27 de junio de 2018

LAS MUJERES Y EL PODERÍO, UNA MIRADA FEMINISTA


La era del feminismo, signada por el poder y la libertad
En la modernidad, el poder marca la compleja experiencia, la conciencia crítica
creciente y la identidad de las mujeres, porque el poder define la condición de género
de las mujeres cautivas bajo poderes de dominio por la marca patriarcal.
En pos de nuestra libertad, las mujeres hemos desarticulado poderes de dominio
y cambiado la faz de sociedades y culturas contemporáneas. La manera de
lograrlo ha sido a través de una política crítica en la convivencia y la vida cotidiana
y también en la vida pública, creando esos poderes vitales, distintos en su conformación
a los poderes tradicionales porque, a diferencia de éstos, no son opresivos.
Hemos hecho, en la práctica y en la teoría, una crítica permanente del poder
hegemónico y hemos demostrado que el poder opresivo no es eterno. Con nuestra
práctica política hemos revolucionado de manera radical el campo del poder al
inaugurar poderes para eliminar cualquier dominio y salir de la opresión.
Por eso, la revolución política feminista de las mujeres inaugura un nuevo
paradigma político, social y cultural, civilizatorio.
La política de las mujeres abarca dos grandes esferas: la vida cotidiana y la
política pública. Al afirmarnos en ambas, las mujeres hemos creado poderes vitales
no opresivos y hemos innovado el horizonte de lo político y el contenido de la
democracia. Configuramos una tendencia política estable al mantenernos y crecer
en influencia en distintos países y regiones, en sociedades y culturas diversas
y al haber logrado democratizar la modernidad y transformar el mundo concomitante
con la participación de las mujeres, con el conjunto de procesos derivados
que ello implica.

La política

La política es vista a través de diversas ideologías como acción pública
para acceder a posiciones que permiten incidir en la sociedad, como acción que permite acaparar poderes y ejercerlos sobre otros y, en esa tesitura, es
común la interpretación que la valora como acción negativa cargada de abusos,
trampas y corrupción. Porque la política hegemónica preserva poderes,
estructuras, relaciones e instituciones de dominación, ha sido vista críticamente
y denunciada por quienes ocupan posiciones sociales de sujeción o son
víctimas de ese dominio.
Sin embargo, la política es vista, también, cada vez por más mujeres como
acción emancipadora en sí misma, debido a su potencial transformador del pacto
social, de los modos de vida y de la cultura.
De manera paradójica, cuando la política hegemónica viene de retirada y la
desesperanza política avanza, las mujeres participamos más, con visibilidad y
relativa incidencia. Muchas lo hacen por primera vez en relación con la generación
anterior. La educación escolarizada, la formación cívica ideológica y política,
el trabajo y la participación en organizaciones gremiales, o la acción comunitaria,
han incrementado el número de mujeres que quieren hacer política además
de participar en procesos sociales y civiles.
Muchas mujeres reconocen que, a pesar de lo negativo de la política,
desde sus espacios es posible potenciar la autoridad del discurso y concretar
acuerdos imprescindibles para lograr cambios, defender posiciones o
consolidar en la sociedad y en el Estado cambios sociales, económicos,
legislativos, judiciales y culturales imprescindibles desde una perspectiva
de género.
En este sentido, la política contiene la capacidad de ser vía del empoderamiento
colectivo de las mujeres, del empoderamiento de quienes hacen política
y de la ampliación de poderes de mujeres poderosas.
Si arriban mujeres con conciencia, tradición y acciones políticas de género,
su presencia y participación contribuye a llevar a la esfera de la política las necesidades,
las aspiraciones, los intereses, las denuncias y las propuestas de mujeres
que construyen alternativas sociales. Esa amalgama de elaboraciones se convierte
en agenda política y las mujeres aparecen con un perfil político específico
de género.
Construir la fuerza política de género de las mujeres en la esfera de lo político
es un hecho de empoderamiento y se convierte no sólo en un medio sino en
una alternativa transformadora de las relaciones de poder de género y de sus
mecanismos de reproducción en un ámbito de visibilidad pública y, por ende,
potencialmente influyente en las costumbres y normas sociales. Lo que no ocurre
siempre. Pocas mujeres de clases, etnias y otros grupos subalternos llegan a
espacios políticos. Los partidos políticos que acogen a mujeres y hombres establecen
mecanismos de supremacía masculina.
Así, para llegar a las instituciones, a los parlamentos y organismos de representación
ciudadana o popular, las mujeres han pasado ya por un cedazo político
de género.

