22 de julio de 2016

“No significa no”




El Código Penal incluirá como punible el hecho de que una mujer no consienta tener relaciones sexuales y pueda reconocerse que ha sido forzada, incluido en las relaciones de pareja.
Ser fotografiada contra su voluntad en ropa interior también es constitutivo de delito y puede ser castigado con penas de hasta cinco años de prisión.
Las violaciones cometidas en los Sanfermines, las agresiones sexuales en Colonia la pasada nochevieja, los tocamientos en cualquier aglomeración, en una calle solitaria, en el trabajo, en tu casa, en el metro… En todas esas situaciones las mujeres se sienten desprotegidas y amenazadas aun cuando expresan su rotundo deseo: no. Y no es no. Es lo que ha regulado Alemania en una modificación del Código Penal.

El artículo 177, que tipifica lo que se considera violación,incluirá como punible el hecho de que una mujer no consienta tener relaciones sexuales y pueda reconocerse que ha sido forzada. Basta con que lo exprese tanto verbalmente como gestualmente o con lágrimas, cumpliendo así el famoso eslogan activista “nein heisst nein” (“no, significa no”) que aboga por que los hombres entiendan que el consentimiento es la base de todo trato sexual, sea cual sea el tipo de relación que una a ambas personas, y que el hecho de que una mujer acepte experimentar ciertas prácticas sexuales no tiene por qué significar que quiera realizar otras que se le proponen (e incluso presuponen) ni le resta gravedad al delito.

Además, deja claro que no existe únicamente violación si se fuerza a la mujer a realizar el coito, sino que otro tipo de prácticas sexuales no deseadas, como tocamientos o ser fotografiada contra su voluntad en ropa interior, también son constitutivos de delito y pueden ser castigados con penas de hasta cinco años de prisión. Esta pena también será aplicable cuando la víctima no pueda expresar consentimiento porque haya sido drogada o esté ebria antes del abuso.

La reforma de este artículo ha sido celebrada por los movimientos feministas alemanes, ya que llevaba tiempo reclamándose en diversos espacios y  también en la calle cada 8 de marzo, el Frauenkampftag o día de la lucha feminista. La oposición del Parlamento alemán, encabezada por los partidos La Izquierda (Die Linke) y Los verdes, también festejó la redefinición del delito de violación. La especificación supondría poder considerar asimismo delictivas las violaciones que se cometen en el seno de parejas o matrimonios, porque tener una relación sentimental con alguien tampoco denota la plena autorización sexual.

Respecto a las violaciones cometidas grupalmente, como las que se han producido en los Sanfermines, la pena recaerá en todos aquellos que participen en la misma. El Gobierno alemán dice dar así respuesta a los hechos que sucedieron la pasada nochevieja en Colonia, donde cientos de mujeres denunciaron haber recibido algún tipo de abuso sexual de forma individual o por parte de grupos de hombres.

Estos hechos fueron súbitamente relacionados por la Policía con ciudadanos procedentes de Argelia o Marruecos, entre otras nacionalidades, y sirvieron para criminalizar aún más la acogida de refugiados. La misma modificación del artículo 177 facilita también la expulsión de Alemania si la violación es perpetuada por un migrante. Es este punto el que más discrepancia ha causado en la oposición, quien ve en esta cláusula una reforma de extranjería encubierta que puede servir para denegar la acogida o el derecho de asilo, en ciertos casos

http://www.lamarea.com/2016/07/12/alemania-incluye-los-tocamientos-delito-violacion-no-significa-no/

15 de julio de 2016

La violencia sexual no termina con el fin de la guerra.



