13 de diciembre de 2017

El agotamiento social de las mujeres.


En la familia, el acceso a los recursos y el reparto de los trabajos y los tiempos se dan en condiciones de desigualdad, generando conflicto, discriminación e incluso violencia
Las mujeres y las niñas son las responsables culturales de los cuidados, empleando un número considerable de horas al día que limita su participación en otras actividades
La multiactividad de tareas lleva a las mujeres al agotamiento social de sus múltiples roles sin permitirles tener tiempo para garantizarse una vida digna.
La feminización de la pobreza es un hecho probado estadísticamente. Sin embargo, la brecha entre mujeres y hombres no suele ser tan abultada como podría pensarse dadas las brechas de género en empleo, renta, patrimonio, acceso al crédito o en la familia. Primero, esto tiene que ver con la forma en la que se mide la pobreza donde la familia es una unidad ausente de conflicto y discriminaciones internas. Y segundo, con la aproximación a la pobreza como una cuestión monetaria, cuando tiene un carácter multidimensional. Ambas cuestiones responden a la limitada aplicación del enfoque de género en la construcción estadística y el análisis social y económico.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que las estadísticas sobre pobreza miden los ingresos de los hogares en su conjunto y el total se divide entre unidades de consumo asumiendo que todos los miembros disfrutan de un reparto equitativo de los recursos. Sin embargo, es importante recordar que la familia es, en palabras de Amartya Sen, un lugar de conflicto cooperativo.
Si bien es cierto que miembros de una familia sin ingresos propios se benefician del acceso a los recursos familiares estableciéndose una dinámica cooperativa, no es menos cierto que tanto el acceso a esos recursos como el reparto de los trabajos y los tiempos se dan en condiciones de desigualdad, sobre todo con relación al género o la edad, generando conflicto, discriminación e incluso violencia.
Así existen innumerables evidencias históricas y actuales de las menores calorías y proteínas a las que acceden las mujeres frente a los hombres en los hogares con bajos ingresos, o la diferente apuesta por la inversión en educación de las familias primando a los varones, o el desigual y discriminatorio reparto de los trabajos y los tiempos de las obligaciones domésticas. Son las mujeres y las niñas, las responsables culturales de esos cuidados empleando un número considerable de horas al día que limita su participación en otras actividades, incluidas las vinculadas con su educación, su participación en los asuntos de la comunidad, su propio descanso, o asegurarse los ingresos necesarios para vivir una vida libre de pobreza y exclusión social.
En segundo lugar, la pobreza es un fenómeno muy complejo en el que intervienen muchos factores interconectados, también sin expresión monetaria. Esa fue la línea abierta por Amartya Sen con su enfoque de las capacidades y la seguida por Sabina Alkire y James Foster cuando crearon el índice de pobreza multidimensional. También la estadística pública europea ha sido sensible a esa multidimensionalidad, elaborando el índice de riesgo de pobreza y exclusión social (AROPE), donde al indicador de ingresos monetarios se añaden el de baja intensidad laboral y el de privación material severa.
Para observar la pobreza es esencial no sólo analizar la cuantía de la renta, sino también tener en cuenta la riqueza, las posibilidades de consumo, la baja intensidad laboral y la incidencia del paro, los índices de desigualdad o la protección que ofrecen ante la vulnerabilidad las políticas públicas o el acceso a servicios públicos de calidad. Y aunque se suele olvidar, también hay que considerar la disponibilidad y autonomía sobre el tiempo.
De ahí que comencemos a hablar, también en las sociedades opulentas, de la “pobreza de tiempo”, definida como el hecho que comporta que algunas personas no dispongan de suficiente tiempo para descansar o acceder al ocio después de haber dedicado el tiempo requerido a sus trabajos, pagados y no pagados —los cuidados—, al estudio o a cubrir otras necesidades básicas para la vida como el cuidado personal.
La pobreza de tiempo no sólo nos permite ver qué ocurre a escala individual, sino también cuáles son las dinámicas del hogar, sobre todo en relación con las desigualdades de género. Además, la pobreza de tiempo no sólo nos permite ver la falta de tiempo y la diferencia entre los distintos individuos, sino también la intensidad del trabajo. Especialmente, la compatibilización del trabajo de cuidados con otros trabajos, que en las encuestas de empleo del tiempo aparecen como actividades secundarias. Se trata de una multiactividad de tareas que es especialmente relevante  para las mujeres y que las lleva a la social depletion o agotamiento social de sus múltiples roles sin permitirles tener tiempo para garantizarse una vida digna, sobre todo cuando se combina con las otras dimensiones de la pobreza, ya que la pobreza de tiempo les impide disponer de tiempo o flexibilidad horaria para ofertar su trabajo en condiciones de garantizarse la autonomía financiera, formarse, acceder a los recursos básicos o a los mínimos cuidados que les garanticen una vida digna y saludable y plenamente integrada en sus comunidades o sociedades.

Lina Gálvez es catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, y directora del Observatorio GEP&DO.
[Este artículo forma parte del dossier 'Género y pobreza' publicado en el número 53 de la revista Alternativas Económicas. )
http://www.eldiario.es/alternativaseconomicas/agotamiento-social-mujeres

1 de diciembre de 2017

Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción.