La cultura feminista

En los últimos tres siglos, con énfasis durante el siglo XX, se ha ampliado la experiencia
de las mujeres con transformaciones en la cotidianidad y en el sentido de la
vida. A ello han contribuido los esfuerzos para erradicar la reclusión de las mujeres,
al lograr su movilidad territorial y su participación económica, social y política. La
educación y el acceso a la cultura moderna científica e ilustrada han permitido eliminar
la especialización de género con la incursión de las mujeres en oficios, trabajos
y actividades, así como con la apertura de esferas vedadas.
Dichas innovaciones constituyen la base de una comunicación inédita entre las
mujeres y de acciones políticas colectivas para cambiar el mundo y la propia condición
de género. Nada de esto sucedería sin la reflexión crítica y la voluntad de las mujeres.
Al ser tocadas por esta profunda conmoción vital, las mujeres hemos tenido
un profundo impacto social y cultural a través de acciones políticas y de luchas
para eliminar condiciones opresivas de vida. La búsqueda ha estado regida por
las promesas utópicas de la modernidad, marcada crítica y radicalmente por el
feminismo. Entre la vivencia personal y compartida y la trascendencia política
han mediado la reflexión, la afectividad y el pensamiento críticos y discordantes,
generadores de nuevos enfoques e interpretaciones, investigaciones, conocimientos
y teorías sobre el significado del hecho político para nosotras.
Caracterizan al feminismo los deseos, los anhelos y los afanes de las mujeres
por entender el mundo desde nuestra propia experiencia y subjetividad, por transformarlo
y cambiar la propia vida. El impulso feminista de las mujeres ha sido
fuente creadora de una dimensión democratizadora de la historia contemporánea
sin la cual la modernidad como la conocemos no existiría.
La cultura feminista, basada en la visión del mundo y en los movimientos políticos
feministas, es la contribución civilizatoria personal y colectiva más importante
fraguada políticamente y realizada por las mujeres en la historia.
Nunca antes del surgimiento del feminismo en diferentes países, las mujeres
se habían identificado, reconocido y agrupado con fines políticos de género ni
habían hecho política desde su propia condición en la magnitud y con la incidencia
lograda en esta era.
El hecho político feminista ha sido contundente y su impulso e impacto signan
la identidad de millones de mujeres de culturas, países y generaciones
diversas, en distintos momentos, diseminados a lo largo de tres siglos. A pesar
de que en ese transcurso no todas las mujeres han sido implicadas en él, el
feminismo ha marcado de manera compleja a distintas sociedades e incidido
en las desigualdades de género y en la mejora de las oportunidades de desarrollo
y participación de las mujeres. En las sociedades más influenciadas por el
feminismo, la vida es más abierta y participativa y tiende a relaciones equitativas
entre mujeres y hombres.
Sin el feminismo viviríamos bajo una densidad oscurantista y opresiva
patriarcal que abarcaría la vida toda. Pero el feminismo ha contribuido a desvalijar
al patriarcado y, a pesar de que vivimos en sociedades con diversos grados,
estilos e historias patriarcales, el feminismo ha contribuido a abrir fisuras
y a extender alternativas sociales, culturales y políticas de tal magnitud
que, hoy en día, su impacto forma parte de la configuración de las democracias
más avanzadas.
El feminismo se ha traducido en calidad de vida para las mujeres, la cual,
para concretarse, ha requerido de la ampliación del proyecto social con sentido
solidario. La presencia y las contribuciones de las mujeres han favorecido avances económicos en la producción y la distribución ampliada de bienes y recursos,
