30 de agosto de 2013

Reparación de víctimas de la violencia no llega en Perú.



Una mujer ayacuchana de 65 años busca a su hijo entre círculos formados por miles de pequeñas piedras grisáceas. Cada una de ellas, que caben en una mano, lleva tatuado el nombre de una víctima inocente de los años de enfrentamiento en Perú entre las fuerzas de seguridad del Estado y las guerrillas izquierdistas.
"¡Aquí está mi hijito, aquí está!", grita la mujer explotando en llanto. Su hijo desapareció hace 30 años, nunca encontró sus restos, una prenda, un rastro. Solo hoy esta piedra.
Se llama Venicia Ávalos y llegó a Lima desde Ayacucho para participar en las actividades de conmemoración por los 10 años de la presentación del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), que investigó los crímenes perpetrados en el marco de la represión, entre 1980 y 2000, a las organizaciones guerrilleras Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru.
La CVR calculó que en ese lapso hubo más de 69.000 víctimas, la mayoría quechuhablantes.
Pero Ávalos no está sola. Decenas de familiares de las víctimas de las regiones más golpeadas por la violencia de esos años llegaron el miércoles 28 a Lima para reiterar principalmente dos demandas: reparaciones integrales y efectivas, y la búsqueda de los detenidos desaparecidos.
Son dos enormes deudas que aún el Estado no ha logrado atender de manera satisfactoria, remarca la resolución defensorial 162 que acaba de publicar la gubernamental Defensoría del Pueblo.
Hasta marzo, el Estado cumplió con entregar las reparaciones individuales a solo 37 por ciento de las 78.000 personas registradas para recibir este beneficio, mientras que en reparaciones colectivas se avanzó en 33 por ciento, según cifras oficiales.
En la búsqueda de desaparecidos, el trabajo sigue más lentamente. Hasta abril se recuperaron 2.418 cuerpos de los sitios de entierro, de los cuales apenas 1.371 fueron entregados a sus familiares.
"Si consideramos que en 10 años se han recuperado unos 2.000 cuerpos, a este paso se necesitaría en el mejor de los casos unos 80 años para recuperar a las 16.000 víctimas que el Estado calcula (que están en los sitios de entierro) de manera subestimada", señala el libro "Los muertos de Ayacucho", de la no gubernamental Comisión de Derechos Humanos (Comisedh).
Uno de los lugares donde se congregaron el miércoles las víctimas que buscan precisamente a sus muertos fue el Memorial "El Ojo que Llora", donde Ávalos halló la piedra con el nombre de su hijo, Rigoberto Huamaní Ávalos.
Este espacio cuenta con un laberinto de cantos rodados y una roca instalada al centro, con un ojo insertado que lagrimea sin cesar al mismo tiempo que discurren los episodios de horror, la tristeza, los reclamos y la impotencia de los sobrevivientes.
"Compañeros del colegio de mi hijito ya son profesores, así también podía ser él. Ya tienen sus familias, así también podría estar mi hijo", declaró Ávalos a IPS.
Rigoberto era su primogénito. En 1983, las fuerzas de seguridad se lo llevaron de su escuela junto a su maestro y otros compañeros, narró la madre llena de rabia y a quien le parece una burla haber recibido 10.000 soles (3.600 dólares) de reparación.
"¿Esa plata vale mi hijo?", preguntó esta madre integrante de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados y Desaparecidos del Perú (Anfasep), que hace 30 años se fundó en Ayacucho para exigir la búsqueda de las víctimas. Preciamente, la CVR existió en respuesta al reclamo de estas mujeres.
Los familiares exigen que el gobierno cumpla con entregar como reparación económica individual el equivalente a 30 UIT (Unidad Impositiva Tributaria), es decir 39.000 soles (unos 13.900 dólares) por cada víctima.
Isabel Coral, quien fue la secretaria ejecutiva de la Comisión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) y se encargó de conseguir en 2011 este compromiso del gobierno, dijo a IPS que ese monto de reparación fue un acuerdo al que llegó directamente con el presidente de Perú, Ollanta Humala.
"Le expliqué a Ollanta que la violencia había sido tan atroz para estas personas, que se les había quitado todas sus estrategias para rehabilitarse y desarrollarse solos, que se necesitaba una reparación integral, efectiva y con urgencia", relató.
Coral contó que aceptó redactar el capítulo referido a las reparaciones del plan de gobierno de Humala, a cambio de que cumpliera con las víctimas si asumía el gobierno, como ocurrió. Pero hoy no "hay voluntad política" ni se actúa de manera "consecuente" y se ha optado por repartir el dinero en "gotas", advirtió.
Cada familia de la víctima recibe 10.000 soles que debe repartirse entre sus miembros: esposa o esposo, y los hijos. Pero la aplicación de las normas varía en cada caso.
Enviciana Huancahuari perdió en la masacre de Lucanamarca (distrito de la región centroandina peruana de Ayacucho) a su mamá, a su esposo y a una hermana. A su vez, otras hermanas perdieron a sus esposos.
Ella es un eslabón de una cadena de desapariciones. Tiene 64 años y solo ha recibido 5.000 soles porque debe cumplir los 65, según la ley, para que le den la otra mitad del dinero.
El dinero que le entregaron a Huancahuari ya se repartió entre sus cinco hijos. Cada uno recibió 1.000 soles (357 dólares) que ya se esfumaron. Ella no recibió nada, refirió. "¿Sin comer vamos a estar? ¿Mi mamá (muerta) es una vaca? ¿Es un toro para que nos den 5.000 soles?", cuestionó ante IPS.
El presidente de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Afectados por la Violencia Política (Conavip), José Sayán, explicó a IPS que las 14 organizaciones de familiares que representa exigen la modificatoria del decreto 051-2011, que plantea la reparación de los 10.000 soles por víctima y que fue aprobado por Alan García en su segundo gobierno de 2006 a 2011.
Coral aseguró que en diciembre de 2011 presentó una propuesta para que el Poder Ejecutivo modifique el decreto con la aprobación de 11 ministerios, pero la cartera de Economía y Finanzas trabó la iniciativa.
Hasta ahora la modificatoria sigue congelada. Sayán y otros dirigentes se reunieron este miércoles 29 con los parlamentarios para que impulsen el tema.
Por su parte, Rocío Paz, representante de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, señaló a IPS que el gobierno ha avanzado en el plano normativo pero no en su implementación.
El interino defensor del Pueblo, Eduardo Vega, dijo que hay un "estancamiento" y un "retroceso" en las acciones de justicia y reparación. El presidente de Comisedh, Pablo Rojas, expresó la misma desazón, pero también rescató que la participación de los familiares en el décimo aniversario del informe de la CVR reafirma "la necesidad urgente de políticas públicas" para ellos.
En respuesta, el secretario ejecutivo de CMAN, Adolfo Chávarri, dijo el jueves 29 a la agencia oficial Andina que con este gobierno hay más avances que con el anterior, y que el apoyo no solo es económico sino que se otorgan becas educativas y se brinda acompañamiento psicológico a los familiares en la entrega de los restos de las víctimas.
Pero doña Austuñaupa, quien perdió a su padre durante el conflicto, en la selva central de Satipo, reclamó no haber recibido nada hasta ahora. Tiene los ojos brillantes de tristeza y de ira. Asegura que una promesa ya no es suficiente.

