11 de abril de 2012

2+2 son 4 y metonimia, la parte por el todo.



La lengua es un rudimento creado por la humanidad, como lo es la rueda o el teléfono. Es un invento al servicio de la comunicación y como tal es utilizado por las personas para intercambiar información. Pero la hemos mejorado haciendo de ella una herramienta para negociar, manipular, conmover, llamar la atención, fabricar sueños o enamorar.Muchos son los ejemplos que demuestran los beneficios pero también los peligros que encierra el lenguaje, capaz de hacer de mentiras verdades o de transformar una parte en el todo; Las palabras también son capaces de estereotipar a las personas y encasillarlas; como dice la autora Judith Butler en su Lenguaje, poder e identidad: "…ser el destinatario de una alocución lingüística no es meramente ser reconocido por lo que uno es, sino más bien que se le conceda a uno el término por el cual el reconocimiento de su existencia se vuelve posible. Se llega a "existir" en virtud de esta dependencia fundamental de la llamada del Otro".

Los debates sobre la idoneidad de los usos del lenguaje no son algo nuevo; En estos días se reabre el que defiende la eficiencia del lenguaje frente a las repeticiones y circunloquios utilizados por quienes luchan por la igualdad de oportunidades de las mujeres. No es el primer desacuerdo a este respecto, ni será el último. Recobra también actualidad la polarizada controversia sobre el uso de la palabra "matrimonio" para aludir a la unión entre personas del mismo sexo. Aunque quienes esgrimían el argumento etimológico, razonando que la raíz de este concepto era madre, sin darse cuenta, estaban elevando las uniones lesbianas a la esencia más pura del término, pues se trata de madre al cuadrado.

Cierto es que el lenguaje evoluciona casi siempre por detrás de la necesidad; nadie inventó la palabra "ordenador" hasta que no existió un artefacto que demandaba ese nombre. Pero somos seres en progreso e igualmente, determinados usos de la lengua quedan obsoletos o han de ser adaptados. Mi hija, sin querer, me hizo caer en una de estas paradojas del español muy divertidas, y es que en un largo viaje, acuciados por la urgencia infantil, mi marido se vio obligado a parar el coche en un inmundo bar de carretera. Me entró la risa cuando me dijo: "mami, déjame a mí tirar de esta cadenita" y ahí caímos las dos en que si no fuera por aquella experiencia paleolítica, acostumbrada a presionar botones o a activar células fotoeléctricas, ella no hubiera entendido jamás la justificación de esa expresión.

Es cierto, "Tirar de la cadena" y "Matrimonio" son engendros en el progreso de un lenguaje afortunadamente vivo; eslabones perdidos que le otorgan valor y belleza. La lengua evoluciona inexorablemente y seguirá cambiando. Internet con su globalidad, sus blogs, sus redes y los móviles incrementarán la velocidad de evolución. Titánica labor tiene quien quiera velar por su mantenimiento de manera inmovilista.

Al igual que la política y el mercado utilizan las palabras para atraer a votantes y consumidores, los activistas han advertido que el lenguaje importa. En la lucha por la equiparación de sus derechos, el colectivo LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) se ha apropiado de las palabras que otrora les humillaban y segregaban. Choca ver como el filósofo Paco Vidarte en su Ética Marica repetía sin descanso la expresión "nosotras, las maricas"; o cómo surgen orgullosas marcas comerciales al estilo de "Bollo&Butter", que por cierto, funcionan. Otro caso exitoso de reivindicación lingüística es la "Caravana de Palomos Cojos" de Extremadura Amable que está resultando tremendamente efectiva en términos de normalización y nada despreciable para el desarrollo del sector turístico en la zona.

En la eficacia de la comunicación no es importante sólo qué se dice, sino también quién lo dice y cómo lo dice. Nada tienen que ver el sobrecogedor "¡Podemos!" del carismático Obama con aquel desafortunado "miembros y miembras" que lamentablemente ha contaminado otros recursos lingüísticos destinados a paliar la discriminación de las mujeres. La repetición en boca del común se considera vulgar, y se transforma en hermosa reiteración en manos del poeta. Sin embargo las licencias de la retórica forman parte del acervo de la lengua y nos pertenecen a todos por igual.

Mejor que nadie, nuestros académicos saben que determinadas licencias pueden ir en contra de la eficiencia del lenguaje como herramienta para comunicar rápida y concisamente, pero también pueden ser tremendamente eficaces para otros objetivos. A menudo la redundancia sobra, pero si "Verde que te quiero verde" no es verruga lingüística, dejemos que quien quiera convierta "Hombres y mujeres" en el eternamente debatido lunar de Cindy Crawford. Yo que trabajo en diversidad, siempre he dicho que para gustos están los colores.

*Margarita Alonso es Filóloga e Investigadora
Centro de Diversidad IE Universidad

http://www.wim-network.org/2012/03/sobre-el-lenguaje-2-2-son-4-y-metonimia-la-parte-por-el-todo/#more-6154