23 de enero de 2013

La Violencia Contra La Mujer en América Latina.



Dos de cada tres mujeres ha sufrido de violencia en el mundo en algún momento de su vida. En Centroamérica, dos mujeres de cada tres asesinadas, lo han sido por el simple hecho de ser mujeres. Alta incidencia e impunidad son dos de las características que predominan en la violencia contra las mujeres. Como afirma Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, los niveles de prevalencia de la violencia contra las mujeres son tan elevados que es uno de los derechos humanos más violentados en el mundo.
“Hasta el 70 por ciento de las mujeres sufren violencia física o sexual en algún momento de sus vidas y un porcentaje que se sitúa en una cuarta parte en lo que respecta a las mujeres embarazadas”, destacó el Secretario General en su Mensaje del 25 de noviembre. “Millones de mujeres y niñas de todo el mundo son atacadas, golpeadas, violadas, mutiladas e incluso asesinadas en lo que supone una violación horrorosa de sus derechos humanos”, añadió.
América Latina y el Caribe no se escapan a esta triste realidad. Un estudio por publicarse de la Organización Panamericana de la Salud sobre la situación de la violencia contra las mujeres en 12 países de América Latina y el Caribe muestra que entre un 13% en Haiti hasta más de la mitad de las mujeres en Bolivia han experimentado violencia física a lo largo de su vida.
Según los datos del Banco Mundial, el 69% de las mujeres de 15 países de la región que manifestaron haber sido abusadas físicamente lo fueron por parte de sus parejas. El 47% han sido víctimas de al menos un ataque sexual durante el trascurso de su vida
Datos también elevados se registran en cuanto a violencia sexual. Entre el 5% y el 11% de las mujeres encuestadas por la OPS, reportaron haber sufrido violencia sexual por parte de su pareja intima. Asimismo, entre el 10% y el 27% han padecido de violencia sexual infringida por cualquier perpetrador, inclusive su pareja.
Además los informes disponibles muestran que existe una relación directa entre acoso sexual y nivel socioeconómico. La misma encuesta indica que mientras que el 90% de las mujeres entre 22 y 35 años de nivel socioeconómico bajo o intermedio admitieron ser víctimas de acoso la cifra disminuye a 7% en las profesionales y 3% en las mujeres en niveles de dirección o gerencial.
En el mundo laboral los datos no son mucho más alentadores. Las encuestas realizadas en países industrializados y en países en desarrollo generalmente señalan que entre el 30% y el 50 % de las mujeres ha sufrido algún tipo de acoso sexual en el lugar de trabajo en alguna etapa de su vida. En la región, el 20% de empleadas chilenas sufrió acoso sexual. En Brasil, un estudio en 12 ciudades mostró que el 52% de las mujeres han sufrido algún tipo de acoso sexual en el trabajo. En el Salvador, el 16% de las trabajadoras domésticas han cambiado de trabajo debido al acoso o abuso sexual.
Esta violencia tiene también un claro impacto intergeneracional. Todas las encuestas muestran que la prevalencia de violencia física y/o sexual por parte de la pareja intima fue mas alta entre mujeres que reportaron que su madre o madrastra fue golpeada en comparación con mujeres que reportaron que su madre o madrastra no había sido golpeada.
Otra de las grandes lacras en la región es el feminicidio. En Guatemala y El Salvador 675 y 580 mujeres, respectivamente, fueron asesinadas en 2010 por el simple hecho de ser mujeres. En México, se contabilizaron 1,221 homicidios dolosos contra mujeres y niñas en 12 entidades del país entre 2007 y diciembre de 2008.
La violencia contras las mujeres en sus múltiples manifestaciones tiene un elevado costo para las personas que la padecen y para la sociedad. Aunque existen pocos estudios al respecto, los costos de la violencia contra las mujeres oscilan entre 1.6 y el 2% del PIB de los países de América Latina y el Caribe, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
http://nasreenvrblog.wordpress.com/2013/01/21/la-violencia-contra-la-mujer-en-america-latina/


15 de enero de 2013

Ada Lovelace.