Por Milagros Salazar
http://www.ipsnoticias.net/2013/08/reparacion-de-victimas-de-la-violencia-no-llega-en-peru/

15 de agosto de 2013

La dura vida de los niños trabajadores de Nepal.



Al verla jugando con sus amigas, Maya Lema parecería ser como cualquier otra niña.

Sin embargo, hasta el año pasado, la pequeña nepalí de 12 años tenía una existencia completamente distinta, obligada a trabajar agotadores turnos de 16 horas en una fábrica de alfombras de Katmandú, la capital de Nepal.
El sufrimiento de Maya empezó en 2011 cuando, con 10 años, llegó a la ciudad para visitar a su tío. Difícilmente sabía que su tío la obligaría a convertirse en uno de los 1,6 millones de niños trabajadores que hay en el país.
Durante el siguiente año, en vez de ir a la escuela, debió trabajar todos los días desde las 4 de la mañana hasta las 8 de la noche, prácticamente sin descanso.
Como Maya, Yangzee Sherpa, de Taplejung, también fue forzada a trabajar a corta edad. La niña dijo que su abuelo la trajo a la capital para trabajar porque su familia necesitaba dinero.
"Mi padre era alcohólico y mi madre no podía cuidarme", dijo la muchacha de 12 años. "No sé por qué me mandaron a trabajar mientras mis hermanos iban a la escuela".

