9 de diciembre de 2014

El té es bueno para Sri Lanka, pero malo para las trabajadoras.


Por un trillo enlodado que trepa por la montaña entre una espesa vegetación se llega hasta un claro donde hay unas casas humildes y juegan unos niños harapientos. Sus madres parecen muy jóvenes, apenas adultas, o aparentan tener muchos más años de los reales, curtidas tras décadas de trabajos extenuantes en las enormes plantaciones de té de Sri Lanka.
Rani, de 65 años y con seis hijos, trabaja ocho horas en una finca en la provincia Central. Su pelo blanco, la espalda encorvada y la falta de dientes la avejentan y ensombrecen su aspecto tras décadas de laborar al rayo del sol.
Después de su quinto hijo y superada por la cantidad de bocas para alimentar, fue hasta el hospital a pedir la ligadura de trompas, pero cinco años después tuvo al sexto.
Aunque está exhausta y adolorida, Rani está decidida a seguir trabajando para que sus hijos vayan a la escuela.
"Trabajo en la plantación para que ellos no tengan que hacerlo", dijo con una sonrisa esperanzada.
Su historia es conmovedora, pero no excepcional entre las trabajadoras y los trabajadores de las plantaciones de té de Sri Lanka, unas 450 fincas en todo el país.
Las mujeres representan 60 por ciento de los 250.000 trabajadores del rubro, todos descendientes de los sirvientes indios traídos por la colonia británica hace un siglo para recolectar las lucrativas hojas de té.
El té srilankés es de los de mayor calidad, generando unos 1.400 millones de dólares de ingresos de exportación en 2012, según el Ministerio de Industrias de Plantación. Sin embargo, la salud de los trabajadores, y en especial de las mujeres, deja mucho que desear.
Priyanka Jayawardena, investigadora del Instituto de Estudios Políticos de Sri Lanka, dijo a IPS que "factores socioeconómicos profundamente arraigados" son responsables de los malos indicadores de salud entre las mujeres, las niñas y los niños de las plantaciones, que están sistemáticamente por debajo del promedio nacional.
Dieciséis por ciento de las mujeres en edad reproductiva sufren desnutrición en Sri Lanka, pero la proporción trepa a 33 por ciento entre las trabajadoras de las plantaciones. Y alrededor de 16 por ciento de los recién nacidos en el país tienen bajo peso al nacer, pero es uno de cada tres en las fincas de té.
El mal estado de salud de las trabajadoras en las plantaciones se atribuye a la pobreza que padece la población de las fincas. Sesenta y cinco por ciento de los hogares pertenecen al quintil socioeconómico más bajo, muy por encima del ocho por ciento en zonas urbanas y del 20 por ciento en los hogares rurales.
Hay especialistas que también atribuyen la situación a cuestiones culturales.
"Muchas mujeres son prácticamente analfabetas y no suelen cuidar de su salud ni de la de sus hijos", observó en diálogo con IPS una trabajadora de campo del Centro de Preocupación Social, del distrito de Nuwara Eliya, en el centro de Sri Lanka.
"Tienen trabajos extenuantes y dedican menos tiempo a pensar en comida y nutrición", explicó.
De hecho, según Jayawardena, solo 15 por ciento de los menores de cinco años de las plantaciones tienen una ingesta diaria de proteína animal, mucho menos que los entre 40 y 50 por ciento de las poblaciones rurales y urbanas.
Lo mismo ocurre con frutas, verduras y otros alimentos.
Además, solo 63 por ciento de las trabajadoras de las fincas amamantan de forma exclusiva a sus bebés en sus primeros cuatro meses de vida, comparado con 77 por ciento en las ciudades y 86 por ciento en zonas rurales, según un informe del Instituto de Estudios Políticos.
La situación empeora debido al régimen laboral del sector. Muchas mujeres son jornaleras, y ganan unas 687 rupias (poco más de cinco dólares) al día y muy pocas pueden beneficiarse de una licencia por maternidad.
Jayawardena dijo que casi la mitad de las mujeres en las plantaciones de té dejan la escuela al terminar la primaria, mucho más del 15 por ciento que deserta a escala nacional. El alfabetismo es bajo e incluso las campañas para crear conciencia sobre este asunto no logran llegar al público objetivo.
"Muchas son extremadamente pobres y desde la infancia no reciben muchos estímulos, apenas si hay parques infantiles, bibliotecas, lugares de esparcimiento o de actividades sociales en las fincas. Entonces, ellas se suelen casar pronto y tener hijos jóvenes", contó la trabajadora de campo.
La tasa de embarazos adolescentes es de 6,4 por ciento en Sri Lanka, pero se dispara a 10 por ciento entre las trabajadoras de las plantaciones de té, lo que genera un círculo en que madres desnutridas tienen hijas con problemas de salud que también serán madres jóvenes.
"Si las mujeres son el principal sostén en las fincas de té y generan el grueso de los ingresos en los hogares de un sector que alimenta la economía nacional, entonces la salud materna debería ser una prioridad", explicó Mythri Jegathesan, profesora adjunta del departamento de antropología de la Universidad de Santa Clara, en California, en entrevista con IPS.
"Cualquier trabajo agrícola es pesado para el cuerpo y muchas de las trabajadoras de las plantaciones de Sri Lanka trabajan hasta los siete u ocho meses de embarazo. Es necesario reconocerlas y prestar más atención a su bienestar y su salud", añadió.
Varias organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil trabajan con diligencia junto con el gobierno y el sector privado para mejorar la salud de las mujeres.
Pero la situación mejora, según Chaaminda Jayasinghe, gerente de proyecto del programa de plantación del capítulo srilankés de Care International.
El Foro de Desarrollo de la Comunidad, creado por Care en algunas fincas, ofrece un espacio y un modelo exitoso para el desarrollo inclusivo de los trabajadores y las trabajadoras de las plantaciones de té, indicó Jayasinghe.
La iniciativa ya mejoró las condiciones de vida y la salud de esas personas, al tiempo que las conectó con el conjunto de la sociedad srilankesa.

