26 de julio de 2017

Agricultoras que desbrozan el machismo.


Una campesina con el puño izquierdo en alto, pañuelo en la cabeza y otro sobre los hombros, una mueca de grito. Esta imagen en tonos morados recuerda que La Vía Campesina es cada vez más feminista. “Construimos movimiento para cambiar el mundo, con feminismo y soberanía alimentaria”, reza la pancarta que arropa a la V Asamblea de Mujeres que este movimiento social acaba de celebrar en la localidad vizcaína de Derio.
 La violencia, en todas sus formas, usos y estrategias de opresión, es el hilo conductor de las reivindicaciones territoriales que han surgido en este encuentro de unas 150 mujeres de todo el mundo y que ha sido uno de los actos previos de la VII Conferencia Internacional de La Vía Campesina, que este año se celebra en tierras vascas. La violencia, recuerdan, es no tener acceso de igual manera que los hombres a las herramientas y recursos para realizar sus labores como agricultoras, ganaderas o pescadoras; violencia es no poder acceder a las subvenciones o al crédito, no tener derechos laborales, que las tierras no estén a nombre de quien las trabaja; violencia es no tener acceso a las semillas o al agua.
 Violencia son, insisten, los abusos sexuales, las guerras, las fronteras, los matrimonios forzosos, los problemas de visado, el cambio climático… “Violencia es que no haya mujeres en cargos políticos o que en las organizaciones campesinas no participen en los órganos de toma de decisión”. Estas reivindicaciones, unas más globales y otras de carácter más territorial, salieron en la puesta en común del encuentro. Las palestinas, por ejemplo, se quejaban de sus problemas de movimiento, de los controles israelís o de cómo muchas se quedaban viudas muy jóvenes. Mientras, desde algunos países africanos se hablaba de la poligamia o del acaparamiento de tierras.
 “Hay un incremento de la violencia estructural, del feminicidio, de los asesinatos de lideresas, de la impunidad, de los abusos sexuales incluso a niñas”, apuntaba, con fuerza, una representante de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC). “Tenemos que producir la enseñanza de nuevos valores. En las organizaciones mixtas hay violencias contra las campesinas que toman un rol protagonista. Hay que construir nuevos valores, nuevas masculinidades, igual que nos estamos formando y avanzando con el feminismo. Tenemos leyes, pero no caminan”, añadió tras recordar la poca gracia de determinados chistes sexistas que se escuchan en el interior de las organizaciones campesinas.

EL FEMINISMO, HERRAMIENTA DE TRABAJO

En toda esta dura enumeración de problemas y opresiones, el feminismo apareció como elemento articulador para entender los contextos, aplaudir las resistencias y buscar alternativas. “Nuestra articulación de mujeres surgió por la desigualdad, pero en el proceso hemos encontrado que el feminismo es una herramienta de análisis liberadora. El feminismo campesino y popular es un desafío”, apuntó una de las participantes. Este feminismo popular y campesino es uno de los retos de la Vía Campesina.
 “La lucha por la emancipación de las mujeres tiene que estar articulada con la de los movimientos sociales campesinos, y la lucha por la igualdad de género tiene que caminar junto con la lucha por el fin de la propiedad privada, por el derecho a la tierra y al territorio, por la reforma agraria. Será el momento de afirmar que el socialismo y el feminismo campesino y popular son insumisos y cuestionar las concepciones patriarcales y burguesas, funcionales a las políticas de explotación capitalista”, explica la brasileña Marina dos Santos, una de las dirigentes del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST).
 A la espera de concretar el plan de acción para los próximos cuatro años (la anterior asamblea se celebró en Yakarta, Indonesia, en 2013) varias ideas marcarán las acciones de la Vía Campesina, movimiento social que aglutina a más de 450 organizaciones de unos 70 países. Fortalecer las articulaciones regionales y fomentar la participación, promover la auto-organización de las mujeres en sus colectivos, fomentar la paridad en los órganos de decisión y participar en espacios de gobernanza son algunos de los asuntos que pretenden pulir desde el punto de vista organizativo. También expresan la necesidad de fortalecer y ampliar la campaña de ‘no más violencia’ contra las mujeres, de apostar por las acciones de visibilización en fechas clave, de seguir luchando por la paz y contra la militarización, así como de fomentar las escuelas de formación feminista.
 Y, por supuesto, poner luz en la situación de las mujeres en todas las luchas estructurales de la Vía Campesina, como son la reforma agraria popular, la oposición a los agronegocios y al modelo energético actual, la defensa del agua, la batalla contra la privatización de los bienes naturales; y, por supuesto, la crítica al sistema capitalista, patriarcal, racista y xenófobo. “Hay que abordar el trabajo político y productivo desde el feminismo y la soberanía alimentaria”, “ratificamos nuestro compromiso con las resistencias”, “el capitalismo y el patriarcado violenta nuestros cuerpos y nuestros territorios” o “hay que compartir los trabajos productivos y de cuidados” fueron otras de las ideas lanzadas en la declaración final que se leyó.
 “Somos las personas que trabajan la tierra y que alimentan al mundo, pero nuestros territorios están bajo un ataque constante. Nos enfrentamos a una criminalización creciente. Esta conferencia es un paso adelante en la internacionalización de nuestras luchas, creando una estrategia para frenar los poderes del capitalismo global y construir un movimiento para el cambio”, afirmó Elizabeth Mpofu, campesina de Zimbabue y coordinadora general de La Vía Campesina.

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