura de Rios Montt. Una de ellas relató:
“Me agarraron las manos y los pies y me abrieron, no sólo a mi sino a mi mamá también.Eramos bastantes mujeres, esto me lo hicieron en el destacamento, vi cómo le mordían los pechos a mi mamá, luego me violaron a mí”.
Otro ejemplo de que no es la tensión de la guerra lo que hace inevitable la violación, es el reporte de Physicians for Human Rights presentado en agosto de 2014, sobre violaciones en masa y violencia sexual agravada, en el período post-electoral en Kenia del 2007. El informe presentó las conclusiones derivadas de la revisión de 1600 expedientes médicos de tres hospitales en la zona del Valle del Rift entre 2007 y 2011.
Según Amnistía Internacional, los cuerpos de las mujeres se han convertido en parte del terreno del conflicto y es ahí donde se desarrolla la guerra en la actualidad; el triunfo o la derrota están marcados por la devastación en las vidas de las mujeres, producto de la violación y el abuso sexual, los cuales ya no son sólo un subproducto de la guerra, sino una estrategia militar deliberada.
La violación sistemática se utiliza a menudo como arma de guerra en “Limpieza Étnica”. Más de 20.000 niñas y mujeres musulmanas fueron violadas en Bosnia desde el inicio del conflicto, en abril de 1992, según un equipo de investigación de la Comunidad Europea. El informe también dice que las víctimas se vieron enfrentadas a la violencia que implica “llevar en sus vientres a los hijos de sus enemigos”.
También sirve para humillar a los enemigos, como hicieron las milicias pro-gobierno de Janjaweed en la región de Darfur, en Sudán, usando las violaciones en masa para controlar y castigar a las poblaciones no árabes de la zona. En Colombia, los grupos rivales violan, mutilan y matan a mujeres y niñas con el fin de imponer códigos punitivos de conducta en las ciudades y pueblos enteros y así fortalecer su control.
Es en el marco del conflicto armado en Siria, donde la violencia sexual como arma de guerra ha mostrado su cara más atroz. El informe: “Violence against Women: Bleeding Wound in the Syrian Conflict” de noviembre de 2013, sostiene que los grupos de derechos humanos sirios expresaron profundas preocupaciones sobre presuntos abusos sexuales, ya en una etapa temprana de la represión de las protestas pacíficas en 2011.
Basándose en diversas fuentes y en diferentes regiones de Siria, la Organización Siria para los Derechos Humanos “Sawasia” estima en 300 el número de casos de agresiones y violaciones sexuales cometidos en 2011. En 2013, se estima que el número de violaciones de mujeres alcanzó aproximadamente 6000, dando lugar a numerosos casos de embarazo forzado.
Los casos de violación se han documentado en Homs, Damasco, Hama, Latakia, Daraa, Idlib y Tartous. La información recibida indica que hay tres situaciones principales en las que se han producido incidentes de violación: Durante redadas gubernamentales, en los puestos de control, durante secuestros, en incursiones “puerta a puerta” y en los centros de detención. La información recopilada también indica que los miembros del aparato de seguridad del Estado han estado involucrados en la violencia sexual en varias ocasiones.
No podemos olvidar a las “Mujeres de comfort” que eran mujeres y niñas que fueron forzadas a la esclavitud sexual por el Ejército Imperial Japonés en los territorios ocupados antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Se estima que entre 20.000 a 410. 000 sufrieron esclavitud sexual en tiempos de conflicto.Muchas de las mujeres eran de países ocupados, incluida Corea, China y Filipinas, aunque también habia mujeres de Birmania, Tailandia, Vietnam, Malasia, Taiwán, Indonesia, Timor Oriental y otros territorios ocupadas por los japoneses fueron utilizadas para “Estaciones Militares de Comfort”. Existieron este tipo de instalaciones en Japón, China, Filipinas, Indonesia, Malasia, Tailandia, Birmania, Nueva Guinea, Hong Kong, Macao y la Indochina francesa.
Hoy, las mujeres son campos de batalla en Irak y el Kurdistán, en la brutal arremetida del ISIS por imponer un Califato Islámico mundial. La Organización por la Libertad de las Mujeres de Irak denunció el secuestro y tráfico de mujeres para ser vendidas individualmente o en grupos, para convertirse en esposas temporales de los guerreros ISIS donde se convierten en esclavas sexuales en nombre de la “Jihad Sexual.” Según la entidad, estas atrocidades se han intensificado a lo largo del mes de agosto, en línea con la comisión de genocidio contra las comunidades minoritarias. Las masacres cometidas contra los Yazidi, chiítas y las comunidades cristianas fueron seguidas por la toma de cientos de mujeres para llevarlas al recién fundado “Mercado de concubinas” en Mosul, con el propósito de vender a las mujeres como esclavas sexuales.
El daño infligido a una mujer en estos contextos, es un ataque a su cuerpo, a su familia y su cultura; en muchas sociedades, las mujeres son vistas como depositarios de los valores culturales y espirituales de la comunidad. Destruirlas física y moralmente es una forma de quebrar la moral, capacidad de resistencia y unidad del colectivo.
La violencia sexual contra las mujeres en escenarios bélicos es una expresión del Patriarcado, como lo son las guerras en las cuales se llevan a cabo estas atrocidades. Un patriarcado en el cual la categoría “Hombres” domina a la categoría “Mujeres” a través del control de la sexualidad femenina usando la violencia y la coerción, dónde las mujeres son objetos cuya dignidad, libertad y derechos dependen de las decisiones masculinas.
Las mujeres, carne de cañón de la política del patriarcado, cosificadas y devaluadas genéricamente, son abusadas, agredidas, violadas, traficadas y asesinadas por hombres, como una forma de propinar una derrota a otro grupo de hombres.
Y mientras los líderes políticos, las organizaciones internacionales y la opinión pública discute sobre la guerra y la paz, la violencia sexual aumenta y se recrudece en el planeta. Sin importar el lugar del mundo, con o sin declaraciones, en ausencia de resoluciones de la ONU o en aparentes estados de derecho, las mujeres enfrentan una guerra diaria por la integridad de sus cuerpos: En Irak, Siria y El Congo. Pero también en Nigeria, Egipto, Honduras y El Salvador; en la frontera norte de México y en los campos de refugiados de Palestina. Donde hay ocasión para la violencia de género, habrá espacio para la violencia sexual.