la generación de oportunidades sociales, de opciones educativas y políticas; la
crítica feminista del mundo se ha concretado en alternativas al desarrollo, con el
diseño y el impulso de transformaciones sociales, económicas y jurídicas e incluso
en avances científicos y culturales.
De manera simultánea, aunque no automática, y con enormes conflictos, se
ha propiciado la creciente presencia y participación política, económica, social y
cultural de las mujeres. Sin ellas no se habría producido el mejoramiento social
ni el progreso de género, es decir, el avance en la eliminación de las formas y las
condiciones de la opresión y la construcción de alternativas sociales de convivencia
genérica equitativa entre mujeres y hombres.
Los movimientos feministas han impulsado cambios de creencias y de mentalidades.
En los ámbitos de influencia de la cultura feminista se despliegan formas
de pensamiento crítico, se incrementan procesos de secularización cada vez
que se eliminan poderes religiosos sobre la subjetividad de las mujeres y sobre
las normas que constriñen sus vidas. Con ello se abren paso tendencias a eliminar
creencias y normas dogmáticas.
El feminismo se ha nutrido del pensamiento científico y, al mismo tiempo, sus
exigencias críticas han propiciado el desarrollo científico así como el pensamiento
filosófico.
Las intelectuales, las académicas, las científicas y las artistas feministas han
generado nódulos epistemológicos, nuevos problemas para las ciencias, la filosofía
y las humanidades, han producido conocimientos diferentes sobre viejos problemas
y han planteado nuevos problemas y formas de pensarlos. Al invalidar verdades
dogmáticas han abierto mecanismos y esferas de innovación en los lenguajes
y las representaciones simbólicas, en los discursos y las formas de expresión
de lo reprimido y prohibido, lo imaginado y experimentado. Esta renovación y elaboración
cultural ha sido cauce del surgimiento constante de nuevos deseos y la
ampliación de exigencias y expectativas vitales.
Por todo ello, el feminismo es una dimensión política radical de la modernidad.
Su método ha sido la crítica, la rebeldía, la subversión, la trasgresión creadora de alternativas paradigmáticas. Ha creado rupturas sustantivas con la vida
social moderna tan profundas que cimientan un nuevo paradigma civilizatorio
basado a su vez en un nuevo paradigma de género en proceso.
Ruptura y nuevo paradigma
El punto de ruptura del feminismo con la modernidad es el patriarcado. La
crítica política feminista trastoca las relaciones genéricas y asume cambios en la
condición de las mujeres, las estructuras sociales, las relaciones y las prácticas
sociales, las instituciones y las relaciones de poder, así como en las concepciones
y valores y en el sentido del mundo y de la vida.
El feminismo surge como una revolución personal y social marcada por la disidencia
con los otros y con el mundo. Se convierte en una sintonía compleja y contradictoria
entre mujeres diversas y sus acciones y repercusiones dan lugar a una
revolución radical que no irrumpe, sino que sucede, y no usa la violencia como
recurso de transformación. Es en sí mismo un nuevo paradigma en desarrollo.
La génesis paradigmática ha echado a andar con la rebeldía e insumisión de
millones de mujeres que han llevado a vivir y producir cambios discontinuos que
impactan y benefician también a mujeres y hombres que no coinciden con su
sentido.
La gran alternativa feminista se dirige a eliminar la opresión de género, basada
en el sexo y, a la vez, a construir alternativas de vida social basadas en una
sexualidad no opresiva y relaciones de género no opresivas. Busca hacer posible
una vida social que potencie a las mujeres y haga accesibles para las mujeres los
avances de la modernidad.


http://yosoyjoven.com/assets/biblioteca/empoderamiento%20lagarde.pdf