23 de febrero de 2013

Sophie Scholl: “La Mano que Mueve la Cuna, Mueve el Mundo”



"La Mano que mueve la cuna, Mueve el Mundo", había escrito Sophie en la primavera de 1940 cuando finalizó sus estudios de secundaria. Ya en 1937, el arresto de sus hermanos y amigos por participar ilegalmente en el Movimiento católico de Juventudes Alemanas, la había marcado con fuerza y la hizo comprender el grado de violencia de la visión nacional socialista, empujándola – desde ese momento- a ser una férrea opositora a la tiranía de Hitler.

Luego de trabajar un tiempo en un jardín infantil como maestra y con la idea de entrar a la universidad, comenzó un periodo de seis meses en el servicio auxiliar de la guerra, como profesora de enfermería en Blumberg. El régimen de corte militar la llevó a pensar intensamente sobre la situación política y comenzó a practicar la resistencia pasiva.

Tras sus seis meses en el Servicio Nacional del Trabajo, en mayo de 1942 se inscribió en la Universidad de Múnich como estudiante de Biología y Filosofía.

En Munich, Sophie se reunió con un buen número de artistas, escritores y filósofos. La pregunta que más debatían era acerca de cómo debía actuar un individuo bajo una dictadura.

Empezaron a aparecer en Munich varias pintadas en las paredes y panfletos en la Universidad sobre un movimiento opuesto a la guerra, denominado "La Rosa Blanca". Sophie se sintió atraída de inmediato por este movimiento. Su hermano Hans Scholl y sus amigos eran los miembros de este grupo que había comenzado con cinco integrantes y se extendió rápidamente por toda Alemania. Se incorporó como encargada de trasladar a otras ciudades propaganda del movimiento y ayudar a conformar células a nivel nacional. Pronto la Gestapo, policía política Nazi orientó sus investigaciones contra el grupo aunque sin una pista.

Los miembros de La Rosa Blanca trabajaron día y noche en secreto, produciendo miles de panfletos que eran despachados a estudiosos y médicos desde sitios no detectables dentro de Alemania. Sophie compraba papel y estampillas de correo en sitios diferentes para que sus actividades no llamaran la atención. En la segunda mitad de julio de 1942, la Rosa Blanca tomó una postura más enérgica contra Hitler en febrero de 1943, repartiendo las dos últimas series de folletos y pintando eslóganes anti-Nazis a lo largo de Munich, principalmente en las puertas de la Universidad ("¡Fuera Hitler!").

La última distribución tuvo lugar en la Universidad, la mañana del 18 de febrero de 1943, a fin de coincidir con la salida de clase de los estudiantes. Con la mayoría de los folletos ya repartidos en lugares importantes, Sophie Scholl tomó la decisión de subir las escaleras hasta lo alto del atrio y lanzar los últimos folletos sobre los estudiantes. Fue vista por un conserje, quien era miembro del partido Nazi, y cerró las puertas del edificio de la universidad, encerrando a los hermanos Scholl mientras llamaba por teléfono a la Gestapo quienes los arrestaron. Los otros miembros activos cayeron pronto en redadas a los amigos de Hans y Sophie, y tanto el grupo como todo aquel asociado con ellos fueron interrogados.

Sophie Scroll fue acusada de traición y fue condenada a ejecución en la guillotina. Sus últimas palabras fueron: "Sus cabezas caerán también".

http://nasreenvrblog.wordpress.com/2013/02/23/sophie-scroll/

18 de febrero de 2013

Derechos humanos de las mujeres: luces, sombras y urgencias.


Los derechos humanos de las mujeres se han vuelto objeto de debate: hay quienes ya descartan el término por contradictorio o redundante. Otros sin embargo negocian con ellos, con lo cual nos obligan a seguir defendiendo lo que en última instancia es condición necesaria para la vida digna aunque hoy parezca utopía

