24 de octubre de 2014

El inicio del movimiento sufragista de la mujer en Estados Unidos.


La lucha por el voto femenino comenzó en Nueva York, en el condado de Seneca en 1848. Allí se llevó a cabo una convención de dos días para discutir las injusticias contra la mujer.


La Convención Mundial Contra la Esclavitud
Todo surgió luego de que Elizabeth Cady Stanton viajara a Londres con su esposo, quien era delegado de la Sociedad Anti Esclavitud Americana para la Convención Mundial Contra la Esclavitud, en 1840. En el encuentro no se quería permitir la participación de las delegadas y tras una gran polémica se acordó que las mujeres podían sentarse en la parte de atrás del salón, sin participar. Fue allí donde Elizabeth Cady Stanton conoció a una de las delegadas a las que se les prohibió participar, Lucretia Mott (inglés). Ambas estaban indignadas con el trato que se les hizo durante la cumbre. No había mayor inspiración para crear una convención en Estados Unidos.
Pasaron 8 años para que ambas mujeres pudieran organizar su convención sobre los derechos de la mujer para elevar la consciencia del público. El 11 y el 14 de de julio de 1848 aparecieron en un periódico del condado de Seneca anunciando su convención, que se realizaría los días 19 y 20. El llamado decía que durante el primer día del encuentro, sólo se reunirían mujeres invitadas, aunque los hombres podían asistir como oyentes. La segunda jornada incluiría al público en general.
Elizabeth Cady Stanton escribió un manifiesto que compartió con otras mujeres para decidir cuáles serían los temas a discutir. Su manifiesto se llamó "la declaración de sentimientos", inspirándose en la Declaración de Independencia. Stanton consideraba que una de las resoluciones de la declaración debía ser el que las mujeres tuvieran el derecho al sufragio. Su esposo no estaba de acuerdo con esta resolución y no asistió a la convención. Stanton no buscaba solamente el derecho al voto, también quería el derecho a la educación secundaria, la vida profesional y el derecho legal de ser dueña de propiedades y obtener el divorcio.

La Convención de 1848 en Seneca Falls
Stanton aclaró que el propósito de la reunión era discutir los "derechos y condiciones sociales, civiles y religiosas de la mujer". Fue en ese momento cuando Stanton introdujo su "Declaración de Sentimientos" (inglés). El documento causó una gran impresión ante los presentes y se dudó y debatió bastante antes de pedir las firmas de los hombres que participaron en el encuentro. Una de las partes más significativas del evento fue cuando las mujeres pidieron a los hombres que dieran su opinión. Sólo uno de ellos quiso expresarse al respecto, el líder abolicionista y ex esclavo Frederick Douglass.
El segundo día de la Convención se leyó ante todos la declaración de Stanton, que comenzaba con la frase "todos los hombres y mujeres son creados iguales". Además del derecho al voto, el documento mencionaba diversas formas en las que el hombre oprimía a la mujer, la discriminación legal especialmente hacia las mujeres casadas, los derechos de la mujer en el trabajo, educación y en la iglesia. La declaración concluye insistiendo que se permitiera inmediatamente a las mujeres gozar de los mismos derechos y privilegios que les pertenecían como ciudadanas de Estados Unidos. 100 personas firmaron el documento, 68 mujeres y 32 hombres.

Una gran aliada
En 1951 Stanton conoció a Susan B. Anthony. Ambas forjaron fuertes lazos en su lucha por los derechos de la mujer. Stanton y Anthony pudieron sacar provecho de su experiencia en el movimiento abolicionista en el que sus esposos se involucraban. Anthony abogó por el derecho al voto de la mujer en cada Congreso desde 1869 hasta 1906. Stanton se involucró además en otras fases del movimiento como por ejemplo, la reforma del divorcio. Las dos lucharon muchas batallas en nombre de los derechos de la mujer.
La lucha por el derecho al sufragio femenino fue arduamente larga. Después de la Declaración de Sentimientos en 1948, pasaron 72 años de movimientos, organizaciones y protestas antes de que la mujer por fin recibiera el derecho al voto, mediante una enmienda a la Constitución de Estados Unidos.

http://politica.about.com/od/Historia/a/El-Inicio-Del-Movimiento-Sufragista-De-La-Mujer.htm

7 de octubre de 2014

Tiempo urbano, movilidad y vida cotidiana: desafíos para las políticas de bienestar.

genero y uso del tiempo


La búsqueda de alternativas de política para un desarrollo humano sostenible y equitativo en la región supone la consideración de múltiples dimensiones que hacen precisamente al bienestar de las personas. Sin embargo, alguna de ellas relevantes para la vida cotidiana, han sido ignoradas en la conceptualización y en la práctica. Estamos hablando del tiempo. Un recurso universal, pero un bien escaso a través del cual se satisfacen las necesidades humanas. Esto hace que las personas y los hogares tengan que tomar decisiones acerca de su distribución entre las actividades que tienen y quieren realizar.

