Uno de los misterios más profundos del comportamiento de las mujeres, desde temprana edad, la búsqueda del príncipe azul con caballo blanco y castillo, todo en combo.
Su exigente forma de concebir la realidad, la lleva a esperar siempre más de lo que se presenta, pero ¿por qué no alcanza a conformarse, a deleitarse y disfrutar de lo que la rodea?, bueno, este artículo intentará aportar una salida, que no solo ayudará a las féminas, sino a los hombres, ya sean niños, padres y parejas a comprender su mentalidad.
La mujer disfruta de un rico paisaje interior, sobre el cual no tiene explicación, pero está en su mente, ese mundo donde todo es perfecto, donde la vida funciona como una gran maquinaria aceitada, con los mejores aceites esenciales.
Cuando la mujer se asoma a la realidad, se produce la gran colisión.
No se ve en el espejo como se imagina, los zapatos que compró no lucen como pensaba, su marido no es como imaginaba cuando eran novios, los hijos no se comportan como en la adorable serie de la Familia Ingals.
Y el matrimonio, su carrera, su vida, parece una mala versión de la película original, de la que ella misma fue directora, actriz y productora.
Cuando un hombre va a comprar, tarda minutos en decidir (por lo general, claro), pero la mujer no se puede conformar con lo que se expone en la vidriera, ella supone que se oculta entre los miles de cajas apiladas, “ese par de zapatos” que está buscando, que no sabe bien cómo es, pero seguro existe y lo reconocerá al verlo.
Esto es pensamiento mágico.
Otra forma de pensamiento mágico es pretender que su pareja adivine sus gustos, parece que abandonara el control cuando dice: ”lo que quieras para mi está bien”, al elegir, por ejemplo, el destino de las vacaciones.
Pero en el fondo, espera que él conozca la mejor opción para ella, aunque ni ella ha podido decidirlo.
Ella desea controlar cada aspecto, porque solo así será posible la perfección, y aun cuando atienda hasta los mínimos detalles, el resultado no la satisface por completo.
¿Por qué? Porque la perfección no existe, y la tensión que esta exigencia implica, no puede llevar a un resultado feliz, no importa cuántos detalles se consideren, la tensión no nos dirige a la felicidad.
Ese estado de insatisfacción constante, no afecta solamente a la mujer, sino a los niños, que aprenderán a ser demasiado exigentes consigo mismos y con los demás, aprenderán a vivir en un ambiente de angustia por lo que no sale como se planeó, y sentirán la presión de cumplir con expectativas ajenas durante toda su vida.
También desorienta y agota al hombre que la acompaña.
Muchos hombres son desatentos, no se involucran demasiado en los temas femeninos, y son los menos afectados; pero otros, realmente se interesan por las necesidades de su compañera, se esfuerzan por comprenderla, son amables, recuerdan las fechas tan importantes para ella, comparten su tiempo libre en salidas y paseos.
Pero ocurre que nada la alegra lo suficiente, nada está muy bien, siempre faltó algo, o surgió algo que empañó la velada perfecta.
Chicas, observen a su alrededor, seguramente hay personas que las aman, y ustedes tan ocupadas con el orden, la apariencia y la aceptación… consideren que, para la mentalidad masculina, es un logro comprender nuestras constantes contradicciones, cambios de humor, berrinches y los profundísimos análisis que podemos hacer sobre cualquier tema.
No desalienten a su hombre, no se dejen llevar por la nave hormonal, simplifiquen, valoren, no se preocupen demasiado y sobre todo: disfruten, relájense, suelten el control.
Aprendamos a recibir lo que nos ofrecen con alegría, no esperemos a Brad Pitt, amemos a ese hombre con pancita, que descansa en el sofá, pensemos un poco qué necesita él, tal vez está cansado, como nosotras, tal vez tuvo un largo día también y no se queja, solo quiere estar ahí, en su hogar, con la mente en blanco haciendo zapping.
Ellos tienen la increíble capacidad de desconectarse de la realidad, mientras nosotras seguimos luchando por modificarla.
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