https://vrdelafuente.wordpress.com/2016/01/22/la-violencia-sexual-como-arma-de-guerra-contra-las-mujeres/

19 de enero de 2016

La igualdad de género es una meta lejana en India.



 Las mujeres son casi la mitad de los 1.250 millones de habitantes de India pero la igualdad de género – en la política, la economía, la educación o la salud – sigue siendo un sueño lejano para la mayoría, como confirma el PNUD en su Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) 2015.
El PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) ubica a India en el lugar 130 de 155 países en su Índice de Desigualdad de Género (IDG), a la zaga de la mayor parte de Asia, incluso de países menos industrializados, como Bangladesh y Pakistán, que ocupan los lugares 111 y 121, respectivamente.
El IDG se basa en tres parámetros, la salud reproductiva, el empoderamiento y la actividad económica. El desempeño de este país, pésimo en los tres, es especialmente preocupante en cuanto a la representación de las mujeres en el poder legislativo.
Las mujeres solo ocupan 12,2 por ciento de los escaños parlamentarios en la mayor democracia del mundo, frente a 19,7 por ciento en Pakistán, 20 por ciento en Bangladesh y 27,6 por ciento en Afganistán.
La mortalidad materna de India es una de las más altas del mundo, con 190 muertes cada 100.000 nacidos vivos, en comparación con 170 muertes tanto en Bangladesh como en Pakistán, afirma el IDH.
Solo 27 por ciento de las mujeres reciben educación secundaria, en relación a 34 por ciento en Bangladesh. En cuanto a la participación laboral femenina, India ostenta 27 por ciento, frente al 57 por ciento de Bangladesh.
India solo supera levemente al resto del sur de Asia en la natalidad adolescente – el número de nacimientos cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años -, que mejoró marginalmente de 0,61 a 0,563.
Los activistas afirman que la baja puntuación de India en el IDG no es de extrañar dada la feroz resistencia al cambio y la arraigada mentalidad patriarcal que imperan en el país.
“Hace años que estamos al fondo de la pirámide de la equidad de género. ¿Qué hay de nuevo?”, cuestionó Ranjana Kumari, directora del Centro de Investigación Social, una organización sin fines de lucro con sede en Nueva Delhi.
“Aunque ahora la agenda de género tiene mayor visibilidad en India, ese impulso positivo no se expresó en una mayor inversión para las mujeres en los diferentes sectores, debido a la continua discriminación y las leyes y políticas ineficaces”, comentó en diálogo con IPS.
Kumari señala que uno de los instrumentos fundamentales para el cambio, el proyecto de ley de Cuotas para la Mujer, que pretende otorgar 33 por ciento de los escaños legislativos a las mujeres – aún no fue aprobado por la cámara alta, la Rajya Sabha, aunque la cámara baja, Lok Sabha, lo aprobó en 2010.
“Hasta que se aborde este requisito básico las mujeres indias no estarán verdaderamente empoderadas”, subrayó la activista.
Según algunas mujeres que se dedican a la política, los partidos las excluyen basados en la percepción común de que las mujeres no tienen la capacidad de ganar. “Aquellas que logran ganar las elecciones tienen que trabajar el doble para demostrar su valía en comparación con los hombres”, sostuvo una política que habló con a IPS con la condición de guardar el anonimato.
Esto es así aunque la Constitución consagra el principio de la igualdad de género. El marco jurídico, así como las políticas y planes de desarrollo, apuntan a la promoción y la igualdad de las mujeres. India, como signataria de la Declaración del Milenio, aprobada en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2000, reafirmó su compromiso con la promoción de la paridad de género.
“Estos objetivos no son solo deseables en sí mismos, sino que son fundamentales para lograr los demás Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU”, opinó Abha Khatri, exprofesora de ciencias políticas en la Universidad de Delhi.
También son necesarios “la cuota de 33 por ciento de mujeres en los órganos locales, las legislaturas estatales y el Parlamento, la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer…, hacer que la participación de las mujeres en la educación sea segura, la eliminación de la selección del sexo antes del nacimiento, y el acceso universal a la salud sexual y reproductiva”, añadió.
India se transformó en la tercera economía de Asia, después de China y Japón, pero su producto interno bruto (PIB) de más de dos billones de dólares no benefició a sus mujeres, según los economistas. De hecho, la participación laboral femenina bajó de 35 por ciento en 1990 a 27 por ciento en 2013.
Un informe de la Organización Internacional del Trabajo sobre las tendencias mundiales del empleo en 2012 concluyó que muchas mujeres indias solo pueden encontrar trabajos marginales en la economía informal, con salarios bajos y poca o ninguna seguridad laboral.
Aunque más de 60 por ciento de las mujeres urbanas forman parte del sector informal, el desempleo de aquellas con títulos de posgrado sigue siendo de 15,7 por ciento, señala el informe.
Cerca de 20 por ciento de las mujeres urbanas trabajan como empleadas domésticas, limpiadoras, vendedoras ambulantes o en tiendas. Casi 43 por ciento tienen un empleo autónomo y la misma proporción tiene un empleo remunerado, según datos de la Organización Nacional de Encuestas correspondientes a 2011.
Casi 46 por ciento de las mujeres urbanas asalariadas no reciben prestaciones de seguridad ni beneficios laborales, mientras que 58 por ciento carece de contratos laborales escritos.
Un ejemplo es Archana Desai, de 35 años. La mujer de Nueva Delhi perdió su empleo en una cadena minorista mundial debido a recortes presupuestarios. Aunque tiene un título de administración de empresas, Desai ahora trabaja como profesora de tiempo parcial en una academia de formación donde gana una fracción de su salario anterior.
“Aunque técnicamente estoy calificada para ocupar la posición de gerente, me tengo que conformar con algo que no me apasiona. ¿Por qué el gobierno no puede darnos empleos a las mujeres como yo?”, cuestionó.
Resolver los problemas de desempleo femenino puede ser algo profundamente transformador para la economía del país, según el informe El poder de la paridad: el avance de la igualdad de las mujeres en India, de la consultora estadounidense McKinsey Global Institute.
La mejora de la paridad de género en el lugar de trabajo en India agregaría la friolera de 2,9 billones de dólares a su PIB en 2025, sostiene el informe.
Las mujeres constituyen casi 30 por ciento del total de trabajadores del país. Hace falta adoptar políticas más estrictas para cumplir el principio de igualdad de oportunidades laborales y salariales que reconoce la ley sobre igualdad de remuneración de 1976.
Algunas medidas procuran paliar la inequidad de género. El gobierno anunció una cuota de 33 por ciento destinada a las mujeres en las fuerzas policiales para los puestos de agentes de policía hasta subinspectores, con el fin de que la policía sea más sensible al género.
“La clave para lograr la paridad de género son los recursos. Necesitamos presupuestación y dinero que se asigne y se gaste efectivamente en el logro de estos objetivos con perspectiva de género”, exhortó Kumari.

