30 de abril de 2018

Reformatorios franquistas de mujeres: adoctrinamiento y esclavitud.


Encierros, violaciones, humillaciones públicas, torturas y robo de bebés a mujeres republicanas o consideradas "caídas" del régimen. La organización Women’s Link pide a los tribunales argentinos la investigación de crímenes contra mujeres durante la dictadura

Ser republicana o hija de republicanos, pensar diferente o no obedecer con el modelo de mujer que exigía el régimen franquista fue durante muchos años un factor de alto riesgo. Las menores de edad que no cumplían con el rol impuesto por las instituciones podían ser consideradas mujeres “caídas” o en “riesgo de caer”. Miles fueron castigadas y encerradas en reformatorios y preventorios donde sufrieron malos tratos, vejaciones y torturas. También miles de mujeres fueron obligadas a trabajar en condiciones de esclavitud para grandes empresas sin recibir ningún tipo de remuneración. Y todo ello bajo disciplina militar.

Así se desprende de la primera querella presentada por Women’s Link ante la justicia argentina que denuncia los crímenes de género cometidos durante la dictadura. La organización pide a la jueza María Servini, encargada de investigar crímenes franquistas, que amplíe la causa e investigue también estos delitos. “Los tribunales españoles no están juzgando ninguna causa de los represaliados del franquismo, se archivan todas las causas”, asegura Carmen Miguel, directora legal regional de Women’s Links.

Entre los delitos que sufrieron estas mujeres durante el franquismo figuran la violencia sexual, el robo de bebés, los abortos forzados, las purgas con aceite de ricino, humillaciones públicas y castigos y encierros en reformatorios y preventivos. “El régimen estableció que el ideal de mujer era sumisa, madre y esposa cuyo único objetivo vital era la maternidad”, declara Carmen Miguel.

Cárceles ocultas

Los reformatorios, gestionados por Carmen Polo y el Patronato de la Mujer, funcionaron desde los años cuarenta hasta mediados de los años ochenta. Eran cárceles ocultas para mujeres que ingresaban siendo menores de edad y permanecían retenidas hasta los 25 años, asegura el escrito. “Estaban sometidas a una reeducación férrea basada en el nacional catolicismo. Les daban la mínima comida posible y solo podían beber una vez al día, dormían en lugares sin calefacción. Las mujeres que han pasado por estos centros a día de hoy no han superado el trauma”, explica Carmen Miguel.

Era sencillo entrar, pero casi imposible salir. Según explica el escrito, las jóvenes eran obligadas a ingresar en estos centros, repartidos por todo el país, a causa de denuncias y redadas. A partir de ese momento su patria potestad quedaba en manos del Patronato. “Ha habido empresas importantes de este país que durante esa época que se han servido del trabajo gratuito de estas mujeres”, añade Carmen Miguel.
Pero además de los reformatorios, el Patronato también puso en marcha los preventorios entre los años 1945 y 1975. Camuflados como colonias infantiles para menores de bajos recursos para “recibir vacunas, comer bien y hacer ejercicio al aire libre” y así prevenir enfermedades, el régimen instauró centros donde los niños sufrieron malos tratos. “Era un régimen militar; nos quitaban todas nuestras referencias de identidad; pertenencias personales (…) y a partir de ahí empezaba lo que era la pretensión de esta gente (…) de formar una población general, una ciudadanía que no tuviese esa consideración y esa autovaloración como ciudadano, en obediencia, en resignación y en el terror (…) todo esto acompañado de insultos, vejaciones, malos tratos, abusos continuos”, dice Ángela Fernández. Un testimonio recogido en la querella.

La abogada explica que las víctimas han vivido estos hechos como una “experiencia vergonzosa” puesto que “se las estaba encerrando porque supuestamente estaban haciendo algo mal y no estaban haciendo nada mal”. “A todas las que tenían una aspiración diferente se las castigaba”, apunta la portavoz de Women’s Link.

Bebés robados

Además de los reformatorios y los preventorios, el Patronato de la Mujer ejerció una “práctica totalmente planificada de manera sistemática”: el robo de bebés. “Son niños que eran separados de sus madres mientras las madres cumplían pena de prisión. También hijos de madres que fueron robados y desaparecidos en hospitales públicos y niños desaparecidos en los reformatorios y en los preventorios”, afirma Carmen Miguel.