Cuidar es en el momento actual, el verbo más necesario frente al neoliberalismo patriarcal y la globalización inequitativa. Y, sin embargo, las sociedades actuales, como muchas del pasado, fragmentan el cuidado y lo asignan como condición natural a partir de las organizaciones sociales: la de género, la de clase, la étnica, la nacional y la regional-local.
Así, son las mujeres quienes cuidan vitalmente a los otros (hombres, familias, hijas e hijos, parientes, comunidades, escolares, pacientes, personas enfermas y con necesidades especiales, al electorado, al medio ambiente y a diversos sujetos políticos y sus causas). Cuidan su desarrollo, su progreso, su bienestar, su vida y su muerte. De forma similar, mujeres y hombres campesinos cuidan la producción y la tierra y las y los obreros la producción y la industria, la burguesía cuida sus empresas y sus ganancias, el libre mercado y hasta la democracia exportada a países ignorantes.
La condición de cuidadoras gratifica a las mujeres afectiva y simbólicamente en un mundo gobernado por el dinero y la valoración económica del trabajo y por el poder político. Dinero, valor y poder son conculcados a las cuidadoras. Los poderes del cuidado, conceptualizados en conjunto como maternazgo, por estar asociados a la maternidad, no sirven a las mujeres para su desarrollo individual y moderno y tampoco pueden ser trasladados del ámbito familiar  y doméstico al ámbito del poder político institucional.
La fórmula enajenante asocia a las mujeres cuidadoras otra clave política: el descuido para lograr el cuido. Es decir, el uso del tiempo principal de las mujeres, de sus mejores energías vitales, sean afectivas, eróticas, intelectuales o espirituales, y la inversión de sus bienes y recursos, cuyos principales destinatarios son los otros. Por eso, las mujeres desarrollamos una subjetividad alerta a las necesidades de los otros, de ahí la famosa solidaridad femenina y la abnegación relativa de las mujeres. Para completar el cuadro enajenante, la organización genérica hace que las mujeres estén políticamente subsumidas y subordinadas a los otros, y jerárquicamente en posición de inferioridad en relación a la supremacía de los otros sobre ellas.
Las transformaciones del siglo XX reforzaron para millones de mujeres en el mundo un sincretismo de género: cuidar a los otros a la manera tradicional y, a la vez, lograr su desarrollo individual  para formar parte del mundo moderno, a través del éxito y la competencia. El resultado son millones de mujeres tradicionales-modernas a la vez. Mujeres Atrapadas en una relación inequitativa entre cuidar y desarrollarse.
La cultura patriarcal que construye el sincretismo de género fomenta en las mujeres la satisfacción del deber de cuidar, convertido en deber ser ahistórico natural de las mujeres y, por tanto, deseo propio y, al mismo tiempo, la necesidad social y económica de participar en procesos educativos, laborales y políticos para sobrevivir en la sociedad patriarcal del capitalismo salvaje.
Así, el deseo de las mujeres es contradictorio: lo configura tal sincretismo.
Los hombres contemporáneos no han cambiado lo suficiente como para modificar ni su relación con las mujeres, ni su posicionamiento en los espacios domésticos, laborales e institucionales. No consideran valioso cuidar porque, de acuerdo con el modelo predominante, significa descuidarse: Usar su tiempo en la relación cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con  los otros. Dejar sus intereses, usar sus recursos subjetivos y bienes y dinero, en los otros y, no aceptan sobretodo dos cosas: dejar de ser el centro de su vida, ceder ese espacio a los otros y colocarse en posición subordinada frente a los otros. Todo ello porque en la organización social hegemónica cuidar es ser inferior.
Algunas tendencias minoritarias se abren paso pero incluso hombres que se pronuncian por relaciones equitativas están más dispuestos a ser amables con las mujeres o sumarse al algunas de las causas políticas del feminismo, que a hacer política feminista.
El  cuidado  pues  está  en  el  centro  de  las  contradicciones  de  género  entre  mujeres  y hombres y, en la sociedad en la organización antagónica entre sus espacios. El cuidado como deber de género es uno de los mayores obstáculos en el camino a la igualdad por su inequidad. De ahí que, si queremos enfrentar el capitalismo salvaje y su patriarcalismo global, debemos romper con la naturalidad del cuidado por género, etnia, clase, nación o posición relativa en la globalización.
El feminismo del siglo XX ha realizado la crítica del modelo “superwoman” y ha denunciado la explotación de las mujeres  a través del trabajo invisible y de la desvalorización de muchas de sus actividades, incluso del trabajo asalariado, de la relativa exclusión de la política y de la ampliación de una cultura misógina simbólica e imaginaria. Ha logrado llevar a la agenda de las necesidades sociales, la violencia contra las mujeres y ha realizado pequeñas modificaciones jurídicas y legislativas en el
Estado. Algunas corrientes contemporáneas  ya no reiteran la desigualdad ni la violencia de género y, en cambio acuerdan con la igualdad entre mujeres y hombres y por un mundo equitativo.
Sin embargo, nos queda por desmontar el deber ser, el deber ser cuidadoras de las mujeres, la doble jornada y la doble vida resultante. Y eso significa realizar cambios profundas en la organización socioeconómica: en la división del trabajo, en la división de los espacios, en el monopolio masculino del dinero, los bienes económicos, y en la organización de la economía, de la sociedad y del Estado. El panorama se vuelve complejo si se traslada el análisis con perspectiva de género a las relaciones entre clases sociales y entre países, por ejemplo entre países del norte y del sur, entre los 21 y los otros, etcétera.
Se requieren a la vez, cambios profundos en las mentalidades. Es extraordinario observar cómo la mayoría  de las mujeres, aún las escolarizadas y modernas, las políticas y participativas, las mujeres que generan ingresos o tienen poderes sociales diversos, aceptan como un destino,  con sus modalidades, la  superwomen– empresarial, indígena, migrante, trabajadora, obrera-.
Con esa subjetividad de las mujeres subordinada a la organización social, a las instituciones como la familia, la iglesia y el Estado, y a los hombres, no estaremos en condiciones de desmontar la estructura  sincrética de la condición de la mujer, imprescindible para eliminar las causas de la enajenación cuidadora y dar paso a las gratificaciones  posibles del cuidado.
La vía imaginada por las feministas y las socialistas utópicas desde el siglo XIX y puesta  en  marcha  parcialmente  en  algunas sociedades tanto capitalistas como socialistas y tanto en países del primer y del tercer mundo, ha sido la socialización de los cuidados, conceptualizada como la socialización del trabajo doméstico y de la transformación de algunas actividades domésticas, familiares y privadas en públicas.
Haberlo hecho ha significado mejoría para la vida de las mujeres, liberación de tiempo para el desarrollo personal, la formación, el arte,  el amor y las pasiones, la amistad, la política, el ocio, la diversión, el deporte y el autocuidado, incluso, una mejoría en la calidad de vida y en la autoestima. Es evidente el desarrollo social, cultural y político de las sociedades que así se han estructurado.
Una de las mayores pérdidas de las mujeres de los países que antes fueron socialistas y se han convertido de manera drástica al capitalismo en tiempos neoliberales ha sido la de el sustento social que significaba el Estado social para sus vidas. En la actualidad han vuelto a ser su responsabilidad un conjunto de actividades que la transformación socioeconómica ha tornado domésticas, privadas y femeninas. Y lo mismo está sucediendo aún en países capitalistas de alto y medio desarrollo en los cuales se ha adelgazado al Estado de una manera violatoria de los derechos sociales construidos con muchos esfuerzos en gran medida por los movimientos socialistas, obrero y feminista.
La alternativa feminista contemporánea que se abre paso en gran parte del mundo en el siglo XXI tiene sus ojos puestos en la crítica política de la globalización dominada por el neoliberalismo patriarcal de base capitalista depredadora. La opción que busca avanzar en el desarrollo de un nuevo paradigma histórico cuya base sea un tejido social y un modelo económico que sustente el bienestar de las mayorías, hoy excluidas, marginadas, expropiadas,  explotadas y violentadas.
Pensamos que sólo una alternativa de este tipo  será benéfica para la mayoría de las mujeres, sus otros próximos, sus comunidades y las regiones y los países en que viven.
Estas transformaciones de género están circunscritas e íntimamente ligadas a transformaciones equitativas de clase, étnicas y nacionales, enmarcadas en la construcción de naciones con derecho al desarrollo sustentable y en una globalización solidaria y democrática.
De no articularse las transformaciones de género con estas últimas pueden observarse distorsiones significativas como las que se dan en la actualidad: mujeres dotadas de recursos y derechos de género que son ciudadanas de naciones hegemónicas, militaristas y depredadoras de otras naciones y pueblos donde habitan mujeres con las que se identifican en la construcción de sus derechos y oportunidades.
También hay hombres cuya identidad es la de ser avanzados, democráticos y progresistas que no consideran importante la emancipación de las mujeres. Estados que colocan a las mujeres entre los grupos vulnerables y no las miran como sujetos
políticos. Países en los que, a través de las acciones afirmativas, por ejemplo las cuotas, todavía negociamos el grado de exclusión política de las mujeres, y se consideran democráticos. Mujeres que piensan que ya lograron todas las metas de transformación de género y no se percatan que “el género” es su categoría social y a ella pertenece la mayoría pobre y cuidadora del mundo: las mujeres.
Por eso, la otra dimensión de esta alternativa feminista es el empoderamiento de las mujeres  como producto de la construcción de un nuevo paradigma histórico. El empoderamiento es el conjunto de cambios de las mujeres en pos de la eliminación de las causas de la opresión, tanto en la sociedad como, sobre todo, en sus propias vidas.
Dichos cambios que abarcan desde la subjetividad y la conciencia, hasta el ingreso y la salud, la ciudadanía y los derechos humanos, generan poderes positivos, poderes personales y colectivos. Se trata de poderes vitales que permiten a las mujeres hacer uso de los bienes y recursos de la modernidad indispensables para el desarrollo personal y colectivo de género en el siglo XXI.
Todos esos poderes se originan en el acceso a oportunidades, a recursos y bienes que mejoran la calidad de vida de las mujeres, conducen al despliegue de sus libertades y se acompañan de la solidaridad social con las mujeres. La participación directa de las mujeres en la transformación de su mundo y de sus vidas es fundamental y conduce también a la construcción de un mayor poder político y cultural de las mujeres que crean vías democratizadoras para la convivencia social.
El cuidado, ha dejado de ser para otros y se ha centrado en las mujeres mismas. La sociedad, en un compromiso inédito cuida a las mujeres, es decir, impulsa su desarrollo y  acepta y protege su autonomía y sus libertades vitales. En ellas va incluida la libertad de elecciones vitales, de actividades, dedicación e identidad: Es el fin del cuidado como deber ser, como identidad.
En el siglo XXI ha de cambiar el sentido del cuidado. Hemos afirmado muchas veces que se trata de  maternizar a la sociedad y desmaternizar a las mujeres. Pero ese cambio no significará casi nada si no se apoya en la transformación política más profunda: la eliminación de los poderes de dominio de los hombres sobre las mujeres y de la violencia de género, así como de la subordinación de las mujeres a los hombres y a las instituciones. Es decir, el empoderamiento de las mujeres es un mecanismo de equidad que debe acompañarse con la eliminación de la supremacía de género de los hombres, la construcción de la equidad social y la transformación democrática del Estado con perspectiva de género.
Para la mayor parte de las corrientes feministas contemporáneas la articulación de lo personal con lo social, lo local y lo global conforma la complejidad de nuestro esfuerzo.
La idea fuerza en torno al cuidado es la valoración de la dimensión empática y solidaria del cuidado que no conduce al descuido ni está articulado a la opresión.
De ahí la contribución de las feministas: primero, al visibilizar y valorar el aporte del cuidado de las mujeres al desarrollo y el bienestar de  los otros; segundo, con la propuesta del reparto equitativo del cuidado en la comunidad, en particular entre mujeres y hombres, y entre sociedad y Estado. Y, tercero, la resignificación del contenido del cuidado como el conjunto de actividades y el uso de recursos para lograrque la vida de cada persona, de cada mujer, esté basada en la vigencia de sus derechos humanos. En primer término, el derecho a la vida en primera persona.

http://mujerdelmediterraneo.heroinas.net/2012/10/mujeres-cuidadoras-entre-la-obligacion.html

http://pmayobre.webs.uvigo.es/textos/marcela_lagarde_y_de_los_rios/mujeres_cuidadoras_entre_la_obligacion_y_la_satisfaccion_lagarde.pdf

29 de noviembre de 2017

Las olvidadas por el Estado…



Como salida de una película surrealista de Luis Buñuel, las mujeres indígenas viven en un mundo olvidado; y ahora el Estado las deja a su suerte, eliminando y disminuyendo programas presupuestales que  impulsaban su desarrollo y el de sus familias.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público con su propuesta de Proyecto de Presupuestos (PPEF) para 2017, emitida en el mes de septiembre, y la Cámara de Diputados, al aprobarla prácticamente sin cambios, han consumado un brutal recorte al Anexo 10 de “Erogaciones para el desarrollo integral de los pueblos indígenas”, que asciende a más de 10 mil millones de pesos, además de eliminar 8 programas presupuestarios que beneficiaban a mujeres indígenas y sus familias. 

En el periodo comprendido del 2013 al 2016, el presupuesto indígena pasó de 74 mil 102 millones a 85 mil 260  millones de pesos; lo que representaba un  progresivo aumento para la atención de la población.

Infortunada sorpresa tuvimos, cuando conocimos el Paquete Económico para el ejercicio fiscal de 2017, revisado y  aprobado en lo general por los legisladores, pues éste propone que el presupuesto transversal para población indígena disminuya a 74 mil 895 millones de pesos, lo que representa una reducción de 12.16 por ciento, en comparación a lo aprobado por la Cámara en 2016. 

Campo, pequeños productores, desarrollo de carreteras, apoyos para microempresarios y la mujer rural, educación, cultura indígena, sustentabilidad ambiental, estudios de preinversión, y fomento de los Derechos Humanos de los pueblos y comunidades indígenas son los programas que desaparecerán en 2017, aunado al recorte presupuestal que limitará las acciones de 7 dependencias que tienen a su cargo financiamientos transversales para pueblos indígenas.

Otros programas que se verán alcanzados por la ola de recortes transversales para pueblos indígenas son: Salud materna, sexual y reproductiva (-18.70 por ciento); Fortalecimiento de la atención médica (-14.17) y el Programa de estancias infantiles para apoyar a madres (-13.30 por ciento).

De la misma manera, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), organismo encargado del seguimiento de toda la política pública indígena del país, tendrá una reducción de su presupuesto (-51.21) de más de la mitad de sus recursos, comparado con los que operó este año. 

Ante este panorama, resulta paradójico que el Plan Nacional de Desarrollo (2013-2018) del actual gobierno contemple entre sus metas, “fomentar el bienestar de los pueblos y comunidades” y como  estrategia transversal “garantizar la igualdad sustantiva de oportunidades entre mujeres y hombres”; mientras que la Secretaría de Hacienda paulatinamente disminuye, fusiona y en algunos casos, elimina, financiamientos que impactan directamente en la vida de las mujeres indígenas y sus comunidades y pueblos.

Ahora más que nunca es imperioso recordarles a nuestros gobernantes que existe todo un marco internacional y nacional que obliga a los Estados a integrar  acciones a favor de los pueblos indígenas y sus mujeres.

