16 de mayo de 2019

Los perseguidos LGTBI.


La exposición 'Orgullo de Valientes' refleja cómo viven y sienten aquellos que se ven obligados a huir de su país por su orientación sexual o identidad de género. 72 países criminalizan a este colectivo.
“Nosotras no existimos ante las leyes pero sí estamos. No existimos para la sociedad pero sin embargo la sociedad nos usa: estamos en los polígonos, en plena calle Montera de Madrid o en la Casa de Campo pero somos invisibles. Yo soy transexual, mujer y migrante y sufro esa triple discriminación”, así denuncia Fabiana cómo es su día a día, invisible ante una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado.Ella formó parte del proyecto Orgullo de Valientes, una exposición organizada por La Merced Migraciones, que ahora se puede ver en esta fotogalería. Las imágenes visibilizan la situación de aquellos que se ven obligados a huir de su país por su orientación sexual o identidad de género y piden refugio en España.

Fabiana es mexicana y desde hace más de una década lucha por la defensa de los derechos de las personas LGTBI+ para que en su país de origen se reconozcan los matrimonios igualitarios en otros estados más allá de Ciudad de México y denunciar el constante acoso que sufren sus compañeras trans arrestadas y obligadas a permanecer en los calabozos sin haber cometido ningún delito.

“Cuando estaba en España de vacaciones entraron dos veces en mi casa, registraron y destrozaron todo. En ese momento mi familia me dijo que no regresara porque tenían miedo que pudieran hacerme algo. Porque así se trabaja en México, se elimina a los líderes de los movimientos para infundir el miedo y que los demás no se manifiesten”, cuenta. Eso ocurrió en 2016, y desde ese momento ya no ha podido volver a su país por las amenazas constantes que recibe. México es el segundo país más violento contra la comunidad LGTBI+, sólo superado por Brasil. “Yo soy de un estado del norte de México donde la gente es muy conservadora. Cuando sales de la capital es cuando empiezan a asesinar a líderes como mi compañera Agnes Torres y las amenazas a quienes defendemos los derechos del colectivo”, reconoce Fabiana.
En el mundo, 72 países siguen criminalizando al colectivo LGTBI+ y en Arabia Saudí, Irak, Irán, Nigeria, Siria, Somalia, Sudán y Yemen la homosexualidad se castiga con pena de muerte. Por sentir y amar diferente, se enfrentan a detenciones arbitrarias y violencia, se les niegan derechos de reunión, expresión e información, sufren discriminación en el empleo, la salud y la educación. Según la Organization for Refugee, Asylum & Migration (ORAM) más de 175 millones de personas LGTBQ+ viven en condiciones de peligro o violencia en todo el mundo, pero se estima que menos de 3.000 reciben protección internacional cada año.

Uno de los supuestos bajo los que se puede solicitar asilo y protección en España es tener un temor fundado de sufrir persecución por pertenecer a un colectivo determinado, como es el definido por la orientación sexual o la identidad de género. Muchas de estas personas llegan a España buscando vivir su condición sexual en libertad pero no son pocas las barreras que tienen que superar, como los problemas para encontrar empleo o para alquilar una vivienda, que aumentan para las personas transexuales.

Hace tres años nació un proyecto de La Merced Migraciones con el objetivo de apoyar a las personas del colectivo LGTBI+ solicitantes de asilo y refugio. “Muchas de estas personas cuando llegan carecen de apoyos bien porque tirar de los apoyos que tienen de su propia comunidad en España supone meterse de nuevo en el armario o porque muchas veces llegan solos y no conocen a nadie. Cuando has sufrido rechazo por parte de tu comunidad en tu país y llegas a otro lugar y tienes que refugiarte de nuevo supone volver a sufrir un rechazo”, cuenta Josué González, trabajador social del proyecto. Por esos motivos, decidieron crear un proyecto específico que apoya a este colectivo.

“Muchos sufren bloqueo porque no les es fácil responder a las entrevistas de asilo contando su vida porque tienen miedo. Muchos de ellos no saben que en nuestro país la homosexualidad no sólo no está criminalizada sino que hay una serie de derechos y libertades garantizados constitucionalmente”, cuenta Josué, denunciando como en muchos casos los profesionales que trabajan en el campo del asilo y refugio desconocen bastante las particularidades del colectivo LGTBI+.
Manuel tuvo que huir de Venezuela por la persecución política que sufría por ser miembro de un partido de oposición. Estuvo viviendo en Madrid unos años y volvió a Venezuela para trabajar pero se vio obligado a regresar de nuevo a España y pedir asilo porque la situación era insostenible. “Si además de ser de oposición eres gay hay una saña bastante importante por parte de las fuerzas de seguridad. Más de la mitad de las agresiones a personas LGTBI+ en Venezuela las cometen agentes de las fuerzas de seguridad”, declara Manuel. Aunque reconoce que a nivel social la situación en Venezuela había mejorado respecto a hace unos años, echaba de menos no poder ir cogido de la mano de su pareja o expresar públicamente afecto. “Después de vivir en España, cuando volví a Venezuela tuve que volver al armario de puertas para afuera de mi casa”. Entre junio de 2015 y mayo de 2016 en el país sudamericano se produjeron un total de 18 asesinatos y 75 agresiones a personas de la comunidad LGTBI+. Aunque no existen datos gubernamentales oficiales, ya que en el país no no están reconocidos los crímenes de odio contra las personas de este colectivo.

Manuel y Fabiana son solo algunas de las personas que forman parte de la exposición dirigida por el fotógrafo Cheché Díaz quien, tras un proceso participativo, fue fotografiando lo que cada participante quería transmitir. “Han sido muy valientes de enfrentarse al estigma, de salir ante la cámara, sentirse libres y mostrarse tal y como son. Había muchos temores e incertidumbres pero el resultado es que ellos dieron un paso y han querido contar sus historias y hacerlas visibles. Y quieren luchar desde ahí fuera y no encerrados sintiéndose como si no formaran parte de nada”, explica Díaz.

Para Fabiana, participar en esta exposición significó tener la oportunidad de luchar contra los discursos xenófobos y poder contar su historia. “Lo que yo he vivido siendo una transexual migrante viviendo en Madrid no lo quiero para otra compañera. Eso es lo que me motiva a seguir trabajando. Mi sueño sería que no existiera la discriminación y que cada uno fuera como quisiera ser”. Un sueño que será posible algún día gracias a personas valientes como ellos.

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