http://www.ipsnoticias.net/2016/01/la-igualdad-de-genero-es-una-meta-lejana-en-india/

11 de enero de 2016

Alice Paul: "Defensora y heroina de los derechos de las mujeres"


Alice Paul nació de una familia cuaquera en Moorestown, New Jersey un 11 de enero de 1885. Curso sus estudios universitarios en el Colegio Swarthmore y la Universidad de Pensylvania donde obtuvo una maestria en sociologia. En 1907 Paul se mudo a Inglaterra donde obtuvo su doctorado de la Escuela de Economia y Ciencias Politicas (LSE).
En 1908 Paul escucho a Christabel Pankhurst dar un discurso en la Universidad de Birmingham. Inspirada por lo escuchado, Paul se unio a la Union Social y Politica de las Mujeres (WSPU) y sus actos la llevaron a ser arrestada y encarcelada en tres ocasiones. Como otras sufragistas hizo huelgas de hambre y fue forzada a comer.
Despues de ser arrestada una vez Pail conocio a Lucy Burns, otra Americana que se habia unido a WSPU mientras estudiaba en Inglaterra. Paul regreso a su casa en 1910 donde se envolvio en el movimiento de sufragio en los Estados Unidos.
En 1913 Paul se unio con Lucy Burns para formar La Union Congresional de Mujeres Sufregistas (CUWS) y trataron de introducer los metodos de militantes utilizados por La Union Social y Politica de Mujeres en Gran Bretana. Esto incluia organizer enormes demostraciones y piquetes a diario frente a la Casa Blanca.
Despues de el comienzo de la Primera Guerra Mundial, Paul era constantemente asaltada por presentes masculinos bastante patrioticos mientras hacia piquetes fuera de la Casa Blanca. En octubre de 1917 Paul fue arrestada y encarcelada por siete meses.
Paul entro en huelga de hambre y tuvo que ser dejaba en libertad de la prision. En enero de 1918, Woodrow Wilson anuncio que las mujeres sufregistas necesitaban urgentemente medidas de guerra. No fue hasta el 1920 que la enmienda numero diesinueve le aseguro el voto a las mujeres.
Paul continuo su campan de los derecho para la mujer y en 1938 fundo el Partido Mundial para la Igualdad de la Mujer tambien conocida como World Women’s Party. Paul tambien exitosamente procure referencias para la igualdad de los sexos en el preambulo de la escritura auntentica de las Naciones Unidas y en el Acto de los Derechos Civiles de 1964. Alice Paul murio en Moorestown, New Jersey el 9 de Julio de 1977.

