11 de septiembre de 2015

Sacerdotisas tribales preservan las semillas de mijo en India.


Un grupo de mujeres en el oriental estado de Odisha, en India, danza rítmicamente y ofrece una canción al dios del bosque a cambio de una cosecha abundante.
Con ollas de barro en la cabeza y sus criaturas espirituales a cuestas -una paloma y una gallina- parten a pie desde Kadaraguma, su pueblo situado en la cordillera de Niyamgiri, en el distrito Rayagada.
"Somos dongria kondhs. Nos vamos a morir sin nuestros cerros y semillas sagradas": sacerdotisa de Niyamgiri.
Pertenecientes a la tribu de los dongria kondhs, habitantes de los bosques que veneran a las colinas circundantes como la morada sagrada de su dios Niyam Raja, estas mujeres son sacerdotisas, conocidas en el dialecto local como "bejunis".
La ceremonia es la primera etapa de un viaje a un pueblo vecino para recoger una rara variedad de mijo, el alimento básico de la tribu de más de 10.000 habitantes.
En el pasado, el cereal resistente y de alto valor nutritivo se cultivaba en enormes extensiones de tierra en toda India. Aquí, en las colinas de Niyamgiri, los dongria kondhs creen firmemente en los beneficios del mijo y dedican partes de las laderas montañosas a su producción.
Sin embargo, en las últimas décadas el desarrollo industrial y minero en este estado rico en recursos minerales absorbió muchas hectáreas de tierra y relegó a un segundo lugar al cultivo resistente a la sequía.
Un programa público que subsidia al arroz también contribuyó con la merma en la producción y el consumo del mijo, para consternación de las comunidades indígenas que aseguran que su fuente local de alimentos no solo protege su salud, sino que también posee valor espiritual y cultural.
"Somos dongria kondhs. Nos vamos a morir sin nuestros cerros y semillas sagradas", afirma una de las sacerdotisas en diálogo con IPS.
Decididas a preservar el mijo, las sacerdotisas van de puerta en puerta, de pueblo en pueblo, alentando a sus pobladores a recuperar su singular patrimonio.


Un complejo ritual
"Cuando era niña, me enteré de que cosechábamos más de 30 variedades tradicionales de mijo", recuerda Dasara Kadraka, que con 68 años es la sacerdotisa más veterana de las 22 aldeas que colaboran en la preservación del cereal.
"Hace 10 años se había reducido a 11 variedades, y en la actualidad, solo se cultivan dos", añadió en diálogo con IPS.
Dasara es oriunda de Kadaraguma, una aldea de 31 casas que desempeña un papel fundamental en la recolección de las semillas, que consiste en un complejo ritual.
A pie, las sacerdotisas visitan aquellos pueblos que cultivan una variedad antigua de mijo. Las mujeres ofrecen la gallina y la paloma a la bejuni local y, a cambio, le piden cuatro medidas de semillas para llenar cuatro cestas de bambú, que se vierten en una tela blanca.
Las semillas se distribuyen luego en partes iguales entre cinco familias de la aldea de las sacerdotisas viajeras, para que las siembren en junio. Gracias a la lluvia, la cosecha resultante en diciembre equivale, en promedio, a 50 veces la cantidad de semilla sembrada.
Como pago, las sacerdotisas les entregan ocho canastos del cereal a sus vecinos, el doble de las semillas que recibieron al principio.
Las noticias sobre las variedades poco comunes de semillas se pasan de boca en boca. Miembros de la comunidad dom, vecina de los dongria kondhs, actúan de mensajeros.
Las visitas de los doms a localidades lejanas permitieron recientemente la preservación de dos especies de mijo en desaparición: el "khidi janha", emparentado con el sorgo, en el pueblo de Jangojodi, y una versión del mijo cola de zorra, llamado "kanga-arka", en la aldea de Sagadi.


Hábitos locales, dietas saludables
Hace 60 años el mijo ocupaba 40 por ciento de las tierras cultivadas con cereales en India. En la actualidad, esa cifra cayó a apenas 11 por ciento.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revela que la producción de mijo comenzó a descender con el cambio de milenio, y que los niveles en 2010 apenas superan los de 1990.

En Niyamgiri, las cifras son peores.