América Latina vive hoy entre luces y sombras en cuanto a derechos humanos. Los contrastes son marcados, desoladores. En noviembre de 2012, por ejemplo, pudimos celebrar el inicio del tercer juicio por crímenes de lesa humanidad contra integrantes de la dictadura argentina de distintos sectores, con 68 imputados y 789 víctimas implicadas. Sin duda, éste es un hito en el largo recorrido en busca de justicia de los sobrevivientes, de las familias de víctimas y de las organizaciones. Más al norte, en Guatemala, se llevó a cabo el primer juicio colectivo por crímenes de violencia sexual, que documenta aquí Lily Muñoz. Se trata también de la cristalización de duras luchas por la justicia y, en este caso, de una ruptura sísmica del silencio secular en torno a la violación y la esclavitud sexual, semejante a las denuncias de Inés Fernández y Valentina Rosendo contra los militares mexicanos que las agredieron en 2002. En México mismo, sin embargo, y en países como Haití, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Venezuela, entre otros, no hay nada o casi nada que celebrar, ni en cuanto a avances de las mujeres ni en cuanto a la justicia. Pese a la fachada democrática, así sea craquelada, de estos y otros países, en la práctica no se respetan los derechos humanos, ni los derechos de las mujeres; por el contrario, se ha dado un pavoroso retroceso.

Uno de los movimientos regresivos más claros y generalizados no tiene que ver a primera vista con la justicia. No se da en dictadura, no se ha considerado en sí como una medida "antidemocrática". No obstante, es uno de los embates más feroces contra los derechos básicos de las mujeres y se extiende de norte a sur y allende los mares. La prohibición total o parcial del aborto, las restricciones crecientes a la interrupción legal del embarazo, son, sin lugar a dudas, un atentado contra la libertad y el bienestar de las mujeres. Prohibir el aborto, incluso en casos de violación, es una de las posturas más obviamente bárbaras de políticos y líderes religiosos. También, es intolerable prohibirlo cuando la mujer no quiere ser madre, por la razón que sea. La imposición de la maternidad que se busca, en última instancia, con penas de cárcel o al patologizar la decisión de abortar y orillar a las mujeres a poner en riesgo su vida y su salud, equivale al embarazo forzoso o a una forma de esclavitud sexual. No es exagerado plantear que en el control del cuerpo de la mujer es clave esa imposición de la maternidad como obligación, que algunos clérigos y gobiernos casi ven como castigo ¿merecido? por atreverse a tener relaciones sexuales (no hablemos de deseo).

Los recursos legales y retóricos que se han usado para justificar esta cruzada, impulsada desde el Vaticano, e imponer criterios religiosos y personales por encima de los preceptos más básicos de los derechos humanos, arrancan una vez más la careta a sistemas legales y políticos patriarcales e injustos. Contra ello, ha resultado complicado, y a veces cuesta arriba, unir al movimiento feminista de cada país (no se diga de América Latina o de esta región y España) para frenar y para revertir la oleada de reformas legales que nos van llevando a una situación insostenible, que contradice el derecho mismo a la libertad, la autonomía y la vida digna de las mujeres. Se dirá que hay otros temas urgentes y que todas sufrimos, además, las consecuencias de las crisis económicas. Cabría preguntarnos, sin embargo, si es viable el feminismo en la práctica y en los hechos si no se toma en serio este desafío, es decir, si más allá de la "institucionalización" y demás procesos de inclusión de la perspectiva de género en las políticas públicas, no se busca tumbar las reformas regresivas y re-afirmar el derecho a decidir, a acceder a anticonceptivos, el derecho a la información y educación sexual, el derecho al cuerpo, al placer, y simplemente la libertad.

Esta pregunta es tanto más urgente o pertinente, me parece, en cuanto quienes imponen la maternidad en nombre de la "defensa de la vida" (del no nacido), callan o se dan por no aludidos o, de plano, nos tachan de mitómanas cuando señalamos otra prueba de barbarie que arrasa con la libertad de las mujeres en América Latina y en España: el feminicidio y la saña creciente que se manifiesta hoy en la violencia misógina, ya sea de pareja, intrafamiliar o perpetrada por desconocidos.