Cuando hay guerra, hay violación, y cuando hay violación, hay trauma, dolor y terror”, recordó Zainab Bangura, representante especial del secretario general de la ONU para violencia sexual en conflictos.
La violencia sexual es un arma de guerra desde tiempos inmemoriales. Hay referencias bíblicas, que continúan en la Guerra Civil de Estados Unidos, siguen en las dos guerras mundiales del siglo XX hasta otras regionales, como la de independencia de Bangladesh, en 1971, y los conflictos étnicos en Bosnia y Ruanda; ninguno de ellos excluyó a la violación y a la violencia sexual.
Cuando termina la guerra y comienzan las iniciativas de recuperación, los esfuerzos, como el Plan Marshall, se concentran en reconstruir la infraestructura y la economía.
Pero es mucho menos lo que se hace para fortalecer a los sistemas de apoyo a las mujeres, traumatizadas por la guerra, lo que quiere decir que sufren dos veces: primero, la violencia directa y, segundo, el sistema de justicia que trivializa su trauma y silencia sus historias, explicó Bangura.
“Después de la lucha por sobrevivir a las balas, las armas y los machetes viene la lucha por la atención médica, el cuidado infantil y la reparación, así como el derecho a participar en los procesos políticos del país que trata de emerger de las cenizas de la guerra”, añadió.
Las consecuencias de la violencia sexual se sienten en varias generaciones, se amplifican con el tiempo y generan una reacción en cadena. El daño queda en los hijos nacidos de la violación, quienes a menudo se sienten obligados a permanecer en las sombras, indocumentados y enmudecidos.
“Es como si hubieran nacido culpables, manchados por el crimen de su padre”, observó Bangura.
Las personas conocidas y los lugares familiares se vuelven entornos antagónicos, pues vecinos y amigos se ponen en contra de las mujeres violadas y de sus hijos, culpando a las propias víctimas de la violencia sexual.
Bangura dio una conferencia en la segunda semana de este mes en el taller “Mujeres y niñas en conflictos: Aprendiendo de la experiencia vivida para comunicar respuestas políticas”, organizado por ONU Mujeres, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (CIJT), el Instituto Liu de Asuntos Globales, la Universidad de Columbia Birtánica y la misión permanente de Canadá en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“El rechazo parece propagarse como una enfermedad, pues cualquiera que se preocupe por las personas marginadas, será también marginado”, explicó Virginie Ladisch, directora del programa Infancia y Juventud del CIJT.
Es importante considerar a esos niños y niñas no como la consecuencia de una violación de derechos humanos, sino como sujetos de derechos humanos, precisó Bangura.
No solo tenemos que traer de vuelta a nuestras niñas, tenemos que traerlas a un ambiente de apoyo y de oportunidades”, apuntó, en alusión a la etiqueta en inglés utilizada en las redes sociales, #bringbackourgirls, por el caso de las adolescentes secuestradas el 14 de abril de 2014 por Boko Haram en Nigeria.
Para ello, hay que hacer frente al flagelo de la violencia sexual y el matrimonio forzado, así como combatir el estigma y la culpabilización de las víctimas procesando a los responsables, haciendo justicia y asegurándose de que las mujeres puedan cuidar de sus hijos.
“Solo entonces podremos decir que la guerra se terminó”, subrayó Bangura.
En el año 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1325, que concentra la atención sobre las diferentes consecuencias que los conflictos armados tienen en las mujeres, su exclusión de la prevención de los mismos, el mantenimiento y la construcción de la paz y los vínculos inextricables entre desigualdad de género y la paz internacional.
Sin embargo, Nahla Valji, especialista de paz y seguridad de ONU Mujeres, dijo que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, las nuevas resoluciones del máximo órgano de seguridad del foro mundial dedicadas a la lucha contra el terrorismo fueron a menudo criticadas por no dar voz a las mujeres.
“Si dejamos que ese espacio lo ocupen otros, queda vacío y lo definen por nosotras de una forma que no necesariamente contempla las necesidades y las voces de las mujeres”, Arguyó Valji.
Con el fin de llenar el vacío, el taller de la tercera semana de junio reunió a mujeres que sobrevivieron a un conflicto y sufrieron violencia sexual para que contaran la difícil realidad no atendida en que se convirtió su vida cotidiana.
Tras sobrevivir a la violencia postelectoral, que se desató en Kenia en 2007, Jacqueline Mutere dijo que la ONU tenía muchas respuestas para el enorme número de mujeres que sufrieron violencia sexual, pero solo contaron historias cruentas de violaciones para justificar la necesidad de fondos, sin mencionar a las que tuvieron hijos o las consecuencias a largo plazo que dejó esa horrible experiencia en sus vidas.
Mutere y muchas otras mujeres se dieron cuenta de que las organizaciones hablaban por ellas y no las representaban de forma adecuada. Por eso, fundó Grace Agenda, que ayuda a las sobrevivientes de la violencia sexual en Kenia.
“Cuando me miran a mí, ven a las miles de mujeres fuertes violadas en Kenia, quienes quedaron discapacitadas producto de esa violación, cuyos hijos tienen discapacidades o quienes contrajeron VIH” (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia humana).
“Alguien tendrá que pagar por este dolor. ¿Por qué el conflicto de un país tiene que desarrollarse en mi cuerpo?”, cuestionó Mutere.
María Alejandra Martínez, quien trabaja en la reintegración de mujeres, niños y niñas en Colombia, dijo que las mujeres afectadas por la guerra no quieren ser conocidas como “víctimas de violación” o “esposas forzadas” o hablar de “niños soldados”, quieren que las reconozcan como personas que hablan y poner fin al silencio.
“Necesitan poder contar su historia en sus propios términos”, explicó. “Los niños son más que su experiencia durante la guerra. Todos los niños desmovilizados tienen el poder de cambiar el mundo”, remarcó Martínez.

