5 de julio de 2018

Vías para el empoderamiento de las mujeres.


Gobernabilidad y empoderamiento

La gobernabilidad con sentido de género es muestra de que el género, es decir
las mujeres como categoría social, nos empoderamos. A través de infinidad de
movimientos feministas y de la participación de mujeres en movimientos sociales
y políticos de diversa índole, es decir, a través de una intensa lucha política,
hemos incidido en la gobernabilidad con equidad genérica. Hemos hecho que los
gobiernos asuman la responsabilidad política de relacionarse con las mujeres
como ciudadanas y, a pesar de múltiples resistencias, de desplegar acciones de
gobierno y políticas públicas a favor del desarrollo y la emancipación de las mujeres.
Hemos luchado por presupuestos con perspectiva de género y recursos de
inversión y financieros para eliminar la marginación económica y sustentar el desarrollo
de las mujeres.
El género avanza y se empodera cuando las mujeres participan, ocupan
las instituciones y, al hacerlo, transforman los espacios, las normas y la cultura
política. Desde luego, el empoderamiento se da cuando lideran, legislan,
procuran justicia y gobiernan; cuando la participación política de las mujeres deja de ser excepcional y se va convirtiendo en una presencia concatenada
desde las esferas sociales hasta las esferas políticas. Y todo lo
anterior se potencia cuando prevalece en las mujeres con cargos políticos
una conciencia de género y éstas usan su poder a favor del avance colectivo
de las mujeres.
Cuando en la cultura avanzan visiones del mundo que expresan la igualdad
entre las mujeres y los hombres y prevalecen en las mentalidades colectivas, el
género se empodera. En este proceso las ideologías y las filosofías con perspectiva
de equidad de género se tornan sentido común, maneras de pensar y
de sentir a través de representaciones e imágenes múltiples y diversas. Los lenguajes
ya no cargan la marca del sexismo y nuevas formas lingüísticas expresan
la igualdad y la diversidad.
El género se empodera cuando logramos incorporar en la cultura hegemónica
una ética de respeto a los derechos humanos y cuando la sociedad los promueve
y amplía y, en particular, cuando las personas y las instituciones consideran los
derechos de las mujeres normales e imprescindibles con un nuevo sentido civilizatorio.
Cuando la sociedad valora, respeta y protege la vida de las mujeres y procura
aumentar su bienvivir.

Del empoderamiento al poderío

Cuando el empoderamiento es habitual, cuando se ha asentado en cada
mujer, en colectivos de mujeres, en sus comunidades y sociedades específicas,
entonces el empoderamiento deviene en poderío. Así, el poderío es un conjunto
de poderes constitutivos que definen la condición de género de las mujeres como
una condición con poderes vitales inalienables, que se concretan en la ciudadanía
y se sustentan en la democracia y el desarrollo.
La dimensión del poderío que proviene de la emancipación tarde o temprano
incide en la esfera política, y las mujeres en pos de recursos y oportunidades
o de derechos y ciudadanía quedan colocadas en una situación de
compulsión política. Deben participar para mantener los poderes vitales que
se reproducen, en parte, políticamente. Algunas sienten una necesidad de trascender la dimensión personal de su experiencia y quieren comunicarla a
otras mujeres, a colegas y familiares, y hacerles copartícipes. Muchas mujeres
pasan por organizaciones o movimientos civiles, culturales, educativos,
artísticos, otras más por sindicatos y agrupaciones gremiales, partidos políticos
y grupos políticos institucionales. Cualquier desorden de género las
coloca frente a reconvenciones o frente a obstáculos que deben dirimirse
políticamente.
El poderío es el capital político vital generado en procesos de apropiación de
los bienes y recursos del mundo y de empoderamiento. Está formado por los
poderes vitales de cada mujer, constituye su subjetividad y su identidad, y se
manifiesta y actúa al vivir. Los grupos de mujeres, los movimientos y las instituciones
también generan y acumulan poderes vitales, tienen poderío que se concreta
en sus mentalidades y en su incidencia.

Desidentificación de género

Mujeres de distinta trayectoria y formación, con ideologías y posiciones
políticas distintas, confluyen en espacios, movimientos y actividades.
Muchas de ellas no han hecho el cambio radical en su conciencia ni han
desarrollado pensamiento crítico; ni siquiera han reflexionado sobre ellas
mismas y sobre el mundo posicionadas desde una visión de género. Un conjunto
de hechos hace que haya mujeres confrontadas por diferencias políticas
y sucede también que distancian a mujeres civiles de mujeres políticas
o a mujeres de base de las representantes, dirigentes o lideresas – educativas,
religiosas, espirituales, académicas, económicas, artísticas, culturales
y políticas –, y crean nuevas barreras de poder entre ellas. Educadas en la
desconfianza de género, cantidad de mujeres actúan desidentificadas entre
sí y, si no muestran un compromiso real con la causa de las mujeres, hablan
en nombre de las mujeres sin representarlas. Si además las ignoran y omiten
en su quehacer de gestión, al legislar o al gobernar, se produce un nuevo
malestar entre ellas.