"El plan del gobierno que fomenta cultivos comerciales como el ananá, la cúrcuma y el jengibre en la comunidad dongria kondh invadió 50 por ciento de las tierras dedicadas al mijo en los últimos 15 años", aseguró Susanta Kumar Dalai, un voluntario del sector social que trabaja con la tribu.
Como el mijo crece bien en entornos adversos, prospera en condiciones de sequía y no requiere de riego más allá de la lluvia habitual, las comunidades rurales no se explican la decisión del gobierno que pretende limitar su producción.
El mijo también aporta altas cantidades de proteínas, vitamina B y minerales como magnesio, potasio, zinc y cobre a los pueblos tribales, y llena vacíos nutricionales que no se pueden complementar con otros alimentos más costosos.
La desnutrición en Niyamgiri es común, y el hambre extrema, que el gobierno mide según su referencia de una ingesta diaria de 2.400 calorías, alcanza a 83 por ciento de la población.
Los lugareños aseguran a IPS que las prácticas agrícolas tradicionales, como los cultivos mixtos y los hábitos alimenticios antiguos, podría resolver muchos problemas.
"Cuando teníamos más variedades de mijo sembrábamos hasta nueve cereales y lentejas diferentes en una parcela", explica Krusna Kadraka, de 53 años y jefe de la aldea de Kadaraguma.
Al momento de la cosecha, cada casa tenía varias "gulis" (cestas de bambú con capacidad de hasta 200 kilogramos) llenas de cereales.
Ahora que las variedades de cereales son remplazadas por monocultivos como el arroz, 27 de los 31 hogares del pueblo apenas cosechan dos gulis de granos al año en sus parcelas individuales de una hectárea.

El sistema de castas cerealero
Mankombu Sambasivan Swaminathan, un destacado genetista de 88 años, dijo a IPS que India desarrolló una "jerarquía de los granos", por la cual el arroz blanco un cultivo lucrativo para los empresarios que venden fertilizantes y una importante fuente de ingresos fiscales producto de la exportación- es considerado superior a los cultivos más tradicionales.
Ante la insistencia de Swaminathan, el mijo será incluido en el sistema público de distribución de alimentos, que entrega cereales subsidiados a dos tercios de los 1.200 millones de habitantes de India, alimentando a 820 millones de personas.
Aunque el sistema está plagado de corrupción, convirtió a grandes poblaciones rurales en consumidoras de arroz y relegó al mijo al lugar de grano "ordinario", destinado a convertirse en forraje para el ganado y no en alimento básico para los seres humanos.
Swaminathan subraya que no solo quiere que el gobierno de India reconozca al mijo, sino que pretende que la Organización de las Naciones Unidas dedique un año internacional a lo que él llama el "cultivo huérfano" porque, aunque antaño fue muy popular, ahora está abandonado por un sistema cada vez más globalizado e impulsado por las exportaciones.
Esa medida podría ser justo lo que necesita India, que tiene una de las tasas más altas de hambre en el mundo. Según la FAO, 194,6 millones de personas están "desnutridos" en este país.
La Organización Mundial de la Salud calcula que 1,3 millones de niños y niñas mueren de desnutrición cada año en India.

Por Manipadma Jena
http://www.ipsnoticias.net/2015/07/sacerdotisas-tribales-preservan-las-semillas-de-mijo-en-india/

4 de septiembre de 2015

Mujeres revolucionan manejo de la basura en isla nicaragüense.



