A lo largo de la historia el papel de la mujer ha pasado por cambios que han ayudado a darle a ellas los mismos derechos, obligaciones y deseos que le habían pertenecido solo a los hombres. Sin embargo, cien años atrás, ellas fueron vistas con otros ojos.
“Durante la revolución mexicana, surgen mujeres de manos morenas, mujeres jóvenes con la interrogación en sus ojos de lo que sería la muerte. Estas mujeres no son las mujeres que relatan en los libros de historia, son las mujeres que ayudaron a que hubiera una verdadera revolución mexicana. Estas mujeres son, las soldaderas,” dijo Elena Poniatowska, la famosa escritora mexicana mas conocida por La noche de Tlatelolco, libro publicado en 1971, en una presentación realizada por el Consulado Mexicano en el Chamizal National Memorial.
Pocas mujeres fueron reconocidas en la historia, dijo Poniatowska. La revolución mexicana tuvo varias heroínas que marcaron la diferencia en esa época machista y autoritaria. Algunas de ellas fueron, La Cucaracha, La Generala, y María Pistolas entre otras. “Sin las soldaderas no hubiera habido Revolución Mexicana. Ellas tenían la única vocación que te salva la vida… dos piernas que te llevan a andar por la vida,” dijo Poniatowska.
Las soldaderas tenían muchas tareas como simples mujercitas con menos merito que una yegua. Ellas cuidaban, vestían y alimentaban, a sus soldados, cargaban metates, trincheras, pólvora, y a sus hijos si es qué tenían. Y muy a pesar de todas esas labores. “La pérdida de una yegua era irreparable para el soldado, pero la perdida de una soldadera, pues ni modo,” dijo ella.
Muchos conocemos a los famosos caudillos de la revolución. Pancho Villa, y Zapata son nombres importantes en la historia mexicana, pero las acciones que envolvieron su fama no son precisamente las que cuentan.
“Pancho Villa fue un desalmado, había crueldad en las actitudes, trataba a las mujeres como objetos, por el contrario, Zapata, las trató muy bien las cuidaba, procuraba y defendía,” explicó Poniatowska.
Los soldados de la revolución arrasaban con ellas. Fueron bonitas, feas, viejas o jóvenes. Se las robaban, violaban y las ponían como escudos cuando se enfrentaban contra otros ejércitos. Ellas caminaban todo el día, porque lógicamente, los caballos eran para los hombres.
“Petra Herrera fue soldadera, pero comenzó a ser generala porque pretendía ser hombre. La historia no la menciona porque Villa, nunca le dio su lugar porque era simplemente, una mujer,” dijo ella.
Las soldaderas son mostradas como mujeres leales, enamoradas y fieles a sus soldados como la mayoría en el norte de México. Manuela Oaxaca, una de estas, fue soldadera por amor más que por la guerra. Se casó con un señor de apellido Quinn le dejaría un hijo que se convertiría años después en el famoso actor, Anthony Quinn. Como ella, muchas fueron víctimas de soldados quienes las enamoraban, usaban y dejaban con uno que otro hijo sin hacerse responsables de sus actos.
“La Revolución Mexicana no trajo justicia más que para los que la traicionaron, traer la guerra para traer paz es una gran mentira,” dijo Poniatowska.
Y a pesar de que ellas fueron olvidadas todavía en las escuelas primarias de México las niñas cantan todos los 20 de noviembre, “Yo soy rielera y tengo a mi Juan, él es mi encanto y yo soy su querer cuando me dicen que ya se va el tren adiós mi rielera ya se va tu Juan,” concluyó Poniatowska con la canción celebre de la revolución mexicana.
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