Indigna, en efecto, que el clero católico calle en México ante las miles de mujeres asesinadas o desaparecidas; indigna, que la jerarquía saque de su diócesis al obispo Solalinde que se ocupaba de migrantes de Centroamérica, hombres y mujeres; indigna, que curas y obispos lancen toda clase de invectivas y amenazas contra las mujeres que deciden abortar, que todavía descalifiquen a las mujeres violadas como fuente de tentación, y que no alcen la voz contra el odio feminicida que se ha desatado en México, en Centroamérica y en muchas ciudades y campos hispanoamericanos (y desde luego que no miren la viga de la pederastia en su propio ojo). El feminicidio, en efecto, no es sólo un fenómeno del norte de México en su vertiente anónima, ni español en su vertiente de pareja. El odio contra las mujeres, que se manifiesta en la destrucción cruel y degradante del cuerpo femenino, se ha extendido a lo largo y ancho de nuestros países. Se da en el norte de México contra migrantes y mexicanas que caen en manos de hombres armados, o de individuos o grupos mafiosos o de parejas traicioneras. Se da en Centroamérica y Brasil en ritos de pandillas o maras, en Argentina y Chile en barrios que se dirían respetables, etc.

En todas partes la pregunta es "¿por qué?". En mi opinión estamos todavía lejos de responderla plenamente. Podemos ponerle adjetivos y, sobre todo, podemos apuntar a la responsabilidad del Estado omiso -y por tanto cómplice- que deja impunes los crímenes más atroces o los más de ellos; pero nada parece suficiente para explicar tanta gratuidad de la violencia y tanta crueldad. Podemos empezar a exigir que esos estados vayan más allá de cumplir con la formalidad de tipificar el feminicidio, receta recomendada ahora por la CEDAW, como si en nuestro continente las leyes fueran palabra o varita mágica -como si ya hubieran pasado los tiempos del "obedézcase pero no se cumpla"-. Podemos incluso reconocer que es mejor tener una ley contra la violencia que no tenerla. El problema es que la barbarie se va acumulando y que, como en la tesis de Walter Benjamin, a ratos pareciera que ante la ángela de la historia sólo seguirán cayendo ruinas, desechos de leyes, retazos de promesas e ilusiones, cadáveres.

Ante este giro nefasto que se va dando en el campo de los derechos humanos de las mujeres, lejos de perder la esperanza debemos hablar, discutir y exigir. Decir lo que nos sucede, decir que no estamos de acuerdo, salir a las calles como lo han hecho las españolas y buscar acceso a los tribunales como lo han hecho las indígenas y las argentinas. Debemos también discutir nuestras diferencias y semejanzas, debilidades y fortalezas, si queremos construir alianzas. Es hora de que el feminismo institucional, que en muchos países se ha aliado con el poder político, académico o económico, haga una autocrítica, y que el feminismo radical busque darle materialidad a la utopía. Es hora de exigir el respeto al derecho más básico que es el mero derecho a la vida, a la vida digna, con igualdad y en libertad. Actuemos para que este 2013 sea el año de un renovado impulso por defender y ejercer plenamente nuestros derechos.

LUCÍA MELGAR.
http://revista.conlaa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=567&Itemid=578

13 de febrero de 2013

Psicología del amor.



El amor es el núcleo de la vida, de las relaciones humanas, del sentir de los sentidos. Y siendo tantas cosas el amor sigue siendo a día de hoy un misterio para muchos, comprender el amor y los sentimientos que genera, su origen y su conducta.
 

El amor ese uno de los sentimientos más hermosos que podemos albergar, los más románticos hablan del destino como el origen del amor verdadero y del enamoramiento mientras que los científicos nos aseguran que siempre hay una razón por la cual nos enamoramos de una persona determinada y no de otra. ¿Podemos conjugar ambas teorías para no perder el romanticismo y a su vez encontrar una razón lógica al amor?

Este sentimiento tan universal ha generado curiosidad años y años, lo que ha supuesto que en estas últimas décadas se hayan realizado estudios sobre "La psicología del amor" para llegar a comprender cómo surge, las reacciones que provoca, los estados emocionales y físicos que genera, etc.