Sororidad y empoderamiento

Al mismo tiempo, como nunca antes se desarrollan entre muchas mujeres
nuevas formas de relación no mediadas por la misoginia, entendida como rechazo,
repudio, y descalificación entre mujeres que justifican agresiones, traiciones
y enemistad.
La eliminación de la misoginia es un proceso subjetivo, es un cambio de conciencia
que consiste en desmontar sus fundamentos en las mentalidades colectivas
y en la subjetividad personal, tales como prejuicios, argumentos, valores,
interpretaciones, actitudes, formas de trato, lenguajes, afectividad. Es un proceso
objetivo de eliminación de la enemistad en las relaciones y las prácticas sociales
y políticas. Al ir cambiando, la admiración por la otra, por las otras, desempeña
un papel central como estímulo de la credibilidad y contribuye a aumentar
la estima de género.
Mirar a mujeres empoderadas permite sentir que es posible y hace suponer a
quien observa que ella también puede. Así, la prueba de la eficacia de la emancipación
de género está en las mujeres empoderadas. Por simpatía, sus logros y
los signos de los poderes vitales implícitos en su identidad convocan a otras a
mujeres a intentarlo. El aprecio por los avances logrados por movimientos de
mujeres contribuye también a fortalecernos.
Dado que en estos procesos se compromete la autoestima de género, cuando
fluye la afinidad entre las mujeres el empoderamiento de unas produce en otras
mujeres orgullo de sí misma, de las otras, y se va creando una nueva dimensión
de identidad y de vínculo: nosotras.
Es evidente que el género se empodera cuando más mujeres se miran en el
espejo de las otras, se reconocen entre sí, asumen la semejanza de su condición
genérica y afirman la diversidad en su identificación.
El género se empodera cuando se pasa de la discrepancia a la alianza política
entre mujeres diversas entre sí, para abatir el sexismo en cualquiera de sus
expresiones – misoginia, machismo, homofobia, heterofobia. Esta alianza genérica,
funciona como el soporte de un nuevo pluralismo ideológico y existencial,
Vías para el empoderamiento de las mujeres
como base de la sororidad, la alianza política, paritaria y colectiva entre mujeres
mutuamente reconocidas y autorizadas, cuyo encuentro busca sumar esfuerzos,
potenciar la fuerza y las acciones de las mujeres para eliminar la opresión y lograr
nuestro bienestar.
Cada mujer se convierte en defensora de sí misma y de las otras por identificación
de género y empatía. Así, el empoderamiento contribuye a disminuir la
vulnerabilidad de género y la violencia contra las mujeres, al hacer que las mujeres
se no se expongan a situaciones de riesgo, violentas y destructivas, y a protegerse
mutuamente. Contribuye, asimismo, a impulsar el desarrollo social, ya que
cada mujer actúa en pos del propio desarrollo y apoya los procesos sociales colectivos
que lo involucran y que benefician a las demás.
El empoderamiento incide en la construcción de nuevas formas de democracia
social y política ya que, para conseguir sus objetivos prioritarios, cada
mujer requiere participar en procesos sociales para avanzar. Al hacerlo, las
mujeres van innovando la política con su sola presencia, que elimina el principio
patriarcal de exclusión, y con el establecimiento de nuevas reglas, propósitos
y sentido de lo público, lo estatal, lo civil y lo personal, es decir, de
lo político.
Avanzar a través del empoderamiento nos permite a las mujeres derribar
muros y obstáculos que nos impiden progresar en el desarrollo y asegura la eliminación
de desigualdades, pues cada mujer empoderada busca condiciones
equitativas. Así, las mujeres contribuimos a construir la equidad como un principio
del pacto social, tanto en las políticas públicas civiles y estatales como en las
relaciones personales.
El empoderamiento de las mujeres es, de hecho, un constante ejercicio
de libertades. Tanto en la esfera social como en la cultura, hace de las libertades
de las mujeres un elemento desmontador de represión y oprobio y
creador de modos de ser y de existir en libertad de manera constante y cotidiana.
Con ello, se va logrando la liberación de las mujeres y, además, se
liberalizan espacios sociales, se eliminan usos y costumbres conservadores y
patriarcales y se establecen nuevas prácticas sociales basadas en el respeto
y el despliegue de las libertades.
El empoderamiento de las mujeres trastoca la política ya que, al participar en
la esfera de la política, buscamos ampliar los espacios políticos para otras mujeres
y romper el principio de exclusión política de género. Además, al participar
políticamente con posiciones y acciones a favor del avance de las mujeres, llevamos
a dicha esfera, convencionalmente patriarcal, los intereses políticos de las
mujeres que se van abriendo paso a la par que desarticulan los contenidos
patriarcales de la política.
El empoderamiento de las mujeres mejora la situación y la condición de las
mujeres y promueve nuevos valores democráticos de género. Mejora también la
sociedad al eliminar opresiones y construir alternativas basadas en el respeto y la
vigencia de los derechos humanos de las mujeres como estructura de la vida
social y la convivencia.

http://yosoyjoven.com/assets/biblioteca/empoderamiento%20lagarde.pdf