23 de mayo de 2014

Las mujeres en la política mexicana: una radiografía de la desigualdad de género.



El 10 de mayo en México está dedicado a celebrar a las mujeres en su rol de madres, pero más allá de observar un día que como señala Martha Lamas nació en contraposición al movimiento feminista mexicano iniciado en Yucatán a principios del siglo XX;[i] deberíamos preguntarnos sobre el papel de las mujeres en la sociedad actual, en especial en el terreno político en el que, si bien su participación ha crecido, aún resulta marginal.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas estimaba que en 2011 la población mundial superaba los 6,974 millones de personas,[ii] de los cuales el 50.4% eran hombres y el 49.6% eran mujeres.[iii] A pesar de esa relación, las mujeres representan una minoría en la política de todos los países del mundo. Así, a inicios de 2013, sólo 23 países (12%) de los 193 miembros de la Organización de las Naciones Unidas eran gobernados por una mujer, entre ellas destacan los casos de Dilma Rousseff en Brasil, Cristina Fernández en Argentina, Angela Merkel en Alemania, la reina Isabel II en el Reino Unido y Park Geun-hye en Corea del Sur.[iv] Para 2014, se estima que sólo 9 de 152 jefes de Estados son mujeres (5.9%) y 15 de 193 jefes de Gobierno pertenecen a dicho género (7.8%).[v]
De igual forma, en 2013 sólo el 22% de los escaños de los parlamentos de todo el mundo estaban ocupados por mujeres.[vi] Si bien esto supone un gran avance respecto a 1990, cuando sólo el 13% de las curules estaban en manos femeninas,[vii] revelan que el camino que falta por recorrer para lograr la paridad es aún enorme. Ruanda es el único país del mundo en el que el número de mujeres en la Cámara Baja (64%) es mayor al de los hombres; en Europa sobresale Andorra, donde el 50% de los escaños del parlamento le pertenecen a las mujeres; y en América Latina cabe mencionar el caso de Cuba, donde 299 curules (48.9%) de las 612 que integran la Asamblea Nacional del Poder Popular son ocupadas por mujeres.[viii] El resto del mundo se sitúa en niveles inferiores, así las mujeres representan en Japón el 8.1% de las curules de la Cámara Baja; el 8.6% de la Cámara Baja de Brasil; el 12.1% de la Cámara Baja de Colombia; y el 18.3% de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.[ix]
En México, aunque la diferencia entre el porcentaje de hombres y mujeres es muy parecida a la del mundo, la relación es inversa; así, de los más de 112 millones de habitantes registrados en el país en 2010, había 57.4 millones mujeres (51.2%) frente a 54.8 millones de hombres (48.8%).[x] En el mismo sentido, las mujeres representan el 51.5% del padrón electoral mexicano y los hombres el 48.5%.[xi]
Si bien hay más mujeres que hombres en el país, en el terreno político la situación no es muy diferente a la del resto del mundo. Como resultado de las elecciones de 2012, de los 500 escaños que componen la Cámara de Diputados, 187 mujeres fueron electas (37.4%), y de los 128 lugares de la Cámara de Senadores, 44 fueron ganados por mujeres (34.4%),[xii] lo que coloca a México, no obstante, como uno de los 20 países del mundo con mejor proporción entre hombres y mujeres en el parlamento.
Sin embargo, esta situación no es extrapolable a otros cargos públicos en el país, de esa forma México nunca ha tenido una mujer como presidenta; tan sólo cinco mujeres han sido candidatas a la presidencia, cuatro de ellas por partidos pequeños de izquierda: Rosario Ibarra en 1982, Marcela Lombardo en 1994, Cecilia Soto, en el mismo año, y Patricia Mercado en 2006. La quinta candidata es más reciente, Josefina Vázquez Mota fue postulada por el Partido Acción Nacional en las elecciones de 2012 y consiguió el mejor resultado que una mujer haya obtenido al concursar por el cargo, pues alcanzó más del 25% de los votos, lo que no evitó que quedará en tercer lugar de la contienda.
Por otra parte, en los últimos 32 años, sólo 23 mujeres han ocupado alguna de las secretarías de Estado y sólo 6 han formado parte del gabinete ampliado.[xiii] En la administración de Peña Nieto, de las 17 secretarías únicamente tres (17.6%) son encabezadas por mujeres: Rosario Robles en la Secretaría de Desarrollo Social, Mercedes Juan López en la Secretaría de Salud y Claudia Ruiz Massieu en la Secretaría de Turismo.[xiv]
En otros órganos de gobierno, de los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia, sólo dos son mujeres (18.2%): Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna Ramos;[xv] y de los 11 consejeros electorales del Instituto Nacional de Electoral, tres son del género femenino (27.3%): Adriana Margarita Favela, Alejandra San Martín y Beatriz Galindo.[xvi]
