25 de mayo de 2014

Temporeras del agro, grandes excluidas de bonanza chilena.


Miles de mujeres rurales de Chile que trabajan como temporeras en la agricultura para la exportación, son foco de pobreza y desigualdad y de la desprotección laboral, pese a que su labor genera ganancias multimillonarias a la industria local.
En el año 2013, las exportaciones agropecuarias de Chile totalizaron 11.580 millones de dólares, pero la remuneración mensual de la mayoría de las trabajadoras por temporada del sector no superó los 380 dólares, equivalente al salario mínimo en este país sudamericano de 17,6 millones de habitantes.
Chile está catalogado por consultoras internacionales como uno de los 25 países con mayor crecimiento a nivel mundial y el segundo que más lo ha hecho en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que integra desde 2010 como el único país latinoamericano además de México.
Es también el país con mayores grados de formalidad laboral en América Latina y el Caribe, según la Organización Internacional del Trabajo.
Sin embargo, aún persisten aquí trabajos por día o por temporada, precarios y carentes de derechos sociales básicos.
"En Chile hay una gran cantidad de trabajadores, y de trabajadoras en particular, que se vinculan a espacios del mundo laboral que son precarizados porque tienen malos sueldos, carecen de estabilidad laboral o no tienen condiciones legales en las cuales amparar su trabajo, porque son tercerizados, subcontratados, etcétera", reconoció a IPS la ministra del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), Claudia Pascual.
Pero si a esa precariedad se le suma el ser mujer, residente en barrios precarios urbanos o en las áreas rurales, la realidad se vuelve aún peor, consideró la ministra.
"No es lo mismo ser mujer pobre, ser mujer mapuche, aymara, quechua; ser mujer rural, ser profesional o no serlo", añadió Pascual.
El trabajo de las y los temporeros chilenos se volvió un fenómeno masivo en la década de los 80, de la mano del auge de las plantaciones de fruta para la exportación.
"Entonces, se abrieron las puertas para el trabajo de mujeres asalariadas, que en principio fueron mujeres pobres, campesinas", explicó Alicia Muñoz, directora de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri).
"Pronto comenzaron a emigrar las mujeres de las ciudades hacia el campo, mujeres pobladoras que se transformaron en una mano de obra calificada y en líderes del trabajo asalariado del campo", completó en diálogo con IPS.
Actualmente, entre 400.000 y 500.000 chilenas y chilenos trabajan en la cosecha de frutas en cada temporada, que se extiende de septiembre a marzo. La mitad son mujeres y 70 por ciento de ellas trabajan sin contrato, según un estudio del Sernam.
Los productos agropecuarios son el segundo rubro de exportación de Chile, detrás del cobre.
En este país, los trabajos temporales los proveen principalmente empresas contratistas en los sectores de la minería, la construcción y la pesca, donde también existen contratos por día. Pero estudios y expertos coinciden en que son las mujeres temporeras de la fruta las más vulnerables, por la informalidad del trabajo y la ausencia total de beneficios sociales.
La directora de Anamuri sostiene que la cifra de trabajadores temporales para las zafras es superior a la oficial y que superaría las 700.000 personas, con alta presencia femenina, especialmente en el rubro frutícola.
"El trabajo de las mujeres es hoy en día la fruta. Ya no encontramos a las mujeres de las hortalizas, la huerta", señaló.
Los sueldos de los jornaleros para las cosechas prácticamente no subieron en dos décadas, pues los incrementos los absorbieron los "contratistas" intermediarios.