Por Kanya D'Almeida
http://www.ipsnoticias.net/2014/09/el-te-es-bueno-para-sri-lanka-pero-malo-para-las-trabajadoras/

Revista impulsa a las mujeres sirias hacia el futuro.


Para la mayoría de las mujeres sirias, la guerra ha sido un desastre. Para otras, sin embargo, también ha sido una experiencia liberadora.Yasmine Merei, editora ejecutiva de la revista siria Saiedet Souria, dirigida al público femenino, está entre aquellas para las que el revés que sufrieron los roles familiares tradicionales y el quitarse de encima la cultura del miedo ha acarreado efectos positivos.Muchas mujeres sirias se vieron obligadas a convertirse en jefas de hogar, pues sus esposos estaban desaparecidos, presos, heridos o muertos, explicó Merei a IPS. Pero aunque valerse por sí mismas puede resultar aterrador, también puede liberarlas de las cadenas tradicionales que se les impusieron."Si (tu esposo) no es el que paga todo y tiene ese rol específico en la sociedad, ya no tiene derecho a decirte lo que tienes que hacer", agregó Mohammad Mallak, fundador y editor en jefe de la revista, cuyo nombre significa "mujeres sirias" y que se fundó a comienzos de este año.Mallak también dirige la revista Dawda ("ruido"), desde la misma oficina en la sureña ciudad turca de Gaziantep.Pocas de las mujeres que aparecen en las fotografías de la revista llevan sus cabezas cubiertas. La propia Merei dejó de usar el pañuelo que cubría la suya a principios de año, tras haberlo llevado "durante alrededor de 20", a raíz de su crianza dentro de una familia sunita pobre y conservadora.Merei relató que empezó a participar en las protestas de 2011 debido a lo injusto de las leyes sirias, especialmente las relativas a las mujeres. Entre ellas citó las que dejan impunes las muertes de honor.Al igual que muchas mujeres sirias, Merei, quien realizó una maestría en lingüística, se convirtió en la responsable de mantener a su familia inmediata, enviando dinero a su madre y a sus hermanos, ambos presos por protestar y liberados apenas después de pagar abultados sobornos.Su anciano padre murió poco después de, él también, haber sido encarcelado, y la familia obligada a huir de su hogar.Sin embargo, relatar historias de mujeres no simplemente significa que víctimas femeninas cuenten los horrores y las penurias de sus vidas.Aunque esto no rehúye de las historias de mujeres que han sufrido mucho, Merei quiere principalmente brindar al público femenino la información que necesita para tener una visión más amplia del mundo y una voz en una revolución que, en buena medida, ha dejado sin oír sus puntos de vista. De este modo, en las páginas de la revista impresa y en su cuenta de la red social Facebook, conviven un relato de primera mano de una mujer que fue torturada en las prisiones del régimen sirio junto a una crítica de "La mujer eunuco", de Germaine Greer, y a una entrevista con una oficial de policía que se desempeña en las áreas controladas por la oposición.Hay artículos sobre cómo la dependencia económica forzada afecta negativamente tanto a las mujeres como a las economías nacionales en general, y otros que analizan los potenciales problemas sanitarios que surgen en los campamentos de refugiados, como la tuberculosis.Y también se publica una columna