5 de enero de 2016

El impacto de la migración sobre la mujer.



La migración es un tema complejo y para poder entender tal complejidad en su totalidad es necesario señalar los diferentes tipos de migración, tal como la migración interna, internacional, temporal, permanente, legal, ilegal, voluntaria y forzada. Es también importante entender las diferencias geográficas de la migración ya que las razones para migrar pueden variar de región en región y de país en país. Además existe la dimensión de género de la migración – ya que de 200 millones de migrantes internacionales, la mitad son mujeres – y el impacto, las influencias y también las experiencias de la migración pueden ser diferentes para las mujeres y para los hombres.
En algunos casos las mujeres migrantes eligen desplazarse pero la mayoría son forzadas a dejar sus regiones o países debido a la pobreza, falta de oportunidades, conflicto, persecución, degradación ambiental o desastres naturales que afectan su seguridad y su forma de vida.
Las mujeres que eligen migrar experimentan la migración de una manera distinta a las mujeres que son forzadas a migrar y el impacto sobre las familias y comunidades que las mujeres dejan atrás puede variar dependiendo de las razones por las cuales ellas han migrado. La migración también puede tener un impacto emocional y psicológico sobre la mujer cuando ellas migran solas y dejan atrás a sus familiares e hijas/os. Las mujeres que migran tendrán que empezar una nueva vida en su país de destino, pero si son deportadas, a lo mejor tendrán que dejar a sus hijos, son enseres, y su hogar, que con tanto sacrificio han creado. Muchas veces sus hijos son dados en adopción a otras familias y esto es una violación a sus derechos humanos.
En general, la migración tiene un impacto sobre la posición social y el papel de la mujer. Es evidente que las mujeres que eligen migrar demuestran que se integran y se adaptan mejor a su región o país de destinación. Sus experiencias pueden ser positivas y benefíciales, mientras que aquellas que son forzadas a migrar pueden tener una experiencia negativa, dolorosa e incluso traumática. Ya sea una elección o no, la experiencia de la migración sigue siendo un desafío en términos del idioma, el clima y las diferencias culturales, junto con la falta de leyes y reglamentos apropiados para proteger los derechos de las mujeres migrantes.
Las mujeres que son capaces de encontrar empleo en la región o país de destinación pueden experimentar un elemento de independencia económica y de empoderamiento, lo cual no siempre es el caso en sus países de origen donde valores culturales tradicionales o falta de empleo, familias mas extensas etc. obligan a las mujeres a depender económicamente de sus parejas o maridos. También se puede decir que la desigualdad de género en sus países de origen puede ser un factor poderoso en conducir a las mujeres a migrar especialmente cuando se tiene expectativas económicas y políticas que no se pueden realizar en sus países. Como consecuencia, esta situación puede conllevar a cambios en las relaciones y en las dinámicas de la familia, ya que parejas o maridos rehúsan o son incapaces de aceptar o adaptarse a los cambios en donde las mujeres tienen un ingreso considerable o sean las encargadas de mantener a la familia. Este cambio en el papel y las responsabilidades de las mujeres podría ser una señal de empoderamiento pero también puede conllevar a una presión adicional para las mujeres, quienes tienen que balancear las responsabilidades familiares, los quehaceres domésticos, trabajos de cuidado y la aseguración de estabilidad financiera, lo que incrementa el volumen de su trabajo substancialmente.
El papel tradicional de género en cuanto a la posición de la mujer en la sociedad también puede determinar el tipo de trabajo que las mujeres pueden hacer, lo cual puede conllevar a trabajos mal remunerados tal como trabajos domésticos. El peligro con estos trabajos es que las mujeres migrantes pueden volverse aisladas y mas vulnerables al abuso por parte de los empleadores y en algunas ocasiones se les impide ejercer sus derechos como trabajadoras. Además, las mujeres que son admitidas como trabajadoras se concentran comúnmente en ocupaciones ‘femeninas’ como enfermeras, niñeras, trabajadoras de limpieza y asistentes de servicio al cliente de poca remuneración.
Como las mujeres son definidas al entrar a un país también puede afectar sus derechos sociales y privilegios, incluyendo la capacidad de obtener de una manera rápida la ciudadanía legal. Estudios han demostrado que las mujeres más a menudo que los hombres son negadas la ciudadanía completa. Sin embargo, las leyes y reglamentos de inmigración del país de destinación influyen la migración de las mujeres y los hombres de diferente manera. Las políticas de migración de los países de recepción implícitamente asumen un estatus de ‘dependiente’ para las mujeres y un estatus de migrante ‘independiente’ para los hombres. Las mujeres son muchas veces clasificadas por su relación con los hombres con quienes migran.
Otro aspecto muy importante de la migración son las remesas enviadas por mujeres migrantes a sus familias en sus países de origen lo cual puede ser una fuente de ingreso de los hogares muy importante. Informes del Banco Mundial para el 2004 indican que las remesas recibidas por países en vías de desarrollo equivalen a unos 126 mil millones de dólares americanos, casi el doble de la cantidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y aproximadamente el 75 por ciento del total de la inversión extranjera directa. Lamentablemente, no hay datos basados por género que muestren las contribuciones de las mujeres a estas remesas, pero hay evidencia de que en algunos países esto es significante. Por ejemplo, en el caso de los dominicanos trabajando en España, hasta un 78 por ciento de todas las remesas fueron enviadas por mujeres, a pesar de que ellas representan solo el 61.4 por ciento de los migrantes.
Un grave impacto de la migración de la mujer es la fuga de talento en los países de origen cuando migran enfermeras, parteras y doctoras. Mientras que la Organización Mundial de la salud (OMS) recomienda una proporción de 100 enfermeras por cada 100,000 habitantes, en algunos países de África la proporción ha bajado a 10 por cada 100,000 habitantes. Al mismo tiempo, en algunos países Escandinavos la proporción llega hasta un 2,000 enfermeras por cada 100,000 habitantes.
Una cuestión de gran preocupación es el tráfico de mujeres y niñas quienes están atrapadas en la prostitución forzada y otras formas de explotación las cuales son una forma de esclavitud moderna.

http://www.socintwomen.org.uk/es/resolutions/20091120-santodomingo-imw.html