"Los salarios se estancaron hace muchos años, mientras que el costo de la vida crece muy rápido", alertó Muñoz.
Entonces, para reunir el dinero suficiente para sobrevivir los meses sin trabajo, hasta la siguiente cosecha, las mujeres deben "desdoblarse, haciendo dos turnos (unas 16 horas diarias), para ganar 800 o 1.000 dólares", explicó la dirigente campesina.
Como consecuencia, detalló, "tenemos trabajadoras desechables, que producto del cansancio y los pesticidas, a los 40 o 50 años están enfermas y sin poder trabajar".
Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la condición de temporera oscila entre la regularidad, de formas y ciclos, y la irregularidad, por lo inestable en la duración de la relación laboral. También varía entre la inclusión y la exclusión laboral.
En Chile el empleo de temporero no se elige, sino que se encuentra como única opción, añade la FAO, cuya sede regional está en Santiago.
"Terminan pobres y desgastadas por las enfermedades que las aquejan. La mayoría de las trabajadoras asalariadas son jefas de hogar, por lo que deben encontrar otro trabajo para solventar los meses que están alejadas de las cosechas", explicó Muñoz.
El representante regional de la FAO para América Latina, Raúl Benítez, afirmó a IPS que, cuando se analizan los patrones de la inseguridad alimentaria, "uno cae en la cuenta que las mujeres sufren de manera diferenciada este problema, más marcada".
Por esa razón, añadió, "venimos trabajando activamente con las distintas agrupaciones de mujeres y las distintas agrupaciones de la sociedad civil en estos temas".
Durante la campaña electoral que la devolvió a la Presidencia en marzo, Michelle Bachelet prometió que impulsaría la mejora de un controversial proyecto de un estatuto del trabajador temporero que, según las agrupaciones, busca institucionalizar la precarización laboral en el sector.
El proyecto surgió durante el primer mandato de Bachelet (2006-2010) y fue modificado por su sucesor, Sebastián Piñera (2010-2014).
Establecía, entre otros aspectos, la opción de llegar a un acuerdo entre el empleador y el trabajador, sin la necesidad de tener un sindicato, y no garantizaba por contrato los derechos sociales de las y los trabajadores.
"Ese estatuto lo rechazamos durante el primer gobierno de la presidenta Bachelet, porque no iba en la dirección en que nosotras lo habíamos planteado. En los últimos cuatro años, la cosa se puso mucho más fea, porque cambió el origen y pasó a ser más una necesidad empresarial que de trabajadoras y trabajadores", recordó Muñoz.
"Afortunadamente fuimos escuchadas por parlamentarios y políticos, y se fue quedando el estatuto en el camino", añadió.
Ahora, las organizaciones se alistan para participar en una nueva mesa de negociación convocada por el gobierno para resolver el problema de quienes trabajan por temporadas.
"Efectivamente, nos llamaron y nos vamos a sentar en la mesa para discutir el tema de forma integral, para que se deje atrás los intereses empresariales y se ponga por fin sobre la mesa las necesidades de las trabajadoras y los trabajadores de Chile", aseveró la directora de Anamuri.
Estas mujeres, trabajadoras, madres y, en muchos casos, único sostén de su hogar, pueden trabajar por dos o tres meses durante la temporada del verano austral, una labor que en el caso de los hombres ejercen casi exclusivamente los estudiantes; y por periodos más largos, de cuatro a ocho meses.
También existe la llamada "temporera falsa", que trabaja 10 u 11 meses para un mismo empleador, pero con uno o sucesivos contratos por obra o faena, lo que la deja fuera de cualquier indemnización al momento del cese de sus labores.