Un grupo de mujeres pobres de Ometepe, una paradisiaca isla dentro del lago de Cocibolca, en Nicaragua, decidió dedicarse al reciclaje de su basura, en una iniciativa que no tuvo el éxito económico esperado, pero que inspiró a toda la comunidad a volcarse en la causa de mantener limpia esta reserva de la biosfera.
Todo comenzó en 2007. María del Rosario Gutiérrez recuerda que se interesó en el tema cuando vio en la televisión que personas que se dedicaban a recoger desechos de los basureros de Managua se peleaban entre sí por el contenido de sacos llenos de botellas plásticas, vidrio y metal.
¿Qué tanto podía valer la basura para que la gente llegase a herirse por ella?, se preguntó. Vivía una situación paupérrima, sobreviviendo ella y sus dos hijos con lo que cultivaba en una pequeña parcela de tierras comunales, en el municipio de Altagracia, y realizando trabajos esporádicos.
Una vecina, con quien habló del tema, recordó a Gutiérrez que en Moyogalpa, el otro municipio que compone la isla, una oficina se dedicaba a comprar metales, vidrios y botellas plásticas.
Averiguaron que en su comunidad había alguien que adquiría los materiales que le enviaban hoteles de la zona y luego de lavarlos, los mandaba a Managua para vender.
Y así comenzó esta mujer que ahora tiene 30 años su nueva actividad: todos los días salía a pie a recorrer grandes distancias con un saco al hombro donde iba echando los desechos encontrados en todos los confines de la isla.
Su vecina se entusiasmó y pasó a acompañarla, igual que otras amigas, todas en iguales condiciones de desempleo y pobreza. Comenzaron a recorrer los caminos en bicicleta para recuperar los desechos lanzados por los turistas y luego los vendían al acopiador de materiales.
"No era mucha plata (dinero), pero daba para la comida. Y como no teníamos empleo, no nos afectaba el tiempo que durábamos, aunque el trabajo era bien cansado al inicio", rememora Gutiérrez a IPS.
Ver a las mujeres recorriendo las calles, recogiendo basura y luego cargando grandes bolsas de desechos, se volvió una escena común a la que se iban sumando otras más.


El germen del cambio
Miriam Potoy, de la Fundación entre Volcanes, recuerda que la organización no gubernamental decidió respaldar a las mujeres recicladoras, comenzando por un grupo que pasó a hacer lo mismo en Moyogalpa.
"Inicialmente las apoyamos con equipos de seguridad e higiene, después con capacitaciones sobre manejo de desechos, de tratamiento del material y hasta en el uso diversificado de la basura, para que no solo la comerciaran, sino que aprendieran a hacer artesanías con los materiales, para venderlas a los turistas y obtener ingresos extras", rememora a IPS.
Admirados por su labor, otras instituciones y sectores también decidieron apoyarlas.
La alcaldía de Altagracia les entregó un espacio para acopiar y seleccionar los desechos, empresarios turísticos que antes separaban la basura para vender la reciclable, decidieron donarla a las mujeres, mientras empresas de servicios y alimentos aportaron equipos y asistencia.
La labor del grupo alcanzó tal solidaridad y cooperación, que la alcaldía obtuvo financiamiento para dotar por un tiempo a las mujeres con una remuneración de casi dos dólares diarios y de servicio de transporte gratuito para trasladar el material al muelle de donde zarpan los barcos hacia la ciudad de Rivas. De allí, la carga prosigue por carretera a Managua, distante 120 kilómetros.
"La comunidad valoró el trabajo de la mujeres no solo por el hecho mismo de que ayudaban a mantener limpia la isla, lo que indudablemente mejoraba la imagen para atraer al turismo, sino porque se reflejó en ellas un deseo intenso de superarse y mejorar sus condiciones económicas y de sus familias", analiza Potoy.
Y lo hicieron, "a partir de una actividad no tradicional, que rompía los moldes del papel que las mujeres han asumido históricamente en estas comunidades rurales y aisladas", detalla.
Francis Socorro Hernández, otra de las primeras recicladoras, cuenta a IPS que al comienzo "era penoso que la gente nos viera recogiendo desechos".
Pero tras recibir talleres de género, administración de microempresas y ambiente, "asumí que hacía algo importante y que peor era vivir en un ambiente contaminado y resignada a la pobreza, y se me fue la pena (vergüenza)", dice con una sonrisa.
Su labor se reforzó con otras iniciativas surgidas por su ejemplo. Una especial es la de Karen Paladino, oriunda de Alemania y con nacionalidad nicaragüense, directora de la organización comunitaria Educación Medio Ambiental de Ometepe, que trabaja con la niñez y los jóvenes de la isla en campañas de concientización ambiental.
Cuando conoció la labor de las recicladoras, motivó a los estudiantes y docentes de las escuelas a apoyar su causa, organizando desde entonces jornadas de limpieza y recolección de desechos que luego donan al acopio donde las mujeres clasifican los materiales.
La transformación en el manejo de la basura se da en un escenario paradisíaco: la isla de Ometepe, con sus 276 kilómetros cuadrados de naturaleza en medio de un lago de más de 8.624 kilómetros de agua dulce, el Cocibolca, también llamado Gran Lago de Nicaragua, en el occidente de este país centroamericano de 6,1 millones de personas.