http://www.ipsnoticias.net/2016/06/la-violencia-sexual-no-termina-con-el-fin-de-la-guerra/

Traducido por Verónica Firme

14 de julio de 2016

La Triple discriminación de las Mujeres Negras: Pobres,Mujeres y Negras.


El feminismo negro  explica  que la categoría género está entrelazada con las categorías raza, clase o nacionalidad. No se puede hablar de la discriminación de las mujeres sólo desde la categoría de género, es decir, por el sólo hecho de ser mujeres. Esta visión puede valer para la mujer blanca occidental de clase media, pero no para una gran parte de mujeres del mundo que por haber nacido en un lugar determinado, pertenecer a una raza, a una clase social o a una etnia, se encuentran discriminadas y subordinadas, además de por ser mujeres.
Fueron las mujeres afroamericanas de EEUU y las británicas las pioneras en el desarrollo del feminismo negro, y posteriormente América Latina se alimentó política y teóricamente de estas aportaciones, con sus características específicas.

Mujeres Negras en Estados Unidos:

El feminismo negro en los Estados Unidos nació  a finales de los años 60 del siglo XX.  Fue concebido como un movimiento político que denunciaba el predominio de una supremacía blanca y las prácticas patriarcales que se daban tanto en la sociedad norteamericana como en estos movimientos sociales. Consideró en su discurso las múltiples opresiones de las mujeres, en la que la raza, la clase, el género y la sexualidad eran variables interdependientes,

Las dos organizaciones más relevantes de las “mujeres de color” ,como así se hacían llamar, en los Estados Unidos, fueron la Organización Nacional de Feministas Negras en Nueva York, integrada por feministas afrodescendientes; y el Colectivo “Combahee River”, constituido por mujeres lesbianas y mujeres feministas, que abogaban por una política radical.
Las Mujeres Negras en Gran Bretaña:
En Gran Bretaña se inició el movimiento de mujeres negras en los años 70, a través de una lucha anticolonialista y contra el racismo, la desigualdad de clase y las prácticas patriarcales. Entre las organizaciones que surgieron destacó la “Organization of women of Asian and African Descent”, primera organización nacional, y el grupo de Mujeres Negras de Brixton (AWAZ).

El concepto de “mujer negra” se convirtió en una identidad política estratégica para hacer frente a un racismo institucionalizado expresado en la violencia policial, en los servicios públicos y en los efectos de la migración que las colocaba en condiciones de desigualdades materiales, sociales y culturales.

Mujeres Negras de América Latina:


La visibilización del racismo en las sociedades latinoamericanas ha sido una tarea difícil que han tenido que asumir las organizaciones de mujeres afrodescendientes, pues, debido a la ideología del mestizaje, el racismo se asocia casi siempre a experiencias ligadas al aparthaid o a un segregacionismo como lo fue el caso de Estados Unidos y África del Sur, asumiendo que la situación de marginación y exclusión socio-económica que viven las poblaciones afrodescendientes e indígenas se debe más por su situación de clase que por el racismo mismo.