Por Marianela Jarroud
http://www.ipsnoticias.net/2014/05/temporeras-de-la-agroexportacion-excluidas-de-bonanza-chilena/

23 de mayo de 2014

Las mujeres en la política mexicana: una radiografía de la desigualdad de género.



El 10 de mayo en México está dedicado a celebrar a las mujeres en su rol de madres, pero más allá de observar un día que como señala Martha Lamas nació en contraposición al movimiento feminista mexicano iniciado en Yucatán a principios del siglo XX;[i] deberíamos preguntarnos sobre el papel de las mujeres en la sociedad actual, en especial en el terreno político en el que, si bien su participación ha crecido, aún resulta marginal.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas estimaba que en 2011 la población mundial superaba los 6,974 millones de personas,[ii] de los cuales el 50.4% eran hombres y el 49.6% eran mujeres.[iii] A pesar de esa relación, las mujeres representan una minoría en la política de todos los países del mundo. Así, a inicios de 2013, sólo 23 países (12%) de los 193 miembros de la Organización de las Naciones Unidas eran gobernados por una mujer, entre ellas destacan los casos de Dilma Rousseff en Brasil, Cristina Fernández en Argentina, Angela Merkel en Alemania, la reina Isabel II en el Reino Unido y Park Geun-hye en Corea del Sur.[iv] Para 2014, se estima que sólo 9 de 152 jefes de Estados son mujeres (5.9%) y 15 de 193 jefes de Gobierno pertenecen a dicho género (7.8%).[v]
De igual forma, en 2013 sólo el 22% de los escaños de los parlamentos de todo el mundo estaban ocupados por mujeres.[vi] Si bien esto supone un gran avance respecto a 1990, cuando sólo el 13% de las curules estaban en manos femeninas,[vii] revelan que el camino que falta por recorrer para lograr la paridad es aún enorme. Ruanda es el único país del mundo en el que el número de mujeres en la Cámara Baja (64%) es mayor al de los hombres; en Europa sobresale Andorra, donde el 50% de los escaños del parlamento le pertenecen a las mujeres; y en América Latina cabe mencionar el caso de Cuba, donde 299 curules (48.9%) de las 612 que integran la Asamblea Nacional del Poder Popular son ocupadas por mujeres.[viii] El resto del mundo se sitúa en niveles inferiores, así las mujeres representan en Japón el 8.1% de las curules de la Cámara Baja; el 8.6% de la Cámara Baja de Brasil; el 12.1% de la Cámara Baja de Colombia; y el 18.3% de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.[ix]
En México, aunque la diferencia entre el porcentaje de hombres y mujeres es muy parecida a la del mundo, la relación es inversa; así, de los más de 112 millones de habitantes registrados en el país en 2010, había 57.4 millones mujeres (51.2%) frente a 54.8 millones de hombres (48.8%).[x] En el mismo sentido, las mujeres representan el 51.5% del padrón electoral mexicano y los hombres el 48.5%.[xi]
Si bien hay más mujeres que hombres en el país, en el terreno político la situación no es muy diferente a la del resto del mundo. Como resultado de las elecciones de 2012, de los 500 escaños que componen la Cámara de Diputados, 187 mujeres fueron electas (37.4%), y de los 128 lugares de la Cámara de Senadores, 44 fueron ganados por mujeres (34.4%),[xii] lo que coloca a México, no obstante, como uno de los 20 países del mundo con mejor proporción entre hombres y mujeres en el parlamento.
Sin embargo, esta situación no es extrapolable a otros cargos públicos en el país, de esa forma México nunca ha tenido una mujer como presidenta; tan sólo cinco mujeres han sido candidatas a la presidencia, cuatro de ellas por partidos pequeños de izquierda: Rosario Ibarra en 1982, Marcela Lombardo en 1994, Cecilia Soto, en el mismo año, y Patricia Mercado en 2006. La quinta candidata es más reciente, Josefina Vázquez Mota fue postulada por el Partido Acción Nacional en las elecciones de 2012 y consiguió el mejor resultado que una mujer haya obtenido al concursar por el cargo, pues alcanzó más del 25% de los votos, lo que no evitó que quedará en tercer lugar de la contienda.
Por otra parte, en los últimos 32 años, sólo 23 mujeres han ocupado alguna de las secretarías de Estado y sólo 6 han formado parte del gabinete ampliado.[xiii] En la administración de Peña Nieto, de las 17 secretarías únicamente tres (17.6%) son encabezadas por mujeres: Rosario Robles en la Secretaría de Desarrollo Social, Mercedes Juan López en la Secretaría de Salud y Claudia Ruiz Massieu en la Secretaría de Turismo.[xiv]
En otros órganos de gobierno, de los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia, sólo dos son mujeres (18.2%): Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna Ramos;[xv] y de los 11 consejeros electorales del Instituto Nacional de Electoral, tres son del género femenino (27.3%): Adriana Margarita Favela, Alejandra San Martín y Beatriz Galindo.[xvi]
