24 de noviembre de 2015

Mujeres inmigrantes como víctimas de la Violencia de Género.


Aún en la actualidad un aspecto que sorprende de las sociedades occidentales son las altas cifras de violencia doméstica. El conflicto en el seno del hogar, encubierto por las relaciones afectivas y familiares, conlleva malos tratos, violaciones y abusos y en el peor de los casos llega hasta el asesinato de las mujeres.
En Estados Unidos se calcula que cada año son maltratadas entre dos y cuatro millones de mujeres. Según datos del observatorio del Departamento de Justicia entre 1998 y 2002 hubo 3 millones y medio de crímenes cometidos en el seno familiar, el 49% de los mismos fueron contra las esposas.i En el caso de malos tratos las cifras registradas por la policía se elevan a 4 millones. iiEstas cifras de por si significativas no contemplan todos los casos de violencia doméstica que no llegan a los tribunales. Sobre todo es en el caso de la inmigración cuando se produce una mayor reticencia a denunciar los casos de malos tratos, como veremos.
A pesar del avance que ha supuesto la elaboración de leyes contra la violencia de género en las democracias occidentales, la violencia doméstica es aún un fenómeno muy presente en las sociedades y enraizado en la cultura y las relaciones de poder entre géneros. El marco legislativo que recoge estas prácticas, junto con el trabajo de las organizaciones de mujeres ha dado a conocer el fenómeno públicamente. Así pues la violencia doméstica ha dejado de ser considerada un aspecto privado para pasar a poder ser condenada públicamente, bajo el amparo de las leyes contra la violencia doméstica y machista.iii
No obstante, a pesar de este marco legislativo favorable y de los avances, las mujeres muestran aún fuertes reticencias a denunciar. Las causas para no hacerlo son diversas. Las consecuencias en el seno familiar que comporta la denuncia, el sometimiento a un tipo de relación afectiva y la falta de alternativas económicas legales para subsistir, son algunos de los aspectos más frecuentes que retraen a las mujeres para denunciar públicamente estas vejaciones y el riesgo al que están sometidas. Este fenómeno es sobre todo latente y alarmante en el caso de las mujeres inmigrantes donde además deben añadirse otros aspectos vinculados a su condición legal y que las sumerge en una doble marginalidad: como mujeres y como inmigrantes.
Por un lado, sufren una desinformación legal y, por el otro, su situación de irregularidad administrativa en el país de acogida les lleva a no querer denunciar por el miedo a la expulsión. A ello aún hay que sumarle los condicionantes de la propia cultura, las relaciones patriarcales y la amenaza a ser expulsadas por parte de sus conyugues o parejas.
Más allá de un mero enfoque culturalista, que sin duda es importante para comprender y abordar en toda su complejidad la violencia de género, para poder entender sus causas y su imbricación en los valores tradicionales de las distintas culturas, es necesario también un enfoque desde el género. Hay un elemento común transversal en todas las culturas que, a su vez, es la base a partir de la cual poder actuar para transformar las situaciones de violencia doméstica. Nos estamos refiriendo a los elementos vinculados a las relaciones de poder y de dominación que ejercen los hombres sobre las mujeres.
Si bien la dominación masculina es un elemento transversal vinculado a los valores del patriarcado, se ha observado que en aquellas sociedades o grupos donde las mujeres tienen poder económico y/o autoridad en la vida familiar los niveles de maltrato se reducen La violencia de género puede estar más presente de forma homogénea en aquellos grupos culturales donde los valores tradicionales vinculados a unas relaciones de subordinación y dominación hombre/mujer son aún más presentes. Este elemento transversal de género que afecta indistintamente a la clase o a la etnia subyace en todos los casos y es sobre todo, como veremos, es un elemento con el cual trabajar para la intervención en casos de este tipo de violencia. Sin negar la importancia de las diferencias culturales y sociales, incorporar el elemento de género como un mecanismo de concienciación y liberación de las mujeres. Parece fundamental el empoderamiento de estas mujeres víctimas de violencia de género a través de mejorar su autoestima y conseguir formación y redes de apoyo que las permitan romper el ciclo de la violencia e iniciar una nueva vida.
Todo ello nos lleva a plantear la importancia de la interseccionalidad en el análisis teórico, donde cultura y género son dos de los elementos clave a tener en cuenta para abordar y poder analizar la violencia de género en el seno de las sociedades occidentales y en un contexto de globalización (Crenshaw, 2005). En el caso de las mujeres migrantes además del género, la clase y la propia cultura y, en algunos casos, el color de la piel, debe añadirse su situación legal o no en el país. La propia situación de inmigrantes las hace más dudosas a la hora de denunciar o explicar el abuso.
¿Cuáles son las causas que conllevan que las mujeres migrantes soporten los malos tratos? Uno de los motivos que aparece como relevante en el estudio es que los agresores las amenazan con la expulsión, con denunciar su situación de irregularidad a la policía, si se quejan de los malos tratos recibidos por sus maridos o compañeros. También aparecen como significativos los motivos culturales, como veremos. La desinformación sobre qué hacer o poder hacer por un lado, la falta de recursos económicos y, sobre todo, el hecho de vivir los malos tratos como algo "normal" propio de la relación de pareja y de la dominación masculina conllevan que las mujeres soporten estas vejaciones y pongan en peligro sus vidas. En muchos de los casos estas mujeres han sufrido violencia doméstica en otras relaciones anteriores o previamente en el seno familiar. Todo ello hace que se asuman los malos tratos como algo que forma parte de las relaciones entre los géneros. El hecho de haber vivido la violencia doméstica desde la infancia es considerado uno de los factores que influyen en una mayor tolerancia hacia las actitudes de violencia de género y ha sido analizado como una de las constantes entre las mujeres latinoamericanas víctimas de violencia doméstica; así como, un mayor sentimiento de culpabilidad entre las víctimas Las mujeres migrantes sufren una doble vulnerabilidad, de dependencia afectiva y de falta de redes familiares y sociales que les permitan salir de la situación de violencia, sumada a una gran precariedad laboral. A ello aún hay que añadirle que en algunos casos su situación de legalidad en el país depende del marido: de su matrimonio con el maltratador o, como hemos expuesto, su situación de irregularidad hace que tengan miedo a condenar los malos tratos .Más allá del sesgo cultural lo que perpetúa estas relaciones de dominación masculina y agresión contra las mujeres es el hecho que las relaciones entre los géneros están basadas en un orden patriarcal y machista, donde la mujer debe obedecer y es víctima de las actitudes violentas de su pareja, que impone su poder y dominación incluso por la fuerza. El romper con esta situación aprendida y vivida por las mujeres es de por si difícil y ello lo es mucho más si se encuentran en una situación de inmigración o inmigración irregular.

Articulo completo.
http://www10.ujaen.es/sites/default/files/users/factra/Congreso/57.pdf