Una de las teorías psicológicas más conocidas es la "Teoría triangular del amor" descrita por Robert Sternberg
El amor según Sternberg está compuesto por tres variables, que en perfecto equilibrio componen la forma pura del amor:La Confianza: Es el compartir deseos, sueños, ilusiones, confidencias con otra persona y la satisfacción que encontramos en que esa persona nos escuche y atienda. La pasión: Hay un deseo de estar con la otra persona a nivel sexual, hay atracción y deseo. Compromiso: Existe la convicción de que la otra persona nos apoyará, nos prestará su ayuda y no nos olvidará.
En realidad nunca se da una combinación perfecta de las tres variables, el ciclo amoroso no es constante y hace que mientras el amor romántico comienza con altas dosis de pasión y una creciente intimidad, se vaya transformando en amor compañero dónde baja la pasión, se mantiene la intimidad y aumenta el compromiso. Hay incluso quien le pone fecha a este cambio, entorno a los cuatro años, pero obviamente es muy difícil aproximar una fecha, debido a todas las variables que intervienen.
Muchas parejas no aceptan el cambio de "amor romántico" a "amor compañero" y lo interpretan erróneamente como el fin del amor. El tono emocional del amor compañero es más moderado que el del pasional, las pasiones extremas se transforman en comunicación, ternura, afecto y satisfacción, las claves de una relación duradera.

Siete formas de amor

El amor vacío: Cuando es un amor donde solo hay compromiso, no existe pasión ni existe confianza, Podría ser una pareja que lleva años casada y no rompe su pareja por convencionalismos sociales. Viven en la misma casa, duermen en habitaciones separadas y hacen cada uno su propia vida.

El encaprichamiento: Cuando solo tenemos la pasión, el deseo sexual. Es el llamado amor a primera vista.

El amor fatuo o loco: Este tipo de amor conlleva pasión y compromiso. Es un amor poco realista ya que no se conoce a la otra persona no existe la confianza. Es un amor más fuerte que un mero encaprichamiento.

El amor romántico: Este amor tiene como componentes a la Pasión y a la confianza, pero no existe el compromiso.

El amor sociable: Existe la confianza y el compromiso pero ya no existe la Pasión. Es el amor de una pareja que a pesar de que se quiere y tiene confianza ha perdido la pasión.

El amor completo o consumado: Es el tipo de amor ideal, une compromiso, pasión, y confianza. Hay que destacar que según las investigaciones el estado de enamoramiento suele decaer entre 6 meses a dos años. Luego según la Psicología , el amor completo es difícil de mantener y suele derivar hacia los otros tipos de amor.

Cariño: Cuando hablamos de cariño no hacemos mención ni a la pasión ni al compromiso, pero sí a ese sentimiento que permite que haya un lazo fuerte, una buena una buena relación de amistad.
http://depsicologia.com/psicologia-del-amor/

12 de febrero de 2013

Mitos del amor romántico.



El amor romántico es el modelo cultural en el que somos socializados de manera diferente mujeres y hombres según las expectativas de rol de género.

Dentro de este modelo hay una serie de pautas ideales acerca de la persona de la que hay que enamorarse, como debe ser la relación, qué conductas se pueden tener y cuales no, etc. Pautas éstas que llevan implícitos los estereotipos tradicionales y una serie de mitos y creencias vinculados a los mismos.

Mitos romanticos

* Mito de la “media naranja”

o creencia de que elegimos a la pareja que teníamos predestinada. La aceptación de este mito podría llevar a un nivel de exigencia excesivamente elevado en la relación con el consiguiente riesgo de decepción, o a una tolerancia excesiva, al considerar que siendo la pareja ideal hay que permitirle más o esforzarse más para que las cosas vayan bien.

* Mito del emparejamiento

es la creencia de que la pareja (heterosexual) es algo natural y universal y que la monogamia está presente en todas las épocas y culturas. Este mito fue introducido por el Cristianismo. La aceptación de esta creencia dará lugar a conflictos internos en quienes se desvíen de algún modo de ella.

* Mito de la exclusividad

o creencia en que es imposible estar enamorado/a de dos personas a la vez. La aceptación de esta creencia puede suponer conflictos internos y conflictos relacionales.

* Mito de la fidelidad

o creencia de que los deseos románticos y eróticos deben satisfacerse exclusivamente con una única persona, la propia pareja, si es que se la ama de verdad. De acuerdo con la perspectiva sociobiológica, las relaciones fuera de la pareja son un universal humano, por lo que resultará problemático llevar esta creencia a la práctica y no hacerlo causará sanciones sociales. Estos tres mitos (de la exclusividad, de la fidelidad y del emparejamiento) fueron introducidos por el Cristianismo.

* Mito de los celos

o creencia de que los celos son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un verdadero amor. Este mito es también introducido por el Cristianismo y constituye un garante de la exclusividad y la fidelidad. Este mito suele usarse habitualmente para justificar comportamientos egoístas, injustos, represivos y, en ocasiones, violentos.