A pesar de los pobres resultados, podemos decir que se observa un ligero avance en los últimos años a nivel federal; sin embargo, en la política de los estados, la situación es aún peor, así en la historia de México, sólo 6 mujeres han ganado una gubernatura: en 1979, Griselda Álvarez (PRI) ganó el gobierno de Colima, convirtiéndose en la primera mujer gobernadora; en 1987, Beatriz Paredes (PRI) obtuvo el gobierno de Tlaxcala; en 1991, Dulce María Sauri (PRI) resultó vencedora en las elecciones para la gubernatura de Yucatán; en 1999, Rosario Robles (PRD) ocupó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas; en 2004, Amalia García (PRD) se convirtió en gobernadora de Zacatecas y finalmente, en 2007, Ivonne Ortega (PRI) ganó el gobierno de Yucatán.[xvii] En la actualidad, ninguna mujer está al frente de alguna de las 32 entidades federativas que integran el país.
Acercando más la lupa, en los municipios la situación es más grave. En 2012, de 2,451 municipios 2,290 (93.4%) eran gobernados por un hombre y tan sólo 161 (6.6%) por una mujer.[xviii] En cuanto a los congresos locales, el número de mujeres aumentó de 9.6% en 1991 a 23.6% en 2011, aún así sólo ocho entidades superaba el 30% de las mujeres en sus órganos legislativos estatales para ese año (Oaxaca, 35.7%; Chiapas, 35%; Campeche, 34.3%; Baja California Sur, 33%; Tamaulipas, Morelos, Zacateca y Veracruz, 30%).[xix]
La incursión de las mujeres en la vida electoral mexicana es reciente. En 1916 se organizó en Yucatán el Primer Congreso Feminista en el que, entre diversos puntos, se abordó el tema de la participación de las mujeres en la política. Así, en 1922 Yucatán fue la primera entidad en reconocer el derecho de la mujer para votar y ser votada, de esa manera, en las elecciones de 1923 tres mujeres fueron electas diputadas locales: Elvia Carrillo Puerto hermana del gobernador del estado, Felipe Carrillo Puerto-, Beatriz Peniche Ponce y Raquel Dzib; de igual forma, Rosa Torre fue electa regidora de Mérida.[xx] A Yucatán siguieron los estados de San Luis Potosí (1923), Chiapas (1925) y Tabasco (1925).[xxi]
Durante su mandato, Lázaro Cárdenas envío una iniciativa al congreso para reconocer a las mujeres como ciudadanas; sin embargo, fue rechazada, no sería sino hasta 1946 cuando los legisladores establecieron que la mujer tenía derecho a votar y ser votada, pero únicamente en las elecciones municipales, lo que entraría en vigor en 1947 durante el gobierno de Miguel Alemán Valdés. Finalmente, en 1953, en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, se establecieron los mismos derechos para hombres y mujeres, de tal suerte que las mujeres pueden, desde entonces, votar y ser votadas para cualquier cargo público en el país.
Si bien el voto a la mujer acaba de cumplir 60 años en México, la igualdad de derechos no ha repercutido automáticamente en igualdad de condiciones. De forma que el papel de la mujer en la política nacional ha sido marginado durante muchos años. Para solucionar esa situación, en 1993 se modificó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) con la finalidad de señalar que los partidos políticos debían promover una mayor participación de la mujer en la vida política; sin embargo, la acción se quedó en una simple recomendación. No fue sino hasta 1996 cuando se estableció que los partidos no deberían tener más del 70% de los candidatos del mismo sexo, aunque nuevamente, el hecho se quedó en un buen gesto, pues no se proponían castigos para quienes no cumplieran con él.[xxii]
En 2002, por primera vez, se estipuló que debería observarse el principio de 70%-30%, y que el partido o coalición que no lo siguiera estaría sujeto a diversas sanciones. Para 2007 se avanza en la proporción y se establece una cuota de 60%-40%.[xxiii] No obstante, las elecciones intermedias de 2009 estuvieron acompañadas del escándalo, cuando 8 diputadas electas para la LXI Legislatura, pidieron licencia tras su elección para dejar el cargo a sus suplentes hombres,[xxiv] lo que reveló que las «juanitas» habían estado en las listas electorales sólo para cumplir con la cuota fijada por las autoridades. Debido a ello, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, emitió sentencia en noviembre de 2011 y estipuló que todas las candidaturas del 40% minoritario deberán tener como suplente a alguien del mismo género.[xxv]
Con estos hechos, México ha logrado avances en los últimos años, pero pigmeos para el tamaño del reto. En las elecciones de 2012, el IFE tuvo que regresar todas las listas de candidatos a los partidos, pues salvo Nueva Alianza, el resto no había cumplido con la cuota de género.[xxvi] En 2013, la administración de Peña Nieto como parte de la reforma política, envío una iniciativa al Congreso para que la proporción de candidaturas para las elecciones legislativas subiera a la proporción de 50%-50%,[xxvii] lo que finalmente fue aprobado y promulgado en enero de 2014.
Si bien México ha logrado avanzar paulatinamente en la inclusión de las mujeres en la vida política mediante la creación de un marco jurídico que asigne cuotas de género para el acceso a los cargos públicos, el número de mujeres que hoy están en dichos puestos es reducido, de forma que aún se presenta como un reto importante construir una sociedad en el que el papel de la mujer tanto en el plano social, como en el político sea reconocido por todos los mexicanos.


