10 de octubre de 2015

La mujer y el trabajo. Una cuestión de género.



 
Hay muchas personas que aun no conocen la situación laboral de la mujer a través del tiempo. Aunque no lo parezca, la situación no ha cambiado mucho.
Mucha gente critica una situación laboral de la mujer en la actualidad. Es decir, algunas personas manifiestan que las mujeres no necesitan trabajar, que se deberían quedar en casa cuidando de sus hijos. Aunque también es cierto que debido al gran avance de la tecnología doméstica se ahorra mucho tiempo en las tareas del hogar.

Quién trabaja y quién no.
 
Antiguamente, las mujeres que pertenecían a la nobleza y a la alta burguesía no se les permitían trabajar, eran esclavas de su familia. Los hombres no entendían como trabajo el cuidado del hogar. Sin embargo, las clases bajas, como eran criadas y campesinas, si que se dedicaban a este colectivo. Estas trabajaban en el campo ayudando a sus maridos y además se encargaban de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, pero no se les reconocía como trabajadoras. El matrimonio era el único horizonte para la mayoría de las mujeres. El acceso a la educación y otros factores de movilidad social, estaban vedados para el mundo femenino.
Lavar, cocinar, cuidar niños, a menudo no figura en las estadísticas laborales, además, muchas mujeres trabajan fuera de casa provocando la doble jornada.
La mayoría de los varones no siente como propias tareas que casi todas las mujeres consideran como parte de su universo: cocinar, lavar, asear, cuidar niños, y atender otras labores domésticas. El problema es grave cuando a las labores propias de un hogar se agregan trabajos remunerados fuera de casa. La revolución industrial cambió la forma de encarar la sociedad. Las mujeres se integraron al mundo laboral. La primera vez que está trabajó, era vista como algo raro, y a la hora de realizar un trabajo, se les exigían más obligaciones en el contrato que a los hombres.
Actualmente, la discriminación de la mujer en el mundo laboral sigue existiendo y es debida a los siguientes motivos:
- Los salarios de las mujeres son menores que los del hombre, desempeñando los dos el mismo trabajo.
- Se prefiere contratar antes a un hombre que a una mujer, ya que ha esta se la infravalora, sobre todo en altos cargos.
- Por su condición de quedarse embarazada.
A pesar de todo lo que la mujer a avanzado en el mundo laboral, todavía sigue existiendo discriminación hacia estas. ¡¡¡Queda mucho camino por recorrer¡¡¡



La remuneración del trabajo de las mujeres.
 
La remuneración económica que la mujer recibía por su trabajo siempre ha sido notablemente inferior comparada con la que recibía un hombre, situación que aún hoy se mantiene, como denuncian Asociaciones de Mujeres, Sindicatos y Medios de Comunicación. Las razones de esta desigualdad no se explican, es decir, es un hecho constatable pero no tiene ninguna lógica y tampoco está penado por ninguna ley.
Según un estudio, las mujeres que trabajan no tendrán las mismas oportunidades salariales que los varones hasta el año 2050, que es casi 100 años después que el presidente Kennedy firmara la Ley de Igualdad de Remuneración que prohíbe la discriminación con motivo de sexo que dé como resultado una remuneración desigual por el mismo trabajo. En promedio, las mujeres ganan 78% del sueldo de los hombres, de acuerdo a un estudio del 2003 llevado a cabo por el Departamento del Trabajo que es, sin embargo, una mejora considerable porque en 1979, hace 26 años, las mujeres ganaban 62% de lo que percibían los varones.
Además, la remuneración no es igual en todas las razas, también depende de la profesión, el tipo de empleo.

El cuidado de los hijos.
 
Esta ocupación siempre ha recaído en la mujer y, sobre todo, a la tradición. Tal cuidado es, en cantidad y calidad, agotador, además del mucho amor con el que se realiza.
Hoy en día, algunos gobiernos proporcionan actualmente para que los ciudadanos puedan atender a sus hijos a jornada completa. Estas ayudas, varían de un país a otro, aunque existen algunos países, en los que la conciliación entre trabajo y familia no es contemplada por las administraciones.
Al existir dos jornadas laborales, el descanso de los padres es muy difícil, y la necesidad de acudir a terceras personas para que ayuden o realicen totalmente el cuidado de los hijos o las tareas del hogar, es totalmente inevitable.
Hay quien piensa que el trabajo y el cuidado de la familia, han estado siempre repartidas entre hombres y mujeres, pero únicamente ha sucedido así cuando la economía familiar podía permitírselo.


El acceso femenino al trabajo.
 
El gran obstáculo que encuentran las mujeres en el ámbito laboral es que les resulta muy difícil acceder a trabajos masculinos y, en caso de que lo consigan, les cuesta mucho ascender a niveles superiores.
Esta discriminación que se esta intentando mejorar, presenta situaciones en las que las mujeres no saben si merecen estar o no.
No lo saben ni lo sabrán mientras sean llamadas a participar en actividades públicas, laborales o no, para calmar la sensación de culpa institucional sin que se tengan en cuenta sus propios méritos.

La discriminación.
 
Aun cuando la mujer provee con recursos financieros, siguen considerándose dichos ingresos como "complementarios". Incluso en familias donde la mujer aporta lo mismo o aun más que el varón, no se considera su aporte como vital o de la misma importancia relativa que el recurso monetario del marido.
A pesar que ambos, varón y mujer, trabajen fuera del hogar, se siguen considerando la labor doméstica y el cuidado de los niños, como tareas femeninas.
Muchas mujeres trabajadoras se sienten mal al no poder cuidar de sus hijos, y tener que dejarlos al cuidado de sus abuelos o terceras personas, por no disponer de tiempo debido a su trabajo.

El principio de igualdad que no se vive.
 
Persiste el mito de que a los hijos nadie los puede educar como una mujer, o que la cocina es ámbito femenino. Esto provoca el fenómeno de la doble jornada, es decir, la mujer trabaja fuera de casa y además tiene a su cargo el cuidado de los hijos y las tareas del hogar.
Un típico varón llega a su casa con la expectativa de que la comida esté preparada, la ropa limpia, los hijos atendidos y las múltiples tareas del hogar realizadas. Muy pocos toman conciencia que si ambos trabajan, lo justo es compartir tareas.
Esto provoca un estrés en las mujeres, ya que se les exige eficacia tanto en el mundo laboral como en sus funciones domésticas.
Persiste además la paradoja de entender que el cuidado de niños y el mantenimiento de hogares estables es de primera importancia, no obstante, se considera el trabajo doméstico como "no productivo", por eso, normalmente no es rentado ni tampoco figura en las estadísticas de ingresos.
Consecuencias para la pareja. A menudo una mujer que debe enfrentar una doble jornada de trabajo laboral y doméstico, se encuentra en la situación de tener que lidiar con esposos o compañeros no dispuestos a asumir su parte, considerando que dicha labor es femenina, lo que provoca tensión, estrés, y enfermedades psicosomáticas en muchas mujeres.
De no mediar situaciones de crisis o extremas, la mayoría de los varones no se involucra en tareas domésticas ni el cuidado de los niños, lo que, a la larga, produce un deterioro de las relaciones de pareja, especialmente cuando las mujeres comienzan a reclamar justamente la necesidad de colaboración.

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