Las afrodescendientes latinoamericanas cuestionaron la visión de la separación de esfera pública y privada y de la concepción del trabajo de la teoría feminista, comprobándose la visión racista en el siguiente párrafo:

“Cuando hablamos del mito de la fragilidad femenina que justificación históricamente la protección paternalista de los hombres sobre las mujeres, ¿de qué mujeres se está hablando? Nosotras -las mujeres-negras- formamos parte de un contingente de mujeres, probablemente mayoritario, que nunca reconocieron en sí mismas este mito, porque nunca fueron tratadas como frágiles. Somos parte de un contingente de mujeres que trabajaron durante siglos como esclavas labrando la tierra o en las calles como vendedoras o prostitutas. Mujeres que no entendían nada cuando las feministas decían que las mujeres debían ganar las calles y trabajar. Somos parte de un contingente de mujeres con identidad de objeto. Ayer, al servicio de frágiles señoritas y de nobles señores tarados. Hoy, empleadas domésticas de las mujeres liberadas” (Carneiro, ).


http://mujericolas.blogspot.com/2015/04/la-triple-discriminacion-de-las-mujeres.html

7 de julio de 2016

Las esclavas sexuales de la agrupación Estado Islámico.



El aviso en árabe es espeluznante: “Virgen. Hermosa. De 12 años… Su precio ya está en 12.500 dólares y será vendida pronto”.
La publicidad, junto con otras de gatitos y armas, apareció en una aplicación encriptada y fue enviada a The Associated Press por un activista de la comunidad yazidi de Irak, que trata de liberar a unas 3.000 mujeres y niñas que se cree están siendo retenidas como esclavas sexuales por extremistas de la agrupación Estado Islámico, o EI.
A medida que el EI es expulsado de una ciudad tras otras en el califato que ha creado, aumenta su control sobre sus cautivas, internando a las mujeres yazidis en su territorio y vendiéndolas como esclavas en populares aplicaciones encriptadas como Telegram y WhatsApp, según comprobó la AP.
El grupo cuenta con un banco de datos con las fotos de las cautivas y los nombres de sus propietarios para evitar que escapen. Y asesina a quienes tratan de rescatarlas.
Miles de yazidis curdos fueron tomados prisioneros y miles más fueron asesinados cuando los combatientes del EI ocuparon sus pueblos del norte de Irak en agosto de 2014. Desde entonces las mujeres yazidi capturadas han sido forzadas a trabajar como esclavas sexuales.
Se calcula que 2.554 de ellas fueron liberadas por contrabandistas. Hacia mayo el ritmo de liberaciones había disminuido mucho y solo 39 habían sido rescatadas en las seis semanas previas, según cifras del gobierno regional curdo.
Lamiya Aji Bashar trató de escaparse cuatro veces antes de lograrlo finalmente con la ayuda de un contrabandista en marzo. La fuga fue una odisea, ya que fue perseguida por combatientes del EI. Dos niñas que escaparon con ella murieron al estallar una mina terrestre. Lamiya perdió la vista en el ojo derecho a raíz de la explosión, que le dejó grandes cicatrices en el rostro.
Hablando desde una cama en la casa de su tío en Baadre, pueblo del norte de Irak, la muchacha de 18 años le dijo a la AP que, a pesar de haber quedado desfigurada, no se arrepiente de haber emprendido la arriesgada fuga.
“Incluso si perdía la vista en ambos ojos, hubiera valido la pena”, expresó, “porque sobreviví”.
Los yazidi están en la mira del EI porque tienen creencias antiguas que combinan elementos del islamismo, el cristianismo y el zoroastrismo, y los extremistas suníes los consideran infieles. Se calcula que la población yazidi era de 500.000 personas antes de la guerra. No se sabe cuántos hay hoy.
La AP consiguió fotos de 48 cautivas, suministradas por una mujer que logró escapar. Da la impresión de que son las mismas tomas del banco de datos usado para impedir que las cautivas pasen puestos de control o para promover su venta mediante aplicaciones.
Mirza Danai, fundadora de una agrupación alemana-iraquí de ayuda llamada Luftbruckek Irak, dijo que el banco de datos trata a las mujeres como si fuesen una mercadería.
