6 de noviembre de 2015

Las mujeres tejen un futuro mejor.



  En las laderas de K2, la segunda montaña más alta del mundo, las mujeres de Baltistán solían utilizar un método ancestral para trasformar la lana que se produce localmente en chales, haciendo girar un huso de madera entre sus dedos y balanceándolo sobre un cuenco o tasa volteada.
Con esta técnica se necesitaba un mes aproximadamente para hilar un kilo de hebra. La calidad del hilo era baja porque las ovejas de las montañas vivían en establos sucios y eran esquiladas sin ser lavadas antes. La lana estaba llena de tierra y estiércol, y tenía que ser batida con una vara de madera para poder hilarla antes, lo cual debilitaba y rompía las fibras de la lana.
Las técnicas tradicionales también eran utilizadas para tejer los chales. Pero los telares antiguos sólo producen un tejido de 35 cm de largo.
Fizza, de 45 años, madre de seis hijos y único sostén de la familia, explicó que tenía que unir dos o tres pedazos de tejido para fabricar una pieza que fuese lo suficientemente larga para hacer un chal. Aún así, el producto de mala calidad se vendía en Pakistán por no más de 1.000 de rupias pakistaníes (PKR), (10 dólares) por pieza.

Fortalecer la cadena de valor

Gracias al apoyo técnico y financiero de la OIT, la Fundación para la cultura y el desarrollo de Baltistan (BCDF)  decidió tomar medidas para mejorar los niveles de vida de los habitantes de una de las regiones más rudas y pobres de Pakistán.
A través del proyecto Fortalecer la cadena de valor de los chales de lana, financiado por el Departamento de Asuntos Exteriores, Comercio y Desarrollo de Canadá, se establecieron tres centros de formación, hilado y tejido en las aldeas de Khaplu, Shigar y Skardu para proporcionar a las mujeres una infraestructura y permitirles comercializar sus productos y formarse.
“Al mejorar la calidad de la lana y de todos sus productos, y al perfeccionar las competencias de las mujeres y de los hombres que participan en esta cadena de valor en términos de eficiencia, seguridad y calidad, se pueden obtener mayores ganancias de la cadena de valor de los chales de lana”, explicó Mohammad Nazir uno de los formadores.
Más de 120 mujeres y 10 hombres participaron en un programa de formación de un año que abarca todos los elementos de la cadena de valor de la producción de chales, desde la cría de las ovejas hasta el producto terminado.
“Lavamos las ovejas como si fuesen un bebé, con delicadeza y cuidado”, explicó Yasmeen un ex estudiante que actualmente es formador para el proyecto.
La hebra de la lana limpia es de mejor calidad y más fácil de tejer, y puede ser vendida por el doble del precio de la lana producida según el método tradicional, de 1.400 a 1.800 PKR por kilogramo (13-17 dólares) frente a de 300 a 700 PKR (3-7 dólares).
La BCDF también modernizó el proceso de tejido, proporcionó ruedas de hilar semiautomáticas y formó a las mujeres en su uso y manutención. Como resultado, el tiempo necesario para hilar 1 kilo de lana cruda pasó de un mes a sólo tres días.
Mejores procesos de acabado, como el enfurtido y el planchado, también fueron introducidos a fin de producir chales más suaves y evitar que se encojan.
Como resultado el valor de los chales ha aumentado considerablemente. Los anteriores productos de lana se vendían por no más de 1.000 PKR (10 dólares) cada uno, por los nuevos chales de mejor calidad, las mujeres pueden pedir entre 2.500 PKR (24 dólares) y 4.500 PKR (43 dólares). Fizza dijo que mientras que antes se demoraba dos días para confeccionar un chal, ahora necesita sólo tres o cuatro horas.
“Esto representa un aumento considerable de ingresos para mí y mi familia. Estamos felices con este proyecto”, afirmó Fizza.
Los objetivos del proyecto de la BCDF van más allá de la ayuda a estas aldeas remotas, los procesos puestos en práctica en Baltistan han sido transformados en un plan de estudio formal, con herramientas y formatos traducidos en urdu, de manera que los formadores locales puedan ponerlos en práctica sin dificultad.
El plan de estudios está apoyado por el desarrollo, en consulta con expertos, de criterios de competencias, que abarcan cada fase de la cadena de valor: el lavado y el esquilado de las ovejas, el hilado y el tejido de la lana, el acabado y la comercialización.
El uso de herramientas comerciales como el registro de almacén, las previsiones de venta y las hojas de inventario también fueron incluidas en la formación. Además, las mujeres tienen la capacidad de aplicar medidas de calidad como el seguimiento del desperdicio, la producción por hora y la clasificación, para producir chales con mayor eficiencia y de una calidad que les permite obtener un mejor precio en el mercado.

En perspectiva

Las aspiraciones de la BCDF para las mujeres tejedoras de Baltistan no terminan aquí, los planes son introducir una nueva actividad a la cadena de valor para añadir una ventaja comparativa a la lana local en los mercados nacionales e internacionales.
“Tenemos diferentes tipos de pigmentos naturales extraídos del albaricoque, la rosa salvaje, las infusiones de hierbas, los hongos y las nueces”, explicó Mohammad Nazir.
“Esto nos permitirá introducir el teñido como una actividad adicional en la producción de la lana. Así podremos ser competitivos, ya que no podemos utilizar tintes químicos como en Australia, tenderemos un lugar en el mercado con los pigmentos naturales”.

http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/features/WCMS_419612/lang--es/index.htm