No todo es éxito
El colectivo que dio comienzo a todo es la Asociación de Mujeres Recicladoras de Altagracia.
Antes eran 10, ahora quedan seis, que siguen con el trabajo de recoger todo el desecho posible con valor de reciclaje y sacarlo de la isla para Managua, donde se vende y les da un ingreso para la sobrevivencia familiar.
Gutiérrez cuenta que la misión ha sido difícil por el alto costo del transporte, la inseguridad laboral y el poco financiamiento para el proyecto.
"Apoyo siempre tuvimos, gracias a Dios, la alcaldía nos apoyó, algunos hoteles también, gente de la Unión Europea (UE) dio fondos para mejorar las condiciones del relleno sanitario", cuenta.
Pero "necesitamos más recursos para recoger y trasladar el material, procesarlo y sacarlo de la isla", explica.
La alcaldía de Moyogalpa, con apoyo de la UE logró mejorar los vertederos de los dos municipios insulares. Ahora existen en ambos unas galeras donde se trata la materia orgánica, recipientes para lombricultura, para hacer abono orgánico con base en lombrices, pilas acopiadoras de agua y un pozo para producir compost.
Los dos municipios entregaron a las recicladoras lotes de tierra para cultivos de autoconsumo, donde ellas cosechan verduras y granos para sus familias.
Con todo, el esfuerzo y solidaridad no bastó para mantenerlas unidas y algunas abandonaron la asociación.
Con el hundimiento internacional del precio del petróleo, el valor de los desechos también se vino abajo y las ganancias disminuyeron, lo que desalentó a algunas que volvieron a lo que hacían antes: combinar faenas agrícolas con trabajo en el servicio doméstico.
"Yo estaba muy comprometida en el trabajo de pepenar (recoger del suelo, en lengua náhuatl), pero de pronto sentí que el proyecto no iba bien y necesitaba alimentar a mi familia, así que me fui con mi marido a cultivar frijoles y verduras para tener más ingresos", explicó María a IPS, una de las que dejó el grupo.
"Pero igual, sigo recogiendo desechos y aunque ya no participe del colectivo se los dono a las compañeras", añade esta mujer que pidió no dar sus apellidos.
Cuando unas se fueron, otras se incorporaron. "Los desechos siguen viniendo, la cooperación a nuestra labor va a mejorar. Nuestras familias nos apoyan y nosotras estamos entusiasmadas", dice a IPS una de las nuevas, Eveling Urtecho.
Con el liderazgo de Gutiérrez, el apoyo municipal y el retorno del respaldo de la UE, las recicladoras confían en mejorar las condiciones económicas y del trabajo en breve.
A Ometepe (dos montañas, en lengua náhualt) ingresan anualmente en promedio 50.000 turistas y al menos 10 millones de toneladas de plástico, según cifras de organizaciones ambientales de la isla.
La asociación de Altagracia recoge mensualmente entre 1.000 y 1.200 kilógramos de ese plástico y parecida cantidad sus compañeras de Moyogalpa.
Hasta que las recicladoras comenzaron su revolución, en Ometepe la mayoría de los desechos terminaban en las calles, cauces y traspatios. Cuando llovía las corrientes los arrastraban al lago y ahí terminaban, sino no eran quemados antes a cielo abierto.

Por José Adán Silva
http://www.ipsnoticias.net/2015/09/mujeres-revolucionan-manejo-de-la-basura-en-isla-nicaraguense/

3 de septiembre de 2015

Dictadura, violencia política, sexual y la lucha de las mujeres.



El uso de la violencia material y simbólica contra las mujeres como elemento de dominación, trasciende la época o el contexto histórico en el que se viva o del que se hable.