Héctor E. Herrera Capetillo
http://blog.cuadrivio.net/2014/05/las-mujeres-en-la-politica-mexicana-una-radiografia-de-la-desigualdad-de-genero/

20 de mayo de 2014

Mujeres Indias recolectoras de excremento.



Más un millón de parias trabajan actualmente recogiendo excrementos a mano en India. El 98% son mujeres.
Cuando cumplió trece años, la india Sudhira, hoy de sesenta, se casó en su aldea. Ese día recibió una "herencia en vida"por parte de su suegra: una canasta de bambú, una pala, una escoba y 60 casas para limpiar. A partir de ese momento, el empleo de Sudhira consistió en limpiar a diario las heces de las personas de la villa.
"La primera vez que tuve que retirar la caca con las manos, el olor fue tan horrible que me hizo vomitar", cuenta en un reportaje con la periodista brasileña Patricia Campos Mello, publicada en Folha.
47 años después, ella continúa limpiando excrementos. Se levanta a las 07.00 y comienza su ronda. En la primera casa, va hasta el fondo del terreno, donde está el "baño": un agujero en el suelo de muy escasa profundidad y a cielo abierto, rodeado por una pared baja de ladrillos.
Lógicamente, el lugar huele muy mal. En medio de una nube de moscas, Sudhira se agacha, retira los excrementos con la pala, que sostiene en las manos sin usar guantes. Luego recoge un poco de tierra, hojas y cenizas y las coloca sobre las heces. El bolo resultante es arrojado dentro de la cesta, que ella transporta sobre su cabeza. En ocasiones, el contenido del canasto escurre.
Sudhira recibe en cada casa 20 rupias (unos 30 centavos de dólar) y un pan roti, alimento similar a las tortillas mexicanas. Limpia cuatro letrinas al día y, en otras diez casas, retira la basura y los excrementos de los animales. Nadie la toca, ya que ella es considerada como "contaminada".
En un país que se ha convertido en una potencia económica, que posee armamento nuclear y que ha sido capaz de enviar un cohete a Marte, cerca de 600.000 personas hacen sus necesidades al aire libre, en el monte o baldíos. Asimismo, unos 15 millones utilizan las denominadas "letrinas secas" que -tal como se describe líneas arriba- no son más que pozos a cielo abierto donde la familia hace sus necesidades. Estas letrinas son luego limpiadas por personas de la casta de los dalits o "intocables. El 98% de los recolectores de excremento son mujeres.
La inmundicia recogida de las letrinas se arroja en cualquier parte, forma montañas malolientes en los campos y baldíos. No hay recolección de residuos, y menos una que se encargue de esa clase de deshechos.
Según datos del Banco Mundial, una de cada diez muertes en la India -unas 780.000 personas al año- se debe a falta de saneamiento básico.
En junio de 2011, el entonces Primer Ministro, Manmohan Singh, dijo que la actividad de recolectar excrementos manualmente era "una de las mayores manchas en el proceso de desarrollo de India", y prometió erradicar esa práctica al final de ese mismo año.
El gobierno aprobó en 1993 y 2013 leyes que prohíben esas labores, pero el avance hacia su cumplimiento real es lento.
"El gobierno debería incrementar la fiscalización e imponer castigos más severos para quienes empleen recolectores de heces", afirma Bezwada Wilson, coordinador del SKA, un movimiento nacional para la eliminación de esa tarea manual.