La Constitución Política Mexicana, Artículo 2°, apartado B  mandata responsabilidades a las instituciones del Estado para diseñar y poner en marcha una política integral y transversal de atención a la población indígena y sus mujeres y garantizar la vigencia de sus derechos y el desarrollo de sus pueblos.

La carta magna hace énfasis en que, para abatir las carencias y rezagos que afectan a los pueblos indígenas y sus mujeres, la Federación, los Estados y los Municipios tienen la obligación de:


Impulsar el desarrollo regional de las zonas indígenas con el propósito de fortalecer las economías locales y mejorar las condiciones de vida de los pueblos.
Garantizar e incrementar los niveles de escolaridad, favoreciendo la educación bilingüe e intercultural, la alfabetización, la inclusión de la educación básica, la capacitación productiva y la educación media superior y superior.
Asegurar el acceso efectivo a los servicios de salud, (…) aprovechando debidamente la medicina tradicional.
Mejorar las condiciones de las comunidades indígenas y de sus espacios para la convivencia y recreación. 
Propiciar la incorporación de las mujeres indígenas al desarrollo.
Extender la red de comunicaciones.
Apoyar las actividades productivas y el desarrollo sustentable.
Establecer políticas sociales para proteger a los migrantes de los pueblos indígenas, tanto en el territorio nacional como en el extranjero.
Consultar a los pueblos indígenas en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo y de los estatales y municipales y, en su caso, incorporar las recomendaciones y propuestas que realicen.

Sin embargo las decisiones tomadas por la Secretaría de Hacienda y las y los legisladores al disminuir el presupuesto destinado a la política social indígena, violan e incumplen este artículo constitucional. 

Ciertamente el año venidero, dejará a su suerte a más de 12 millones de indígenas de diversos grupos culturales por la aprobación de un presupuesto mezquino, que limitará su desarrollo y perpetuará la deuda histórica que nuestros gobiernos tienen con los pueblos indígenas. 

Por: María Sarai Fabián Villa*

http://www.cimacnoticias.com.mx/noticia/las-olvidadas-por-el-estado

2 de noviembre de 2017

Usuarias de taxis privados sin protección, por casos de violencia sexual.



Los servicios de transporte controlados a través de dispositivos móviles se convirtieron, desde hace 5 años, en una opción para las mexicanas porque se pensó que eran “seguros”, sin embargo, a un lustro de su instalación en la capital, no existe ningún protocolo de denuncia ni seguimiento en caso de acoso o agresiones sexuales cometidas por sus conductores dentro de sus unidades, ni con las empresas que tienen concesión para operarlos, ni con ninguna instancia del gobierno capitalino.
Servicios como Cabify, Easy Taxy, Taxify, Laudrive, Yaxi y UBER, que llegaron a la capital hace 5 años, fueron la alternativa “segura” para las mujeres que utilizan taxi como medio de transporte ante el incremento de agresiones sexuales cometidas contra éstas en los públicos (los que se abordan en la calle). Tan sólo durante 2015 y 2016, de acuerdo con datos de la Procuraduría General de Justicia capitalina, 73 de las 79 violaciones denunciadas ante esta instancia, cometidas en transporte público, fueron en taxis.
En los últimos meses dos casos salieron a la luz pública. En Puebla, el de la estudiante de 19 años de edad Mara Fernanda Castilla Miranda, asesinada por el conductor de un Cabify; y el de Marimar Cosío, una usuaria de UBER en la Ciudad de México, que difundió en sus redes sociales un video en el que narró que fue víctima de acoso sexual por el conductor.
De éstos, no hay un seguimiento por parte de ninguna instancia capitalina, ni de las propias empresas. Entrevistada por Cimacnoticias para conocer qué protocolos o acciones se están llevando a cabo para dar seguimiento a estos y futuros casos, la coordinadora del área Movilidad Segura para mujeres y niñas del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México (Inmujeres CDMX), Margarita Argott Cisneros, afirmó que únicamente han llevado a cabo pláticas con UBER para ver las posibles acciones a seguir por este tema.
Pero son 5 empresas más las que operan y con las que no se ha tenido ningún acercamiento. Ni el Inmujeres, ni la Secretaría de Movilidad (Semovi) tienen acuerdos formales para garantizar la seguridad de las pasajeras, dijo Argott Cisneros.
De acuerdo con un diagnóstico realizado por ONU Mujeres y El Colegio de México sobre violencia hacia las mujeres en el transporte público, se estima que 50 de cada 100 mujeres, han sido violentadas en estos espacios.
Hasta ahora, lo único que se ha hecho con estas empresas es vigilar que cumplan con las normativas viales y tener capacitaciones sobre reglamento por parte de Semovi, pero de prevención de la violencia contra mujeres, todo es incipiente.
Así lo dijo Argott Cisneros, quien precisó que apenas en 2015 (tres años después de que UBER empezó a operar en la Ciudad) el gobierno local y el Inmujeres plantearon con la empresa capacitar a sus conductores  en temas de género, derechos de las mujeres y prevención de la violencia en el transporte.
Pero la capacitación no se llevó a cabo por el Inmujeres porque el acuerdo con UBER fue que una empresa externa, la diera. A la fecha, no se sabe cuántas personas fueron capacitadas porque no hubo seguimiento por parte del Inmujeres, reconoció Argott Cisneros.
SIN COORDINACIÓN
Desde 2008, a través del programa “Viajemos Seguras”, el Inmujeres CDMX planteó brindar  asesorías jurídicas y acompañamiento psicológico a las víctimas de agresiones sexuales en el transporte público para hacer frente a esta violencia.
En 2017 amplió sus acciones con el programa “CDMX, Ciudad Segura y Amigable para Mujeres y Niñas” en el área “Viaja Segura”, que contempla entre otras cosas la creación de políticas públicas enfocadas en mecanismos de vigilancia y atención en los transportes para garantizar una movilidad segura.
Sin embargo, aún son sólo propuestas las acciones para garantizar la seguridad de las usuarias de empresas de transporte privado.
Al cuestionar a Argott Cisneros sobre las medidas pensadas para hacer frente a los casos de agresiones sexuales contra las usuarias de estos servicios, la funcionaria afirmó, sin precisar fechas, que próximamente se realizarán mesas de trabajo con la Semovi y las instancias coordinadoras del programa vigente del Inmujeres donde discutirán la necesidad de que todas las unidades tengan botones de auxilio e incluso cámaras de vigilancia, como ya sucede con algunos autobuses, porque dijo, los transportistas “deben contar con las medidas de seguridad suficientes”.
Cuestionada si existe algún registro de casos sobre violencia ejercida por los choferes de estas empresas a usuarias, la funcionaria explicó que las empresas de transporte privado “no están exentas de seguir las leyes vigentes” por lo que además de dar de baja a los conductores que sean denunciados deben informarle a la PGJDF sobre los casos, aun cuando las usuarias decidan no denunciar, posteriormente a la instancia de justicia le corresponde instar a la víctima a proceder legalmente.
Pero en la realidad esto no sucede. Cimacnoticias consultó sobre el mismo tema a la ejecutiva de cuenta de la agencia de relaciones públicas de UBER Fabiola Martínez, quien dijo que comunican a la PGJDF y le otorgan los datos acerca de algún conductor señalado como agresor, únicamente cuando las víctimas interponen una denuncia, de otra forma, no lo hacen.
Los casos recientes de agresiones a usuarias de estas aplicaciones propiciaron que la opinión pública cuestionara la operación de estos servicios en el país. El pasado 24 de octubre, el senador panista por Aguascalientes José de Jesús Santana García, presentó en San Lázaro una iniciativa para reformar la Ley Federal de Protección al Consumidor, la cual busca crear un registro de las plataformas digitales de las empresas, así como de cada uno de los operadores y que estos transparenten su domicilio, teléfonos de contacto y una carta de antecedentes laborales y no penales.
De aprobarse por el pleno, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) tendría que coordinar dicho registro. La iniciativa también plantea obligar a las empresas de origen extranjero como Uber (Estados Unidos) y Cabify (España) a que tengan una sede en México, toda vez que las personas usuarias no tienen un contacto directo en caso de denunciar algún incidente con los choferes pues la comunicación la realizan a través de correos electrónicos.
Actualmente las comisiones de Comercio y Fomento Industrial, y la de Estudios Legislativos analizan la iniciativa.

http://www.cimacnoticias.com.mx/noticia/usuarias-de-taxis-privados-sin-protecci-n-por-casos-de-violencia-sexual

1 de noviembre de 2017

Mujeres En La Cárcel: Abandonadas E Invisibles.


De las 100 mujeres detenidas en un centro federal que entrevistaron, 72 afirmaban haber sufrido violencia sexual; más allá de un error metodológico, la falta de perspectiva de género en las estadísticas es una falla grave de parte del Estado Mexicano.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicó los resultados de la primera Encuesta Nacional a Población Privada de Libertad (ENPOL), que tiene el fin de generar información estadística sobre las características de la población penitenciaria, y sus condiciones de procesamiento e internamiento.
Esta primera encuesta nos brinda información muy valiosa sobre temas tales como características socioeconómicas de la población, la corrupción del sistema de justicia penal y del sistema penitenciario, o las condiciones de vulnerabilidad, sufre de una carencia mayor: la perspectiva de género.
A pesar de solo representar el 5% de la población penitenciaria, las mujeres sufren condiciones especiales de vulnerabilidad: víctimas de violencia familiar y/o institucional, abandono familiar.
Sin embargo, la información presentada por el INEGI no se encuentra desglosada por sexo, esta ausencia tiene por consecuencia directa el desparecerlas de la primera encuesta gubernamental sobre las condiciones de vida carcelarias.
Un ejemplo impactante es el tema de la violencia sexual: la encuesta menciona que 4.5% de las personas mencionan haber sufrido violencia sexual en el momento de la detención y 5% dentro del centro penitenciario. Sin embargo, una investigación de Amnistía Internacional, mostró que de las 100 mujeres detenidas en un centro federal que entrevistaron, 72 afirmaban haber sufrido violencia sexual al momento de su detención.
Otro ejemplo, en la Ciudad de México la encuesta resalta que el 80% de las personas privadas de libertad habían recibido visita, cuando cifras de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario citados por Animal Político da un panorama totalmente diferente para las mujeres: 70% no reciben visitas y 20% no tienen a nadie autorizado para el mismo fin.
Las estadísticas no son un instrumento neutro. El transversalizar la perspectiva de género en la producción estadística del INEGI, en específico en el caso del sistema penitenciario, implicaba analizar el impacto diferenciado que tiene la privación de la libertad sobre las mujeres y los hombres. En la manera presentada en su sitio, el INEGI dejó que las mujeres desaparecieran en la mayoría varonil al no presentar la información desglosada.
Más allá de un error metodológico, es una falla grave de parte del Estado Mexicano. En efecto, en la duodécima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, México se comprometió a “fortalecer la implementación efectiva de sistemas de producción de información estadística para el diseño de las políticas para la igualdad de género, con especial atención en los medios de recolección, clasificaciones y procesamiento de datos nacionales”.
Sobre los temas específicos de violencia, la Convención de Belem Do Para así como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia lo obligan a fortalecer la “recopilación de estadísticas y demás información pertinente sobre las causas, consecuencias y frecuencia de la violencia contra la mujer.”
Tal como fue presentada, la ENPOL presentó resultados de la población varonil privada de la libertad, y corre el riesgo de perpetuar el ciclo de la violencia institucional que viven las mujeres encarcelas, cuando pudiera visibilizarlo.