Esta Comisión recibió el testimonio de 3.399 mujeres, correspondiendo al 12,5 %
de los declarantes. Más de la mitad de ellas estuvieron detenidas durante 1973. Casi
todas las mujeres dijeron haber sido objeto de violencia sexual sin distinción de
edades y 316 dijeron haber sido violadas. No obstante, se estima que la cantidad de
mujeres violadas es muy superior a los casos en que ellas relataron haberlo sido, por
las consideraciones anteriores y porque existen numerosos testimonios de deteni-
dos que señalan haber presenciado violaciones, cometidas en una gran cantidad de
recintos de detención.
La tortura sufrida por las mujeres menores de edad y por
aquellas que se encontraban embarazadas subraya la brutalidad ejercida y la gravedad
de las consecuencias que les han afectado. Cabe señalar respecto e estas últimas que
229 mujeres que declararon ante esta Comisión fueron detenidas estando
embarazadas y 11 de ellas dijeron haber sido violadas. Debido a las torturas sufridas,
20 abortaron y 15 tuvieron a sus hijos en presidio"

Informe de la Comisión Valech.
El uso de la violencia material y simbólica contra las mujeres como elemento de dominación, trasciende la época o el contexto histórico en el que se viva o del que se hable. En tiempos de pasividad se manifiesta en la violencia ejercida por hombres particulares hacia mujeres (como el caso de VIF o los femicidios y violaciones), o de mujeres particulares hacia otras mujeres, en la publicidad, la prostitución, en la desigualdad laboral y económica, en la legislación que atenta contra la autonomía de los cuerpos femeninos, etc.

Sin embargo esta realidad reviste más crudeza cuando en procesos de lucha de clases álgidos, como los ocurridos en los setentas con los cordones industriales, los piquetes de defensa obreros, las diversas maneras de organizarse en los barrios y poblaciones, surgen elementos que se transforman cualitativamente en cuestiones que fragmentan la estabilidad del orden impuesto. Todos estos sucesos e hitos en la lucha de los y las explotadas y oprimidas anunciaban el posible advenimiento de un nuevo sistema económico y social. Éste, que no logró transformarse en algo más que un "anuncio" pero que dejo enormes conquistas y lecciones, sólo logró ser barrido con la Dictadura.

La burguesía al ver amenazados sus privilegios políticos y económicos ante el avance consciente y organizado de las masas oprimidas y explotadas incrementa todos sus mecanismos de represión estatal, de esta forma, organizada en un gran aparato militar y de inteligencia, ideologizados en su nivel máximo en los valores irracionales que le son propios e inspirados en la supuesta superioridad de la clase social a la que representan, se manifestaron a través del golpe sin ninguna resistencia contundente de las masas organizadas. Valiéndose de todo tipo de violencia, le atribuyeron a ésta una doble operación,: en tanto es material y es histórica, mediante el terror, la muerte y la desaparición, desarticularon a las organizaciones de izquierda y a los organismos de autorganización de clase principalmente a los cordones industriales, pero también a los sindicatos y federaciones, a su vez, por otra parte, usaron la violencia como receta ejemplificadora contra personas por el sólo hecho de ser parte de la clase trabajadora, de los sectores del campesinado pobre o de las poblaciones, dentro de esta segunda operación, el uso de la violencia se transformó en un medio útil para restituir un antiguo orden material y simbólico, económico, social y cultural que se había viso amenazado poniendo en su lugar "histórico" a los sectores oprimidos específicos como las mujeres y la diversidad sexual.

Esto implicó ejercer sobre los cuerpos de las mujeres un tipo de violencia específica, la violencia sexual, pero esta vez abierta y manifiestamente como una variante de la violencia política. Es interesante, por decirlo menos, verlo de esta forma, porque sacando el repudio moral legítimo a las violaciones y prácticas brutales de centros de tortura especializados en torturas sexuales como el "venda sexy", en el que se practicaban desde violaciones colectivas hasta el uso de perros amaestrados; queda al desnudo un mecanismo que el patriarcado oculta bajo las formas democráticas de los Estados burgueses, pero que son latentes y se asoman cada vez que las masas y sus mujeres se ponen de pie: el 2011 dejó al desnudo los abusos sexuales por parte de carabineros a las estudiantes secundarias, y es que, como dijimos, esta violencia específica, no sólo es parte de las guerras y situaciones extremas, es parte estructural de la sociedad: en el mundo, el 25% de las mujeres son violadas en algún momento de su vida y entre un 25 y un 75% de las mujeres son maltratadas físicamente en sus hogares de manera habitual; pero en épocas de contrarrevolución o de guerras se exacerba, se hace institucional y de Estado, adquieren un carácter de clase, para reacondicionarnos a volver al rincón del cuál venimos y del cual estamos luchando por salir.