Vergüenza
Una de las contradicciones más escandalosas es que, pese a las prohibiciones, el mayor empleador de recolectores de excremento es el sistema ferroviario.
Se trata nada menos que de 178.000 vagones, cada uno cuatro baños, en los que no existe ningún tratamiento de residuos. Los deshechos caen directamente sobre las vías, y allí va el recolector a limpiar.
"Mi hermano trabajó durante 18 años limpiando caca en las vías. Se avergonzaba de ello, y le decía a su esposa que trabajaba en minas de oro", relata Wilson.
"las vías férreas indias son la mayor cloaca a cielo abierto del mundo", admite Jairam Ramesh, ministro de Desarrollo Rural del país. "Todos los trenes comprados ahora vienen equipados con baños químicos y estamos adaptando los más viejos, pero lleva tiempo", dice.
Además, el gobierno entrega partidas de 10.000 rupias -cerca de 200 dólares- para que las familias construyan baños con pozo negro. Según Ramesh, desde comienzos de 2013 hasta hoy, se construyeron en el país unos seis millones de estos baños.
Por otra parte, no se trata sólo de un tema de salud, sino también de seguridad. Según un relevamiento realizado en el Estado de Bihar, 400.000 mujeres podrían haberse salvado de ser violadas si tuvieran baños en sus casas. Esto se debe a que el 40% de las violaciones suceden cuando las mujeres salen al descampado para hacer sus necesidades.
Sin embargo, no basta mejorar el saneamiento para eliminar la recolección manual de excrementos. Es necesario entrenar a los recolectores para que puedan desempeñarse en otra actividad.
La Sulahb International, por ejemplo, enseña a 400 recolectores de Rajastán y Uttar Pradesh a coser, hacer carteras, alfombras y bordados, además de brindarles ayuda financiera.
"Cuando comencé a trabajar con los ‘intocables' hace 40 años, fue una revolución. En mi familia, (perteneciente a la casta Brahma o superior) todo el que tocara a un dalit tenía que beber luego orina de vaca para purificarse", recuerda Bindeshwar Pathak, fundador de la organización, y diseñador de un inodoro de bajo costo.

"Nadie contrataría a los parias o intocables para tareas más calificadas, como cocinar o tareas domésticas. Por eso los entrenamos, explica Wilson.
El sistema de castas siempre está presente, y se espera que unos cumplan su supuesto karma en esta vida: limpiar la caca de los otros", concluye.

http://www.montevideo.com.uy/noticiacanalmujer_234725_1.html

16 de mayo de 2014

En el mundo árabe, la mujer todavía camina dos pasos atrás del varón.



 

