El Banco Mundial financia US$500 millones en proyectos agrícolas relacionados con el trabajo forzoso y el trabajo infantil en Uzbekistán, señalaron Human Rights Watch y el Foro Uzbeko-Alemán de Derechos Humanos en un informe publicado hoy. Bajo los acuerdos de préstamo, el gobierno uzbeko debe cumplir con las leyes que prohíben el trabajo forzoso y el trabajo infantil, y el Banco Mundial puede suspender los créditos si hay evidencia creíble de violaciones.
El documento, de 115 páginas y titulado “‘No podemos negarnos a cosechar algodón’: trabajo forzoso e infantil vinculado a las inversiones del Grupo del Banco Mundial en Uzbekistán”, detalla cómo el gobierno uzbeco forzó a estudiantes, profesores, personal médico y, a veces, a niños a cosechar algodón en 2015 y 2016, así como a eliminar la maleza de campos y plantar algodón en la primavera de 2016. El gobierno ha amenazado con despedir a personas, cesar los pagos de ayudas sociales y suspender o expulsar a estudiantes si se niegan a trabajar en los campos de algodón.
“El Banco Mundial está encubriendo un sistema de trabajo abusivo en la industria del algodón de Uzbekistán”, dijo Umida Niyazova, directora del Foro Uzbeko-Alemán de Derechos Humanos. “El Banco Mundial debe dejar claro al gobierno de Uzbekistán y a los potenciales inversionistas que no desea formar parte de un sistema que dependa del trabajo infantil y forzoso suspendiendo la financiación hasta que estos problemas se resuelvan”.
El apoyo del Banco Mundial a estos proyectos ha creado la impresión de que Uzbekistán está tomando medidas de buena fe para poner fin al trabajo forzoso, cuando en realidad no es así, confundiendo a empresas responsables y gobiernos, dijeron Human Rights Watch y el Foro Uzbeko-Alemán.
En las últimas semanas, el Foro Uzbeko-Alemán encontró que el gobierno está forzando de nuevo a sus ciudadanos, niños incluidos, a quitar maleza de los campos y a plantar algodón, además de calabazas, tomates y otros productos agrícolas.
El nuevo presidente del país, Shavkat Mirziyoyev, ha prometido reformas después de más de dos décadas de gobierno represivo bajo Islam Karimov, cuya muerte fue anunciada el 2 de septiembre de 2016. Este cambio de liderazgo brinda una buena oportunidad a los gobiernos interesados y las instituciones financieras internacionales para presionar a favor de reformas integrales. Los representantes de los países del G20, cuya reunión se ha fijado para los días 7 y 8 de julio de 2017 en Hamburgo, deberían asegurarse de que sus esfuerzos para apoyar cadenas de suministro sostenibles y el trabajo decente vayan más allá de las fábricas y alcancen a las granjas, y presionar al Banco Mundial para que deje de financiar proyectos que refuercen sistemas laborales abusivos.
El informe está basado en 257 entrevistas detalladas y cerca de 700 conversaciones breves con víctimas de trabajo forzoso e infantil, agricultores y actores clave en el sistema de trabajo forzoso, documentos gubernamentales filtrados y declaraciones de funcionarios gubernamentales. Human Rights Watch y el Foro Uzbeko-Alemán documentaron un caso de trabajo forzoso e infantil en un área de proyecto del Banco Mundial y trabajo forzoso sistemático en todo el sector del algodón. Descubrieron que es muy probable que los proyectos de agricultura y riego del Banco Mundial, así como sus inversiones en educación, estén vinculados con una situación continua de trabajo forzoso y que también exista un riesgo significativo de trabajo infantil.
Uzbekistán es el quinto productor de algodón más grande del mundo. Exporta alrededor del 60 por ciento de su algodón en bruto a China, Bangladesh, Turquía e Irán. La industria algodonera de Uzbekistán genera más de US$1.000 millones en ingresos anuales, o alrededor de una cuarta parte del producto interno bruto (PIB) del país, de un millón de toneladas de fibra de algodón. Los ingresos del algodón van a parar a una opaca cuenta extrapresupuestaria del Ministerio de Hacienda que no está abierta al escrutinio público y está controlada por altos funcionarios gubernamentales.
Un total de 274 empresas se han comprometido a no abastecerse de algodón procedente de Uzbekistán a sabiendas debido al trabajo forzoso e infantil en el sector.