 
 
Matemática británica (Londres, 1815-1852), cuyo nombre de soltera era Ada Augusta Byron King, considerada la precursora de la informática, y el lenguaje de programación. Su madre había estudiado astronomía, álgebra y geometría. Asistió a clases en la Real Sociedad y en el Instituto de Mecánica, donde recibió una esmerada educación matemática y científica. Realizó un trabajo fundamental en el diseño de los primeros ordenadores. Se interesó por las ideas de Charles Babbage acerca de una nueva máquina de calcular. Ella intuyó que un proyecto de esa envergadura podría convertirse en realidad y fue una de las pocas personas que creyó en la universalidad de las ideas, preconizada por Charles Babbage. Por esa razón decidió colaborar con él. En 1843, a los 28 años, Lovelace tuvo perfeccionados los planes de Babbage para la Máquina Analítica.Teniendo la buena fortuna de estar casada con un hombre que la alentó en su progreso intelectual, así como también la ayudó para cuidar a sus tres niños, Lovelace con el tiempo, corrigió algunos de los serios errores del trabajo de Babbagel. Una de sus geniales ideas fue la de que un cálculo grande podía contener muchas repeticiones en la misma secuencia de instrucciones, y notó que usando un salto condicional sería posible preparar solamente un juego de tarjetas para las instrucciones recurrentes. Actualmente lo llamamos un “bucle” y una “subrutina”. Sus ideas fueron extendidas un siglo más tarde por el matemático británico Alan M. Turing en 1937 y por John von Neumann en 1946, ambos fundamentales en el desarrollo de la moderna computadora electrónica digital. La mujer que poseyó tal percepción encontró un final doloroso a los 36 años, enferma de cáncer. En la década de los 80 el Departamento de Defensa de Estados Unidos desarrolló un lenguaje de programación en su honor , al cual nombró ADA.


http://www.wim-network.org/2013/01/ada-lovelace/

14 de enero de 2013

Igualdad laboral de género .

 
 
 
 
