1 de marzo de 2016

Feminización de la migración .



Desde siempre las mujeres han emigrado, las abuelas se trasladaron del pueblo a la
cuidad, las madres de la cuidad a la capital y las hijas ahora de la capital al otro
continente. Múltiples razones han impulsado estas migraciones, económicas, políticas
o familiares.
Lo que hoy nos reúne, no es tanto el hecho de la migración en sí, si no el de los
impactos que hoy en día representa esta migración a nivel personal y familiar en
cuanto a los derechos que como mujeres nos atañen.
La feminización de la migración implica no sólo el cambio de las mujeres de un lugar
a otro de residencia, sino que abarca las implicaciones familiares que con ella
conllevan.
La feminización de la migración hoy tendrá connotaciones globales, donde los roles
familiares transcienden fronteras, las nuevas familias transnacionales implicaran un
nuevo enfoque de derechos sociales y familiares. Las desigualdades de género hacen
que la experiencia migratoria sea muy diferente para hombres y mujeres. La decisión
de migrar, las redes empleadas o la inserción laboral en el país de acogida, afectaran
de manera diferente a los hombres y a las mujeres.
La feminización de la migración surge como una estrategia de sobrevivencia de los
hogares, es una respuesta al contexto de crisis económica de países cuya economía
está basada en la informalidad. Una crisis que ha aumentado el desempleo
masculino, creando así una erosión en el papel del hombre como proveedor
económico y como consecuencia una gran cantidad de mujeres se encuentran solas a
mantener el hogar.
En el 2010 se estimaron más de 52% las mujeres emigradas en Europa, según los
datos del Departamento de Asuntos Económicos Sociales de Naciones Unidas (NU
DAES). Esta cifra no visualiza un número más en las estadísticas, es más bien la
concreción de una situación global económica y social. Económica porque es la
respuesta al hecho de que el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres;
social porque los trabajos en los cuales la mujer consiguen su sustento hacen parte
de los servicios concernientes al cuidado de la familia y el hogar incluyendo los
ancianos y ancianas, estos servicios desde el análisis de género, hacen parte del
sistema reproductivo de la sociedad, y no está considerado dentro de los valores
económicos del mercado. No quiero dejar de mencionar las cadenas de tráfico sexual
que cosifican a las mujeres dentro de un sistema de valores del sexo.
Sin embargo, cabe destacar que es una espiral que gira entre el económico y social,
la mano de obra atribuida a las mujeres pertenecen a la mano de obra
desvalorizada, mal paga, flexible en sus horarios, generándose así trabajos (no digo
empleos) de sobrevivencia que sólo se pueden realizar bajo condiciones precarias.
Los vínculos que las mujeres migrantes tienen con sus lugares de origen han creado
espacios transnacionales donde circulan bienes, dinero, ideas, imaginarios y valores.
Dentro de este concepto del codesarrollo, el vivir transciende las fronteras físicas y
reconfigura espacios, economías e identidades.
La emigración viene impulsada siempre por insatisfacción con la situación que se
tiene e inconformismo respecto al futuro que se vislumbra en su país y por la seducción
del nuevo lugar.
 Desde esta posición se  comprende que pese a las malas condiciones que encuentran, muchas perciban una mejoría relativa respecto al punto de partida, e incluso haber alcanzado la meta al incorporarse al trabajo y obtener un salario muy superior al que podrían imaginar en supaís.  Este bajo nivel de expectativas es el que, en ocasiones, permite la sobreexplotación de los iiunigrantes en general y de las mujeres en particular.

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