Por Maissa Hubert. Publicado orginalmente en Observatorio de Prisiones.

11 de octubre de 2017

Día Internacional de la Niña: Las desventajas de las niñas frente a los niños.

En el marco del Día Internacional de la Niña, se evidencia que en Guatemala se enfrentan a más dificultades debido al género, entre ellas la violencia sexual, el trabajo infantil no remunerado, el matrimonio a temprana edad y el poco acceso a la educación.
el Día Internacional de la Niña y según organizaciones que trabajan para su protección, en Guatemala esta población es vulnerable e invisibilizada.
Una muestra de este riesgo es la violencia sexual. En el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, entre enero y agosto de este año se practicaron  dos mil 796 exámenes relacionados a delitos sexuales en niñas y adolescentes, lo que representa el 90.2 por ciento del total de pruebas de este tipo.
Además, aunque el trabajo infantil en el país parece ser un fenómeno masculino, la realidad es que las niñas laboran en trabajos ocultos, como en los quehaceres del hogar y en casas particulares, por lo que muchas veces no se cuenta como trabajo infantil, señala el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
También el matrimonio infantil afecta más a las niñas que a los niños. En el 2011, en el Registro Nacional de las Personas se inscribieron mil 122 matrimonios de mujeres menores de 15 años, de los cuales, en sólo dos casos ocurrió con menores de la misma edad, el resto de esposos tenía entre 16 y 30 años o más.
Esos datos se destacan en el Compendio Estadístico de la Niña en Guatemala, que revela datos sobre la situación de este sector de la población.
En cuanto al acceso a la educación, un estudio del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), presentado ayer revela que  hay una pequeña brecha de inversión per cápita diaria destinada para la educación de mujeres y de hombres.
ONU Mujeres, la agencia de las Naciones Unidas que promueve la igualdad de género, señala que las niñas desempeñan diversos papeles en el hogar, la sociedad y la economía, por lo que el progreso de este grupo también es bueno para las familias, las comunidades, los países y el mundo.
“Las niñas siempre han cambiado el mundo, y esta generación puede hacerlo aún mejor”, indica la agencia.

http://www.prensalibre.com/guatemala/comunitario/dia-internacional-de-la-nina-ninas-desventaja-frente-a-los-varones

10 de octubre de 2017

El lenguaje sexista, reflejo de una sociedad patriarcal .



Hoy en día representa la significación de lo considerado masculino como superior y universal provocando la inequidad y la imposibilidad de que hombres y mujeres vivan en escenarios de igualdad de oportunidades, por lo que es necesario trabajar por un verdadero cambio en las relaciones de género.

Excluye y hace invisibles a las mujeres

Fueron los estudios feministas los que advirtieron, denunciaron y evidenciaron que existe un uso indiscriminado del género masculino, como único y representativo de la humanidad. Manifestaron que su uso y abuso producía un efecto que ocultaba, hacia invisibles y excluía a las mujeres.
Así fue  como reconocieron que el lenguaje no es neutro, no solamente por la presencia subjetiva de quien habla, sino también porque la lengua inscribe y simboliza en el interior de su propia estructura la diferencia sexual de forma jerarquizada  y orientada.
Esta situación no surge de la misoginia, ni de la casualidad ni del inconsciente o la simple costumbre, la existencia de un lenguaje sexista aparece porque vivimos en una sociedad patriarcal, es decir en un sistema que ha institucionalizado el dominio de lo masculino como primordial, único y desmesuradamente hegemónico. Una de sus representaciones es sin duda el sexismo, que representa la significación de lo considerado masculino como superior y universal.
La diferencia así como la oposición aparente entre lo que significa femenino y masculino tiene bases absolutamente esencialistas donde predomina lo biológico, lo natural y las representaciones sexuales de los cuerpos humanos. Han sido nuevamente los estudios feministas los que permiten advertir que si bien se nace con un cuerpo que visiblemente muestra diferencias biológicas, éstas jamás deben ser razón para provocar una desigualdad social.
Es así como ha surgido con fuerza la perspectiva de género,  categoría creada para afirmar que lo masculino y lo femenino asignado el primero solamente a hombres y el segundo sólo a mujeres es una construcción cultural, no se nace hombre o mujer, la sociedad a través de las instituciones, los mitos y el consenso social construye, diferencia, separa y asigna roles específicos a hombres y mujeres.
Género al demostrar que esto es cultural pone la advertencia que esos comportamientos no son naturales sino que pueden y deben ser opcionales, alternativos, posibles y hasta disyuntivos. Hay muchas formas de ser hombres y de ser mujeres y cada quien puede integrar a su personalidad elementos considerados masculinos y elementos considerados femeninos.
Sin embargo, la sociedad patriarcal no lo acepta y sigue latente su visión inequitativa entre los géneros. Una de sus herramientas más poderos sigue siendo el lenguaje sexista, esas expresiones que ocultan la presencia femenina, que las minimiza, que las agrede, que las excluye, que las desconoce. Provocando la inequidad y la imposibilidad de que hombres y mujeres vivan en escenarios de igualdad de oportunidades.
Quienes no queremos vivir ya en una sociedad patriarcal sino en una sociedad democrática donde la humanidad esté representada por hombres y mujeres con las mismas oportunidades, que no segmente, que no contraponga roles, que no anule la diversidad social, es necesario que trabajemos por un verdadero cambio en las relaciones de género. Un gran paso que elimine el lenguaje sexista. Lograr que exista otra forma de nombrarnos, de identificarnos y de reconocer hace posible la utopía de la equidad de género, de hacer visibles a las mujeres, que reconocer y respeta la diversidad sexual a la vez que logra el equilibrio perfecto entre las desigualdades de género.

Lo femenino y lo masculino en el discurso

En su página web el grupo feminista “Palabra de Mujer” expone con sencillez y hasta con sensibilidad la importancia del uso del lenguaje que no sea sexista, un lenguaje que incluya siempre en sus expresiones a los hombres y a las mujeres. A ellas dicen:
La lucha por el lenguaje inclusivo es la lucha por usar un lenguaje más justo, menos violento, esto es, un lenguaje que no sea utilizado contra nadie como arma de exclusión y opresión en la sociedad. Intentar ser sensibles a usar un lenguaje menos machista y masculinista neutralizando los usos del masculino singular al sustituirlos por otras expresiones o por la inclusión también del femenino singular es un gesto democrático y civilizado, fundamental, como dejar de usar expresiones que podrían herir a grupos que tradicionalmente han sido maltratados, por ejemplo, gente con una sexualidad o con rasgos físicos distintos a los del grupo dominante.
Esta propuesta ha sido aceptada por muchas personas pero también ha sido rechazada por un sector social que no la comprende. Es así como se llega a creer que todo se debe ahora feminizar hasta la ignominia, que el discurso se gasta al estar aclarando que nos dirigimos a un público femenino o masculino, o hasta se copia el tono de un presidente mexicano que con su estilo banalizó un reconocimiento verdadero.
Por desgracia, existen personalidades de gran prestigio en el estudio del lenguaje que niegan rotundamente la importancia del lenguaje inclusivo. Si bien los puntos de vista diferentes son respetados, en nuestro caso tenemos la firme convicción de que el lenguaje inclusivo bien comprendido y aplicado permitirá la desaparición de distinciones jerárquicas y excluyentes que han impuesto a la representación masculina como la única cuando socialmente existe una gran diversidad sexual que debe ser reconocida, respetada y pronunciada, visible en la palabra, existente en el discurso.
¿Es posible hacerlo? La respuesta es sencilla: Sí, auxiliándonos de otros manuales que ya han demostrado la posibilidad del lenguaje inclusivo.
Por lo tanto, partimos de la certeza de que al ser el lenguaje es el instrumento fundamental de la comunicación humana, quien desea hacerlo inclusivo necesita entrar en nuevo contacto con las palabras, un contacto analítico y cuidadoso que busque nombrar la realidad sin discriminar a las mujeres ni reforzar los estereotipos sexuales. Es así como les compartimos las siguientes pautas, retomadas del libro El sexo en la noticia:
Evitar el genérico masculino para dominar a colectivos mixtos, con la finalidad de hacer más visibles a las mujeres.
Procurar aportar una dimensión más abierta y completa de los diferentes roles que cualquier persona desarrolla en la sociedad actual y utilizar los mismos criterios de valorización para los hombres y para las mujeres.
Dar un tratamiento paritario a los hombres y mujeres.
Rechazar los estereotipos de manera que las historias que se explican hagan referencia a personas no a roles tradicionales.
Identificar a las personas por su nombre y apellido, cargo o profesión, obviando los marcadores de sexo (la señora, la señorita…)
Evitar referencia de parentesco (esposa, hija, viuda, amante), siempre y cuando no sea un dato verdaderamente relevante.
Conviene utilizar siempre nombres colectivos en vez del genérico masculino.
Si bien la normativa gramatical obliga a realizar las concordancias en masculino y plural, pueden buscarse fórmulas alternativas
Se debe potenciar la creatividad y la capacidad expresiva de la lengua, usando la imaginación para encontrar nuevas fórmulas lingüísticas que sean respetuosas con las personas y no discriminatorias. Una técnica infalible es hacer la prueba de la inversión, preguntarnos son se aplicarían de la misma manera a protagonistas masculinos.
En todos los manuales de lenguaje inclusivo se reconoce abiertamente que el lenguaje no es sexista por esencia ni por estrategia original, su mejor defensa es que existe en sus contenidos lo femenino, lo masculino y lo neutro. Somos las personas quienes le hemos dado ese tono sexista, somos las personas quienes le hemos dado ese uso. Por eso, está en nuestras propias palabras el transformarlo en un lenguaje inclusivo.

http://expedienteultra.com/el-lenguaje-sexista-reflejo-de-una-sociedad-patriarcal/

3 de octubre de 2017

Las soldaderas de la revolución impulsan los derechos de las mexicanas


A lo largo de la historia el papel de la mujer ha pasado por cambios que han ayudado a darle a ellas los mismos derechos, obligaciones y deseos que le habían pertenecido solo a los hombres. Sin embargo, cien años atrás, ellas fueron vistas con otros ojos.