Según relata el escrito, en 1942 cerca de 9.000 niños estaban tutelados por el Estado, bien en escuelas religiosas o en establecimientos públicos dirigidos por las instituciones franquistas. Un año después la cifra ascendió a 12.042 menores. Entre 1944 y 1954 el Patronato de San Pablo se ocupó de distribuir en sus centros a más de 30.000 niños. Vallejo Néjara, psiquiatra de la órbita del régimen, elaboró estudios en los que trataba a los republicanos como “infra-personas, enfermos mentales o seres de una raza inferior”, explica la querella. “Contribuyó a justificar y alentar esta práctica. El robo se realizaba con la finalidad de entregar a los recién nacidos a familias afectas al régimen que no podían tener descendencia”, dice el escrito. Es más, un decreto impulsado en el año 1940 permitió que la pérdida de tutela a favor del Estado fuera un “trámite sencillo y arbitrario”. “Fue una práctica institucionalizada”, apunta Carmen Miguel.

Desde Women’s Link consideran que “ninguna causa que investigue las violaciones de derechos humanos” puede estar completa “si no se contempla los crímenes que se cometieron contra las mujeres por el hecho de serlo”.

https://www.estrelladigital.es/articulo/reporteros/reformatorios-franquistas-mujeres-adoctrinamiento-y-esclavitud

18 de abril de 2018

Estigmas sin fronteras.


Las mujeres son expulsadas de sus casas durante la menstruación en zonas de Nepal
 El mundo está plagado de mitos que estigmatizan la menstruación y que dificultan la vida de las mujeres y de las niñas. "En India es habitual que las mujeres no puedan entrar en la cocina o comer con la familia durante su menstruación, por ejemplo, debido a la creencia de que una mujer con la regla puede agriar la comida", explica Ina Jurga, de la organización especializada Wash United. En muchos lugares, las mujeres con regla tampoco pueden entrar en los templos religiosos.
"El resultado de esos tabúes y del silencio se traduce en una falta de conocimiento que no siempre es fácil de combatir", lamenta Jurga. En India, por ejemplo, el 50% de las niñas desconocía qué era la regla cuando les llegó por primera vez.
A estas complicaciones, ya de por sí graves, en los países económicamente menos desarrollados se suman los problemas económicos para acceder a compresas desechables o tampones (si es que estos últimos están disponibles), según explica Jurga. "Son demasiado caros", cuenta la experta, "y las adolescentes y las niñas tampoco disponen de las instalaciones sanitarias más básicas en las escuelas. Esto provoca que tengan que quedarse en casa si tienen la regla".
En los países más desarrollados, por su parte, se están empezando a dejar atrás los tabúes, el silencio y la vergüenza que rodean la regla. Cada vez se habla más abiertamente. En Reino Unido, por ejemplo, una intensa campaña pública colocó la menstruación en el debate político cuando cientos de mujeres salieron a la calle con pancartas y compresas simuladas para reclamar que se dejen de tasar estos productos de higiene (la llamada tampon tax, el impuesto más machista).
Miles de mujeres y niñas son expulsadas de sus casas cada mes por tener la regla. Son relegadas al campo, al patio o a los cobertizos destinados a los animales. Es el chaupadi —el aislamiento para menstruar—, una practica hindú que las obliga a abandonar el hogar y que es habitual en algunas comunidades del oeste de Nepal. Creen que si no alejan a las mujeres con la regla, el pueblo y la comunidad sufrirá una desgracia.
El Parlamento de Nepal ha tipificado este año como delito el aislamiento del chaupadi, que, pese a que la justicia nepalí lo prohibió en 2005, aún seguía dándose. Quien obligue a practicarlo puede ser castigado con una multa y pena de cárcel de hasta tres meses. Según el chaupadi, además, las mujeres tienen vetado tocar a los hombres o siquiera compartir su espacio. Tampoco pueden consumir lácteos. La superstición afirma que se cortarían con su solo contacto.

