30 de marzo de 2015

No es casualidad que machismo comience con m de mamá.



El machismo empieza desde la cuna, desde que las madres empiezan a diferenciar con los colores de las prendas de vestir.
Sigue con la entrega de los juguetes, los cuales según la familia, empiezan a construir identidad.
Despues siguen con los modos de crianza, ya que a la niñas se le enseña que si no sabe hacer las tareas del hogar, no habrá marido que las tolere.
En cambio, los niños no son obligados a aprender ni desarrollar los quehaceres del hogar, pues no es del todo obligatorio que las hagan según la crianza impuesta, ya que habrán mujeres que las harán por ellos.
Durante la adolescencia, la educación machista se profundiza con la educación sexual, ya que si ella queda embarazada, es la primera responsable por tener sexo o por no usar correctamente algún metodo anticonceptivo, y en cuanto al varón, no se le juzga tan abiertamente por negarse o aprender correctamente a usar un condón.
En la adultez juvenil, se impone un modelo en donde los oficios u profesiones se etiquetan para varones o para señoritas, en donde los paradigmas del machismo impuesto desde la cuna se han arraigado de tal forma, que romper con ello se convierte en una carga muy dificil de manejar.
Y finalmente cuando son padres, se sigue reproduciendo el molde tradicional a nivel intergeneracional.
En cuanto a la formación moral y ética, este molde se agrava por el modelo de familia.
Por ejemplo, si una madre es agredida física, psicológica y económicamente por su pareja, sea este el padre o padrastro del niño o niña, las formas correlativas del poder parental se graban en el subconsciente de los niños o niñas legitimando así la reproducción futura de la violencia doméstica.
Las mujeres tampoco tienen mucho que enorgullecerse, pues si estas son las agresoras y violentan al padre, los niños y niñas aprenderán esta conducta y las reproducirán en el futuro trayendo nefastas consecuencias a las nuevas generaciones.
Los juicios sobre otras mujeres y sus distintas formas de llevar la vida, si son negativos, enseñaran a los niños y niñas a reproducir metodos sexistas en los cuales los únicos perjudicados serán los propios hijos, ya que no se les está enseñando a respetar la dignidad humana, sin perjuicio de la conducta moral individual de cada persona.
El machismo comienza en la cuna, es inculcado por la propia mujer y sostenido por el hombre por enseñanza histórica. Por este motivo que ya el concepto violencia de género quedó pequeño y está pasando a llamarse violencia doméstica, ya que abarca a toda la familia en sus distintas expresiones y relaciones de poder.
El desafío es romper esos moldes para una crianza sana y armónica. Así podremos formar mejores seres humanos y mejorar la situación actual en cuanto a la equidad de relaciones entre hombres y mujeres.
Ahora es cuando, pues lo que podamos hacer hoy para humanizar las relaciones y equipararlas en cuanto a la enseñanza cotidiana del hogar, es lo que mañana determinará las futuras relaciones de poder en la familia chilena para que estas mejoren en pos de nuestra sociedad.

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