En Chile se estima que el número de víctimas de la dictadura de Pinochet supera las 40.000 personas, de ellas 3.065 están muertas o desaparecidas entre septiembre de 1973 y marzo de 1990. No olvidamos a las 75 mujeres detenidas desaparecidas y que dentro de ellas hubo nueve embarazadas.

El mismo Estado que hoy visibiliza la violencia, durante la Dictadura militar practicó de manera masiva las violaciones hacia las detenidas y otras aberrantes prácticas que hasta hoy solo se mencionan de manera somera en informes como el Valech o el Rettig. Un manto de silencio, que ha sido denunciado por diversas organizaciones feministas y de DDHH, se cierne sobre las cientos de ejecuciones de mujeres e incluso desapariciones de mujeres embarazadas, todos éstos: femicidios de Estado, de una clase hacia otra.

Ésta doble y triple violencia, de clase, violencia política y de género hacia las mujeres busca frustrar el proyecto de vida, quebrar cualquier resistencia, disciplinar nuestros cuerpos y mentes y acallar nuestra lucha contra el orden establecido.

En tanto la mujer sale al espacio público a luchar se buscan socavar su voluntad y castigarla material y simbólicamente por haber sobrepasado las fronteras de los roles que culturalmente les estaban asignados. Si a esto le sumamos que muchas de estas mujeres estaban comprometidas con algún proyecto revolucionario o en la construcción de una sociedad distinta, que estaban inmersas en los procesos de lucha de clases, ejerciendo incipientemente un doble poder en fenómenos como los cordones industriales que tenían directa incidencia en la economía del país, las razones para someterlas a castigos y todo tipo de violencia se incrementan "El control del cuerpo y la sexualidad de las mujeres se convierte en instrumento de venganza y de castigo. Venganza, porque en el marco de la ideología patriarcal que considera a las mujeres como objetos sexuales y depositarias del honor masculino y de la comunidad, la violación y la tortura sexual se consideran ataques contra los hombres del grupo enemigo" (Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual. "Feminismo y aborto" Violencia Sexual y Aborto. Conexiones necesarias. Chile, 2008).

Sin embargo; de esta brutal sombra que cayó sobre miles de personas y que barrió con todas las conquistas de los y las trabajadoras, en el miedo y el silencio que duró más de 10 años, nuevas convulsiones sociales comenzarían a agrietar el suelo de la Dictadura.

El nivel económico de las masas que se vio profundamente atacado debido a las políticas neoliberales, la privatización general de la economía, la nula intervención del Estado en la regulación económica, la apertura salvaje al saqueo imperialista, la subcontratación como práctica (que después consagraría Bachelet en una ley), hace que chile se hundiera en una grave crisis entre 1981 y 1982 alcanzando un nivel de desempleo entre un 25% y un 30% que afectaría principalmente a la juventud. En este contexto, y con la clase obrera golpeada y sus sindicatos controlados en gran parte por la Dictadura al punto de hacerse muy difícil su ascenso al nivel de los cincuenta, sesentas y setentas antes del golpe, una oleada de protestas se inician cuando el 11 de mayo de 1983 fue convocada la primera jornada principalmente por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) y apoyada por diversos grupos. Su magnitud sorprendió no sólo al gobierno, sino que a sus propios organizadores. Además nuevos sujetos como el poblador y la pobladora surgen como "oposición al régimen", dando una ferviente lucha por el pan y contra la represión estrechamente ligados a los nacientes organismos y organizaciones de DDHH. La Iglesia y partidos del ala democrática de la burguesía actuarían dirigiendo gran parte de éste surgimiento de la "oposición". La izquierda por su parte comenzaría un proceso de transformación y de adhesión a nuevas estrategias, surgirían grupos como el FPMR, surgirían nuevas alianzas políticas con partidos de la burguesía como la Alianza democrática y el Movimiento democrático popular. El horizonte de la revolución socialista era ya una añoranza, lo que primaba era la lucha por la recuperación de la Democracia formal del voto y el cese de la represión brutal, las variantes más a la izquierda en el fondo eran variantes del reformismo radicalizado en armas.