El aislamiento y la discriminación ha llevado a algunas mujeres hasta la muerte. En julio, una adolescente de 19 años de Dailek falleció tras ser mordida por una serpiente cuando estaba en el cobertizo para animales de su familia. Tenía la regla y se había visto obligada a pasar allí esos días. El año pasado, otra mujer falleció asfixiada porque la ausencia de ventilación en la caseta a la que había sido desterrada.
La práctica totalidad de los chefs de sushi son hombres. A la tradicional sociedad patriarcal y la pervivencia de los roles de género se suma en Japón una superstición relacionada con la regla. Son muchos los que todavía creen que la menstruación —enorme tabú también en el país asiático— influye en la preparación de alimentos.
El reputado chef Yoshikazu Ono, hijo y hermano de cocineros, lo explicó así en 2011 en una entrevista en The Wall Street Journal: "Ser profesional significa tener un sabor constante en la comida, pero debido al ciclo menstrual, las mujeres tienen un desequilibrio en su gusto, y es por eso que las mujeres no pueden ser sushi chefs". No es el único mito que mantiene a las mujeres alejadas de la profesión de itamae (chef de sushi): la creencia popular dice que las mujeres tienen las manos demasiado calientes. Por suerte, cada vez son más las mujeres que desafían estas creencias y se dedican a la cocina.
Japón, curiosamente, es uno de los pocos países que dispone de un permiso laboral por tener la menstruación. Se implantó en 1947, pero apenas se utiliza. Las japonesas afirman que usarlo las estigmatiza y empeora su posición en la empresa. Algunas ni siquiera saben que tienen ese derecho. En Corea del Sur existe un derecho similar que permite tomar un día libre, aunque las mujeres tampoco se sienten cómodas a la hora de solicitarlo a la dirección, en un porcentaje altísimo compuesta por hombres.
En Malawi las madres y los padres no hablan a sus hijos sobre la regla. Menstruar es allí top secret. Son las tías quienes, en todo caso, explican a las niñas cómo hacer compresas caseras, las instruyen para no hablar de la regla en público y no acercarse a los chicos, según cuenta Unicef. En Malawi, como en muchos lugares de África y Asia, las mujeres y niñas suelen usar compresas caseras, elaboradas con tela, ropas viejas o incluso hojas, debido al alto precio de las almohadillas industriales —alrededor de un euro por paquete, lo que las convierte en un producto de lujo en una de las economías más pobres del mundo— y a que no es tan fácil conseguirlas.
En los últimos tiempos, sin embargo, han empezado a surgir grupos con trabajadoras sanitarias que, como si fuera una actividad extraescolar más, enseñan a las niñas a hacer compresas caseras adecuadas y a mantener una correcta higiene reproductiva. Así, poco a poco, se van rompiendo los dañinos tabúes, explica la Agencia de Población y Desarrollo (Unfpa). Patricia Chabuka, profesora en una escuela del distrito de Salima, explica que enseñan a las niñas a utilizar las máquinas de coser para elaborar las almohadillas sanitarias más adecuadas. También las animan a no faltar a clase cuando tienen la regla.
En Ghana y otros muchos países africanos y asiáticos la falta de baños adecuados en las escuelas —y en algunos centros de trabajo—, así como el alto precio de las almohadillas desechables, obliga a las niñas a quedarse en casa cuando tienen la regla. Según Unicef, sólo el 23% de las escuelas en Ghana tiene una red de baños adecuada. Y lo mismo ocurre en Kenia, donde las compresas desechables, como en Malawi, son un producto prohibitivo. Un estudio de la Universidad de Duke estima que las niñas pierden en Kenia una media de tres días de clase por tener la regla, lo que se traduce en un perjuicio para su futuro y muchas veces termina por conducir al abandono escolar. En Ghana, Kenia y otros países, organizaciones como Femme International tienen programas para repartir copas menstruales, más accesibles económicamente y más sencillas de utilizar.
En muchas zonas de Afganistán se cree que lavarse la zona vaginal durante la menstruación puede causar infertilidad. Este mito, sumado a las dificultades para permitirse compresas y a la ausencia de materiales adecuados para elaborar almohadillas sanitarias en casa, genera importantes problemas de salud reproductiva, según alerta la Unfpa. En este país, como en muchos otros, la menstruación es un secreto vergonzoso, lo que agrava aún más el problema de las niñas y adolescentes que acaban de empezar con la regla y que no saben cómo desenvolverse.
Un informe de Unicef y el Ministerio de Educación afgano señala que más del 70% de las adolescentes afganas no se ducha cuando menstrúa y alrededor del 50% no sabía qué era la regla antes de tenerla por primera vez. "Las chicas no son capaces de tener la regla con dignidad, privacidad y seguridad", dice el informe, que cuenta, por ejemplo, que las adolescentes ni siquiera son capaces de vencer el tabú para pedir medicamentos contra el dolor menstrual.
Una creencia popular en algunas regiones de la Bolivia rural dicta que la sangre menstrual no puede mezclarse con otros residuos. Si se hace, puede provocar enfermedades o incluso cáncer a toda la comunidad. Es por eso, cuenta Unicef, que ha dedicado un proyecto especial al problema, que muchas niñas se guardan las almohadillas sanitarias durante todo el día en sus bolsos para tirarlas cuando llegan a casa. A pesar de los programas especializados, la falta de dispositivos especiales para dejar las compresas usadas hace que esta costumbre sea muy difícil de erradicar. Es por esto, y también porque la regla todavía está rodeada de un halo de vergüenza, que, en muchas ocasiones, se autoexcluyen de la escuela cuando están menstruando.

elpais.com/elpais/2017/11/09/actualidad/1510240864_380514.html





14 de abril de 2018

Mitos sobre las estadísticas de la economía informal.


