20 de mayo de 2014

Mujeres Indias recolectoras de excremento.



Más un millón de parias trabajan actualmente recogiendo excrementos a mano en India. El 98% son mujeres.
Cuando cumplió trece años, la india Sudhira, hoy de sesenta, se casó en su aldea. Ese día recibió una "herencia en vida"por parte de su suegra: una canasta de bambú, una pala, una escoba y 60 casas para limpiar. A partir de ese momento, el empleo de Sudhira consistió en limpiar a diario las heces de las personas de la villa.
"La primera vez que tuve que retirar la caca con las manos, el olor fue tan horrible que me hizo vomitar", cuenta en un reportaje con la periodista brasileña Patricia Campos Mello, publicada en Folha.
47 años después, ella continúa limpiando excrementos. Se levanta a las 07.00 y comienza su ronda. En la primera casa, va hasta el fondo del terreno, donde está el "baño": un agujero en el suelo de muy escasa profundidad y a cielo abierto, rodeado por una pared baja de ladrillos.
Lógicamente, el lugar huele muy mal. En medio de una nube de moscas, Sudhira se agacha, retira los excrementos con la pala, que sostiene en las manos sin usar guantes. Luego recoge un poco de tierra, hojas y cenizas y las coloca sobre las heces. El bolo resultante es arrojado dentro de la cesta, que ella transporta sobre su cabeza. En ocasiones, el contenido del canasto escurre.
Sudhira recibe en cada casa 20 rupias (unos 30 centavos de dólar) y un pan roti, alimento similar a las tortillas mexicanas. Limpia cuatro letrinas al día y, en otras diez casas, retira la basura y los excrementos de los animales. Nadie la toca, ya que ella es considerada como "contaminada".
En un país que se ha convertido en una potencia económica, que posee armamento nuclear y que ha sido capaz de enviar un cohete a Marte, cerca de 600.000 personas hacen sus necesidades al aire libre, en el monte o baldíos. Asimismo, unos 15 millones utilizan las denominadas "letrinas secas" que -tal como se describe líneas arriba- no son más que pozos a cielo abierto donde la familia hace sus necesidades. Estas letrinas son luego limpiadas por personas de la casta de los dalits o "intocables. El 98% de los recolectores de excremento son mujeres.
La inmundicia recogida de las letrinas se arroja en cualquier parte, forma montañas malolientes en los campos y baldíos. No hay recolección de residuos, y menos una que se encargue de esa clase de deshechos.
Según datos del Banco Mundial, una de cada diez muertes en la India -unas 780.000 personas al año- se debe a falta de saneamiento básico.
En junio de 2011, el entonces Primer Ministro, Manmohan Singh, dijo que la actividad de recolectar excrementos manualmente era "una de las mayores manchas en el proceso de desarrollo de India", y prometió erradicar esa práctica al final de ese mismo año.
El gobierno aprobó en 1993 y 2013 leyes que prohíben esas labores, pero el avance hacia su cumplimiento real es lento.
"El gobierno debería incrementar la fiscalización e imponer castigos más severos para quienes empleen recolectores de heces", afirma Bezwada Wilson, coordinador del SKA, un movimiento nacional para la eliminación de esa tarea manual.

Vergüenza
Una de las contradicciones más escandalosas es que, pese a las prohibiciones, el mayor empleador de recolectores de excremento es el sistema ferroviario.
Se trata nada menos que de 178.000 vagones, cada uno cuatro baños, en los que no existe ningún tratamiento de residuos. Los deshechos caen directamente sobre las vías, y allí va el recolector a limpiar.
"Mi hermano trabajó durante 18 años limpiando caca en las vías. Se avergonzaba de ello, y le decía a su esposa que trabajaba en minas de oro", relata Wilson.
"las vías férreas indias son la mayor cloaca a cielo abierto del mundo", admite Jairam Ramesh, ministro de Desarrollo Rural del país. "Todos los trenes comprados ahora vienen equipados con baños químicos y estamos adaptando los más viejos, pero lleva tiempo", dice.
Además, el gobierno entrega partidas de 10.000 rupias -cerca de 200 dólares- para que las familias construyan baños con pozo negro. Según Ramesh, desde comienzos de 2013 hasta hoy, se construyeron en el país unos seis millones de estos baños.
Por otra parte, no se trata sólo de un tema de salud, sino también de seguridad. Según un relevamiento realizado en el Estado de Bihar, 400.000 mujeres podrían haberse salvado de ser violadas si tuvieran baños en sus casas. Esto se debe a que el 40% de las violaciones suceden cuando las mujeres salen al descampado para hacer sus necesidades.
Sin embargo, no basta mejorar el saneamiento para eliminar la recolección manual de excrementos. Es necesario entrenar a los recolectores para que puedan desempeñarse en otra actividad.
La Sulahb International, por ejemplo, enseña a 400 recolectores de Rajastán y Uttar Pradesh a coser, hacer carteras, alfombras y bordados, además de brindarles ayuda financiera.
"Cuando comencé a trabajar con los ‘intocables' hace 40 años, fue una revolución. En mi familia, (perteneciente a la casta Brahma o superior) todo el que tocara a un dalit tenía que beber luego orina de vaca para purificarse", recuerda Bindeshwar Pathak, fundador de la organización, y diseñador de un inodoro de bajo costo.

"Nadie contrataría a los parias o intocables para tareas más calificadas, como cocinar o tareas domésticas. Por eso los entrenamos, explica Wilson.
El sistema de castas siempre está presente, y se espera que unos cumplan su supuesto karma en esta vida: limpiar la caca de los otros", concluye.

http://www.montevideo.com.uy/noticiacanalmujer_234725_1.html