que publica regularmente una abogada que todavía está en áreas del régimen y que antes pasó 13 años en prisión por motivos políticos, así como dos artículos traducidos de medios internacionales.En conjunto, la revista llega a unas 50 páginas por ejemplar.En cada edición, Saiedet Souria publica secciones de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (Cedaw), adoptada en 1979 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y en la próxima entrega la publicará entera, dijo Merei.La revista tiene una tirada de entre 4.500 y 5.000 ejemplares por edición (y aproximadamente 3.500 se distribuyen dentro de Siria a través de una de sus cuatro oficinas). A eso se suma su página de Facebook, donde los artículos se publican regularmente y que tiene unas 40.000 seguidoras.Para un país donde Facebook y YouTube estuvieron prohibidos entre 2007 y comienzos de febrero de 2011, y donde Internet y la electricidad escasean, ese es un número significativo. Siria figura en la lista de enemigos de Internet desde que la organización Reporteros Sin Fronteras la creó en 2006.Además de sus oficinas en Daraa, Damasco, Suweida y Qamishli, la revista abrirá pronto otra en Aleppo, dijo Merei."Las 10 mujeres que trabajan para nosotros dentro de la revista cobran un salario regular de 200 dólares y son responsables de distribuir las copias, además de convocar a (otras) mujeres para reuniones e iniciativas similares", explicó.Los ejemplares se reparten en mercados y concejos locales, y en por lo menos una de esas ubicaciones las mujeres tienen un sistema para hacer recircular las limitadas copias apenas las leen, señaló Merei.Reporteros Sin Fronteras realizó dos talleres para la revista, en abril y septiembre de este año, y ofreció donarle equipos, pero "nosotras tenemos equipamiento básico: impresoras, computadoras" compradas a partir de una inversión inicial de Mallak, dijo. Sin embargo, "lo que realmente necesitábamos era papel y tinta, para hacer que la revista llegara a la mayor cantidad posible de mujeres. Así que Reporteros Sin Fronteras hizo una excepción y, en cambio, nos ofreció eso", relató.El objetivo, dijo es "ayudar a las mujeres sirias a recuperar la confianza en sí mismas".Esa confianza se vio debilitada por la guerra y por el uso de la "religión" para controlar a las mujeres en áreas islamistas que, cuando ella las visitó por última vez a comienzos de este año, "parecían como si el país hubiera vuelto a la Edad de Piedra", recordó."Yo soy una musulmana sunita, pero el Islam allí no se parece a ninguno que yo conozca", enfatizó."Uno de los principales problemas es que los intelectuales de Siria están o en la cárcel, o en el exterior, o muertos", dijo a IPS un sirio que ha vivido la mayor parte de su vida fuera del país pero que hace poco volvió para ayudar a que haya clases universitarias en Aleppo, ciudad dominada por la oposición."Prácticamente no hay nadie que estructure nada, nadie que plantee ideas", señaló.Es esto lo que también la revista y sus actividades correlacionadas buscan abordar, dijo Merei."Intentamos dar a las sirias el conocimiento que necesitarán en el futuro", resumió.

Por Shelly Kittleson
http://www.ipsnoticias.net/2014/11/una-revista-impulsa-a-las-mujeres-sirias-hacia-el-futuro/