En buena parte del mundo árabe, la participación de las mujeres en la fuerza laboral es la más baja del planeta, según la ONU, y es raro encontrarlas en la política en Medio Oriente y el norte de África.
Tal vez una de las pocas excepciones sea Argelia, dijo Lakshmi Puri, directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres.
Esa nación del norte de África alcanzó la masa crítica de 30 por ciento de mujeres en el parlamento, mientras que Arabia Saudita les ha dado la bienvenida en el Consejo de la Shura.
De todos modos, el promedio regional de mujeres legisladoras apenas supera 12 por ciento, por lo que el mundo árabe está muy lejos del promedio mundial, ya bajo, de 20 por ciento, según cifras de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Ante la consulta de si esto se debe a factores culturales o religiosos, Puri dijo a IPS que "no es fácil señalar una sola causa para la baja participación de las mujeres en la fuerza laboral y en la política en el mundo árabe y, más ampliamente, en todo el mundo".
Según ella, no hay duda de que arraigados estereotipos de género y normas sociales que perdonan la discriminación contra las mujeres desempeñan un rol negativo, pero subrayó que también hay que tener en cuenta otros factores.
Entre ellos, por ejemplo, el acceso a la educación y la calidad de la misma, las oportunidades para conciliar la vida profesional o política con las responsabilidades familiares, la estructura general del mercado laboral y la prevalencia de la violencia contra las mujeres.
Cuando representantes de organizaciones femeninas se reúnan la semana próxima en Nueva York, uno de los muchos asuntos a plantear ante la Comisión de la ONU sobre el Estatus de la Mujer será la baja participación de ellas en la fuerza laboral y en la vida política y social en todo el mundo.
La Comisión, que celebrará sus sesiones anuales entre el 10 y el 21 de este mes, es el principal organismo político intergubernamental sobre igualdad de género y promoción de los derechos de las mujeres
Este año, sus reuniones se centrarán en los desafíos y logros en la implementación de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, especialmente para las mujeres y las niñas.
"No debemos dar por sentado que la baja participación en los espacios públicos político y económico se debe a valores culturales o religiosos ‘arraigados’", dijo Sanam Anderlini, cofundadora de la Red de Acción por la Sociedad Civil (ICAN) e integrante del Centro para los Estudios Internacionales del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en diálogo con IPS.
"No hay duda de que la cultura y la religión desempeñan algún rol, pero el hecho es que en los últimos 30 años, y particularmente en la última década, hemos visto una creciente marea de fuerzas muy conservadoras en la región en gran medida apoyadas por los propios gobiernos regionales que están promoviendo una agenda regresiva en relación a las mujeres", añadió.
Anderlini dijo que no hay que olvidar que Egipto tuvo un movimiento feminista en el siglo XIX.
Puri hizo una lista de varios factores que perjudican a mujeres y niñas.
Entre ellos destacó los códigos familiares y sistemas paralelos tradicionales, tanto legales como de justicia, que les niegan a las mujeres los derechos de propiedad y herencia, les impiden el acceso a recursos productivos, sancionan la poligamia y los matrimonios precoces, y las ponen en desventaja ante el matrimonio y el divorcio.
Al mismo tiempo, es esencial abordar las interpretaciones negativas de la religión o la cultura que no solo condonan sino que también perpetúan los mitos sobre la desigualdad inherente entre hombres y mujeres y justifican la discriminación de género.
"Como hemos señalado en ONU Mujeres, junto con muchas organizaciones religiosas y de otro tipo, la igualdad entre mujeres y hombres fue defendida hace siglos en la región árabe", dijo Puri.
Además, gobiernos y demás actores, entre ellos la sociedad civil, tienen que implementar un entorno que permita aumentar la participación de las mujeres en todas las esferas de la vida, planteó.
Anderlini señaló a IPS que en el mundo árabe, como en cualquier otra parte del planeta, siempre hay diferentes fuerzas culturales que operan en simultáneo: las conservadoras y las progresistas.
Pero en el mundo árabe, las fuerzas conservadoras buscan eliminar o desacreditar los logros obtenidos en el pasado.
"Les gusta asociar ‘derechos femeninos’ con inmoralidad y occidentalización. Se trata de una agenda política clara que se fomenta y no debemos sucumbir a la noción de que es ‘cultural’ o ‘religiosa’", dijo Anderlini, quien el año pasado fue nombrada al frente del Grupo de Trabajo sobre Género e Inclusión de la Red de Desarrollo Sostenible para la agenda económica posterior a 2015 de la ONU.
También señaló que el Islam reclama iguales derechos a la educación para mujeres y hombres, así como una igual paga y el derecho femenino a la herencia y la participación en la vida pública.
"Lo que se propaga son interpretaciones extremas del Islam que pueden estar arraigadas en países como Arabia Saudita, pero que son más nuevas para Egipto, Túnez o Líbano", advirtió.
Ante la consulta de cómo puede promoverse la participación femenina en el mundo árabe, Puri dijo a IPS: "Como en cualquier otra parte, lograr promover la participación de las mujeres en las esferas política, económica y social en los estados árabes requiere intervenciones a múltiples niveles".
Primero, es necesario implementar una reforma de las constituciones y leyes, así como de los sistemas legal y judicial tradicionales, y crear un entorno político propicio, basado en las normas e instrumentos internacionales sobre derechos femeninos, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y la Plataforma para la Acción presentada en 1995 en Beijing.
Este entorno no solo debería permitir, sino también alentar a las mujeres a participar en la fuerza laboral y en la vida pública.
Debería incluir medidas especiales temporales, como cuotas en todas las instituciones públicas. Educación, capacitación y creación de habilidades también es esencial.
En la fuerza laboral, conciliar las responsabilidades familiares con la vida profesional es algo que debe abordarse, pues las mujeres todavía asumen la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados en el hogar, dijo Puri.
Esto debe incluir prácticas y disposiciones efectivas en materia de licencia por maternidad, así como cuidados infantiles baratos y accesibles y otras estructuras de cuidados, e incentivos para que hombres y niños jueguen un rol mayor en las tareas domésticas, como una licencia paternal obligatoria, sostuvo.
El entorno político también debe centrarse en prevenir la violencia contra las mujeres en el hogar, así como el acoso en los lugares de trabajo y los espacios públicos, a fin de que tanto ellas como las niñas no teman ninguna repercusión negativa por participar en la vida pública.
Segundo, dijo Puri, tiene que producirse un cambio vertical desde las bases.
"Esto significa cambiar las arraigadas mentalidades patriarcales, y apartarse de actitudes y creencias que se centran en el rol reproductivo de las mujeres (para pasar a) los roles femeninos productivos y públicos".

