31 de julio de 2019

Raquel Liberman, "la polaca" que desnudó la trata de mujeres en la Argentina de los años 30.


La polaca que se atrevió a denunciar a las redes de trata en la Argentina de los años 30

Un día de mayo, allá por 1930, la vida porteña de los bajos fondos salió a la luz a través del coraje de una mujer que se atrevió a romper el silencio y a denunciar. Los diarios publicaron el relato de una viuda polaca obligada a prostituirse en prostíbulos regenteados nada menos que por la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos ‘Varsovia’, recordada como la ZWI MIGDAL. Tenía 29 años y dijo que se llamaba Raquel Liberman.

Adoptó ese nombre para proteger a sus hijos de la vergüenza y de las represalias de sus captores, de los cuales había intentado escapar en dos oportunidades. Ellos integraban una organización de cientos de personas dedicada a explotar los cuerpos de mujeres que convertían en esclavas sexuales.

Liberman había emigrado hacia la Argentina en 1922 junto a sus dos hijos para encontrarse con su esposo que había viajado antes. Era una de las tantas y tantos inmigrantes europeos que escapaban del hambre de posguerra. En el barco, un judío polaco le habló en idish, su idioma materno. Cuando llegó a Tapalqué, en el centro de la provincia de Buenos Aires, se encontró con su marido enfermo que murió al poco tiempo de tuberculosis. Se quedó sola y con dos niños a cargo. La hermana de su marido la llevó a Buenos Aires y junto a su esposo buscaron al hombre que la había contactado en el barco y “la vendieron”.

Cuando Raquel se animó a denunciar, las redes de tratantes y proxenetas ya estaban ampliamente extendidas. Y la situación de miles de mujeres europeas encerradas en los prostíbulos ya estaba instalada como una problemática social. En esa época se hablaba de “trata de blancas”, para diferenciarla de la “trata de negros”, en realidad el comercio de esclavos traídos por la fuerza desde el continente africano.

En el año 1875 se reglamentó la actividad de los prostíbulos en Buenos Aires y comenzó un proceso de legalización de la prostitución. A tal punto llegaba la cuestión que, si bien ley prohibía el involucramiento de mujeres menores de edad, definía una excepción: se autorizaba legalmente el ejercicio de la prostitución a niñas menores de edad si habían sido iniciadas tempranamente.

Existían dos clases de proxenetas: los locales y los de origen europeo. Mientras que los proxenetas locales o nativos se conformaban con ganancias relativamente módicas y explotaban sólo una o dos mujeres en forma personal, los de origen europeo (franceses, rusos, polacos, rumanos) vislumbraban en el “negocio” una gran empresa trasnacional que podía llegar a asumir enormes niveles de organización, poder económico y político, con gran capacidad para coimear a las autoridades y alcanzar sus objetivos con menos obstáculos legales.

La primera red de traficantes había surgido en 1889 y estaba integrada por proxenetas de origen judío cuya fachada era la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos ‘Varsovia’. Las mujeres traficadas venían de Europa central y Rusia. A causa de la pobreza y la persecución religiosa que sufrían, sus padres las vendían a rufianes que fraguaban un matrimonio religioso entre la mujer explotada y explotador. Al llegar eran obligadas a firmar un contrato por el que se comprometían a pagar el viaje, la ropa, el alimento, la renta de la pocilga donde la alojaban y su mobiliario. Todo a precio varias veces superior al real, por lo que su deuda se eternizaba y se convertía en un instrumento más de retención.

La “clientela” de estas mujeres traficadas eran en primer lugar inmigrantes europeos que habían venido solos, en búsqueda de oportunidades laborales. Ellos eran consumidores de las “blancas” europeas que terminaron por desplazar a las nativas en el “mercado” del comercio sexual. Pero también había una exclusiva clientela, la alta burguesía porteña, una importante cantidad de señores ricos que consumía, entre sus placeres, una prostitución de alto nivel, mujeres “importadas” especialmente para ellos.

Las tristemente llamadas “polacas” fueron las primeras víctimas que llegaron al Río de la Plata para ser vendidas y encerradas en prostíbulos de la Ciudad de Buenos Aires y otras provincias. Sólo la ZWI MIGDAL llegó a regentear dos mil prostíbulos. Y desde el inicio contó con la complicidad, la tolerancia y hasta con la participación de agentes del Estado, ya sea la policía y otras fuerzas de seguridad, las autoridades migratorias, jueces, políticos o personajes prominentes de la actividad económica y social.

Los intentos por combatir la trata de mujeres fueron muchos, pero nada exitosos. En 1913 el diputado socialista Alfredo Palacios presentó la llamada Ley Palacios, la primera ley en el mundo contra la “Trata de Blancas, la prostitución de niñas y adolescentes y el proxenetismo”. Pero a pesar de su sanción, la aplicación se mantuvo congelada hasta 1960, recién cuando Argentina ratificó el “Convenio para la Represión de la Trata de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena” de la ONU de 1949.
Myrtha Schalom escribió en 2003 una muy recomendable novela basada en la vida de Raquel Liberman, “La Polaca”. En un reciente reportaje afirmó que “lo que ella hizo es romper el silencio para devolverles la dignidad a esas mujeres prostituidas, que hoy hay que seguir manteniendo y defendiendo, porque lamentablemente la trata sigue existiendo”.