“Durante la revolución mexicana, surgen mujeres de manos morenas, mujeres jóvenes con la interrogación en sus ojos de lo que sería la muerte. Estas mujeres no son las mujeres que relatan en los libros de historia, son las mujeres que ayudaron a que hubiera una verdadera revolución mexicana. Estas  mujeres son, las soldaderas,” dijo Elena Poniatowska, la famosa escritora mexicana mas conocida por La noche de Tlatelolco, libro publicado en 1971, en una presentación realizada por el Consulado Mexicano en el Chamizal National Memorial.
Pocas mujeres fueron reconocidas en la historia, dijo Poniatowska. La revolución mexicana tuvo varias heroínas que marcaron la diferencia en esa época machista y autoritaria. Algunas de ellas fueron, La Cucaracha, La Generala, y María Pistolas entre otras.  “Sin las soldaderas no hubiera habido Revolución Mexicana. Ellas tenían la única vocación que te salva la vida… dos piernas que te llevan a andar por la vida,” dijo Poniatowska.

Las soldaderas tenían muchas tareas como simples mujercitas con menos merito  que una yegua. Ellas cuidaban, vestían  y alimentaban, a sus soldados, cargaban metates, trincheras, pólvora, y a sus hijos si es qué tenían. Y muy a pesar de todas esas labores. “La pérdida de una yegua era irreparable para el soldado, pero la perdida de una soldadera, pues ni modo,”  dijo ella.

Muchos conocemos a los famosos caudillos de la revolución. Pancho Villa, y Zapata son nombres importantes en la historia mexicana, pero las acciones que envolvieron su fama no son precisamente las que cuentan.
“Pancho Villa fue un desalmado, había crueldad en las actitudes, trataba a las mujeres como objetos, por el contrario, Zapata, las trató muy bien las cuidaba, procuraba y defendía,” explicó Poniatowska.

Los soldados de la revolución arrasaban con ellas. Fueron bonitas, feas, viejas o jóvenes. Se las robaban, violaban y las ponían como escudos cuando se enfrentaban contra otros ejércitos. Ellas caminaban todo el día, porque lógicamente, los caballos eran para los hombres.

“Petra Herrera fue soldadera, pero comenzó a ser generala porque pretendía ser hombre.  La historia no la menciona porque Villa, nunca le dio su lugar porque era simplemente, una mujer,” dijo ella.

Las soldaderas son mostradas como mujeres leales, enamoradas y fieles a sus soldados como la mayoría en el  norte de México. Manuela Oaxaca, una de estas, fue soldadera por amor más que por la guerra. Se casó con un señor de apellido Quinn le dejaría un hijo que se convertiría años después en el famoso actor, Anthony Quinn. Como ella, muchas fueron víctimas de soldados quienes las enamoraban, usaban y dejaban con uno que otro hijo sin hacerse responsables de sus actos.

“La Revolución Mexicana no trajo justicia más que para los que la traicionaron, traer la guerra para traer paz es una gran mentira,” dijo Poniatowska.

Y a pesar de que ellas fueron olvidadas todavía en las escuelas primarias de México las niñas cantan todos los 20 de noviembre, “Yo soy rielera y tengo a mi Juan, él es mi encanto y yo soy su querer cuando me dicen que ya se va el tren adiós mi rielera ya se va tu Juan,” concluyó Poniatowska con la canción celebre de la revolución mexicana.

http://borderzine.com/2010/05/las-soldaderas-de-la-revolucion-impulsan-los-derechos-de-las-mexicanas/

14 de septiembre de 2017

El horror de los burdeles en los campos de concentración nazi.



Un capítulo oscuro de la Alemania nazi, y uno de los secretos mejor guardados durante mucho tiempo, por el silencio (en el caso de las víctimas, por temor y vergüenza y en el caso de sobrevivientes e historiadores, por evitar tocar este tema), y por que "no encajaba bien en la imagen de los campos de concentración como monumentos al sufrimiento" según Robert Sommer, autor del libro, titulado Das KZ Bordel, es el uso que los SS hicieron de miles de mujeres como esclavas sexuales.
Estas esclavas fueron reclutadas en diversos países, y el campo de concentración de mujeres de Ravensbruck fue un lugar de abastecimiento, siendo para los nazis una fuente de ingresos.
La prostitución forzada para la satisfacción sexual de soldados y miembros alemanes de otras organizaciones controladas por los nazis llegó a ser frecuente en la Europa ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Se estima que forzaron a más de 34.000 mujeres de estados ocupados a trabajar como prostitutas para el Tercer Reich. Los burdeles establecidos por el estado nazi eran en un principio para uso de los soldados de la Wehrmacht, oficiales SS y trabajadores extranjeros que trabajan para el Reich. Los nazis trataban a estas mujeres como botín de guerra, y aún cuando eran judías, los soldados del frente podían hacer uso de ellas (en la retaguardia, el contacto con mujeres judías eran castigado).
En 1.942, la guerra comienza a torcerse para Alemania. Heinrich Himmler contempla entonces la necesidad de poner en marcha un sistema para incentivar el rendimiento de los prisioneros de algunos campos, que trabajan en la fabricación de armamento. Diseña un plan de recompensas en cinco fases, de menor a mayor mérito: reducción en la carga laboral, suplementos alimenticios, pagas extraordinarias, aumento del tabaco, y, como premio a la excelencia productiva, una visita al burdel del campo. Los SS utilizaron la excusa de que la prostitución obligada servía para estimular el trabajo de los esclavos de los campos de concentración: mantener la moral de los trabajadores forzados en la producción armamentística y al mismo tiempo evitar la homosexualidad, por lo que a partir de ese año, se abrieron burdeles en 10 campos de concentración, habilitados por orden directa de Himmler, el mayor de ellos en Auschwitz, donde llegó a haber hasta 21 mujeres trabajando a la vez.
Como ejemplo, la firma E.G.Farben, que utilizaba centenares de presos como esclavos, solicitó a la SS un permiso para autorizar a los "trabajadores sobresalientes" a que fueran premiados con la asistencia a los burdeles. Himmler aceptó.
Pero esta estrategia, no funcionó muy bien ya que eran muy pocos los que estaban en condiciones físicas para ir.
El primer burdel se abrió el 11 de junio de 1.942 en el campo de Mauthausen, y el último, a principios de 1.945 en el de Mittelbau-Dora.
Las presas obligadas a prostituirse eran en su mayoría alemanas. El motivo de su detención e internamiento era, en muchos casos, la prostitución callejera, o por contactos con judíos u otros "enemigos del Reich" y se las internaba en Ravensbruck, aunque se han documentado también unos pocos casos de mujeres reclutadas como prostitutas en Bergen-Belsen y Auschwitz.
Una vez en Ravensbruck, se las seleccionaba bajo la promesa de que a los 6 meses serían liberadas, algo que nunca ocurría, y al cabo de un tiempo se las devolvía al campo.
Según relata Olga Lotar, prisionera política en Ravensbruck: "Llegaron oficiales de la SS y comenzaron a mirar a las mujeres. Las clasificaban por peso, altura, color de cabello; para diversos gustos. Al principio los nazis engañaron a las mujeres y les decían que si trabajaban 6 meses como prostitutas serían liberadas. Varias creyeron estas promesas pero luego se dieron cuenta de las mentiras. Luego de ser utilizadas las devolvieron deshechas a Ravensbruck. Regresaban con el cuerpo roto y los ojos apagados. Perdieron todo atisbo de esperanza. Su mundo fue destruido y no tenían voluntad para vivir."
En los burdeles no trabajaban mujeres judías, ni los prisioneros judíos tenían acceso. Además los nazis impusieron una rígida división por "raza", así que los alemanes sólo podían ir con mujeres alemanas, los eslavos con eslavas...
A las mujeres seleccionadas, la mayoría con poco más de 20 años, se les cosía un triangulo negro en la manga, que las distinguía como "asociales", se lavaban, se vestían con ropa de calle y recibían comida de la cocina de los alemanes, recibían un trato distinto al de resto de mujeres. Debían trabajar a diario entre las ocho de la tarde y las diez de la noche.
El burdel estaba situado en casi todos los casos en una barraca a la entrada del campo. Contaban con un dormitorio común para las mujeres, aseo con bañera y habitaciones individuales para su trabajo. Eran los llamados «edificios especiales»
El preso que recibía el derecho a aprovechar los servicios del prostíbulo pasaba un breve examen médico, para detectar si no tenía alguna enfermedad venérea, entregaba dos marcos al funcionario de las SS que gestionaba el negocio (el precio que tenía también un paquete de cigarrillos), y podía subir al piso alto del barracón en el que las presas esperaban a los clientes, vestidas como si fuesen mujeres normales, con ropa bonita y limpia, porque esa sensación de normalidad aumentaba el atractivo de los prostíbulos y el interés de los presos por conseguir el permiso para aprovechar sus servicios.
Según el testimonio de una esclava sexual en Mauthausen: "En las cabañas había pequeñas habitaciones con números. Los hombres antes y después de cada visita se descontaminaban. Cada mujer recibía por día entre 10 a 20 hombres. Los guardianes de las SS nos vigilaban por pequeños agujeros en las puertas. Los hombres debían pagar a los oficiales, que se quedaban con el dinero".
La visita dejaba muy poco espacio para la fantasía. Estaba prohibido hablar y sólo se permitía la posición del misionero. El cliente y la prostituta eran observados permanentemente a través de una mirilla por un guardián de las SS, para asegurarse que se cumplía la prohibición de no hablar, y que redactaba después un informe detallado. El acto tenía que durar un máximo de 20 minutos.
Tras ser utilizadas, se las devolvía a Ravensbruck, donde llegaban hundidas, y donde fueron víctimas de la práctica de abortos y experimentos para investigar sobre enfermedades de transmisión sexual.
La comandancia de los campos ocultaba siempre 2 cosas cuando recibían "visitas oficiales": el crematorio y el burdel.
La existencia de estas instalaciones permaneció oculta después de la guerra.
Las víctimas optaron por callar y renunciaron a pedir indemnizaciones en la Alemania de posguerra, porque no se las consideró trabajadoras forzadas.
Después de la guerra, muchas de estas mujeres tuvieron que vivir con el peso del estigma social que permaneció sobre ellas a pesar de haber sido víctimas de la violencia brutal del sistema nazi.

http://eltrabajonoshacelibres.blogspot.com/2012/11/el-horror-de-los-burdeles-en-los-campos.html

29 de agosto de 2017

El hembrismo: Un mito producto de los miedos machistas.