 
“No es posible superar el déficit de trabajo decente sin avanzar, al mismo tiempo, en la superación de inequidades de género en términos de derechos, oportunidades de empleo, protección social y diálogo social”. Esto afirmación corresponde a Daniel Martínez, Director Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, en un escrito llamado “Trabajo Decente y Equidad de Género en América Latina” publicado por la misma organización. La equidad de género en el ámbito laboral en Latinoamérica es un tema bastante estudiado en la actualidad por diferentes instituciones y organizaciones políticas y sociales. Requiere de atención inmediata y es de preocupación para muchos gobiernos latinoamericanos. A lo largo de la última década, se ha discutido sobre las posibles soluciones en diferentes encuentros, como la XV reunión regional americana de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), realizada en Lima en diciembre de 2002; y en cuyo documento de Conclusiones y Recomendaciones se incluye el compromiso de la implementación de políticas de combate a la discriminación en el empleo. El tema también está incluido en la declaración final de la Conferencia Regional de Empleo del Mercosur, realizada en Buenos Aires en abril de 2004. En ella, los ministros de trabajo de los países miembro afirmaron la necesidad de la reducción sustancial de las diferencias de género. Pero para lograr esto se necesita la disminución de las disparidades entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo y, además, el impulso y coordinación de políticas de igualdad de oportunidades y de combate a todas las formas de discriminación. Así mismo, en la declaración final de la Conferencia Regional de Empleo de la región andina, celebrada en Lima en noviembre de 2004, se afirmó la necesidad de reducir en todos los países de la comunidad andina, las asimetrías existentes entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo, así como la necesidad de desarrollar políticas que estimulen la creciente incorporación de las mujeres al trabajo digno y decente y que combatan toda forma de discriminación. Por otro lado, el plan de acción para combatir este problema creado en la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata en el 2005, incluye tres párrafos dirigidos de manera directa y específica a la promoción de la igualdad de género. El primero habla de eliminar la discriminación de las mujeres en el trabajo por medio de la incrementación de políticas que aumenten el acceso de éstas a trabajo decente, digno y productivo. Para esto se necesitan políticas de capacitación y educación que aseguren que el varón y la mujer gocen de igualdad en el lugar de trabajo. El siguiente párrafo habla de asegurar el acceso equitativo a los beneficios de la protección social y la atención a los temas de género en las políticas laborales y sociales. El último trata de implementar de políticas que aseguren igual remuneración para igual trabajo, según corresponda, para trabajo de igual valor. Todas estas declaraciones están compiladas en la introducción de un escrito llamado Trabajo Decente y Equidad de Género en América Latina, de Laís Abramo, directora de la OIT en Brasil. Constituye una clara muestra de que América Latina se encuentra verdaderamente preocupada por los problemas de equidad de género en el ámbito laboral y que se intentan implementar políticas para combatir este problema. Pero, a pesar de eso, la inserción de la mujer al mundo del trabajo presenta algunas reticencias, y la principal causa de esta discriminación es la maternidad y el hecho de que se le otorgue toda la responsabilidad del cuidado doméstico y familiar. Respecto a esto, Abramo dice que “no puede existir igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el trabajo sin una adecuada protección a la maternidad y al derecho de las mujeres a no ser discriminadas en el mundo laboral por factores asociados a su capacidad reproductiva”. A pesar de la legislación relativamente avanzada que existe al respecto, “en la mayoría de los países de América Latina es un área donde se registra con gran frecuencia el incumplimiento de los derechos que están reglamentados por la ley”, dice la autora. Sin embargo, el asunto de la maternidad no es la única excusa que usan los discriminadores en el ámbito laboral. Según una investigación realizada por la OIT en Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay sobre los costos asociados a la contratación de hombres y mujeres, se halló que otro punto importante es la significativa desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres, a pesar de los aumentos de escolaridad en la fuerza de trabajo femenina. También se observó, en la investigación, que las empresas usan la excusa de que los costos de contratación de mujeres son muchísimo más elevados que los de los hombres debido a la legislación de protección a la maternidad y al cuidado infantil, lo que es falso, ya que se logró evidenciar que esos costos son irrelevantes, ya que son inferiores al 2 por ciento de la remuneración bruta mensual de las mujeres. Por otro lado, el Foro Económico Mundial (FEM) publicó en 2009 su informe global sobre disparidad de género en el que uno de los criterios a tomar en cuenta es la participación y oportunidades económicas iguales. Es decir, los resultados de salarios, niveles de participación y acceso a empleos altamente cualificados para ambos sexos. En el informe, los países latinoamericanos ocupan un lugar intermedio. Se estudiaron 134 países, de los cuales Ecuador es el latinoamericano que mejor condiciones de igualdad tiene, ocupando el número 23 de la lista; lo sigue Argentina con el número 29. Los demás países de Suramérica se encuentran en una menor ubicación como Perú, que se encuentra en el puesto 44, Colombia en el 55 y Chile en el 64. Esto indica que, a pesar de no tener una condición de desigualdad tan marcada como países como Yemen, que ocupa el último lugar de la lista, falta aún para lograr condiciones más cercanas a las ideales para un país, como tal vez pasa con países como Islandia y Noruega, que ocupan los primeros lugares en el ranking. En Colombia es normal ver en el día a día la constante desigualdad de género en el trabajo decente, pero también, las constantes quejas por parte de la población que exalta los derechos de la mujer y la importancia de la igualdad de género. En un artículo de la revista digital colombiana Vanguardia, una abogada con especialización en derecho laboral, Claudia Vanegas, afirmó que “por experiencia propia, uno, en calidad de mujer, no es tratada con igualdad; sigue siendo víctima de violencia; los salarios son más bajos que los de los hombres (…). Incluso en la política, somos menos que los hombres”. Por otro lado, en México, según el análisis que realizó el Instituto Nacional de las Mujeres en el 2008, son más las que trabajan sin remuneración alguna, ocupando el 10.4 por ciento de las trabajadoras en el país. En cambio, los varones que trabajan sin remuneración son sólo el 5 por ciento de los activos. En los países latinoamericanos hay conciencia respecto de la situación que viven sus poblaciones. Se han buscado soluciones a este problema por medio de diferentes legislaciones apoyadas en los derechos de igualdad. Pero es necesario implementar nuevas estrategias que permitan que la situación mejore, sobre todo porque nos encontramos en una época en donde los derechos humanos son exaltados; hecho de gran importancia para el desarrollo social de un país, con su correlato en el desarrollo económico, político y cultural. Quizá si Latinoamérica implementa nuevas estrategias diferentes a las leyes sobre igualdad de género, que son oportunas pero alcanzaron un techo en cuanto a la generación de cambios, mejorará la situación de la mujer. La concientización de la propia mujer respecto de la igualdad de derechos y capacidades frente al varón es un punto inicial clave. Saber que puede ser empleadora y no sólo una empleada mal pagada. El trabajo de formación cultural hacia las empresas también aporta a la erradicación de las formas de discriminación laboral. Como mencionamos, la superación de las condiciones de desigualdad en el ámbito laboral repercute en un mejoramiento en la calidad de vida de la población y la libertad, ya que “la discriminación merma la libertad de los hombres y las mujeres de escoger sus trayectorias profesionales y de vida, satisfacer sus aspiraciones, adquirir y perfeccionar los conocimientos y competencias requeridos y ser remunerados en función de sus capacidades y esfuerzos”, según afirmó Manuela Tomei, especialista principal en temas de discriminación de la OIT.

 Andrea Paola Roca Pinzón
http://www.apasdigital.org/apas/nota_completa.php?idnota=5567