Luego de la denuncia de Raquel, hubo un juez que tomó la decisión de dictarle prisión preventiva a
108 proxenetas y la captura internacional de 334 prófugos. Pero en poco tiempo, la Cámara de Apelaciones revocó la medida para 105 de ellos por falta de pruebas y testimonios insuficientes.
Cuatro años después, Raquel murió de cáncer de tiroides, mientras que sus tratantes siguieron libres.
“Entre los papeles de Raquel encontré que ella estaba pidiendo una visa para volverse con sus hijos a Polonia en 1934, cuando ya Hitler era canciller en Alemania. ¡Qué desesperación tendría esta mujer por escaparse de acá para pedir eso!”, reveló Schalom.

http://www.heroinas.net/2016/07/raquel-liberman-la-polaca-que-desnudo.html

25 de julio de 2019

Día Internacional de la Mujer Afro-Latinoamérica. Afro-Caribeña, y Diáspora



El 25 de julio pasado se celebra el día Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora , que busca una mayor visibilización a su aporte cultural y social, y la reducción de la discriminación racial, violencia de género, sexismo, exclusión, pobreza y migración.

El eje central de esta conmemoración es la lucha por la inclusión, por la justicia e igualdad para las mujeres afrodescendientes en Latinoamérica y El Caribe.

El 25 de julio de 1992 mujeres negras de 32 países de América Latina y el Caribe se reunieron en República Dominicana para hacer visibles las luchas y resistencia de las mujeres afro y definir estrategias de incidencia política para enfrentar el racismo desde una perspectiva de género.

A raíz de ese encuentro, se instituyó el 25 de julio como Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, también conocido como Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora.

La Asamblea General de la ONU proclamó en su resolución 68/237 los años 2015-2014, como el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, con el propósito de fortalecer la cooperación nacional, regional e internacional en relación con el pleno disfrute de los derechos sociales, culturales, civiles, económicos y políticos de las personas de ascendencia africana, y su plena e igualitaria participación en todos los aspectos de la sociedad.


http://comunasweb.com.ar/dia-internacional-de-la-mujer-afro-latinoamerica-afro-caribena-y-diaspora-mujer-afrodescendiente/

18 de julio de 2019

Las otras formas de la violencia.


¿Cuánta vida te está costando tu salario? La frase debiera ser suficiente para repensar los tiempos actuales y que encontré en una red social pero me llevó a reflexionar sobre los mecanismos de control y opresión que, bajo el amparo de las necesidades de trabajo se llevan a cabo en los espacios laborales, que minan el ánimo y la salud de las mujeres y hombres, que afectan su desempeño como sujetos dentro de un núcleo familiar y finalmente en la misma sociedad.

Lo que tenemos, indistintamente del género, son personas afectadas anímicamente, diezmadas emocionalmente, castradas en la frustración de trabajos de larguísimas jornadas, estrés constante y el deterioro paulatino de la salud derivado de lo que se le hace al organismo sometido a presión.

El problema es que esto parece ser cada vez lo más usual, lo normal porque en la competencia y las dinámicas laborales actuales, se pretende que las personas acepten sí o sí esos ambientes de trabajo bajo la presión principal de que es eso o el desempleo, es eso o el temor de no encontrar espacios acordes a sus habilidades.

Lo que se vive cada vez más es el abuso físico y emocional sobre las personas, bajo argumentos de que lo que prevalece es el estrés en los espacios laborales, bajo la supuesta exigencia de eficiencia y rendimiento que en realidad ocultan la incapacidad de coordinar equipos, la falta de experiencia en la construcción de liderazgos y modelos de dirección no violentos ni jerarquías opresivas.

El mal es que el modelo de dirección y coordinación laboral fue permeado por las violencias heteropatriarcales hace mucho, y se cree, se piensa que ese es el único modelo; en el que se puede ejercer la violencia en la misma dinámica en la que se ejerce en los hogares, a partir de la incapacidad machista de la gerencia de las emociones propias.

Así, es común que dentro de más violenta sea la relación entre el jefe/jefa y sus colaboradores, se cree que más eficiente va a ser el rendimiento, y si no, al menos bajo el amparo del miedo a ser despedidos tendrán que esforzarse en granjearse la aprobación de sus directivos.

Desafortunadamente este modelo cada vez más vigente está costado la salud de las personas en los ámbitos laborales, en un sistema social en el que las personas se tornan más agresivas pues lo que se hace es multiplicar el efecto de la violencia. Quien es oprimido u oprimida en su espacio laboral, seguramente lo hará con sus subalternos y/o si no los tiene al interior de sus familias o en los espacios donde puede ejercer una forma de poder.

