23 de abril de 2014

Catar, un infierno para las empleadas domésticas.


Amnistía Internacional denuncia que en Catar, sede del Mundial 2022, las trabajadoras domésticas extranjeras están desprotegidas frente a abusos recurrentes como la explotación laboral y la violencia de sus empleadores.
Desde hace varios años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) viene proponiendo la adopción de una regulación vinculante que permita garantizar los derechos laborales de las empleadas y los empleados domésticos en todo el mundo. Sin embargo, es poco lo que se ha avanzado en esa materia. También en América Latina, las personas contratadas por familias para que se ocupen de los quehaceres del hogar cumplen a menudo sus tareas bajo muy malas condiciones de trabajo.

Las jornadas largas, los sueldos bajos, la escasa cobertura de seguridad social y el incumplimiento flagrante de las normas laborales son circunstancias que millones de empleadas domésticas conocen muy bien. Amnistía Internacional se ha propuesto arrojar luz sobre este tema, llamando la atención hacia la situación de los trabajadores domésticos en Catar, el emirato que será sede del Mundial de Fútbol 2022.

"Condiciones de trabajo muy duras"

Un informe publicado este martes por la organización de derechos humanos denuncia que en Catar, las trabajadoras y trabajadores domésticos extranjeros están desprotegidos frente a abusos recurrentes, como la explotación laboral y la violencia física y hasta sexual de sus empleadores. Aunque ese país ya había sido duramente criticado por las condiciones de trabajo en las obras de construcción de los estadios para el Mundial 2022, todo apunta a que otro infierno se esconde tras las puertas de los suntuosos hogares cataríes.

"Las condiciones de trabajo de las empleadas del hogar son muy duras", señala Regina Spöttl, conocedora del acontecer catarí, recordando los testimonios de las 52 mujeres consultadas para el estudio más reciente de Amnistía Internacional, titulado Mi sueño es mi pausa: con jornadas semanales de hasta cien horas y pocos días libres, estas trabajadoras sólo descansan cuando duermen. Spöttl está consciente de que 52 personas es una muestra pequeña, pero el informe en cuestión no solo está basado en encuestas y entrevistas.

Jurisprudencia discriminatoria

Las estadísticas provistas por las embajadas de los países de origen de los empleados domésticos dejan claro que los abusos registrados no son casos aislados, sino tendencias preocupantes: a los servicios consulares llegan docenas de quejas cada semana. Y desde 2013, una fundación catarí que lucha contra el tráfico de personas recibe entre doscientas y trescientas quejas por teléfono cada mes. Cifras adicionales fueron ofrecidas por los ministerios cataríes del Trabajo y de Asuntos Interiores.

sMás de 130.000 extranjeros –unas 84.000 mujeres y alrededor de 48.000 hombre, en su mayoría del sudeste asiático– trabajan en Catar como empleados de limpieza, cocineros, niñeras, choferes privados o jardineros. Y cabe destacar que las familias que los contratan no son solamente cataríes, sino también estadounidenses, europeas, asiáticas y africanas. Lo que propicia los abusos cometidos contra los trabajadores en Catar, independientemente del trasfondo cultural de quienes los perpetran, es la jurisprudencia vigente en ese país de la península arábiga.

Fomentando el abuso de poder

Agencias especializadas prometen condiciones de empleo atractivas para persuadir a personas de distintos orígenes de viajar a Catar. Pocos inmigrantes pueden entender los contratos porque están escritos en árabe y, en cuanto llegan a Catar, la "Ley de Patrocinio" local –vigente también en otros Estados árabes– le asigna un fiador. Por lo general, ese patrocinador es el empleador.

Así comienza una relación de dependencia que fomenta el abuso de poder en el sitio de trabajo. Sin la autorización del fiador, el inmigrante no puede cambiar de empleo ni abandonar el país.

Si el inmigrante osa cambiar de patrón, incurre automáticamente en un delito. No está demás mencionar que la posición jurídica de los trabajadores domésticos extranjeros en Catar es muy débil: aunque en ese país existe una Ley del Trabajo que le garantiza al empleado su derecho a quejarse de quien lo contrata, esta regulación no rige para quienes laboran en el hogar. Es por eso que Amnistía Internacional exige que se abola o se enmiende la "Ley de Patrocinio" aludida y que la Ley del Trabajo sea válida también para los empleados domésticos.

Reformas necesarias

La organización de derechos humanos también demanda que las mujeres que huyan de sus empleadores no sean criminalizadas y que la violencia en el hogar sea penada por la ley. El trato discriminatorio que se le da a los trabajadores extranjeros en Catar y otros países del Golfo Pérsico no es algo que Amnistía Internacional haya descubierto ahora. Esta organización ha denunciado esa situación en otras oportunidades, pero la comunidad internacional no ha ejercido presión política suficiente sobre sus respectivos Gobiernos.

Incluso después de que la prensa mundial diera a conocer las condiciones infrahumanas bajo las que se laboraba en las obras de construcción de los estadios para el Mundial 2022, éstas no mejoraron mucho. "Se redobló el número de inspectores para que se cercioraran de que se cumpliera la Ley del Trabajo en las construcciones. Ese es un paso delante, pero no es suficiente", critica Spöttl, agregando con un dejo de escepticismo que el Gobierno de Catar ya recibió el informe de Amnistía Internacional y prometió analizar la situación de las empleadas y los empleados domésticos extranjeros.
http://www.espectador.com/internacionales/289635/catar-un-infierno-para-las-empleadas-domesticas