* Mito de la equivalencia

Creencia en que el “amor” (sentimiento) y el “enamoramiento” (estado más o menos duradero) son equivalentes y, por tanto, si una persona deja de estar enamorada es que ya no ama a su pareja y, por ello, lo mejor es abandonar la relación. Las fases de enamoramiento intenso van modificándose con el tiempo, dando lugar a procesos de otro tipo. Aceptar este mito supone no aceptar la diferencia entre una cuestión y otra y no reconocer como natural esa transformación, lo que puede llevar a vivirla de modo traumático.

* Mito de la omnipotencia

Creencia de que “el amor lo puede todo” y por tanto si hay verdadero amor no deben influir los obstáculos externos o internos sobre la pareja, y es suficiente con el amor para solucionar todos los problemas. La aceptación de este mito puede generar dificultades ya que puede ser usado como una excusa para no modificar determinados comportamientos o actitudes o puede llevar a una valoración negativa de los conflictos de pareja dificultando su afrontamiento.

* Mito del libre albedrío

Creencia de que nuestros sentimientos amorosos son absolutamente íntimos y no están influidos por factores socio-biológico-culturales ajenos a nuestra voluntad y conciencia. Aceptar este mito supone no reconocer las presiones biológicas, sociales y culturales a las que las personas estamos sometidas, lo cual puede llevar a consecuencias negativas (exceso de confianza, culpa).

* Mito del matrimonio o de la convivencia

Creencia de que el amor romántico y pasional debe conducir a la unión estable de la pareja y constituirse en la base de la convivencia. Este mito establece una relación entre dos elementos que se contraponen, uno que se pretende duradero como es el matrimonio, y un estado emocional transitorio como es la pasión, lo que no sólo resulta difícil si no que puede llevar fácilmente a la decepción.

* Mito de la pasión eterna o de la perdurabilidad

Creencia de que el amor romántico y pasional de los primeros meses de una relación puede y debe perdurar tras años de convivencia. La pasión amorosa como tal se termina, con lo que esta creencia también es falsa, por lo que su aceptación tiene consecuencias negativas tanto sobre la estabilidad emocional de la persona como sobre la estabilidad emocional de la pareja.

* Mito de la abnegación o exceso de empatía.

El mito del sacrificio de las "buenas" mujeres en aras de su familia trae consecuencias nefastas. Este exceso de empatía supone conductas de la mujer víctima tales como la del cuidado y defensa de su agresor, justificarle, complacerle o llevarle a que busque ayuda. El exceso de empatía puede estar relacionado a la baja autoestima y a la depresión.

Es necesaria una resocialización del concepto de amor, de los modelos amorosos deseables y de los modelos masculinos y femeninos basados en el afecto y en la confianza, el compromiso emocional y la reciprocidad.

"El día en que sea posible que la mujer ame, no con su debilidad sino con su fuerza, no para escapar de si misma sino para encontrarse, no para rebajarse sino para reafirmarse; aquel día el amor llegará a ser para ella, como para el hombre, una fuente de vida y no de peligro mortal". (Simone de Beauvoir)

Efectos negativos

- la idealización,
- la evaluación negativa del conflicto que es interpretado como indiferencia,
- la atribución interna de los aspectos negativos, y
- la decepción con la relación

porque usar los mitos románticos como estandar genera expectativas que son dífíciles de conseguir y que conduce a conductas negativas que a su vez perjudica más la relación. En el caso particular de los celos las consecuencias son más graves, puesto que son considerados como predictores de violencia.

Es más probable que las mujeres que aceptan el modelo romántico de forma más rígida puedan ser víctimas de violencia y de que la permitan, puesto que el amor de pareja es lo que da sentido a sus vidas. En la creencia de que "el amor todo lo puede" tratan de "cambiar" al hombre que las agrede; esas agresiones, ataques de celos o conductas de control pueden ser interpretados como "muestras de amor", y la propia mujer sentirse culpable por no saber complacer a su pareja.

Bibliografia: E. Bosch, V. Ferrer)
Pintura: Marc Chagall

http://empoderarmujeres.blogspot.com/2009/08/mitos-del-amor-romantico-y-violencia.html

5 de febrero de 2013

¿Hasta qué punto es sano cuidar de tu pareja? Síndrome de Wendy.


