21 de octubre de 2015

BANGLADESH, LA OTRA CARA.


El matrimonio infantil es una de las prácticas más arcaicas y deshumanizadas de la sociedad. Afecta a las niñas de Oriente Medio y el sur de Asia, y especialmente a Bangladesh.
Precisamente el pequeño país de la bahía de Bengala tiene el lamentable honor de liderar el índice de matrimonio infantil de menores de 15 años y es el cuarto país en menores de 18, superado por Níger, República Centroafricana y Chad. Esta práctica es ilegal, pero se realiza de todas formas y, en gran parte, porque la justicia no cumple con las leyes.
La ONG Human Rights Watch, basándose en un estudio realizado por UNICEF, cifra en un 29% las niñas bangladesíes que se casan antes de cumplir los 15 años, el 2% lo hace antes de cumplir los 11, y un 65% antes de cumplir los 18. Escandaloso.
Las consecuencias de esto son el abandono de la escuela además de embarazos entre los 15 y 20 años, que en la mayoría de los casos acaban en muerte en el parto.
La pobreza que se vive en Bangladesh, es una de las razones por las que los padres entregan a sus hijas en matrimonio, considerando que un hombre mayor y con una buena situación económica las protegerá de los abusos y acoso sexual, pero sin pensar en el trauma que esto le causará a la menor de por vida. Bangladesh, por desgracia, es además escenario habitual de catástrofes naturales, lo que contribuye a aumentar la situación de pobreza de muchas familias.
Muchas menores sometidas a matrimonios forzados mueren como consecuencia de mantener relaciones sexuales sin estar físicamente preparadas, otras, como hemos apuntado, mueren al dar a luz y lo que es peor, gran parte de ellas reciben malos tratos por parte de sus maridos y familiares. La razón principal que los padres esgrimen para casar a sus hijas con hombres mayores se desmonta, ya que queda demostrado que todo lo que intentan evitarles se multiplica con este sometimiento. La mayoría después de contraer matrimonio viven esclavizadas en sus casas, sin derecho a continuar estudiando, sin posibilidades de ser libres o independientes, viviendo una vida que no desean.
La fotógrafa Allison Joyce de Getty Images realizó un reportaje fotográfico de la boda entre Nasoin Akhter, una joven de 15 años con Mohammad Hasamur, de 32. Sus padres la obligaron a contraer matrimonio. Allison publicó las fotografías en su Instagram, con la leyenda "la novia más triste que jamás he visto". Ella misma relata como después de pasar el día con la novia notó tristeza, miedo e incertidumbre en su expresión.
La organización Human Rights Watch (HRW) denuncia que las autoridades en Bangladesh no toman las medidas suficientes para erradicar esta lacra. Para hacer firme esa denuncia, realiza un informe en el que recopila 100 entrevistas a jóvenes bengalíes. El documento, llamado "Cásate antes de que pierdas la casa: matrimonio infantil en Bangladesh", recoge testimonios que reflejan el duro camino que recorre la mujer en este país prácticamente desde que nace.
"Me penetró por la fuerza y lloré tanto que humedecí todo con mis lágrimas. Fue muy difícil, muy doloroso. La primera vez, al día siguiente no podía ni siquiera moverme", relata Rashida, que se casó con menos de 11 años y cuenta cómo se sintió cuando tuvo que satisfacer los deseos de su marido por primera vez.
HRW se dirige directamente al Gobierno de Bangladesh, en manos de la primera ministra Sheikh Hasina acusándola de no haber adoptado suficientes medidas para erradicar la lacra del matrimonio infantil a pesar de sus promesas. El gobierno, lejos de tomar decisiones positivas en ese aspecto, se está planteando rebajar la edad mínima legal para el matrimonio de las mujeres, de los 18 años a los 16. Esto es contradictorio, sobre todo si tenemos en cuenta que para los hombres la edad mínima legal son los 21 años. Una injusticia en toda regla además de ser una medida discriminatoria.
Bangladesh ha recibido numerosos halagos al reducir notablemente la pobreza del país, al desarrollar la educación de las jóvenes y al descender la mortalidad materna hasta un 40% en la primera década de este siglo. Sin embargo, es necesario que haga cumplir sus leyes sobre matrimonio infantil para proteger a los más pequeños.

Muchas de las niñas menores consiguen casarse porque los funcionarios de la administración son permisivos con el matrimonio infantil y se dejan sobornar.
No es, por lo tanto, solo un problema de legislación, es también de conciencia social y cultural.
Bangladesh es uno de esos países donde la presión social, que arrastra una tradición conservadora, sostiene que la mujer ni opina ni decide sobre su propia vida. Una insensatez.

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Carmen Blue