Los niños trabajadores de Nepal
Pese a que el trabajo infantil está prohibido en Nepal, se estima que 1,6 millones de niños de entre cinco y 17 años están en la fuerza laboral, según el Informe Nacional de Trabajo Infantil.
Un 75% de ellos son menores de 14 años. La mayoría son niñas.
Los niños trabajadores son una postal de las calles de Katmandú, sea limpiando platos en restaurantes locales o como conductores del transporte público de la ciudad.
Varios están empleados en las industrias de alfombras, de la construcción o textil, o en hogares privados como empleados domésticos.
Los empleadores suelen percibir el vínculo como una relación de beneficio mutuo, ofreciéndoles a los niños alojamiento y educación y un salario para sostener a sus familias, dijo Krishna Hari Pushkar, directora general del Departamento de Trabajo de Nepal.
Pese a que la ayuda doméstica de menores de edad está definida como explotación infantil, parte de un acuerdo entre los niños, sus padres y los empleadores, aseguró Pushkar, para luego referirse a esta situación como una "adopción social".


Rescatadas de la fuerza laboral
Mientras miles de niños continúan trabajando como proveedores de sus familias, Maya y Yangzee han tenido suerte. Fueron rescatadas por la Fundación Goodweave, una organización no gubernamental que trabaja para erradicar la explotación infantil dentro de la industria de las alfombras.
Hoy viven junto a otros más de 30 niños, todos menores de 14 años, en el hogar de tránsito que la fundación tiene en Katmandú.
En un día común en este establecimiento, los niños conversan, juegan y asisten a clases. Pero cuando se sientan y cuentan su pasado, un doloroso silencio se apodera de la sala.
Pese a que la Constitución garantiza los derechos del niño y que Nepal se ha suscripto a convenciones internacionales sobre la materia, la aplicación de la ley es débil. Según el Plan Maestro Nacional contra el Trabajo Infantil, el país aspira a barrer con esta realidad para el año 2020.
En un discurso reciente durante el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, Hanna Singer, de UNICEF, dijo que el abordaje de este problema debe ser una prioridad. Sin embargo, indicó que el país carece de la cantidad necesaria de inspectores para monitorear estas prácticas ilegales.
Recientemente, Katmandú fue el foco de varias protestas por la muerte de una niña de 12 años que trabajaba como empleada doméstica en el distrito residencial de Lalitpur.
Srijana Chaudary, que padeció el kamlari o la servidumbre por deudas, se inmoló en marzo por su mal desempeño académico, según el testimonio que sus empleadores le ofrecieron a la policía.
Sin embargo, los activistas aseguran que la niña era maltratada y que sus empleadores deberían ser responsables por su muerte. En respuesta a las protestas, el gobierno anunció la formación de un comité para investigar el caso. El informe todavía no ha sido divulgado.


El problema moderno de los kamlari
Pese a que la servidumbre por deudas ha existido durante siglos en Nepal, el sistema kamlari contemporáneo nace en los años 50, cuando la erradicación de la malaria llevó a migrantes de varias partes del país a ocupar tierras tradicionalmente pertenecientes a la etnia Tharu.
Sin registro legal de la propiedad de esas tierras, los Tharu fueron obligados a trabajar como agricultores para los nuevos terratenientes y muchos fueron forzados a endeudarse.
Muchas niñas Tharu fueron vendidas y obligadas a trabajar para pagar las deudas de sus familias. Fueron años de esclavitud, violencia y abuso, según Shanta Chaudhary, una antigua kamlari.
Cuando las autoridades de Nepal prohibieron la práctica en el año 2000, unos 200 mil trabajadores bajo ese régimen fueron emancipados, según estadísticas de la organización no gubernamental Backward Society Education.
Sin embargo, la prohibición del gobierno se concentró en los hombres que trabajaban en granjas y miles de niñas esclavas fueron ignoradas, aseguró Man Bahadur Chhetri, del Proyecto Abolición de Kamlari.
Según Cheetri, unas 12 mil kamlaris han sido rescatadas. No obstante, señaló, más de 500 niñas, especialmente en los distritos de Kailai y Kanchapur, todavía trabajan como empleadas domésticas.