En la mitología griega una gorgona era un despiadado monstruo femenino. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado. Las gorgonas son a veces representadas con alas de oro, garras de bronce y colmillos de jabalí. Llevaba un cinturón de serpientes entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí. La única manera de matarla era cortándole la cabeza
¿Espeluznante, no? Pues la misma sensación genera en las personas el mito moderno asociado al desarrollo del feminismo: La hembrista. Siendo un mito “comme il faut” nunca nadie la ha visto, pero todos y todas le tienen terror. Es la suma de todos los miedos del patriarcado y de las mismas mujeres a otras.
Sin embargo, si analizamos la cuestión en estricto rigor, ni la hembrista (ni la feminista radical, ni la feminazi) existe como ser diabólico que deambula por ahí tratando de petrificar hombres con la mirada o exterminarlos en cámaras de gas. Son leyendas urbanas pertenecientes a la mitología patriarcal, rebozada en el caldo de la ignorancia supina.

Definiendo el hembrismo

Al googlear el término “hembrismo” la mayoría de las definiciones son bastante escuetas al señalarlo como opuesto al machismo. Bueno, respetando la definición, el hembrismo sería lo opuesto al machismo, ergo, para saber de qué se trata, hay que ver qué es el machismo.
El machismo, expresión derivada de la palabra “macho“, se define en el DRAE como la “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. El machismo engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas de manera tradicional como heterosexualmente masculinas y discriminatorias contra las mujeres.
Si el hembrismo es lo contrario del machismo, sería tentativamente: “un conjunto de actitudes y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas como heterosexualmente femeninas y también, discriminatorias contra los varones”. ¿No es esto extraño? Para ser un movimiento tan poderoso que subyuga o pretende subyugar a los hombres y los violenta en la casa, el campo y los juzgados, su desarrollo teórico es muy básico y, oh casualidad, se define por ser reflejo opuesto del machismo, así como lo femenino ha sido definido, desde siempre, como el reflejo opuesto de lo masculino.
Machismo son actitudes, ideas y conductas socializadas, ampliamente aprendidas, con un fuerte refuerzo cultural, por lo tanto, aceptadas y normalizadas. El machismo, entonces, cuenta con un sistema que permite su reproducción. ¿Dónde está el sistema cultural, la práctica social, el respaldo de la tradición, la estructura de apoyo que permite la reproducción de supuesto hembrismo? ¿Quien dice que “las mujeres son así, es normal, es su naturaleza” cuando exhiben conductas que les ganan la etiqueta de hembristas.
Como dice Beatriz Gimeno sobre el mismo concepto: “¿Hay un movimiento, una ideología, un pensamiento, una teoría, unos textos…que defienda que los hombres deben ser sometidos a la desigualdad en la que nos hayamos las mujeres? ¿Que deben ser despojados de sus derechos económicos o políticos, que deben cobrar menos, que se merecen ser objeto de violencia por parte de las mujeres; que deben ser recluidos en sus casas, salir del mundo laboral, del espacio público?”
¿En qué lugar existe un sistema de dominación destinado a subyugar a los hombres, apoyado por las leyes, financiado por la banca global, controlando el poder político y los medios de comunicación para cosificar a los hombres y violentarlos por ser tales? El hembrismo, supuestamente, contribuye a mantener conductas heterosexualmente femeninas; sin embargo, siempre que se califica a alguien de hembrista lo hacemos porque esa mujer ha mostrado conductas asociadas a lo masculino: violencia, agresividad, sentido de la competencia, ambición de poder, etcétera. La contradicción evidente de esto confirma la impronta machista en la raíz del concepto.
¿Qué sistema, ideología, teoría, defiende el mantenimiento de conductas heterosexualmente femeninas? ¿Qué sistema está en la posición privilegiada de definir qué es femenino o no, qué es masculino o no y qué es hembrista o no?
Es penoso que todavía tengamos que dañarnos unas a otras con etiquetas inventadas por el patriarcado. Como si no nos bastara con las canónicas de: santa, madre, virgen, bruja, loca y puta. Ahora está de moda decir “yo soy feminista y quiero la igualdad, no como esas hembristas/feminazis”. Esto es equivalente a decir “yo soy una dama, no como esas mujeres sueltas que andan por ahí” . O sea, “las otras son más malas”. Esto es patriarcado introyectado de alta pureza. Destaco la palabra “otras”, porque es este tipo de elaboraciones lo que nos mantiene en la situación de alteridad que nos impide construir un “nosotras”.
¿Para qué analizar este concepto de hembrismo? Porque a las mujeres nos han educado históricamente para desconfiar de nuestro propio poder y descalificar el poder de las otras mujeres y para confrontarnos por la aprobación masculina. El hembrismo es un invento machista para que las mujeres rechacemos la emancipación de otras, cuando ellas no complacen al patriarcado. Nos hace creer que es malo rebelarse ante la discriminación de género y que existen mujeres rebeldes buenas y malas,  de acuerdo al grado de aprobación que el sistema les concede.
El hembrismo es usado para reforzar la socializacion negativa de las mujeres. Hemos aprendido que sólo bajo la protección y guía de la autoridad masculina estamos seguras que debemos desconfiar de otras mujeres (porque como decía mi abuela, son roba maridos, porque traicionan, porque las mujeres somos volubles y es sólo sometiéndonos que logramos balance, control y tranquilidad). Entonces las hembristas son un peligro para el sistema, porque no buscan su aprobacion y amenazan la socializacion negativa que permite dividir y controlar a las mujeres.
Las mujeres que no tienen sororidad con sus pares o compiten por el poder sin escrúpulos, tienen una lógica patriarcal en su manera de ver el mundo, pero no son hembristas. Son reproductoras del machismo, tanto como aquellas que las acusan de hembrismo. Por lo tanto, lo cuestionable en este caso es el patriarcado y sus modelos de naturalización de las relaciones humanas desiguales, pero no el feminismo.
Descalificar los procesos de autonomía de otras mujeres, es ejercer violencia simbólica con un estereotipo que demoniza la conciencia del poder de las mujeres, como una conducta agresiva extrema. Llamar hembrista a otras mujeres es estar de acuerdo que el patriarcado tiene aún el derecho de definir y decirnos qué feminismos aceptar, que procesos de emancipación son más legítimos o no, qué mujeres son buenas y cuáles malas dentro de los movimientos o no. Implica admitir que es correcto excluir mediante etiquetas y estereotipos a aquellas mujeres cuyo tránsito hacia su propia liberación parece más amenazante que el de las otras.
La hembrista, si es que existiera, no sería jamás un peligro para las mujeres que buscan autonomía, sino para el sistema de opresión, sus opresorxs y reproductorxs. El hembrismo es el mito inventado por el machismo para no admitir su miedo a la mujer sin miedo.

http://www.elquintopoder.cl/genero

28 de agosto de 2017

Elfa, la mensajera de Lapü


Elfa Gómez, del clan Ipuana es una mujer wayuu, que con su mirada transmite la alegría de vivir la vida a diario. Es una persona que al hablar demuestra sus capacidades para transmitir o anunciar sucesos buenos o malos a la persona que la consulta, ella es una interpretadora de sueños.

Elfa, de ojo café, piel trigueña, contextura delgada, cabello negro que resaltan su presencia. De sus sesenta y cuatro años la mitad las dedicó a tejer susu (mochilas). En la actualidad, además de interpretar los Lapü (sueños) de los habitantes del Cabo de la Vela, ejerce el rol de Outsü (medica tradicional y guía espiritual), con plantas ofrece tratamientos a niños y adultos.

Una noche Lapü la visitó “soñé que me lanzaron una pedral debajo del seno derecho el cual anunciaba mi muerte por parte del espíritu, fui a una outsü, para que alejara esa fuerza maligna que intentó acabar con mi vida, hice rituales, baños, e incluso fui hospitalizada. Me fui a Maracaibo por un año”. Con estas palabras, Elfa recuerda los primeros síntomas del don que un principio se negó a recibir.

Lapü, es un ser de la espiritualidad wayuu, que comunica a los muertos con los vivos, a través del sueño los muertos pueden anunciar tragedias, pueden ofrecer compañía, pueden proteger, hacer recomendaciones médicas y pueden prevenir hechos desagradables.

La muerte de dos sobrinos de Elfa, marcaron el inicio de su nuevo rol en la comunidad que había abandonado, Utta, del corregimiento del Cabo de la Vela del Municipio de Uribía. “Lapü me volvió a enviar un mensaje para unos familiares muy cercanos, alertándome que venía un mal para ellos, al contarles, no creyeron y decidieron no cumplir con las peticiones de Lapü  por lo cual murieron, fue una tragedia muy grande”. Desde ese entonces su familia le respetó sus revelaciones, hasta convertirse en un referente espiritual entre los vivos.

La interpretadora de sueños cumple un rol fundamental dentro de esta sociedad indígena, porque es ella la que puede interpretar a los wayuu el mensaje de los muertos y de los otros seres espirituales. Según el plan de salvaguarda propuesto por la junta mayor de palabreros, es la autoridad espiritual que guía la conducta y vida de los wayuu.