En 2015 y 2016, las inversiones del Banco Mundial en el sector agrícola de Uzbekistán ascendieron a US$518,75 millones. El gobierno de Uzbekistán prometió al Banco que no recurriría al trabajo forzoso o infantil en los proyectos o dentro de las áreas de proyecto. El Banco prometió monitorear de manera independiente cualquier posible abuso y crear una vía para que las víctimas puedan pedir reparación. Pero el gobierno uzbeko ha seguido forzando a un gran número de personas, a veces a niños de tan sólo 10 u 11 años, a trabajar largas jornadas en los campos de algodón en condiciones difíciles, incluso dentro del área del proyecto de riego del Banco Mundial. El Banco se ha conformado con un monitoreo superficial e ineficaz, lo que ha brindado una oportunidad al gobierno uzbeko para enmascarar sus abusos.
“El gobierno dio la orden [de recoger algodón] y nadie desobedece esas órdenes”, dijo un maestro de escuela en el distrito de Turtkul, Karakalpakstán, donde el gobierno está implementando el proyecto de riego financiado por el Banco. “Si me niego, me despedirán (...) Perderíamos el pan que comemos”.
Grupos independientes, incluido el Foro Uzbeko-Alemán, presentaron evidencias de trabajo forzoso e infantil al Banco Mundial durante y después de la cosecha de otoño de 2015, así como de ataques contra defensores de derechos humanos que trataron de denunciar estos abusos. En lugar de suspender su préstamo al gobierno, en consonancia con su acuerdo de 2014, el Banco Mundial aumentó sus inversiones en la industria agrícola de Uzbekistán a través de su brazo de crédito del sector privado, la Corporación Financiera Internacional (IFC). En diciembre de 2015, la IFC invirtió US$40 millones en un productor líder de hilados de algodón en Uzbekistán para expandir su planta textil.
El Banco Mundial contrató a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo tripartito de las Naciones Unidas compuesto por gobiernos, organizaciones de empleadores y representantes de los trabajadores, para monitorear el trabajo forzoso y el trabajo infantil en 2015 y 2016. A la OIT le corresponde un importante papel en la promoción de los derechos laborales fundamentales en Uzbekistán. Sin embargo, con el involucramiento del gobierno y los sindicatos no independientes en la vigilancia, en la práctica el sistema se está monitoreando a sí mismo. El gobierno también ha hecho grandes esfuerzos para instruir a los recolectores para que digan a los monitores que están cosechando algodón voluntariamente. En 2016, la OIT decidió que ya no era necesario seguir vigilando el trabajo forzoso, citando el reconocimiento implícito del gobierno de este problema.
El gobierno utilizó la intimidación, la violencia y la detención arbitraria para impedir que los monitores independientes y los periodistas informaran sobre el trabajo forzoso. En 2015 y 2015 los monitores del Foro Uzbeko-Alemán, así como otras personas que llevaban a cabo estudios de monitoreo de derechos humanos y derechos laborales, enfrentaron constantes riesgos de acoso y persecución.
En 2015, un monitor, Dmitry Tikhonov, tuvo que huir del país y otro, Uktam Pardaev, fue encarcelado durante dos meses y liberado por la suspensión de su sentencia. En 2016, sólo una monitora del Foro Uzbeko-Alemán, Elena Urlaeva, siguió trabajando abiertamente, y fue sometida a vigilancia, hostigamiento, detención arbitraria, agresión y estancias involuntarias en un hospital psiquiátrico.
El Banco Mundial y la IFC deberían suspender la financiación para la agricultura y el riego en Uzbekistán hasta que aborde el problema del trabajo forzoso e infantil, dijeron Human Rights Watch y el Foro Uzbeko-Alemán. El Banco y la IFC también deberían tomar todas las medidas pertinentes para prevenir las represalias contra los defensores de derechos humanos cuyo trabajo se centra en sus inversiones, responder con rapidez en caso de abuso y trabajar con los beneficiarios de sus préstamos para remediar los abusos.
“La misión del Banco Mundial es combatir la pobreza, pero las personas que viven en la pobreza son las más vulnerables al trabajo forzoso e infantil en Uzbekistán”, dijo Jessica Evans, investigadora sénior sobre empresas y derechos humanos de Human Rights Watch y coautora del informe. “El Banco Mundial debería dejar de financiar proyectos que promuevan el sistema de trabajo forzoso del país, y en su lugar fomentar iniciativas que aborden las necesidades sociales y económicas de las personas que viven en la pobreza”.
https://www.hrw.org/es/news/2017/06/27/uzbekistan-trabajo-forzoso-vinculado-al-banco-mundial