“Registran a cada esclava, cada persona con el nombre de su dueño. Si la mujer se escapa, todos los servicios de seguridad y los puestos de control son informados”, dijo Danai.
Las fotos obtenidas por la AP muestran niñas que lucen ropas finas, algunas de ellas muy maquilladas. Miran sombríamente hacia la cámara. Algunas recién ingresan a la adolescencia. Ninguna parece mayor de 30 años.
Nazdar Murat figura entre ellas. Tenía 16 años cuando fue secuestrada junto con otras dos docenas de mujeres que se habían escapado de su pueblo en la región iraquí de Sinjar cuando EI tomó el control de la zona.
La madre, Nouri Murat, dijo en un centro para personas desplazadas en el norte de Irak que Nazdar pudo llamarla una vez, hacía seis meses.
“Hablamos unos pocos segundos. Dijo que estaba en Mosul”, expresó Murat, aludiendo a la segunda ciudad más grande de Irak. “Cada vez que alguien regresa, le preguntamos qué le pasó y nadie sabe nada de ella. Hay quienes dicen que se suicidó”.
Ella no sabe si creerles o no.
Hussein Koro al-Qaidi, director de un comité de asistencia a los yazidi de la ciudad de Dahuk, en el norte de Irak, dijo que nadie ayuda a esa comunidad. Y se están quedando sin dinero para pagar a contrabandistas o para rescates, según el gobierno curdo y organizaciones que tratan de salvar a las mujeres.
“Ni el gobierno iraquí, ni las organizaciones caritativas internacionales ni ningún otro país nos están ayudando a salvar a las niñas yazidi”, dijo al-Qaidi.
Las fotos contrabandeadas ofrecen a las familias de las muchachas la esperanza de que tal vez las vuelvan a ver. Pero también son usadas por EI para venderlas en Telegram e incluso en WhatsApp y Facebook, de acuerdo con un activista conocido como Alan que está documentando las transacciones.
El activista, que usa el seudónimo por temor a ser atacado por extremistas, le mostró a la AP las negociaciones en torno a las muchachas llevadas a cabo en conversaciones privadas, que no pueden ser vistas por nadie más.
Los ofrecimientos aparecen mayormente en Telegram, Facebook o WhatsApp, indicó.
Tanto WhatsApp como Telegram usan un sistema de encriptado para proteger la privacidad de los usuarios y dicen que ni ellos mismos tienen acceso a sus conversaciones.
“Telegram es muy popular en el Medio Oriente, entre otras regiones”, dijo el vocero de Telegram Markus Ra. “Lamentablemente, esto incluye tanto elementos marginales como las grandes masas que acatan las leyes”. Aseguró que la empresa hace todo lo posible por evitar abusos y que rutinariamente elimina canales públicos usados por EI.
Además del posting de la niña de 12 años en un grupo con cientos de miembros, la AP pudo ver un aviso en WhatsApp que ofrecía a una mujer con sus hijos de tres años y siete meses, con un costo de 3.700 dólares. “Ella quiere que su dueño la venda”, dice el posting, que va acompañado de una foto.
“Tenemos una tolerancia cero para este tipo de comportamientos y desactivamos las cuentas cuando tenemos pruebas de actividades que violan nuestros términos. Alentamos a la gente a que use nuestras herramientas para hacer denuncias cada vez que ven este tipo de comportamiento”, dijo Matt Steinfeld, vocero de WhatsApp.
Las posibilidades de que las mujeres sean rescatadas disminuyen con cada día que pasa.
Por más que el EI se haya tenido que ir de Ramadi y Faluya, no hay rastros de las muchachas.
Y el atribulado gobierno regional curdo demora los reembolsos a las familias que pagaron a coyotes o rescates, de acuerdo con Andrew Slater, de la organización de ayuda a las yazidi Yazda.
“Cada vez hay menos rescates y van a cesar. La gente se está quedando sin dinero. Tengo decenas de familias que deben decenas de miles de dólares”, dijo Slater. “Quedan miles de mujeres y niñas en cautiverio y se hace cada vez más difícil rescatarlas”.

http://elsoldelaflorida.com/las-esclavas-sexuales-de-la-agrupacion-estado-islamico/