http://laclase.info/genero/alice-paul-defensora-y-heroina-de-los-derechos-de-las-mujeres

8 de enero de 2016

LA IMPORTANCIA DE LA MUJER EN EL MEDIO RURAL


El mundo rural acoge el 20% de la población mundial y ocupa un 80% del territorio,
siendo su “dedicación”, hasta hace bien poco, exclusivamente agrícola y ganadera. En
España el porcentaje aumenta, siendo el 24% de la población la que vive en algo más
del 80% del territorio, dedicándose fundamentalmente a la actividad agraria y con un
nivel de rentas que apenas alcanza el 50% de la media europea (Fernández Aguerri,
2002). En términos reales, esto implica que casi cinco millones de mujeres viven en este
ámbito, lo que representa el 15% de la población española (Merino, 2002).
A este hecho, hay que añadir el progresivo envejecimiento de la población rural, como
consecuencia del éxodo de los jóvenes, de tal forma que el 60% de los titulares de las
explotaciones agrarias tienen más de 55 años y solamente el 6% tiene menos de 35 años
(Fernández Aguerri, 2002).
Además, la población femenina española en el medio rural no ha sido ajena a la
progresiva incorporación de la mujer al ámbito de la actividad extradoméstica, al
mercado laboral y a la sociedad civil en general, producidas en las últimas décadas. Ha
aumentado su actividad laboral fuera del núcleo doméstico y está en proceso de
desaparición la figura de “ayuda familiar” como dedicación principal, sobre todo entre
las jóvenes (Libro Blanco, 2003).
Es por ello que el perfil típico de la mujer rural es el de una mujer casada de 50 años,
con una media 2,3 hijos y que dedica diariamente cinco horas a actividades fuera del
hogar y ocho a las tareas domésticas. Menos del 9% de las explotaciones son dirigidas
por mujeres y son de dimensiones bastante más pequeñas que las dirigidas por hombres
(Merino, 2002). El 82% de ellas ayudan en las explotaciones agrarias, pero el 59% no
paga ninguna cotización social por el desempeño de una actividad económica (Merino,
2002). Esto hace que su aportación sea considerada “invisible” (Massot, 2002; Millán,
2002; Muñiz, 2002; Quintanilla, 2002; Libro Blanco, 2003).
Situación de la mujer en el medio rural
Además de las funciones que la mujer desempeña en el medio rural, debemos de
considerar cual es la situación real del colectivo más numeroso en este ámbito, que es el
que proporciona ayuda familiar (82%)(Merino, 2002). Entre los elementos a destacar
encontramos:
- La mujer carece de independencia económica (Chulvi, 1999), pues el trabajo que
realiza en la empresa familiar es un trabajo que va a engrosar una bolsa común, cuya
titularidad ostenta el cabeza de familia. Es un trabajo que contribuyendo de forma
muy importante a la marcha del negocio familiar, no reporta de forma directa y
personal remuneración, derechos sociales e identidad profesional (Millán, 2002).
- Complementariamente, la mujer no cotiza a la seguridad social (Muñiz, 2002;
Talens, 1999), por lo que no tiene derecho a beneficiarse de una cobertura social
adecuada, ni a percibir indemnización de paro, accidente o maternidad. Entre las
razones que lo justifican se encuentra el hecho de que los ingresos de estas empresas
no suelen ser tan altos que permitan afrontar el pago de dos cotizaciones a la
Seguridad Social, en cuyo caso se paga sólo la del marido y la mujer se queda de
nuevo y como siempre con los derechos que derivan de su condición de esposa y
madre, como si nada más aportara a la empresa familiar (Millán, 2002). Para
subsanar esta situación, en España los sistemas de Seguridad Social que regulan los
autónomos en el régimen agrario, incluyen la posibilidad de que tanto el marido
como la mujer coticen como titulares de la explotación y, por tanto, tengan sus
propios derechos a las prestaciones.
 Además, la mujer sufre enfermedades psicosomáticas y sobreenvejecimiento, como
consecuencia de los grandes esfuerzos físicos y considerables tensiones nerviosas
que su trabajo conlleva; además, compatibilizar el trabajo de la explotación con las
tareas domésticas supone, no sólo un alargamiento de la jornada, sino un conflicto
de roles, con el consiguiente riesgo de enfermedades psicosomáticas. Esta situación
se agrava cuando las condiciones de trabajo se precarizan y no se reconoce
debidamente su trabajo (Talens, 1999).
Otro factor que afecta a la salud es el entorno de vida y de trabajo, la exposición a
sustancias peligrosas y productos de protección de las cosechas, que conllevan
riesgos para la salud, así como el contacto con plantas y animales capaces de
transmitir enfermedades. También es importante considerar las enfermedades
profesionales específicas de ciertas actividades agrícolas.
- Lo expuesto anteriormente justifica que cada vez es más necesario el
reconocimiento jurídico del Estatuto del cónyuge colaborador, establecido en otros
países como Francia, Austria, Finlandia y Suecia (Millán, 2002; Muñiz, 2002) o la
del “estatuto del Agricultor/a y Ganadero/a” (Millán, 2002), que recoja los derechos
y las obligaciones de los prof.esionales de la agricultura y la ganadería, así como que
regule y conceda de una vez por todas el necesario status legal a estas mujeres que
hasta ahora sólo figuran como ayuda familiar, haciendo dimanar para ellas la precisa
protección social y el justo reconocimiento jurídico que su actividad merece (Millán,
2002).
- La titularidad femenina de la explotación depende del sistema de sucesión vigente
en cada zona geográfica, ya que en buena parte del país, existen regímenes que
establecen que la mujer sólo accederá a la propiedad y será heredera en el caso de
que no exista un varón entre los hijos. En el caso de que si tengan derechos
sucesorios, se observa que algunas hijas no han heredado bienes de sus padres, sino
que éste se los ha cedido vía compraventa, pese a que no ha habido ninguna
transacción económica, siendo uno de los copropietarios sus esposos. De esta forma,
la titularidad de la explotación se masculiniza y es por ello que se observa que la
proporción de titulares de explotación presenta notables variaciones desde el punto
de vista territorial (Libro Blanco, 2003). A este hecho contribuye, que en áreas
altamente envejecidas el acceso a la titularidad por parte de la mujer se debe a la
desaparición de hombres titulares de edades avanzadas.
- Asimismo, la mujer no participa plenamente en las relaciones de poder que se
establecen dentro de la unidad familiar (reparto de tareas, toma de decisiones, etc.),
ni tampoco hay un reparto igualitario entre hombres y mujeres de las
responsabilidades públicas (trabajo asalariado, participación en el poder político y
económico, en la toma de decisiones) y privadas (trabajo doméstico, cuidado de los
hijos y mayores, etc.) (Chulvi, 1999).