Los discursos reguladores de la Dictadura que ensalzaban a la mujer como procreadoras, defensoras del hogar, la moral y el modelo de la Dictadura: "guardianas del orden y forjadoras de la patria", y la introducción cultural-neoliberal de la figura de la mujer como consumidora por excelencia, mientras el hombre era el proveedor económico, constituían una brutal hipocresía tras la cual se escondían ejércitos de obreros cesantes o informales.

Frente a este panorama, las mujeres que ya habían comenzado a organizarse germinalmente después del golpe en aquellas organizaciones en torno a los presos políticos, y los DDHH, como Mujeres por la Vida, Mujeres Democráticas, y Mujeres de Chile, dan un salto cualitativo al empezar a plantearse como parte de un movimiento feminista como tal.

En 1978 Se realiza en Santiago el Encuentro Nacional de Mujeres, convocado por la Coordinadora Nacional Sindical, con 298 delegadas, que exigen se reponga el fuero maternal, las salas cunas, jardines infantiles, casinos en las empresas, jubilación a los 55 años, pago íntegro de salario durante el pre y post natal, recuperación de los niveles de atención médica y servicios de salud conquistados hasta septiembre de 1973. Son los años ochenta los de mayor actividad para los movimientos feministas, quienes abogaron por la caída del régimen dictatorial y por una democratización del país. Como referencia revisamos que en 1980 surge el CODEMU y en 1981 el Movimiento de Mujeres Pobladoras (MOMUPO) que agrupó varias comunas de Santiago.

En los ochenta se da un proceso de politización de la vida privada, inspiradas en la segunda ola del feminismo se difunde el lema "lo personal es político" y análogamente la consigna "democracia en el país y en la casa" de Julieta Kirkwood expresa el contenido y el sentir del movimiento de mujeres. Es decir, se visibilizaron varios problemas concretos de las mujeres, a partir de los cuales se teorizó sobre la opresión y desigualdad que vivía la mujer. Así como la izquierda perdía de horizonte la revolución socialista, las feministas que venían de sus filas se rearmaban en los movimientos de mujeres criticando legítimamente el machismo dentro de las organizaciones de izquierda en los que la máxima aspiración de una mujer, era secundar a una figura masculina. Estos agrupamientos feministas se centraban en la democracia como el único régimen garante de la lucha por su intereses y derechos. Se dieron fenómenos curiosos para nosotras, que hoy vemos al marxismo y al feminismo como una sola idea y lucha, como el de la doble militancia que era una salida habitual para aquellas mujeres que no veían integrarse sus demandas y problemas a la cotidianidad y las políticas de sus propias organizaciones.

La primera manifestación de mujeres en contra de la dictadura fue el 11 de agosto de 1983, mismo año en que se reorganiza con fuerza el MEMCH, movimiento como el SOMOS MÁS surgen al calor del nacimiento de las ONG’s que a medida que van profesionalizando la cuestión de la mujer, lentamente van generando mecanismos de cooptación del movimiento de mujeres que se caldeaba en poblaciones y barrios obreros, hacia una nueva institucionalidad que avizoraba la nueva democracia que los grandes poderes del FMI, el Banco Central y EEUU estaban pensando para todo Latinoamérica después de haber barrido con sangre golpista el ascenso de los explotados y oprimidos en el gobierno de sus propios destinos.

Acorde a esta tonada, se desarrolla el plebiscito nacional del 88, las militantes del movimiento feminista comenzaron a tener las más claras divisiones. Es así como surgen dos polos del movimiento feminista, por una parte aquellas organizaciones que buscaron la acción desde las organizaciones sociales en las que participaban con la intención de mantener el espacio que habían ganado en dictadura, y por otra parte, aquellas que en las puertas de la Democracia pactada, se aliaron con la Concertación de Partidos por la Democracia para diseñar sus programas y sus propias agendas. El futuro de esta estrategia lo vemos hoy en que, incluso en el segundo gobierno de Bachelet, seguimos arriesgándonos a morir o ir presas por abortos clandestinos, seguimos siendo el 70% de los subcontratados de este país, seguimos siendo el 60% de las jefas de hogares en situación de extrema pobreza y seguimos siendo absolutamente vulnerables ante los femicidios e, incluso, ante la violencia patriarcal y sexual de las fuerzas represivas como les ocurrió a las estudiantes el 2011 y el 2012.