Lo que tenemos como resultado es una sociedad cada vez más violenta y enferma, que adolece de la capacidad de entender que no es la violencia ni la opresión lo que necesitamos que se multiplique, sino la paciencia y la comprensión, la capacidad de coordinar equipos estimulando, motivando y propiciando que las personas sean competitivas sí, que se esfuercen y preparen pero que se desempeñen en la medida de sus propios recursos y sus habilidades.

Si hay algo que necesitamos cambiar para contribuir a la eliminación de la violencia es precisamente replantearnos qué tanto las mujeres como los hombres están replicando los mismos modelos de gerencia y dirección, que solo se replica y reproduce la violencia para generar ondas expansivas que terminan por minarlo todo, y el resultado lo vivimos al salir a la calle y ver a personas infelices, enfermas y hartas de tener que tolerar ambientes violentos de trabajo.

La decisión no es nada fácil ¿cuánta vida te está costando tu salario? Es una pregunta que nos pone en la justa dimensión para valorar si se trabaja en un espacio idóneo, empático y sin opresión, para entender o tratar de apoyar a las personas que desafortunadamente no lo están, para aspirar a contagiar e impulsar con un sentido positivo de mejorar los rendimientos laborales en todos los espacios. Que se termine de una vez por todas con la creencia que la violencia y la opresión son necesarias para que los espacios laborales funcionen.

Renunciemos a la violencia como método de convivencia y formas en los espacios laborales, y seguramente muchas cosas mejorarán en el país.

https://www.cimacnoticias.com.mx/noticia/las-otras-formas-de-la-violencia

1 de julio de 2019

“Las mujeres somos más responsables del machismo de lo que creemos”: Lila Downs


La primera impresión al conocer a Lila Downs, es la de una mujer que consigue lo que se propone. “Yo soy como el Rey, el de la canción de José Alfredo: tengo la fortuna de hacer siempre lo que quiero”, asegura, y con Al chile —su nuevo disco— pondrá a bailar a todos. Ahora ya suena el sencillo “Cariñito” y aprovechando la promoción del álbum, platicamos con Downs sobre uno de los temas más importantes de la agenda femenina en nuestro país: el machismo.
Lila, ¿cómo defines la relación entre hombres y mujeres hoy?

-Creo que hay que hablar más sobre el feminismo y lo que significa. A veces se tiene el concepto limitado de que el feminismo son ‘las feminazis’, y eso es muy pobre. Hay algo de peligro en la relación que nosotras llevamos con nuestros hombres, los veneramos demasiado y les hacemos daño con eso. Cuando las mujeres mimamos demasiado a los varones, se corrompe un poco la relación justa entre los géneros”. Según ella, esta veneración de algunas mujeres hacia los hombres, puede dar lugar —en parte—, a que existan ‘los machos’. “Hay que leer a Simone de Beauvoir o Rosario Castellanos, visiones que no necesariamente son de escuela feminista, sino que obran con su ejemplo de vida.

¿Cuáles son tus inspiraciones femeninas?

-Por un lado Chavela Vargas, era tremenda esa mujer, aunque tenía sus desplantes. Me tocó que me contara que andaba con este político y con éste, y cosas así de presumir su vida privada. Se volvió mitómana”, Pero del lado más personal, las mujeres determinantes en su vida fueron su abuela y su madre, a quien casaron a la fuerza cuando tenía 14 años. “Yo misma sufrí la situación difícil de vivir en un pueblo (Tlaxiaco), donde cuando los hombres deciden que eres una mujer “linda”, pueden destruirte. Yo me quedé con ese sentimiento de pelear”, confiesa.

¿Cómo es el tema del machismo con tu pareja? .

-Yo lo eché a perder (ríe), lo estaba echando a perder. Estábamos acostumbrados que hasta que no se sentaba el hombre de la familia a la mesa, no lo hacíamos las mujeres: aunque mi madre no era así, ella se convirtió en mujer liberada, jamás cocinó (ríe), siempre tenía a alguien que la ayudaba. Entonces, yo en algún momento me di cuenta que debía corregir esa situación que mantenía después de años de casados con mi esposo. Ahora le digo: no te sientes ahí, yo no te voy a servir, me tienes que ayudar...
Hace algunos años, la cantante comentó en una entrevista en España su postura sobre el aborto, y afirmó que las mujeres debían tener libertades a la hora de hacerlo, pero que también tenían una responsabilidad. Lila continúa en esa posición: “Sí, porque a veces somos negligentes, y no nada más las mujeres, cuando una se embaraza, un hombre también tuvo que ver ¿no? Debemos ser más conscientes, pero la calentura nos gana (ríe). Sí, estoy a favor de que se legalice, pero soy un poco diferente en ese sentido, no creo que deba ser tan fácil, porque hay que respetar a la vida”, finaliza.

En la edición impresa de mayo, una entrevista completa y una sección de fotos exclusiva de la artista oaxaqueña, una de las máximas representantes del movimiento femenino en nuestro país.

https://www.gq.com.mx/entretenimiento/articulo/lila-downs-machismo-entrevista