Texto completo:
http://www.upct.es/~economia

7 de enero de 2016

Violaciones y abusos sufren mujeres inmigrantes que cruzan la frontera.


A los inmigrantes centroamericanos, las violaciones sexuales los toman por sorpresa. No sólo porque, a diferencia de hace cinco años, los abusos pillan a otra generación de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños menos informados por venir de provincias más remotas, sino porque una vez en México el ataque es por igual contra hombres y mujeres.
Efectivamente: el 70% de las más de 100, 000 mujeres migrantes y alrededor de 70,000 hombres indocumentados que ingresan cada año en México, padecen algún tipo de abuso sexual según el estudio de la Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración y las estadísticas de la red de albergues en todo el país.
El gobierno ha dicho que ya no hay violaciones, pero es mentira”, afirma el sacerdote Tomás González “Fray Tormenta”, fundador del albergue La72, en Tenosique, Tabasco, una ruta que los “sin papeles” han tomado como alternativa al estado de Chiapas, donde el operativo Frontera Sur arreció la persecución de indocumentados desde que Estados Unidos se quejó del arribo masivo de niños migrantes.
Lo peor de este momento –argumenta- es que si bien hace cinco años cuando abrió el albergue las mujeres se inyectaban anticonceptivos por si acaso las atacaban sexualmente, hoy por hoy no toman absolutamente nada antes de salir de su país.
“Lo sé porque tratamos de llevar una estadística y de los ocho casos de violaciones (dos contra varones) que se han presentado en los últimos tres meses ninguna se había inyectado nada porque cada vez vienen de regiones más lejanas y con menos información.”
Lea también: Qué es la “inyección anti-México” que toman las migrantes centroamericanas
Generalmente los pueblos originarios de los migrantes centroamericanos actuales tienen altos índices de pobreza y, según testimonios recabados en los albergues, no tienen dinero para comprar anticonceptivos o inyecciones, es muy caro para ellos.
“Sabemos de casos de mujeres que tomaban píldoras y hormonas desde antes del año 2000 pero los testimonios que yo tengo son otros: ya no lo hacen” afirma el cura González.
Las mujeres no tienen acceso a educación sexual y se vienen a interedar en el tema hasta que les pasa la violación y después el aborto tampoco es una opción porque sigue siendo un tabú, se sienten estigmatizadas y criminalizadas de tan sólo considerarlo”.
Despues que en el refugio La 72 –que subsiste gracias a las donaciones de la organización alemana Médicos sin Fronteras- se detectó este problema de desinformación, se comenzó a implementar un programa de asistencia con medicamentos y pláticas preventivas para mostrar a las mujeres que no es necesario aceptar una violación sexual como parte de la cuota que las llevará “al otro lado”.
El estudio de la Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración que advirtió de un corredor que lleva de Guatemala al estado de Chiapas (Huehuetenango-La Mesilla-Comitán) donde los feminicidios y violaciones son el pan de todos los días, concluye que la implementación del Plan Frontera Sur ha orillado a los migrantes a exponerse más.