Una tradición familiar
Shanta fue una de las niñas rescatadas tras la decisión de la Corte Suprema de Nepal de declarar la ilegalidad de la práctica de kamlari en 2006.
"Nací en una familia en servidumbre por deudas", dijo Shanta, hoy una activista y exmiembro de la Asamblea Constitucional del parlamento interino de Nepal. "Fui obligada a trabajar desde los ochos años", aseguró.
Durante 18 años, Shanta fue esclavizada como empleada doméstica en la región de Dang.
Finalmente, a sus 26 años fue liberada. Hoy con 32 años, ha aprendido a leer y escribir y ha volcado su vida a la política.
Pese a los esfuerzos del gobierno, Shanta cree que mientras persista la pobreza en Nepal, la esclavitud infantil seguirá existiendo.
"Puede ser minimizada pero no completamente erradicada", dijo.
Según cifras de las Naciones Unidas, el 44,2% de la población de Nepal vive bajo la línea de pobreza. En casos extremos, los padres envían a sus hijos a trabajar. En otras ocasiones, son los propios niños quienes huyen en busca de una vida mejor.
En un país marcado por esta trágica realidad, aquellos que son rescatados son optimistas sobre el futuro.
"Quiero estudiar y convertirme en una consejera para ayudar a niños como yo", indicó Maya.
Yangzee, por su parte, dijo que quiere continuar el legado alpino de su comunidad. "Algún día escalaré una montaña", aseguró. "Será el Everest".

http://cnnespanol.cnn.com/2013/08/15/la-dura-vida-de-los-ninos-trabajadores-de-nepal/

9 de agosto de 2013

Historia de Sarah Bartman, la venus Hottentot .


Saartjie Baartman (comúnmente conocida como Sara) nació en 1789 en una región cercana al río Gamtoos en Cabo Este. Hogar de los nativos Joi-Joi. El carácter dulce y pacífico de los Joi-Joi del África del Sur los llevó a recibir amigablemente a los Boers (campesinos) instalados, en el siglo XVII, en la Colonia del Cabo, por la Compañía de Indias Orientales holandesa. Rápidamente, las tierras fueron apropiadas por los blancos, y los nativos sometidos a esclavitud.

La historia de Sara es una historia de humillación que refleja el morbo de los científicos coloniales y su prejuicio en el estudio de la anatomía humana. Durante su adolescencia, Sara emigró a Cape Flats, cerca de Ciudad del Cabo donde terminó siendo esclava de unos granjeros y vivió en una pequeña cabaña hasta 1810. Ese año fue vendida al doctor británico William Dunlop, quien la persuadió para irse con él en barco hacia Inglaterra.

Lo que Dunlop deseaba, era presentarla en su circo como una rareza, una curiosidad científica, y hacer dinero con ella a través de exhibiciones. Algunas partes del cuerpo de Sara eran algo exorbitantes. Pertenecía a la tribu de los Khoisan, los cuales anatómicamente acumulan la grasa corporal en los glúteos de manera prominente. Estas características son naturales para los Khoisan, y los europeos se basaron en ello para justificar su prejuicio contra los africanos y sus rasgos. A principios del siglo XIX, los europeos demostraban una ambigua aptitud hacia los Africanos, éstos eran considerados inferiores pero a la vez representaban una fijación sexual para la sociedad de entonces.

Sara fue bautizada con el nombre "artístico" de "Venus Hotentot" (‘Hottentot Venus’). El término peyorativo "Hottentot", fue usado por los holandeses para referirse despectivamente a la "gente del monte".

Como todos sabemos, Venus es la Diosa Romana del Amor, por lo tanto este apelativo no fue más que una cruel ironía ya que la diosa Venus era admirada e idolatrada, mientras que Sara se convirtió en un objeto de deseo y fue víctima de continuos abusos.