Los mitos abundan en el campo de las estadísticas de la economía informal y van desde nociones de “no hay estadística alguna”, hasta  “las estadísticas no nos dicen nada”. Aquí hay respuestas para los mitos más comunes.
Mito #1: No hay estadísticas sobre la economía informal
Las estadísticas sobre la economía informal son un área relativamente nueva en la recolección de datos por parte de los institutos nacionales de estadística. Sin embargo, ha habido avances sustanciales en el desarrollo de estas estadísticas desde que en 1993 la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET) recomendóara una definición estadística del “sector informal”, y que en 2003, agregó una definición estadística de “empleo informal” que cubría al empleo tanto dentro como fuera del sector informal.
Los institutos nacionales de estadísticas están incluyendo la recolección de datos sobre empleo informal, definido como tal, en sus encuestas sobre la fuerza de trabajo, y lo hacen con el objetivo de informar el desarrollo de políticas. Tal vez el caso más notorio es el de México, que ha publicado información sobre empleo informal y su contribución regular al PIB, como un indicador económico clave. En 2011, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y WIEGO prepararon una base de datos sobre el empleo informal y el empleo en el sector informal incluyendo a alrededor de 50 países. Los datos sobre el empleo informal y el sector informal también están disponibles para esos y otros países a través de los institutos nacionales de estadística. La OIT y WIEGO han publicado conjuntamente dos ediciones (2002 y 2013) de Women and Men in the Informal Economy: A Statistical Picture, que reportan estas estadísticas; WIEGO también ha publicado un documento de trabajo con datos regionales actualizados.
Para asistir a los países en la planificación de encuestas sobre empleo informal, la OIT, el Grupo Internacional de Expertos sobre las Estadísticas del Sector Informal (conocido como el Grupo de Delhi) y WIEGO publicaron un manual, La medición de la informalidad: Manual estadístico sobre el sector informal y el empleo informal.
Mito #2: El “sector informal” se refiere a empleo que no es formal
Según la definición estadística internacional, el sector informal es sólo una parte del empleo que no es formal; la otra es el empleo informal fuera del sector informal.
La definición del sector informal de 1993 de la CIET captura un tipo de empleo informal: el que tiene lugar en empresas no incorporadas, que no están registradas o que son pequeñas. Sin embargo, también hay empleo informal fuera de las empresas del sector informal: en particular, todas las personas que no están cubiertas por la seguridad social a través de su trabajo, incluyendo a empleados de empresas formales, así como muchas trabajadoras del hogar, jornaleros ocasionales y todos los trabajadores familiares auxiliares no remunerados. La definición de la CIET de 2003 incluye al empleo asalariado informal fuera de las empresas informales, así como el empleo en el sector informal. Este concepto más amplio es denominado empleo informal y abarca todo el empleo que no es formal.
Mito #3: Las actividades económicas informales son tan diversas y varían tanto entre los países, que es imposible tener una definición estadística aplicable a todas
Los estándares y las definiciones internacionales descritos arriba reflejan la diversidad de situaciones en los diferentes países. Por un lado, son lo suficientemente amplios como para cubrir a todos los países; por el otro, dan flexibilidad al uso de las definiciones en diferentes contextos nacionales. Estas definiciones han sido aplicadas exitosamente en muchos países en desarrollo y ahora se intenta aplicarlas en los países desarrollados (vea Mito #5). Es importante que los investigadores usen estas definiciones acordadas internacionalmente para su trabajo, en lugar de formulaciones ad hoc. Sólo con la adopción extendida de las definiciones se producirá un cuerpo estadístico comprensivo de datos internacionales.
Mito #4: Las estadísticas nacionales sobre el empleo no incluyen a las personas que realizan trabajo en el hogar, a domicilio, en la venta ambulante o como recicladores de residuos
Las estadísticas sobre el empleo (por ejemplo, el número de mujeres en la fuerza total de trabajo) sí recogen información sobre la gente que trabaja en el hogar, a domicilio, en la venta ambulante y como recicladores, aunque a menudo de manera subestimada. El desafío estadístico no es tanto capturar a estos trabajadores como empleados, sino identificar la categoría específica de trabajo en la que laboran. Sólo una de estas ocupaciones ‒trabajadoras del hogar‒ es rutinariamente identificada como una categoría ocupacional en las estadísticas oficiales nacionales, y este grupo es a menudo subestimado y erróneamente clasificado.