“La creciente presencia de autoridades ha forzado a los migrantes a buscar rutas alternas para evadir los puntos de inspección migratorio. Las mujeres, en particular, se enfrentan a múltiples violaciones de sus derechos humanos desde el momento en que salen de sus comunidades”.
TIEMPO ATRÁS
Desde el año 2009, este diario dio cuenta de los altos índices de abuso sexual contra las mujeres migrantes centroamericanas. En ese entonces, se volvió una creencia popular que la mayoría, si no es que todas las mujeres que viajaban en “La Bestia”, serían violadas, ya por los Zetas o por los maras; por la policía, pobladores o compañeros de viaje.
Por eso, para evitar embarazos comenzaron a cargar con condones o a usar anticonceptivos en todo momento.
“Mi estrategia para que los hombres no se metan conmigo es darme a respetar, les hablo poco y de usted, pero eso son precauciones mínimas, sé que poco me serviría si quieren abusar de mi y por eso inyecto”, detalló en ese tiempo la hondureña Patricia Alvarado en la frontera con Guatemala, poco antes de llegar al paraje conocido como La Arrocera.
Una familia integrada por padre e hijos en La Arrocera azotó durante dos años a todas las mujeres que cruzaban el camino hasta 2011, cuando la fiscalía detuvo a todos los integrantes, pero al poco tiempo se multiplicaron los grupos de violadores en diversas regiones de los estados del sur y algunos solitarios hacia el norte que siguen sin control.

http://www.laopinion.com/2015/10/21/mexico-violaciones-sexuales-sorprenden-a-hombres-y-mujeres-indocumentados/

6 de enero de 2016

Las condiciones de las mujeres en la migración a Estados Unidos.