Las crónicas afirman que en sus presentaciones en Londres, era obligada a "desfilar" desnuda en una plataforma de dos pies de altura, así como a obedecer a su guardián cuando éste le ordenaba cómo "actuar en el escenario". Por un pago extra, se le permitía a los espectadores que tocaran sus exuberantes glúteos, producto de la esteatopigia, que es la excesiva acumulación de grasa en esa área, característica común en algunas tribus de África. Este tipo de explotación es muy similar a la que se vive en nuestros días en miles de ciudades alrededor del mundo, inclusive hacia menores de edad. Algo muy aceptado (no tan discretamente) en nuestra insensible Civilización que no se diferencia en nada al hombre del Siglo XIX.

Hubo protestas en Londres debido a la manera en que Sara era tratada. Estas presentaciones se llevaron a cabo en una época en que se debatía la abolición de la esclavitud, y surgieron protestas en Londres cuestionando su explotación. Y el circo en el que la exhibían recibió presiones de ciertos sectores sociales y estuvo a punto de ser clausurado, ya que Sara Baartman no participaba voluntariamente en el, pero el doctor William Dunlop demostró que ella estaba de acuerdo, ya que presentó un contrato que ella había firmado. Hasta el día de hoy se duda que Sara realmente haya conocido o firmado aquel documento.

Finalmente, una sociedad benéfica solicitó la prohibición del espectáculo y Sara fue llevada ante los tribunales. Luego de que esto provocara el fin de tan repudiable negocio en Inglaterra, fue trasladada a París, donde un domador de fieras la exhibió durante quince meses y así continuó su degradante exhibición. En París atrajo la atención de científicos franceses, en particular la de George Cuvier, quien la describió como una mujer inteligente, de excelente memoria y que hablaba fluidamente el holandés.

Ya en el tiempo que los parisinos perdieron interés en el show de Sara, fue forzada a prostituirse. Ella no pudo resistir el frío clima, la "cultura" europea, ni el abuso de su cuerpo. Sola, enferma y alcohólica, falleció el 29 de diciembre de 1815 a la corta edad de 25 años. Cinco años después de haber salido de su natal África. Víctima de la cruel codicia, prejuicio y despiadada explotación de una Sociedad carente de altruismo, sensibilidad ni respeto hacia sus semejantes. En donde la dominación de género predomina ante la equidad. Y la mórbida avidez desplaza la solidaridad y compasión tan limitada en la raza humana.

Lastimosamente ni después de fallecer recibió una muestra de respeto. A menos de 24 horas de su deceso la comunidad científica parisina se reunió para realizar su autopsia, luego de que Cuvier realizara un vaciado en yeso de su cuerpo. Los resultados de la autopsia fueron publicados también por Cuvier. Su esqueleto, su cerebro y sus genitales estuvieron en exposición en el Museo del Hombre de París. Sus genitales, sobre todo, fueron durante mucho tiempo objeto de gran curiosidad, por poseer la característica llamada sinus pudoris, que es una elongación de los labios menores de la vagina, propia de las mujeres Joi-Joi. Sobre la base de estos estudios "científicos" de la Venus Hotentot, un etnólogo norteamericano, Josiah Clark Nott, llegó a la conclusión de que los Hottentot eran los especímenes más bajos y más bestiales de la humanidad.

Sus restos fueron expuestos al público durante más de 160 años, muchísimo después, en 1994, el entonces presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, realizó una petición formal a Francois Mitterrand para que sus restos sean devueltos a casa.

Los franceses en un inicio se mostraron reacios a la solicitud puesto que esto podría dar lugar a reclamaciones por parte de otros países para la devolución de objetos que llenan sus museos, razón por la cual se tuvo que legislar una Ley especial en el Parlamento que se prolongó por muchos años.

Luego de 160 años de exhibición, los restos de Sara fueron removidos del museo en 1974. Finalmente fue devuelta y sepultada el 9 de agosto del 2002, Día de la Mujer en su país, en una región cercana al río Gamtoos en Cabo Este, en el sitio donde nació. Ahora en Sudáfrica es considerada un símbolo nacional.

Diana Ferrus, poetisa sudafricana de ascendencia Joi-Joi, le dedicó el siguiente poema:

He venido a sacarte de esta miseria
a llevarte lejos de los ojos curiosos
del monstruo fabricado por el hombre
que vive en las tinieblas
con sus garras de imperialismo
que diseccionó tu cuerpo parte por parte
que asoció tu alma a la de Satán
y se declaró él mismo el dios absoluto.

http://www.nedobandam.com/historia-de-sarah-bartman-la-venus-hottentot/