Elfa Gómez, desde hace 29 años ejerce la interpretación de sueños y la atención medica de la comunidad, un saber que no se aprende pero se adquiere y se puede heredar. Ella siente preocupación porque no sabe cuál será el destino de su saber ancestral, porque la generación joven no cuenta, ni cumple con sus sueños.

 La Outsü de Utta, recomienda a todas la madres wayuu “que le insistan a sus hijos sobre la importancia del sueño, para que no se pierda y no ocurran tragedias en la sociedad wayuu, es la única forma para que nuestra identidad como indígena sigua”

Elfa Gómez, en su mirada refleja la satisfacción por prestar su servicio a la comunidad, con sus palabras expresa la esperanza de mantener el equilibrio de la vida comunicando a los espíritus y a los wayuu. Su presencia refleja el compromiso de mantener y sembrar su saber a otras generaciones.

Paola Vangrieken es wayuu del clan uliiana, estudiante de la Escuela de Comunicaciones del Pueblo Wayúu.
https://www.servindi.org/actualidad-noticias/27/08/2017/elfa-la-mensajera-de-lapu

23 de agosto de 2017

“Fuimos conejillos de indias”

“Fuimos conejillos de indias”: los métodos anticonceptivos utilizados en reclusos que generan controversia en EEUU
Un condado en Tennessee ofreció a los reclusos de su cárcel una reducción de penas a cambio de que se pusieran un implante anticonceptivo o se hicieran la vasectomía. Con esto reavivaron fantasmas de un pasado no muy lejano.
En un pequeño condado en la parte rural Tennessee, a los presos se les ofreció descontarles 30 días de sus penas a cambio de un vasectomía o un implante anticonceptivo de acción prolongada. Funcionarios califican la medida como una herramienta en la lucha contra el abuso de opioides, mientras que quienes se oponen a ella, la llaman eugenesia.
En la primavera, Deonna Tollison, se presentó en un tribunal frente al juez Sam Benningfield en Sparta, Tennessee.
Es una sala grande, iluminada con luces de neón y llena de bancos de madera para que se siente el público.
Tollison fue acusada de violar las condiciones de su arresto domiciliario: el más reciente problema de una vida conflictiva, que en el peor momento la vio adicta a los opioides y viviendo en su automóvil.
En el estrado, Tollison testificó que había intentado encaminar su vida por el sendero correcto, que se había alejado de las drogas y que estaba criando a dos hijas pequeñas, así como a la hija de una hermana que murió en un accidente automovilístico.
Sin embargo, recaídas y desacuerdos con la ley le siguieron poniendo obstáculos a su progreso y nuevamente se encontraba ante un juez.
Se le acusó de hacer viajes no autorizados al supermercado y de permitir que las pilas del dispositivo colocado en su tobillo para monitorear su ubicación se descargaran.
Tenía ante sí la posibilidad de volver a la prisión local.
“Soy madre soltera de tres niñas hermosas y un nieto recién nacido. Mi madre es discapacitada. Mi hermana es discapacitada”, dijo Tollison en el estrado.
“Cada una de ellas depende de mí porque soy la única que tiene licencia (para conducir). Amo a mi familia profundamente. En los últimos cuatro años he hecho todo lo que está en mi poder para recuperar mi vida”.

La audiencia no tuvo resultados favorables para Tollison.

En su veredicto, el juez Benningfield dictaminó que sus continuos tropiezos y el hecho de estar desempleada no la hacían apta para el arresto domiciliario.
Ordenó que cumpliera el resto de su sentencia en la cárcel del Condado White.
Poco después, Benningfield hizo un anuncio sorprendente ante toda la corte: la implementación de un nuevo programa que permitiría que a presas como Tollison pudieran restarle 30 días a sus condenas si accedían a usar un método anticonceptivo de larga duración.
En el caso de los hombres, indicó el juez, se ofrecerían vasectomías.

La firma

Poco después de su llegada a la cárcel, empezaron a circular unos documentos para colocarse un implante llamado Nexplanon, que evita el embarazo por un periodo de hasta cuatro años.
Tolllison firmó, al igual que otras 30 mujeres.
Del lado masculino de la cárcel, 38 hombres se registraron para someterse a vasectomías.
Con una población media de 221 presos, esto representaba una parte importante de la cárcel.
Tollison tuvo que asistir a una clase de salud neonatal, la cual se enfocó en los efectos que el abuso de drogas, durante el embarazo, puede tener sobre el feto.
Después, una enfermera utilizó un dispositivo especial, similar a una aguja, para insertar el implante, del tamaño de una cerilla, bajo la piel de la parte superior de su brazo izquierdo.
A los hombres se les organizaron visitas con los urólogos.
Unos dos meses después, cuando la prensa local se enteró del programa, la pequeña localidad de Sparta empezó a acaparar la atención, no sólo nacional sino internacional.
“La malicia innombrable del programa de eugenesia de Tennessee”, decía uno de los titulares.
“El programa de eugenesia del juez Benningfield es un ultraje”, escribió un bloguero, quien también sugirió que no debería seguir ejerciendo funciones como juez.

Pasado de esterilizaciones

Estados Unidos tiene una larga historia de esterilizaciones forzadas en personas pobres, con enfermedades mentales o en minorías.
En su historia reciente, estadounidenses nativos, mexicanos estadounidenses y afroestadounidenses han tenido que enfrentar esterilizaciones a la fuerza o a través de prácticas engañosas por parte de miembros del Estado y de gobiernos locales.
Aunque el movimiento de eugenesia de Estados Unidos -admirado por Adolf Hitler y replicado por los nazis- alcanzó el cénit de su popularidad en la década de 1920, los estados forzaron esterilizaciones hasta en la década de 1980.
Treinta y dos estados llegaron a tener un programa de esterilización en diferentes momentos, financiado con fondos federales, que implementaban en sus prisiones o asilos.
Hombres homosexuales eran obligados a esterilizarse si las instituciones mentales los catalogaban como ” desviados sexuales”. También sucedió con madres que recibían asistencia social.
En algunos lugares, la esterilización era una condición para salir de prisión.
Casos individuales aparecieron en todo el país.
En 2014, el gobernador de California firmó una prohibición contra la esterilización en prisiones, después de que docenas de mujeres fueron sometidas a la ligadura de trompas -mientras estaban tras las barras- sin haber dado el debido consentimiento.

Consentimiento informado

Las autoridades en Tennessee señalaron que nadie fue forzado y que el programa se canceló antes de que los hombres que se inscribieron en el programa fuesen sometidos a las vasectomías.
Pero las dudas sobre si un preso puede llegar a dar un consentimiento informado a un procedimiento de ese tipo a cambio de una reducción de la sentencia podría ser el eje de futuras demandas federales sobre lo que ocurrió en el Condado White.
“No cumple con los requisitos de lo que puede considerarse una decisión autónoma. Se ha construido una relación jerárquica”, indica Alexandra Minna Stern, historiadora de la Universidad de Michigan y autora de ” Eugenic Nation ” (“Nación Eugenésica”).
“Puedes decir que la gente hizo una elección, pero esa es la razón de por qué las esterilizaciones no son permitidas en prisiones federales: la asimetría de la relación”.
Los argumentos podrían llegar hasta la Corte Suprema de Estados, en donde una decisión de 1927 que aprobaba la esterilización forzada de “defectuosos mentales” todavía forma parte de la jurisprudencia y ha sido citada en casos tan recientes como uno en 2001.
Adam Cohen, autor de ” Imbeciles “, un libro sobre el caso conocido como Buck v Bell, de 1927, no califica al juez de Tennessee de eugenésico, pero indica que el programa por sí mismo se acerca peligrosamente (a la eugenesia).
“Puede ser que este juez realmente piense que está haciendo algo útil”, señala Cohen. “Dicho eso, estoy seguro de que a muchas personas que apoyan la eugenesia les gusta lo que él está haciendo”.
No estás sola”: las emotivas cartas de apoyo que escribe una joven a madres primerizas y que deja en lugares públicos

Volver a casa

Cuando Tollison tomó la decisión de dejarse insertar el implante, no estaba pensando en su salud reproductiva o la salud de hijos futuros. Estaba pensando en la pequeña casa a las afueras del Condado County, en Tennessee, en donde viven miembros de su familia con problemas de salud y sus tres hijas.
Sentada en el pavimento de un patio detrás de esa vivienda, Tollison dice que la única razón por la que aceptó el implante fue para poder volver a casa.
Aunque es libre, es una decisión que ahora lamenta.
“Siento que fuimos conejillos de indias”, señala. “La gente hace cualquier cosa con tal de salir de allá”.
Cerca del 90% de la población de Sparta es blanca, políticamente conservadora, y una mayoría asiste a la iglesia con regularidad.
En su oficina, una mañana antes de que empezaran las actividades en la corte, Sam Benningfield expresó su desconcierto por la cantidad de atención y críticas que ha recibido.
Fue una verdadera y total sorpresa para mí”, dijo. “Nadie levantó ni una ceja hasta que me clavaron las cámaras en la cara”.
Las personas que terminan en la sala del juzgado de Benningfield generalmente están allí acusadas de delitos menores que van desde posesión de drogas y la conducción bajo los efectos del alcohol, hasta robos de menos de $1,000 dólares o no haber pagado la manutención de los hijos.
La pena máxima que puede dictar es de 11 meses y 29 días.