En las últimas décadas, se produjo una serie de cambios políticos y sociales que
modificó el panorama de la migración internacional en la región. Los procesos de
globalización socioeconómica generan una demanda global de fuerza laboral, por ello,
en la dinámica de los movimientos migratorios de México y Centroamérica, se observan
dos características principales: por un lado, existe un aumento de la emigración de los
centros urbanos y, por el otro, se ve un cambio importante en su demografía por la
creciente feminización de los flujos migratorios, misma que se caracteriza por una
mayor participación de mujeres migrantes como proveedoras económicas.
Año tras año miles de mujeres toman la decisión de emigrar a los Estados Unidos para
mejorar sus condiciones de vida. Los motivos por los que abandonan sus países de
origen son diversos: para reunirse con sus familiares, por falta de trabajo, por la
pobreza, por la necesidad de independencia personal, familiar o social, para huir de
situaciones de violencia doméstica o social; así mismo, si son jefas de familia, porque
recae sobre ellas la responsabilidad económica de la supervivencia del hogar y en su
país no encuentran los ingresos suficientes.
La mayor participación de las mujeres en la migración es un problema complejo que
tiene que ver con múltiples factores: económicos, políticos, sociales, culturales, e
individuales. Este último factor es muy importante porque las mujeres pueden dejar de
ser sujetos pasivos para convertirse en sujetos activos en la toma de sus decisiones.
Sin embargo, el factor cultural y dentro de él, el llamado ―sueño americano‖, reforzado
en el imaginario de los hombres y las mujeres migrantes, también cobran relevancia
para el estudio de las historias de migración de las mujeres.
Aunque las investigaciones sobre la feminización de los flujos migratorios han crecido,
no se ha logrado del todo hacer visible la condición de las mujeres respecto a los
hombres en la migración, ya que en el trayecto existen muchos peligros que ponen en riesgo su vida por la condición de ser mujer. La mayoría de ellas, tanto en México como
en Estados Unidos, sufre violaciones a sus derechos humanos, son vulnerables a
padecer discriminación, desintegración familiar, privaciones, abusos verbales, físicos y
sexuales, extorsión, explotación, etcétera. Existe para ellas una situación de doble
vulnerabilidad: a) por su condición de mujeres, y b) por su situación de migrantes y, en
muchos casos, se agrega el que son indígenas, sujetas a discriminación.
Esta mayor vulnerabilidad es producto de la construcción social del género que se
agudiza por las relaciones de poder, pues en la migración se conjuntan las estructuras
tradicionales: género, clase y raza.
―En las relaciones de poder convergen las diversas condiciones de identidad que
conforman a las personas y cada una suma o resta poderes a cada cual. El género, la
edad, la nacionalidad, la clase social o casta, (…), la comunidad, la religión, la salud, la
ideología y la política, los saberes y otras más, son las condiciones y estados que se
conjugan en cada mujer y en cada hombre, (…) cada persona está definida por una
condición genérica, una condición nacional, étnica, tribal, de clan, racial, lingüística (…)
y así sucesivamente hasta agotar las condiciones significativas en el mapa y en el
itinerario personal.
―De manera diferente, las condiciones proveen a las mujeres y a los hombres de
prestigio, estatus, posición, jerarquía y valor superiores, y también les dotan de bienes,
oportunidades, recursos y poderío, al mismo tiempo que otras implican su inferioridad,
la desposesión, la opresión (…)‖ (Lagarde, 2001, 66-67). Esta vulnerabilidad se ahonda
también por las características de las rutas migratorias, pues son los lugares de mayor
tránsito de humanos, mercancías, drogas, de redes delincuenciales de trata y
explotación sexual de personas.
Es importante señalar que las experiencias de las mujeres en la migración no son
homogéneas, sino que adoptan variadas modalidades y ocurren de modos muy
distintos. Las causas y motivaciones son diversas; suelen viajar solas o acompañadas
por algún familiar, amigo o conocido; se insertan de manera distinta en los lugares de
destino y la temporalidad de su migración también es diferente en cada caso. Esto
quiere decir que el estudio de la migración femenina debe hacerse con una visión
amplia que considere todas las modalidades en las que suele presentarse y que
considere el carácter evolutivo y cambiante de los procesos sociales. Es importante
insistir en que los diferenciales por sexo en la migración deben ser resaltados; de este
modo puede tenerse un panorama más completo de la mayor vulnerabilidad de la mujer
como sujeto migrante.
En el pasado, la migración femenina respondía a motivos de reunificación familiar, o
durante su proceso migratorio dependían del apoyo de un hombre. Actualmente las
mujeres migrantes también se desplazan solas y en ocasiones de manera autónoma, ya
no para reunirse con sus familiares sino para mejorar su situación económica, social y
personal.
Un resumen de varios de los estudios oficiales observa que la feminización de la migración se
expresa en el desarrollo de diversos grupos de mujeres:
 Mujeres que migran en función de reunificación familiar.
 Mujeres que migran por su dependencia con algún varón (padre, esposo, hermanos
con el que viajan o del que son acompañantes).
 Mujeres que buscan huir de conflictos familiares y de esas relaciones de poder.
 Jóvenes solteras que se ven sin posibilidad de desarrollo en su lugar de origen.
 Mujeres que son jefas de familia que buscan otras oportunidades de subsistencia.
 Mujeres víctimas de redes de prostitución.
 Mujeres que tienen que pagar deudas familiares, varias de ellas contraídas con las
redes para el traslado de emigrantes (prestamistas, bancos, coyotes) que ―pasaron‖
a algún familiar anteriormente.
De esta manera, el aumento de la migración femenina en términos macro económicos
contribuye a ampliar algunos rasgos de la migración y abre nuevos: a) dinamizar con
sus remesas la economía de sus países de origen igual que los hombres; b) resolver las
necesidades de reproducción económica y social de los países de atracción, tanto como
los hombres; c) solucionar sus propias necesidades de sobrevivencia y desarrollo,
aunque debe estudiarse a qué costos en cuanto a su desgaste como fuerza laboral, así
como a los conflictos en la pareja, la familia y la comunidad por la independencia
adquirida por las migrantes; y, d) en cierta medida hace visible la problemática de la
falta de equidad de género, aunque se van creando nuevos estereotipos y estigmas.
En los dos primeros aspectos la situación es igual a la que presentan los hombres
migrantes, pero en la solución de las necesidades propias como la búsqueda de una
solución a las problemáticas de género en la familia o con la pareja, hacen que la
migración internacional de las mujeres altere, o por lo menos ponga en cuestión, los
roles, los estereotipos y los imaginarios de las mujeres y de sus redes sociales, así
como la viabilidad de las políticas públicas migratorias sin enfoque de género.

Texto completo : http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/migracion.pdf

5 de enero de 2016

El impacto de la migración sobre la mujer.



