9 de noviembre de 2015

Los bajos salarios entran en campaña en Estados Unidos.




La recuperación suma ya seis años en Estados Unidos. Pero las empresas siguen mostrándose reacias a elevar los salarios de sus empleados, y sin ese apoyo al consumo por el lado de los sueldos se hace complicado que la actividad económica gane tracción. El estancamiento de las remuneraciones es, de hecho, uno de los factores que explica que el crecimiento económico esté por debajo de su potencial.
Los bajos salarios se están convirtiendo por eso en uno de los temas más recurrentes de la campaña a las presidenciales de noviembre de 2016. La atención se dirige así a ciudades como San Francisco, Seattle y Los Ángeles, donde ya se aprobó elevar el salario mínimo a los 15 dólares (13,3 euros) por hora de trabajo. Es el doble de lo fijado por la legislación federal (7,25 dólares la hora).
De hecho, son los casos que se están siguiendo en el resto del país como referencia en esta especie de experimento, al que se quiere sumar también Nueva York. El senador demócrata Bernie Sanders, que en su ambición para llegar a la Casa Blanca recurre a un mensaje más progresista que el de Hillary Clinton, acaba de introducir una propuesta para que se establezca esa base en los 15 dólares.
Pero incluso los analistas que se mostraban partidarios hace un año de esta medida consideran ahora que se está llevando demasiado lejos. El presidente Barack Obama defiende este incremento bajo el argumento de que contribuirá a reducir la desigualdad. Pero quiere ir con más calma. Hace un año un decreto limitó ese incremento para los funcionarios hasta los 10,10 dólares. San Francisco y Santa Fe (Nuevo México) fueron los primeros. Seattle les siguió en abril, con el objetivo de alcanzar los 15 dólares en 2021. El Estado de Washington, donde está Seattle, tiene el mínimo más alto de la nación, 9,47 dólares.Los Ángeles, San Diego, Oakland, Chicago y Louisville han adoptado medidas similares, mientras que en Nueva York y Washington son propuestas. La iniciativa que se está considerando en Nueva York se limita, sin embargo, al sector de los restaurantes. La propuesta que el gobernador Andrew Cuomo presentó hace un mes contempla elevar el sueldo base a 15 dólares para final de 2018 en la ciudad de los rascacielos y en el conjunto del Estado para julio de 2021. La industria amenaza con demandas.
Nigel Travis, consejero delegado de la cadena de cafeterías Dunkin’ Donuts, es una de las voces más críticas contra este incremento. Considera que llevar el sueldo mínimo a los 15 dólares en Nueva York tendrá efectos para la franquicia y el pequeño negocio en general. En su caso no habla de despidos, pero sí anticipa que el incremento afectará a la contratación en el futuro.
La otra opción, explica, es pasar esa subida al cliente. El salario mínimo en Nueva York está establecido en 8,75 dólares a la hora. Travis dice que la industria del fast food podría soportar que se elevara a los 12 dólares. Pero deja claro que antes que nada lo que debe producirse es un debate en profundidad sobre cómo hacer frente al problema de la desigualdad de ingresos.
Howard Schultz, fundador de la cadena rival Starbucks, asegura que la compañía está absorbiendo bien el incremento de los salarios en algunas ciudades. Sin embargo, los últimos resultados trimestrales revelan un alza del 18% en los costes operativos en un año. También en su caso advierte de las consecuencias "no intencionadas" en la competitividad de las pequeñas empresas.
Los costes laborales subieron también un 18% en los restaurantes Chipotle, aunque en eso no impidió que el beneficio trimestral subiera casi un 30%. "Es comprensible que haya preocupación en la industria", añadía Steve Easterbrook desde McDonald’s, que al poco de hacerse con el puesto de consejero delegado anunció un incremento de los sueldos para los empleados base en los locales de su propiedad. Wal-Mart también transcurre por la misma senda: anunció en julio una subida a sus 100.000 trabajadores.
Se esté a favor o en contra, la propuesta de Sanders tiene un problema práctico obvio. Si se uniforma el salario mínimo, el impacto en los ingresos será enorme en las pequeñas ciudades mientras que en las grandes no será perceptible. Es decir, la medida se considera injusta. Por eso Travis y Schultz defienden una cifra que se ajuste mejor a la calidad de vida del empleado en cada mercado específico

http://economia.elpais.com/economia/2015/08/21/actualidad/1440179467_224587.html