Proteger a tu pareja es algo normal de cualquier relación. Pero cuando esto se va al extremo y te sientes imprescindible para el correcto funcionamiento de su día, estás viviendo el síndrome de Wendy. Sí, la niña de Peter Pan que cuida a sus hermanos menores y a todos los niños en el País de Nunca Jamás, cumpliendo el rol de madre.

Es un problema mucho más común de lo que se podría pensar, pero no por eso adecuado. Puedes perder el horizonte de tus propias responsabilidades, por ocuparte de que tu pareja cumpla con las suyas.

Aunque Wendy está presente también en hombres, es más frecuente verlo en mujeres. De la misma forma, una persona que tiene este síndrome, tiende a relacionarse con quien tiene el complejo de Peter Pan, y no quiere crecer ni asumir obligaciones.

Algunas de las características de las mujeres que padecen este síndrome son que su perfeccionismo la lleva a sentir gran culpa cuando un aspecto no resulta como lo esperaban. Sienten que todas las responsabilidades están en sus manos y que tienen la misión de hacerse cargo de todo. El psiquiatra de la Clínica Alemana, Alejandro Koppmann, señala que "es difícil poner el límite entre la preocupación normal y aquella patológica".

Además, la esposa Wendy aparta su propia felicidad si es necesario, por conseguir la de su pareja. Incluso la encuentra al hacerse cargo de los asuntos de su marido. El cansancio, el desgaste y la pérdida de tiempo son considerados como el sacrificio que hacen por su marido y como signo de amor.

Igualmente, teme por la desaprobación, el rechazo y hasta el abandono de su marido. Tiene mucha fuerza interior, pero no la nota porque se preocupa de resolver todos los problemas de su esposo e hijos y descuida las preocupaciones personales.

Pero como todo tiene una razón de ser, hay ciertas explicaciones a la aparición del complejo de Wendy.

Si la mujer recibió una educación con una gran carga cultural donde la esposa está al servicio del hombre, el síndrome será agudo y difícil de evitarlo. Así también, la mezcla de una baja autoestima y de introversión, puede generar aspectos de Wendy.

Entre otros factores, la relación puede estar demasiado enmarcada en funciones determinadas que cada uno debe cumplir. Por esto, Koppmann comenta que "en las relaciones poco sanas estos roles suelen ser rígidos y la relación se construye con un proyecto único al que el resto se somete. En este caso no hay posibilidad de negociación, pues no hay contraparte".

El síndrome fue nombrado como la amiga de Peter Pan en 1983 por el psicólogo estadounidense, Dan Kiley, quien también acuñó el término para las personas que se rehúsan a ser crecer. Sin embargo, Wendy siempre ha existido, sólo que en las sociedades un poco más antiguas, era visto como lo correcto, la obligación de la esposa y no como una patología.

Los efectos del complejo, aunque puedan ser invisibles para algunos, abarcan depresiones, bajas autoestima, sometimiento, pérdida de independencia, inseguridad y obsesiones. También puede afectar en la manera en que la familia se construye tanto en la pareja como en los hijos. "El modelo educativo puede transmitir una dificultad importante para poner límites, construir autoestima y establecer relaciones saludables", explica el psiquiatra Koppmann.

Para superar la condición de salvadora de todas las situaciones, la mujer Wendy tiene que darse cuenta de que tiene el síndrome y estar dispuesta a realizar cambios para mejorar tanto su estado como el de la relación.

"Las relaciones humanas se construyen sobre la base de complementos y el ideal es que estos sean sanos: roles equilibrados e intercambiables, capacidad de desarrollo personal, proyecto común, respeto por las necesidades individuales y capacidad de sacrificio y renuncia compartidos en busca de dichos objetivos", sostiene Koppmann.

Las terapias se enfocan en que las mujeres pierdan el temor a la desaprobación y a liberarse de las obligaciones que no le incumben directamente. Delegar misiones y saber negarse a asumir nuevas funciones, es un paso para adquirir autonomía.

http://informe21.com/psicologia/%C2%BFhasta-que-punto-es-sano-cuidar-de-tu-pareja-sindrome-de-wendy