Como respuesta a estos constreñimientos se trataría de promover el reparto de las cargas entre mujeres y varones, pero también valorizar aquello que supone la privación de tiempo, como dimensión menos conocida de la «pobreza», ya que las trasformaciones de la vida urbana y la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral, han hecho más evidente  las carencias de tiempo que afectan el bienestar de los hogares, y reducen las oportunidades para mujeres y varones, así como la realización de sus derechos.
Ante estos desafíos, las políticas del tiempo pretenden promover la autogestión de la vida cotidiana, para que todas las personas puedan tener control sobre su propio tiempo y, de esta forma, impulsar una distribución equitativa e igualitaria del tiempo diario. Éstas parten de una concepción del tiempo más compleja que la mera gestión de horarios. Se trata pues, de una definición amplia, que recoge desde los aspectos micro (dimensión temporal que se relaciona con la edad y el ciclo vital) hasta los aspectos macro (que hace referencia, entre otros, a la planificación y organización de los ritmos colectivos, es decir, del tiempo social). El uso social del tiempo, entendido como un conjunto de actividades que consumen tiempo, se da en un marco de las 24 horas del día, y está relacionado con la estructura social, y con las personas que se mueven.
En este sentido, uno de los pilares fundamentales, para avanzar hacia políticas de tiempo y movilidad que reduzcan las inequidades sociales y favorezcan mejores niveles de bienestar de las personas, se basa en la adopción de un paradigma centrado en las personas y no en sus desplazamientos.Desde esta óptica, los desplazamientos son considerados como los medios para llevar a cabo actividades cuyo fin es satisfacer necesidades propias de la persona, de algún miembro dependiente del hogar o del hogar en su conjunto. La  respuesta de políticas de tiempo y movilidad, requiere comprender las dinámicas que existen detrás de los desplazamientos cotidianos de las personas: el trabajo remunerado, el no-remunerado, el acceso a servicios, el cuidado de personas dependientes, etc. de acuerdo al ciclo de vida.
El tiempo urbano y la movilidad pueden ser ejes de desigualdad y obstáculos para el acceso a oportunidades. Esto significa que la capacidad y los obstáculos para superar las distancias geográficas no son iguales para todas las personas, y no se distribuyen de igual manera entre grupos sociales. Esta distribución desigual, como en otras áreas, tiene dos ejes bien identificables: el estrato socio-económico y el género. Es por esto que las políticas de transporte público, movilidad y tiempo deberían ser consideradas como pertenecientes al área de políticas sociales ya que afectan el desarrollo humano de las sociedades y pueden ayudar –o no- a aumentar los niveles de equidad.
Esto nos remite a un segundo pilar importante, la accesibilidad, es decir, la capacidad que tienen las personas para poder llegar a ciertos lugares, a una hora determinada con un esfuerzo razonable. La accesibilidad aparece además como forma de operativizar las desigualdades en el transporte urbano, conduciendo la inaccesibilidad a una exclusión social.
En muchos casos, las mujeres están confinadas porque no tienen recursos para acceder al medio de transporte. Esto nos lleva a ir más allá del acceso al trabajo remunerado, reconociendo el trabajo doméstico y de cuidados, como es el caso de los patrones de viajes de las mujeres con relación al de los hombres. Sólo en materia de gasto en tiempo y dinero esto conlleva diferencias fundamentales. Por lo tanto, es necesario incluir indicativos de la valoración de otros atributos de los sistemas de transporte en la estimación de acceso. Seguridad, modularidad y flexibilidad pueden resultar fundamentales en patrones de viaje diferenciados por género. El Programa viajemos seguras en el transporte público adoptado en la Ciudad de México responde a esta necesidad, garantizando que las mujeres de la capital mexicana tengan acceso y puedan trasladarse a su destino de forma segura y libre de violencia.
Resulta por lo tanto necesario medir la accesibilidad para: a) Identificar el efecto de diferentes atributos de los sistemas de transporte sobre diferentes grupos socioeconómicos, como por ejemplo, la integralidad física y la seguridad de las mujeres en el tránsito o las necesidades de cuidado, o la economía informal; b) Determinar prioridades de diferentes actores a los que la política de transporte urbano debe responder, reconociendo desde el diseño que existen multiplicidad de actores y necesidades jugando un rol activo en la movilidad de la ciudad, así como la necesidad de la articulación interinstitucional; c) Cuantificar el efecto en materia de acceso de intervenciones específicas de transporte urbano, d) Generar herramientas para el diseño de políticas e intervenciones de transporte más inclusivo.
Dadas estas especificidades, es deseable que exista y se promueva un diálogo fluido entre los estudios sistemáticos en la materia y la revisión de prácticas existentes con el conjunto de actores departamentales y nacionales encargados de la planificación y diseño de las distintas esferas relativas a las políticas de movilidad y tiempo en las ciudades. Este es el caso de la experiencia iniciada por la Intendencia de Montevideo, con el apoyo del PNUD de Uruguay, la cual definió una hoja de ruta en materia de movilidad y género, incorporando consideraciones sobre movilidad a su Tercer plan de igualdad de género.  
 
Por Carmen de la Cruz yBárbara Auricchio
http://www.revistahumanum.org/blog/tiempo-urbano-movilidad-y-vida-cotidiana/
 
Este es un extracto de algunas de las valiosas reflexiones y recomendaciones  resultantes del primer “Laboratorio Regional de Ideas: Tiempo Urbano, Movilidad y Transporte Público. Construyendo Propuestas para avanzar hacia una mayor equidad social y de género” que tuvo lugar en Uruguay, organizado por la Intendencia de Montevideo, y el Centro Regional y la Oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).