Por Thalif Deen
http://www.ipsnoticias.net/2014/03/las-mujeres-todavia-estan-rezagadas-en-el-mundo-arabe/
http://ecopolitica.net/en-el-mundo-arabe-la-mujer-todavia-camina-dos-pasos-atras-del-varon

15 de mayo de 2014

La guerra no declarada contra las mujeres y las niñas.


Hasta la semana pasada era obvio (y no por ello mayoritariamente reconocido) que vivíamos una guerra no declarada contra las mujeres y las niñas. Los datos, aún parciales y aproximados -cuando hablamos de violencia contra las mujeres nunca tenemos datos exactos-, lo demuestran: existen en todo el mundo entre 113 y 200 millones de mujeres demográficamente desaparecidas. Cada año, entre 1.5 y 3 millones de mujeres y niñas pierden la vida como consecuencia de la violencia o el abandono por razón de su sexo; 6.000 niñas al día sufren la ablación del clítoris, alrededor de 600.000 mujeres mueren cada año al dar a luz y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), otras 47.000 fallecen todos los años como consecuencia de abortos inseguros y en malas condiciones de salubridad. Como publicó hace años The Economist, "cada periodo de dos a cuatro años, el mundo aparta la vista de un recuento de víctimas equiparable al Holocausto de Hitler".

Las conclusiones del primer informe mundial sobre violencia realizado por la OMS, "Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud", califican la violencia de género como "epidemia" y señalan afecta a un tercio de las mujeres en el mundo. En Europa, el Informe sobre violencia contra las mujeres realizado por la Agencia de los derechos fundamentales de la Unión Europea cuantificó que en el último año, 13 millones de mujeres sufrieron violencia física en los 28 estados miembros, 3,7 millones fueron violadas y nueve millones de mujeres fueron víctimas de acoso. A lo largo de su vida, 62 millones de europeas, es decir, una de cada tres, ha sufrido violencia física o sexual -la encuesta recoge datos a partir de los 15 años, así que se queda fuera toda la violencia sufrida por las niñas-.

La semana pasada, Aboubakar Shekau, el líder de Boko Haram, el grupo que secuestró hace ya más de un mes a 234 niñas nigerianas, hizo explícita esta declaración de guerra delante de las cámaras. El video se ha visto en todo el mundo. El tipo se alía nada menos que con Alá para escenificar todos los ingredientes de esta guerra: las muchachas son suyas, puede hacer con ellas lo que quiera; el secuestro es un castigo -lo merecen- por estudiar, por pretender tener una vida propia lejos de los mandatos de sumisión, lo que no impide que sean violadas porque el "honor" y la "castidad" que se les exige a las niñas no tiene nada que ver con lo que Alá les exige a ellos. Son moneda de cambio en el conflicto político que vive Nigeria y valen tan poco que indistintamente se las puede vender, esclavizar, abusar, intercambiar o convertir a una fe que no profesan. Es decir, cualquiera se puede apoderar de la voluntad de las niñas porque a las únicas a las que no les pertenece es a ellas mismas.

Ante esta declaración pública, obscena y desafiante del líder de Boko Haram, ante la demostración de que son prisioneras de una guerra que va más allá del conflicto nigeriano, que es una guerra contra los derechos humanos de estas niñas a las que se les niega incluso el respeto a su cuerpo y el acceso a la educación, ha habido una tardía pero global reacción de la sociedad civil y un tibio y de momento ineficaz movimiento de los gobiernos, incluido el de Nigeria. Al presidente Goodluck Jonathan no parece que le importen mucho incluso ahora, presionado por la comunidad internacional, sólo le oímos excusas sobre la dificultad de la misión de rescatarlas. Sería la primera vez que un ejército o las fuerzas internacionales se movilizan para defender los derechos humanos de mujeres.

Podemos cerrar los ojos y seguir ignorando esta guerra que asesina, viola y destruye la vida de millones de mujeres en el mundo pero ya es hora de dejemos de creer los mitos y las ideologías dogmáticas que defienden que la desigualdad entre hombres y mujeres es natural, histórica y, en consecuencia, irremediable. Ya es hora de trabajar para construir un mundo habitable también para las mujeres, un mundo donde las niñas tengan el derecho a vivir sin violencia y a recibir educación y, también, ya es hora de trabajar para educar a los niños dándoles la oportunidad de hacerse hombres no violentos.

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