A pesar de los pobres resultados, podemos decir que se observa un ligero avance en los últimos años a nivel federal; sin embargo, en la política de los estados, la situación es aún peor, así en la historia de México, sólo 6 mujeres han ganado una gubernatura: en 1979, Griselda Álvarez (PRI) ganó el gobierno de Colima, convirtiéndose en la primera mujer gobernadora; en 1987, Beatriz Paredes (PRI) obtuvo el gobierno de Tlaxcala; en 1991, Dulce María Sauri (PRI) resultó vencedora en las elecciones para la gubernatura de Yucatán; en 1999, Rosario Robles (PRD) ocupó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas; en 2004, Amalia García (PRD) se convirtió en gobernadora de Zacatecas y finalmente, en 2007, Ivonne Ortega (PRI) ganó el gobierno de Yucatán.[xvii] En la actualidad, ninguna mujer está al frente de alguna de las 32 entidades federativas que integran el país.
Acercando más la lupa, en los municipios la situación es más grave. En 2012, de 2,451 municipios 2,290 (93.4%) eran gobernados por un hombre y tan sólo 161 (6.6%) por una mujer.[xviii] En cuanto a los congresos locales, el número de mujeres aumentó de 9.6% en 1991 a 23.6% en 2011, aún así sólo ocho entidades superaba el 30% de las mujeres en sus órganos legislativos estatales para ese año (Oaxaca, 35.7%; Chiapas, 35%; Campeche, 34.3%; Baja California Sur, 33%; Tamaulipas, Morelos, Zacateca y Veracruz, 30%).[xix]
La incursión de las mujeres en la vida electoral mexicana es reciente. En 1916 se organizó en Yucatán el Primer Congreso Feminista en el que, entre diversos puntos, se abordó el tema de la participación de las mujeres en la política. Así, en 1922 Yucatán fue la primera entidad en reconocer el derecho de la mujer para votar y ser votada, de esa manera, en las elecciones de 1923 tres mujeres fueron electas diputadas locales: Elvia Carrillo Puerto hermana del gobernador del estado, Felipe Carrillo Puerto-, Beatriz Peniche Ponce y Raquel Dzib; de igual forma, Rosa Torre fue electa regidora de Mérida.[xx] A Yucatán siguieron los estados de San Luis Potosí (1923), Chiapas (1925) y Tabasco (1925).[xxi]
Durante su mandato, Lázaro Cárdenas envío una iniciativa al congreso para reconocer a las mujeres como ciudadanas; sin embargo, fue rechazada, no sería sino hasta 1946 cuando los legisladores establecieron que la mujer tenía derecho a votar y ser votada, pero únicamente en las elecciones municipales, lo que entraría en vigor en 1947 durante el gobierno de Miguel Alemán Valdés. Finalmente, en 1953, en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, se establecieron los mismos derechos para hombres y mujeres, de tal suerte que las mujeres pueden, desde entonces, votar y ser votadas para cualquier cargo público en el país.
Si bien el voto a la mujer acaba de cumplir 60 años en México, la igualdad de derechos no ha repercutido automáticamente en igualdad de condiciones. De forma que el papel de la mujer en la política nacional ha sido marginado durante muchos años. Para solucionar esa situación, en 1993 se modificó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) con la finalidad de señalar que los partidos políticos debían promover una mayor participación de la mujer en la vida política; sin embargo, la acción se quedó en una simple recomendación. No fue sino hasta 1996 cuando se estableció que los partidos no deberían tener más del 70% de los candidatos del mismo sexo, aunque nuevamente, el hecho se quedó en un buen gesto, pues no se proponían castigos para quienes no cumplieran con él.[xxii]
En 2002, por primera vez, se estipuló que debería observarse el principio de 70%-30%, y que el partido o coalición que no lo siguiera estaría sujeto a diversas sanciones. Para 2007 se avanza en la proporción y se establece una cuota de 60%-40%.[xxiii] No obstante, las elecciones intermedias de 2009 estuvieron acompañadas del escándalo, cuando 8 diputadas electas para la LXI Legislatura, pidieron licencia tras su elección para dejar el cargo a sus suplentes hombres,[xxiv] lo que reveló que las «juanitas» habían estado en las listas electorales sólo para cumplir con la cuota fijada por las autoridades. Debido a ello, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, emitió sentencia en noviembre de 2011 y estipuló que todas las candidaturas del 40% minoritario deberán tener como suplente a alguien del mismo género.[xxv]
Con estos hechos, México ha logrado avances en los últimos años, pero pigmeos para el tamaño del reto. En las elecciones de 2012, el IFE tuvo que regresar todas las listas de candidatos a los partidos, pues salvo Nueva Alianza, el resto no había cumplido con la cuota de género.[xxvi] En 2013, la administración de Peña Nieto como parte de la reforma política, envío una iniciativa al Congreso para que la proporción de candidaturas para las elecciones legislativas subiera a la proporción de 50%-50%,[xxvii] lo que finalmente fue aprobado y promulgado en enero de 2014.
Si bien México ha logrado avanzar paulatinamente en la inclusión de las mujeres en la vida política mediante la creación de un marco jurídico que asigne cuotas de género para el acceso a los cargos públicos, el número de mujeres que hoy están en dichos puestos es reducido, de forma que aún se presenta como un reto importante construir una sociedad en el que el papel de la mujer tanto en el plano social, como en el político sea reconocido por todos los mexicanos.


Héctor E. Herrera Capetillo
http://blog.cuadrivio.net/2014/05/las-mujeres-en-la-politica-mexicana-una-radiografia-de-la-desigualdad-de-genero/