2 de marzo de 2014

Las beguinas.


Las beguinas fueron mujeres de la Baja Edad Media (siglos XII y XIII), tiempo de crisis y cambios, que vivieron solteras, casadas, viudas, ajenas a toda autoridad, libres, activas y solidarias. Reclamaron vivir por su cuenta, sin estar subordinadas al hombre, ni como esposo ni como guía espiritual. En una época de guerras y violencia, en la que se tachaba de prostitutas a las mujeres que vivían solas, era todo un atrevimiento prescindir de la protección masculina.
El nombre de beguina se deriva probablemente del hábito de color gris (beige) de lana burda, parecido al de los «humillados» de Italia. Pero no es excluye que, en labios de la parte «clerical » opuesta a este movimiento, esta palabra fuera un peyorativo en relación con los albigenses herejes de Francia, La vida de las beguinas era semi-religiosa. Vivían en el mundo como mujeres religiosas (mulieres religiosaeJ), sin votos y sin regla, pero obligándose a la castidad y a las buenas obras.
Su origen se remonta al siglo XII en la diócesis de Lieja, extendiéndose más tarde por distritos cercanos al norte de Francia, Flandes y sur de Alemania, llegando también a Italia, España, Polonia y Austria. Se establecían a veces junto a las leproserías y hospitales para servir a los enfermos.
Los beguinatos (lugar donde vivían las beguinas) más significativos se conservan en Brujas, Gante y Malinas. Por su exclusividad, historia y originalidad arquitectónica los beguinatos han sido declarados por la UNESCO patrimonio de la Humanidad. Estos son verdaderas ciudades religiosas, constituidas por una multitud de casas pequeñas (a veces hasta 100), cada una de las cuales está habitada por una o varias beguinas. Tienen calles y plazas, una enfermería, uno o varios conventos dedicados a las novicias y beguinas que deseaban una vida más comunitaria y una iglesia particular. Estos espacios daban respuesta a las inquietudes intelectuales de algunas mujeres, que de otra forma no podían acceder al conocimiento. Empezaron a leer la Biblia y los Evangelios por su cuenta, lo que provocó el rechazo de la Iglesia. Las beguinas escapaban de su control.
Partidarias de la reforma eclesiástica, dedicaron su vida a la defensa de los desamparados, al trabajo manual y a una brillante labor intelectual que ahora empieza a ser conocida, aunque ya en su tiempo mereciera la atención del Papa Clemente V, que dijo su modo de vida debe ser prohibido definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios. Su erudición despierta los recelos de la Iglesia, que pretendía el monopolio de lo divino y lo humano. La literatura mística de las beguinas comenzó a desarrollarse a mediados del siglo XIII, sobre todo gracias a la rica producción literaria de Hadewichj de Amberes, autora de varias obras en poesía y prosa, entre ellas varias cartas dirigidas a amigas de toda Europa.
En la actualidad los beguinatos belgas están ocupados por organizaciones humanitarias, artistas y familias jóvenes que buscan tranquilidad y se comprometen a mantener las casas como fueron. El beguinato de Brujas, uno de los más bellos, está al cuidado de monjas benedictinas.
La vida de estas asociaciones estaba ligada desde la perspectiva religiosa a las abadías benedictinas y cistercienses, pero igualmente prestaban servicio en hospitales y leproserías donde rezaban y cumplían tareas manuales. Los enfermos y moribundos contaban con su compañía, eran mujeres piadosas pero con un criterio de religiosidad más amplio que el de los conventos de aquel entonces.
Una de las causas de su enorme expansión, además de la gran corriente mística medieval, fueron las condiciones económicas y sociales así como el excedente de sexo femenino en la nobleza y alta burguesía.
Entre las beguinas destacan los nombres de Beatriz de Nazaret, Matilde de Magdeburgo, Margarita Porete o Hadewichj de Amberes, aunque muchos más nombres son mencionados en las diferentes referencias consultadas.
Margarita Porete, autora de El espejo de las almas simples, fue quemada viva en la hoguera en París en 1310, acusada de beguina por 21 teólogos que juzgaron sus versos como subversivos. Este suceso da cuenta de cómo la Iglesia persiguió a este colectivo de mujeres. En 1312 el Consejo de Viena con el apoyo de la Inquisición, condenó sus actividades y la mayoría acabó por integrarse en órdenes convencionales. Sólo los Países Bajos se acogieron a la excepción permitida para mujeres pías, protegiendo así a las beguinas.
Causarán admiración y asombro entre sus contemporáneos, pero se les reprochará vivir fuera de la Iglesia, vivir juntas, sus ropas, sus oficios… todo servía para acusarlas y condenarlas. La abolición de la creatividad e iniciativa marca el fin de la rica cultura medieval, tres siglos más tarde la visión de la mujer austera sometida al marido, modelo de orden, sumisión y trabajo, estará completamente asentada. Cualquier otra opción de vida calificará a la mujer como bruja y la convertirá en alguien peligroso.
Han pesado siete siglos de silencio sobre estas mujeres, pero quizá el símbolo que tanto utilizaron, el Ave Fénix, logre hacerlas resurgir convirtiendo su vida en algo conocido por todos.

http://www.mujeryciencia.es/2008/10/27/las-beguinas/

http://www.mercaba.org/VocTEO/B/beguinas.htm