Una orden controversial

Según Benningfield, el programa empezó cuando el departamento de Salud del estado se le acercó para hablar sobre una clase de dos días enfocada a los efectos del consumo de drogas en los fetos.
Para atraer la participación de los reclusos, cualquiera que se inscribiera iba a tener dos días descontados de su sentencia.
(Una vocera del departamento de Salud indicó que sus empleados se habían asociado con el Condado White para las clases, pero negó que se hayan involucrado en el desarrollo de cualquier política. El departamento se rehusó a comentar cuando se le preguntó si sus empleados habían administrado los implantes).
Benningfield creyó que el siguiente paso lógico sería incentivar a los reclusos a optar por los servicios de control reproductivo. Por eso decidió redactar la orden.
Comparó la medida con tener días descontados por recoger basura de la autopista o por acordar convertirse en un informante confidencial para la implementación de la ley.
“Se me ocurrió que muchas de las mujeres que había encarcelado eran las mismas a quienes tenía que retirarles a sus hijos como juez de menores porque habían nacido adictos a las drogas”, escribió en un comunicado.
Cuando la noticia empezó a llamar la atención mediática, Benningfield dice que le causó un shock la idea de que un recluso se habría sometido a una vasectomía con el único objetivo de tener 30 días descontados de su pena carcelaria.
Redactó un nuevo documento para que los presos dejaran claro que no firmaban el certificado solo para tener una reducción de la pena.
Pero para ese momento, la crítica al programa había crecido al punto de alcanzar a otros jueces locales, la fiscalía distrital y los legisladores del estado de Tennessee.
Seis semanas después, el juez canceló la orden por completo. De acuerdo con funcionarios del condado, ninguna de las vasectomías se llegó a hacer.
Los niños
El juez insiste en que su intención no es controlar quién se reproduce en el Condado White, sino prevenir que los niños nazcan enfermos.
“Mi preocupación número uno son los niños”, indica. “Para mí, mucho de la controversia empezó cuando se comenzó a usar la palabra esterilización. Nunca se trató de eso, nunca fue algo forzado”.
En un punto de la entrevista, saca una pila de sobres de su escritorio. Son cartas que recibió a propósito del programa.
“Usted es mi héroe”, escribió una persona mientras que otra le dijo: “Tenga la seguridad de que la mayoría de los White Countians apreciamos su esfuerzo, pero muchos somos forzados a usar una mordaza. Irónico ¿no? Somos los oprimidos”.
Y otra le escribió: “Su muy considerada práctica de ofrecerles una sentencia reducida a los criminales es brillante y adelantada a su tiempo. Los criminales son las últimas personas sobre la Tierra que se deberían multiplicar”.

Una oportunidad

Kristi Seibers no tiene hijos ni una larga lista de cargos relacionados con drogas.
Cuando entró en la cárcel del Condado White en febrero por haber incumplido el beneficio de libertad condicional que se le había otorgado, se trataba de la primera vez que era encarcelada.
Usualmente recibía, como método de control de natalidad, una inyección gratuita de Depo-Provera en el departamento de Salud, cada seis meses, pero cuando supo que podía ir a casa un mes antes si permitía que se le insertara el implante, no dejó pasar esa oportunidad.
Los efectos secundarios, cuenta, comenzaron casi inmediatamente: un periodo que duró dos meses, una infección vaginal, aumento de peso y cólicos.
Y, asegura, nunca le dieron los 30 días.
“La única razón por la cual lo hice es porque me prometieron menos días. De esa manera podía ir a casa”, dice. “No creo que haya sido correcto”.
De las seis reclusas (que se inscribieron en el programa) con las que la BBC habló, solo una expresó un poco de interés en los beneficios potenciales para la salud y la planificación familiar de los servicios de control de natalidad gratuitos.
En ese caso en particular, la mujer sufre de endometriosis, una condición uterina dolorosa que puede causar infertilidad.
El resto dijo que su única preocupación era salir tan pronto como fuera posible.
“Engaño”
Esa prisión está al borde de perder su certificación a manos de las autoridades estatales por su hacinamiento crónico. Varias personas la han descrito como un lugar sucio y desagradable.
“El consentimiento voluntario no es consentimiento en absoluto si está contaminado con la coerción del gobierno”, indicó Mario William, un abogado que vela por los derechos civiles de los exreclusos. “En realidad están engañando a gente vulnerable”.
Tres mujeres le dijeron a la BBC que querían que les sacaran los implantes, pero que al expresar ese deseo les dijeron que tenían que esperar 60 días o que la remoción les costaría $250 dólares.
Hubo presos que no tenían historiales de abuso de drogas que se registraron en el programa, lo cual, asegura Williams, prueba que el condado estaba interesado en prevenir que los ex reclusos procrearan y no sólo en proteger a los bebés de problemas de salud.
Los abogados de Christel Ward, una ex presidiaria, escribieron que a ella no se le dieron los 30 días libres porque su caso se originó en una corte criminal y no en las sesiones generales del juez Benningfield.
Independientemente del hecho de que Ward y Seibers no eran elegibles para una salida anticipada, las demandas argumentan que las autoridades les ofrecieron participar en el programa.
“No vamos a parar hasta que un juez declare esto inconstitucional”, indicó Williams, quien dice que representa a 16 exreclusas y que el número total se podría duplicar.

Las fechas

En la demanda de Ward hay un detalle que parece ser clave: la mujer le mostró a la BBC una copia de una tarjeta del tamaño de una billetera. Ella asegura que una tarjeta como esa le fue entregada a las presas después de que les insertaran el implante de Nexplanon.
La fecha en que se hizo el implante, según muestra ese documento, fue el 5 de mayo, 10 días antes de que el juez Benningfield emitiera la orden fechada el 15 de mayo.
No está claro si los empleados del condado administraron una especie de versión ad hoc del programa antes de la orden del juez y si eso sucedió, por cuánto tiempo lo hicieron.
La demanda señala que el sheriff Oddie Shoupe, y no el juez Benningfield, es el verdadero creador del programa y que el juez creó la orden por pedido de Shoupe.
El sheriff no respondió a las repetidas solicitudes de entrevista y el juez se rehusó a hacer comentarios después de que se introdujo la demanda.
El caso de Ward es sólo el primero de lo que Williams dice que será una serie de demandas contra el condado, incluyendo las demandas de quienes fueron “castigados” por no inscribirse en el programa de control de natalidad.
Hacer justicia en el condado White es la única manera, de acuerdo con el abogado, para que se evite que un programa de este tipo de expanda a otras cárceles.
“Diferente”
Seibers quiere su implante afuera de su cuerpo tan pronto como sea posible, aunque no tiene claro cómo pagará por ese procedimiento.
Desde que volvió a casa, la mujer de 30 años consiguió un empleo y ayuda a su novio a pagar la renta y las cuentas.
Pero se siente diferente. Dice que su deseo sexual se ha ido y que su novio sufre las consecuencias.
Siente que el condado la engañó.
“Estoy deprimida”, dice.
Pero espera que toda la atención mediática que lo sucedido en el Condado White traiga también cambios en la manera en que los reclusos son tratados.
“Tengo grandes esperanzas”, señala.

*Este artículo es una adaptación del reportaje de la periodista Jessica Lussenhop publicado en inglés: ‘We were guinea pigs’:

/eldiariony.com/2017/08/21/fuimos-conejillos-de-indias-los-metodos-anticonceptivos-utilizados-en-reclusos-que-generan-controversia-en-eeuu/

22 de agosto de 2017

El matrimonio entre violador y su víctima, un acto legal en Oriente Medio.


El matrimonio entre violador y su víctima, un acto que sigue siendo legal en Oriente Medio
El artículo del código penal que permite a los violadores eludir las condenas de cárcel si se casan con sus víctimas continúa vigente en varios países.
Para la directora de la organización Human Rights Watch (HRW) en Oriente Medio, Sarah Leah Whitson, el "progreso" en los derechos de la mujer en el Líbano y en Jordania "presionará" más a los países que conservan esta "reliquia", pues "no hay ninguna razón por la que no sea abolida en Kuwait o Argelia, por ejemplo".
La responsable de la ONG aseguró a Efe que varios países de Oriente Medio conservan esta ley porque todavía consideran a las mujeres como una "propiedad" y, en el caso de ser violadas, pasan a ser una "propiedad dañada", por lo que los hombres pueden reparar ese daño contrayendo matrimonio con ellas.
"Es difícil cambiar estas leyes (en Oriente Medio) porque todavía dominan algunas antiguas creencias sociales sobre el honor, que incluye el pensamiento de que una mujer violada está dañada", añade.
Según Whitson, en las sociedades conservadoras "la mejor manera de ayudar a la mujer, para preservarla a ella y el honor de su familia es casarla, incluso si es con su violador".
HRW ha documentado casos, añadió, en los que las mujeres se han visto forzadas por sus parientes a casarse con sus violadores.
La ONG ha hecho campaña a favor de la abolición de la ley en Líbano y en Jordania, últimos países que han derogado esta norma, mientras que Túnez lo hizo en julio.
Aún así sigue vigente en Libia, Argelia, Palestina, Irak, Siria, Baréin y Kuwait, según HRW.
El Parlamento jordano abolió a principios de mes el polémico artículo 308 del Código Penal de 1960, que permitía a los violadores eludir las condenas de cárcel si se casaban con sus víctimas, lo cual fue calificado por feministas como un "logro histórico" y un "punto de partida" para cambiar la mentalidad de la sociedad.
El Líbano ha seguido a Jordania en Oriente Medio en la abolición de este artículo, "una gran victoria" afirmó a Efe Ghida Anani, la directora ejecutiva de la ONG libanesa que lucha por los derechos de la mujer, Abaad.
Además, no descarta que los otros países árabes, que aun no han abolido dichas leyes -que datan del periodo otomano, dice- lo hagan.
"Hay algunos países que ya la anularon, como Túnez y Jordania, y esperamos que los otros los sigan. Muchos ya están examinándolo con vistas a su derogación", apuntó.
Pero incluso cuando la ley cambia, el gran reto de las mujeres es cambiar la mentalidad y las costumbres de la sociedad, que no considera que la violencia sexual sea un crimen tan grave y que merezca ser perseguido y castigado como otros.
La abogada de la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales, Hoda Nasralá, explica a Efe que en Egipto la ley que permite el matrimonio del violador con su víctima fue abolida en 1999, pero muchas veces los asaltantes no son castigados y reciben penas menores.
El castigo por violación es la cadena perpetua (25 años de cárcel en Egipto), pero "la ley no está a favor de la mujer porque sólo considera violación si hay penetración vaginal, pero otros tipos de interacciones sexuales no se consideran violación", por lo que la pena es menor.
Esos crímenes "menores" se denominan "violación del honor" y los jueces en Egipto suelen usar los huecos legales para reducir el castigo contra el violador y este suele alegar que las relaciones fueran consentidas, añade.
Por ello, en 2011 se introdujo una cláusula en la ley por la que el castigo es más duro si hay secuestro o violencia contra la víctima, además de la violencia sexual propiamente dicha.
"Es necesario cambiar la mentalidad (de la sociedad) porque el robo se considera algo más grave que los crímenes sexuales", asegura la abogada de la ONG.


Fuente: EFE
http://www.montevideo.com.uy/contenido/El-matrimonio-entre-violador-y-su-victima-un-acto-que-sigue-siendo-legal-en-Oriente-Medio-352251