Por su parte las feministas autónomas: la oposición por izquierda a esta alianza pactada, se mantuvieron en pequeños espacios en las poblaciones, sin poder evitar que las grandes agendas se discutieran en las alturas. Se creó el SERNAM, y así se desplegó la nueva democracia para ricos que consagró la herencia política y económica de la Dictadura y se volvió un asunto de tecnócratas el problema de la mujer, hoy presenciamos la creación de un Ministerio de la Mujer y el infructífero debate sobre el aborto bajo las 3 causales que se instaló a propósito de una incipiente rearticulación de un movimiento feminista y de mujeres que tras el 2011 y el 2012 volvió a tomarse las calles; aun así nuestra situación no registra ningún avance concreto desde la transición y sobre nosotras se siguen cerniendo los grilletes de la obra de Pinochet.

No podemos dejar de mencionar que la lucha de estas mujeres y el movimiento feminista de los ochentas fueron un factor importantísimo que configuró numerosas resistencias a un período profundamente doloroso e indignante, que muchas de estas mujeres fueron víctimas directas de la violencia y la tortura y que han sobrevivido para dotar al movimiento feminista de una memoria que es deber de todos mantener y para continuar junto con las nuevas generaciones una lucha por la verdad y el castigo a todos los responsables de la brutalidad dictatorial.

Sin embargo detrás de esa historia inmediata, hay algunas mujeres cuyo rostro es más difuso de ver tras el telón de la vuelta a la democracia, fueron las textiles de Yarur, las textiles de Tomé, las alimenticias de Soprole aquellas obreras de la historia que tuvieron por un momento en sus manos las riendas de nuestros destinos y de los suyos propios, aquellas mujeres que lucharon junto a sus hermanos de clase por destruir esta sociedad y levantar un nuevo orden sin clases sociales, sin explotación ni opresión, tal vez no representaban el sentir de las elaboraciones de las feministas como Julieta Kirkwood, pero sí contaban con una larga data de gérmenes de feminismo y lucha de clases, como el de las obreras anticlericales de principios del siglo XX y estaban en el corazón del proceso revolucionario más importante de este país durante los sesentas y setentas.

Hoy, después de haber vivido la lucha de la Juventud sin miedo el 2011, de estar inmersas en un clima en el que se alternan los escándalos de corrupción de las castas Penta y Soquimich, la avanzada reaccionaria de los camioneros, latifundistas y ultraderechistas con las luchas de la clase trabajadora y la juventud, en la que vibramos con la posibilidad de un nuevo despertar de los trabajadores quienes aún no pueden desplegar sus fuerzas a causa de dirigentes conciliadores como Bárbara Figueroa, Jaime Gajardo o Manuel Ahumada, el mejor aporte que podemos entregarle a las mujeres trabajadoras es la de conocer y aprender de su historia y la reactualización de las banderas que fueron borradas y sepultadas por el horror de la Dictadura, la reactualización de la lucha por retomar el control de la economía y la lucha por una república de trabajadores y trabajadoras a la vez que, como las feministas de los ochentas, nos organizamos en pos de nuestras demandas como mujeres, para no secundar a nadie en esa batalla en la que pondremos la vida y la convicción. Hoy estando de vuelta en un sistema democrático (de ricos y empresarios) creemos que el movimiento feminista verdaderamente emancipatorio se desarrollará bajo principios clasistas y revolucionarios, y que el horizonte por el socialismo mediante la revolución es la estrategia definitiva por la emancipación total de nuestras cadenas y que hoy, como tarea inmediata tenemos el desafío de echar abajo toda la herencia política y económica de la Dictadura, lo que sería el mejor homenaje a todas nuestras hermanas de género y clase caídas en la lucha.

Alicia Sepulveda
http://www.laizquierdadiario.cl/Dictadura-violencia-politica-sexual-y-la-lucha-de-las-mujeres