La migración es un tema complejo y para poder entender tal complejidad en su totalidad es necesario señalar los diferentes tipos de migración, tal como la migración interna, internacional, temporal, permanente, legal, ilegal, voluntaria y forzada. Es también importante entender las diferencias geográficas de la migración ya que las razones para migrar pueden variar de región en región y de país en país. Además existe la dimensión de género de la migración – ya que de 200 millones de migrantes internacionales, la mitad son mujeres – y el impacto, las influencias y también las experiencias de la migración pueden ser diferentes para las mujeres y para los hombres.
En algunos casos las mujeres migrantes eligen desplazarse pero la mayoría son forzadas a dejar sus regiones o países debido a la pobreza, falta de oportunidades, conflicto, persecución, degradación ambiental o desastres naturales que afectan su seguridad y su forma de vida.
Las mujeres que eligen migrar experimentan la migración de una manera distinta a las mujeres que son forzadas a migrar y el impacto sobre las familias y comunidades que las mujeres dejan atrás puede variar dependiendo de las razones por las cuales ellas han migrado. La migración también puede tener un impacto emocional y psicológico sobre la mujer cuando ellas migran solas y dejan atrás a sus familiares e hijas/os. Las mujeres que migran tendrán que empezar una nueva vida en su país de destino, pero si son deportadas, a lo mejor tendrán que dejar a sus hijos, son enseres, y su hogar, que con tanto sacrificio han creado. Muchas veces sus hijos son dados en adopción a otras familias y esto es una violación a sus derechos humanos.
En general, la migración tiene un impacto sobre la posición social y el papel de la mujer. Es evidente que las mujeres que eligen migrar demuestran que se integran y se adaptan mejor a su región o país de destinación. Sus experiencias pueden ser positivas y benefíciales, mientras que aquellas que son forzadas a migrar pueden tener una experiencia negativa, dolorosa e incluso traumática. Ya sea una elección o no, la experiencia de la migración sigue siendo un desafío en términos del idioma, el clima y las diferencias culturales, junto con la falta de leyes y reglamentos apropiados para proteger los derechos de las mujeres migrantes.
Las mujeres que son capaces de encontrar empleo en la región o país de destinación pueden experimentar un elemento de independencia económica y de empoderamiento, lo cual no siempre es el caso en sus países de origen donde valores culturales tradicionales o falta de empleo, familias mas extensas etc. obligan a las mujeres a depender económicamente de sus parejas o maridos. También se puede decir que la desigualdad de género en sus países de origen puede ser un factor poderoso en conducir a las mujeres a migrar especialmente cuando se tiene expectativas económicas y políticas que no se pueden realizar en sus países. Como consecuencia, esta situación puede conllevar a cambios en las relaciones y en las dinámicas de la familia, ya que parejas o maridos rehúsan o son incapaces de aceptar o adaptarse a los cambios en donde las mujeres tienen un ingreso considerable o sean las encargadas de mantener a la familia. Este cambio en el papel y las responsabilidades de las mujeres podría ser una señal de empoderamiento pero también puede conllevar a una presión adicional para las mujeres, quienes tienen que balancear las responsabilidades familiares, los quehaceres domésticos, trabajos de cuidado y la aseguración de estabilidad financiera, lo que incrementa el volumen de su trabajo substancialmente.
El papel tradicional de género en cuanto a la posición de la mujer en la sociedad también puede determinar el tipo de trabajo que las mujeres pueden hacer, lo cual puede conllevar a trabajos mal remunerados tal como trabajos domésticos. El peligro con estos trabajos es que las mujeres migrantes pueden volverse aisladas y mas vulnerables al abuso por parte de los empleadores y en algunas ocasiones se les impide ejercer sus derechos como trabajadoras. Además, las mujeres que son admitidas como trabajadoras se concentran comúnmente en ocupaciones ‘femeninas’ como enfermeras, niñeras, trabajadoras de limpieza y asistentes de servicio al cliente de poca remuneración.
Como las mujeres son definidas al entrar a un país también puede afectar sus derechos sociales y privilegios, incluyendo la capacidad de obtener de una manera rápida la ciudadanía legal. Estudios han demostrado que las mujeres más a menudo que los hombres son negadas la ciudadanía completa. Sin embargo, las leyes y reglamentos de inmigración del país de destinación influyen la migración de las mujeres y los hombres de diferente manera. Las políticas de migración de los países de recepción implícitamente asumen un estatus de ‘dependiente’ para las mujeres y un estatus de migrante ‘independiente’ para los hombres. Las mujeres son muchas veces clasificadas por su relación con los hombres con quienes migran.
Otro aspecto muy importante de la migración son las remesas enviadas por mujeres migrantes a sus familias en sus países de origen lo cual puede ser una fuente de ingreso de los hogares muy importante. Informes del Banco Mundial para el 2004 indican que las remesas recibidas por países en vías de desarrollo equivalen a unos 126 mil millones de dólares americanos, casi el doble de la cantidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y aproximadamente el 75 por ciento del total de la inversión extranjera directa. Lamentablemente, no hay datos basados por género que muestren las contribuciones de las mujeres a estas remesas, pero hay evidencia de que en algunos países esto es significante. Por ejemplo, en el caso de los dominicanos trabajando en España, hasta un 78 por ciento de todas las remesas fueron enviadas por mujeres, a pesar de que ellas representan solo el 61.4 por ciento de los migrantes.
Un grave impacto de la migración de la mujer es la fuga de talento en los países de origen cuando migran enfermeras, parteras y doctoras. Mientras que la Organización Mundial de la salud (OMS) recomienda una proporción de 100 enfermeras por cada 100,000 habitantes, en algunos países de África la proporción ha bajado a 10 por cada 100,000 habitantes. Al mismo tiempo, en algunos países Escandinavos la proporción llega hasta un 2,000 enfermeras por cada 100,000 habitantes.
Una cuestión de gran preocupación es el tráfico de mujeres y niñas quienes están atrapadas en la prostitución forzada y otras formas de explotación las cuales son una forma de esclavitud moderna.

http://www.socintwomen.org.uk/es/resolutions/20091120-santodomingo-imw.html