13 de diciembre de 2011

Los golpeadores de mujeres.

Invariablemente todos los días nos enteramos por diversos medios de mujeres muertas, heridas o violentadas física y emocionalmente por sus parejas. No hay semana que no se presenten estos casos, por lo que momento a momento se incrementan las estadísticas de manera drástica.

Hay que decir que el golpeador es un sujeto que tiene una relación directa con la víctima y que tales montos de violencia, se llevan a cabo centralmente en el hogar. En la intimidación que ejercen los hombres hacia las mujeres, definitivamente está explicitado un sentido de poder, dominio y jerarquía. En la mayoría de los casos, es falso el referente que indica que la mujer no sabía que su pareja fuera un hombre violento y agresivo cuando lo conoció. Con base en nuestra experiencia clínica, sabemos que en un alto porcentaje de casos, las mujeres ya tenían antecedentes del agresor con quien tienen una relación emocional pero que, por diferentes razones, se negaron a reconocer tal hecho. Esta negación forma parte del difícil entramado de complicidad emocional que se presenta en las parejas en las que subsiste la violencia.

El agresor ejerce un dominio y poder manifestado desde la descalificación total hacia la pareja, en la cual no existe distinción de edad, nivel socioeconómico o educación, tanto en los golpeadores como para sus víctimas. Ella, vive cotidianamente la violencia doméstica – intrafamiliar; nada como este espacio privado para que ésta se presente.

Una de las motivaciones, no reconocidas por el agresor de mujeres, está justamente en la sexualidad; mediante el cuerpo, el hombre emplea los más diversos recursos para lograr su satisfacción; aquí no importa si la mujer tiene o no deseos e interés sino que se impone el inaplazable deseo del hombre para ejercer de manera forzada el acto sexual, como un hecho de control y autoridad. Acto en el que despliega la mayor presión física y psicológica. El hombre se asume, insistimos, sin que él lo reconozca, como LA AUTORIDAD. Es él quien asume la decisión y tal iniciativa. En gran número de casos, no puede ser pospuesta ya que los agresores presentan un bajísimo umbral de tolerancia. Esto nos remite a un hombre que usualmente tiene serios trastornos depresivos, en los cuales su propia imagen y forma de valorarse suele ser mínima o inexistente.

Si bien la violencia se lleva a cabo por una sorprendente cantidad de hombres, de todas las clases sociales, ésta es encubierta literalmente por la cultura que impone y obliga el silencio de las mujeres, mediante el miedo, la ignorancia, los prejuicios, el dolor, la baja autoestima, las creencias, hábitos y costumbres sociales y grupales que indican erróneamente que los ataques a las mujeres se consideran, piensan y viven como "hechos normales" y que son "parte de la vida de toda mujer".

Reflexionemos sobre el tema y no permitamos que exista una próxima agresión.
Línea UAM, www.lineauam.uam.mx
http://blogs.eluniversal.com.mx/wweblogs_detalle.php?p_fecha=2011-12-06&p_id_blog=82&p_id_tema=15327