14 de enero de 2013

Igualdad laboral de género .

 
 
 
 
 
“No es posible superar el déficit de trabajo decente sin avanzar, al mismo tiempo, en la superación de inequidades de género en términos de derechos, oportunidades de empleo, protección social y diálogo social”. Esto afirmación corresponde a Daniel Martínez, Director Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, en un escrito llamado “Trabajo Decente y Equidad de Género en América Latina” publicado por la misma organización. La equidad de género en el ámbito laboral en Latinoamérica es un tema bastante estudiado en la actualidad por diferentes instituciones y organizaciones políticas y sociales. Requiere de atención inmediata y es de preocupación para muchos gobiernos latinoamericanos. A lo largo de la última década, se ha discutido sobre las posibles soluciones en diferentes encuentros, como la XV reunión regional americana de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), realizada en Lima en diciembre de 2002; y en cuyo documento de Conclusiones y Recomendaciones se incluye el compromiso de la implementación de políticas de combate a la discriminación en el empleo. El tema también está incluido en la declaración final de la Conferencia Regional de Empleo del Mercosur, realizada en Buenos Aires en abril de 2004. En ella, los ministros de trabajo de los países miembro afirmaron la necesidad de la reducción sustancial de las diferencias de género. Pero para lograr esto se necesita la disminución de las disparidades entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo y, además, el impulso y coordinación de políticas de igualdad de oportunidades y de combate a todas las formas de discriminación. Así mismo, en la declaración final de la Conferencia Regional de Empleo de la región andina, celebrada en Lima en noviembre de 2004, se afirmó la necesidad de reducir en todos los países de la comunidad andina, las asimetrías existentes entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo, así como la necesidad de desarrollar políticas que estimulen la creciente incorporación de las mujeres al trabajo digno y decente y que combatan toda forma de discriminación. Por otro lado, el plan de acción para combatir este problema creado en la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata en el 2005, incluye tres párrafos dirigidos de manera directa y específica a la promoción de la igualdad de género. El primero habla de eliminar la discriminación de las mujeres en el trabajo por medio de la incrementación de políticas que aumenten el acceso de éstas a trabajo decente, digno y productivo. Para esto se necesitan políticas de capacitación y educación que aseguren que el varón y la mujer gocen de igualdad en el lugar de trabajo. El siguiente párrafo habla de asegurar el acceso equitativo a los beneficios de la protección social y la atención a los temas de género en las políticas laborales y sociales. El último trata de implementar de políticas que aseguren igual remuneración para igual trabajo, según corresponda, para trabajo de igual valor. Todas estas declaraciones están compiladas en la introducción de un escrito llamado Trabajo Decente y Equidad de Género en América Latina, de Laís Abramo, directora de la OIT en Brasil. Constituye una clara muestra de que América Latina se encuentra verdaderamente preocupada por los problemas de equidad de género en el ámbito laboral y que se intentan implementar políticas para combatir este problema. Pero, a pesar de eso, la inserción de la mujer al mundo del trabajo presenta algunas reticencias, y la principal causa de esta discriminación es la maternidad y el hecho de que se le otorgue toda la responsabilidad del cuidado doméstico y familiar. Respecto a esto, Abramo dice que “no puede existir igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el trabajo sin una adecuada protección a la maternidad y al derecho de las mujeres a no ser discriminadas en el mundo laboral por factores asociados a su capacidad reproductiva”. A pesar de la legislación relativamente avanzada que existe al respecto, “en la mayoría de los países de América Latina es un área donde se registra con gran frecuencia el incumplimiento de los derechos que están reglamentados por la ley”, dice la autora. Sin embargo, el asunto de la maternidad no es la única excusa que usan los discriminadores en el ámbito laboral. Según una investigación realizada por la OIT en Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay sobre los costos asociados a la contratación de hombres y mujeres, se halló que otro punto importante es la significativa desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres, a pesar de los aumentos de escolaridad en la fuerza de trabajo femenina. También se observó, en la investigación, que las empresas usan la excusa de que los costos de contratación de mujeres son muchísimo más elevados que los de los hombres debido a la legislación de protección a la maternidad y al cuidado infantil, lo que es falso, ya que se logró evidenciar que esos costos son irrelevantes, ya que son inferiores al 2 por ciento de la remuneración bruta mensual de las mujeres. Por otro lado, el Foro Económico Mundial (FEM) publicó en 2009 su informe global sobre disparidad de género en el que uno de los criterios a tomar en cuenta es la participación y oportunidades económicas iguales. Es decir, los resultados de salarios, niveles de participación y acceso a empleos altamente cualificados para ambos sexos. En el informe, los países latinoamericanos ocupan un lugar intermedio. Se estudiaron 134 países, de los cuales Ecuador es el latinoamericano que mejor condiciones de igualdad tiene, ocupando el número 23 de la lista; lo sigue Argentina con el número 29. Los demás países de Suramérica se encuentran en una menor ubicación como Perú, que se encuentra en el puesto 44, Colombia en el 55 y Chile en el 64. Esto indica que, a pesar de no tener una condición de desigualdad tan marcada como países como Yemen, que ocupa el último lugar de la lista, falta aún para lograr condiciones más cercanas a las ideales para un país, como tal vez pasa con países como Islandia y Noruega, que ocupan los primeros lugares en el ranking. En Colombia es normal ver en el día a día la constante desigualdad de género en el trabajo decente, pero también, las constantes quejas por parte de la población que exalta los derechos de la mujer y la importancia de la igualdad de género. En un artículo de la revista digital colombiana Vanguardia, una abogada con especialización en derecho laboral, Claudia Vanegas, afirmó que “por experiencia propia, uno, en calidad de mujer, no es tratada con igualdad; sigue siendo víctima de violencia; los salarios son más bajos que los de los hombres (…). Incluso en la política, somos menos que los hombres”. Por otro lado, en México, según el análisis que realizó el Instituto Nacional de las Mujeres en el 2008, son más las que trabajan sin remuneración alguna, ocupando el 10.4 por ciento de las trabajadoras en el país. En cambio, los varones que trabajan sin remuneración son sólo el 5 por ciento de los activos. En los países latinoamericanos hay conciencia respecto de la situación que viven sus poblaciones. Se han buscado soluciones a este problema por medio de diferentes legislaciones apoyadas en los derechos de igualdad. Pero es necesario implementar nuevas estrategias que permitan que la situación mejore, sobre todo porque nos encontramos en una época en donde los derechos humanos son exaltados; hecho de gran importancia para el desarrollo social de un país, con su correlato en el desarrollo económico, político y cultural. Quizá si Latinoamérica implementa nuevas estrategias diferentes a las leyes sobre igualdad de género, que son oportunas pero alcanzaron un techo en cuanto a la generación de cambios, mejorará la situación de la mujer. La concientización de la propia mujer respecto de la igualdad de derechos y capacidades frente al varón es un punto inicial clave. Saber que puede ser empleadora y no sólo una empleada mal pagada. El trabajo de formación cultural hacia las empresas también aporta a la erradicación de las formas de discriminación laboral. Como mencionamos, la superación de las condiciones de desigualdad en el ámbito laboral repercute en un mejoramiento en la calidad de vida de la población y la libertad, ya que “la discriminación merma la libertad de los hombres y las mujeres de escoger sus trayectorias profesionales y de vida, satisfacer sus aspiraciones, adquirir y perfeccionar los conocimientos y competencias requeridos y ser remunerados en función de sus capacidades y esfuerzos”, según afirmó Manuela Tomei, especialista principal en temas de discriminación de la OIT.

 Andrea Paola Roca Pinzón
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