En parte, el desafío se produce porque los arreglos de empleo informal generalmente son más difíciles de medir que los formales. Se requiere más de una pregunta, y los países pueden no estar incluyendo todas las preguntas necesarias. Por ejemplo, algunos países no incluyen preguntas sobre el lugar de trabajo, que es un indicador clave en la distinción de trabajadoras del hogar (“casa del empleador”), a domicilio (“en su propia casa”) y vendedores ambulantes (“espacios públicos”). También surgen desafíos de la necesidad de hacer suficientes preguntas y contar con suficientes categorías de respuestas para identificar a estos grupos. Las categorías de respuestas están basadas en clasificaciones nacionales e internacionales de industrias y ocupaciones que podrían no ser lo suficientemente detalladas como para especificar estas categorías. E incluso con una clasificación detallada, las tabulaciones producidas podrían no llegar al nivel de detalle requerido para especificar a estas categorías de trabajadores.
Dado que los países se ven presionados a producir datos con más frecuencia, o a realizar encuestas con fines múltiples en lugar de enfocarse exclusivamente en la fuerza de trabajo, los cuestionarios se acortan y el tamaño de la muestra se reduce. Esto limita aún más la posibilidad de tener datos sobre las categorías de trabajadores en la economía informal. Todos los usuarios y potenciales usuarios de estas estadísticas deberían presionar a los institutos nacionales de estadística para que produzcan estos datos.
Mito #5: La categoría empleo informal sólo aplica para los países en desarrollo
Inicialmente, la definición estadística de empleo informal se aplicaba sólo a los países en desarrollo. Sin embargo,  de manera creciente se está reconociendo que existen arreglos de empleo en los países desarrollados que encajan en esta definición, y que serían identificados como empleo informal en los países en desarrollo. Una parte importante de la fuerza de trabajo en los países desarrollados labora en el marco de arreglos con beneficios reducidos y acceso limitado a la seguridad social: trabajadores autoempleados por cuenta propia, empleados temporales (o a tiempo determinado), incluyendo trabajos por medio de agencias de trabajo temporal, bajo pedido o por contrato; y algunas formas de trabajo a tiempo parcial.
Muchos países desarrollados están recolectando datos para entender mejor estos cambios en los arreglos de empleo y su impacto en los trabajadores. Sin embargo, hay diferencias enormes entre los países, en los tipos de arreglos de empleo que cubren las encuestas nacionales, y pocos países recogen datos sobre todo el espectro de arreglos de empleo. Para impulsar las estadísticas sobre el trabajo informal y entender los cambios en el empleo en el mundo es importante tener una perspectiva completa de los arreglos de empleo tanto de los países desarrollados como de aquellos en vías de desarrollo.
En 2008, WIEGO lanzó una iniciativa para la clasificación y el análisis de todo el espectro de situaciones de empleo en los países desarrollados y en desarrollo. WIEGO continúa su trabajo a través de la participación en el Grupo de Expertos sobre la Medición de la Calidad del Empleo de la OIT, y en el Grupo de Trabajadores de la OIT, para revisar la Clasificación Internacional de la Situación en el Empleo.
Mito #6: El empleo informal es tan improductivo que no hay mucha necesidad de medir su contribución al PIB
El concepto de sector informal es tan nuevo para el sector de estadísticas laborales, como lo es para el campo de las finanzas nacionales. Los manuales más recientes con lineamientos para la preparación de las cuentas nacionales, el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993 y el de 2008, recomiendan que los países preparen estimaciones de la contribución del sector informal al Producto Interno Bruto (PIB) o al Valor Agregado Bruto (VAB). Muchos países lo hacen ahora.
Las siguientes estadísticas dan un ejemplo:
  • La contribución más alta es en los países de África Occidental. Por ejemplo, en Benín, Níger y Togo, el sector informal (excluyendo la agricultura) aporta más del 50% del VAB no agrícola.
  • En la India, la contribución del sector informal a la economía es del 46% del VAB no agrícola.
  • En Guatemala y en Colombia, es superior al 30% del VAB no agrícola.
Recientemente, México estimó la contribución de la totalidad del empleo informal (tanto dentro como fuera del sector informal) a la economía nacional. En julio de 2014, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó las primeras estimaciones de la contribución de la economía informal a la economía mexicana para los años 2003-2012. Durante ese periodo, el porcentaje del VAB aportado por la economía informal cayó sutilmente de aproximadamente el  27% a un todavía significativo 25%.

Por : Joann Vanek
http://www.wiego.org/blog/seis-mitos-sobre-